Marqués, estadista italiano, nació en Stia, Toscana,
en una familia pobre, en 1698 y murió en Nápoles el 29 de abril de
1793. En la Universidad de Pisa, donde algunos benefactores le permitieron
estudiar, fue nombrado catedrático de derecho en 1725 y se destacó
en la república de estudiosos más por la vehemencia que por la erudición
con la que defendió la autenticidad del Codex Pisanus de los Pandects.
Cuando Carlos, hijo de Felipe V de España, pasó por Toscana de camino
a conquistar el Reino de Nápoles, se llevó a Tanucci; lo nombró primer
cónsul de estado, luego superintendente
de correos y por último primer ministro.
Al nombrarlo para este último cargo, el rey le confirió un
título nobiliario. Como primer ministro fue extremadamente celoso
en el establecimiento de la
supremacía del Estado sobre la Iglesia y en la abolición de los privilegios
de la nobleza junto con el feudalismo. Restringió la jurisdicción
de los obispos, impidió la expansión DE LA LLAMADA mortmain
(derecho inalienable de la iglesia a la tenencia de la tierra) y redujo
los impuestos recaudados por la cancillería de la Curia Romana. Todo
esto quedó sancionado en el Concordato de 1741, aunque su aplicación
fue mucho más allá de lo que la Santa Seda había pretendido. Para
dirimir las controversias que pudieran surgir como consecuencia del
Concordato, se constituyó un tribunal mixto compuesto por eclesiásticos
y laicos. Sin embargo, Tanucci fue más lejos al establecer el principio
de que no podían ordenarse más de diez sacerdotes por cada mil almas,
número que se reduciría después a cinco por mil. El Placet se aplicó estrictamente. Las censuras de los obispos contra los laicos
por faltas debidas a su obediencia de las leyes estatales quedaron
anuladas. No podían erigirse nuevas iglesias sin permiso del rey.
Su política hostil a la Iglesia llevó a Tanucci a
descuidar otros intereses, en especial las relaciones exteriores.
En 1742, una flota inglesa puso en grave peligro las costas napolitanas
y sólo se salvó el reino con la firma de una ley de neutralidad en
la guerra entre España y Austria. Para reformar las leyes, instituyó
una comisión de sabios juristas con instrucciones de compilar un nuevo
código, lo que, sin embargo, se cumplió. Cuando Carlos III de Nápoles
ascendió al trono español en 1759, Tanucci fue nombrado presidente
del consejo de la regencia instituido para el pequeño Fernando V de
nueve años quien, aún al llegar a la mayoría de edad, prefirió mantenerse
al margen de los asuntos de gobierno y dedicarse a los placeres de la caza. Además, su predecesor, Carlos III, aunque se encontraba
en España, siguió gobernando el reino por instrucciones de Tanucci
quien ahora podía adoptar, con mayor libertad, su política hostil
a la Iglesia. Los ingresos provenientes de las diócesis y abadías
vacantes que fueron aumentando constantemente con el
tiempo fueron confiscados. Se cerraron treinta y ocho conventos,
los diezmos se restringieron y luego se abolieron; la adquisición
de nuevas propiedades por mortmain fue prohibida y se
impusieron nuevas restricciones al reclutamiento clerical. El Placet
se amplió hasta abarcar antiguas bulas papales y se estableció el
principio de que las concesiones de carácter eclesiástico no realizadas
ni aprobadas por el rey podían revocarse a voluntad por el rey mismo
o por sus sucesores. Esto permitía suprimir o cambiar testamentos
a favor de la Iglesia por determinación del rey quien, según Tanucci,
tenía el poder proveniente directamente de Dios. Se prohibieron las
apelaciones a Roma no aprobadas por el rey. El matrimonio se declaró
un contrato de naturaleza civil, derivándose de este principio el
juzgamiento de casos maritales por el tribunal civil. Por orden de
Carlos III, los jesuitas fueron suprimidos y expulsados del Reino
de Nápoles (1767).
Esta expulsión de los jesuitas fue parte del movimiento
de las cortes de los borbones en toda Europa para destruir la Compañía
de Jesús: Pombal en Portugal, Aranda en España, Choiseul en Francia
y Tanucci en Nápoles, todos actuando en concierto para este fin. Tan
pronto como Clemente XIV inició su pontificado, recibió un llamado
urgente de las cortes de los Borbón para suprimir a los jesuitas y
los ministros de estas cortes no ahorraron esfuerzo para lograr este
propósito. El papa imploró tiempo y paciencia para estudiar los cargos
contra la Compañía de Jesús pero se vio abrumado por la implacable
y amenazante actitud de la liga borbónica contra los jesuitas. en
la guerra contra la Compañía de Jesús, la energía que
desplegó Tanucci, no fue menor a la de Pombal, Aranda, y Choiseul
con quienes coincidía en su
hostilidad generalizada hacia la Iglesia y en su
determinación de suprimir por completo una orden de hombres
cuya amplia influencia representaba un obstáculo para sus propios
métodos arbitrarios contra de la libertad de la Iglesia. A su excomuión
por Clemente XIII, Tanucci respondió con la ocupación de Benevento
y Pontecorvo, que sólo fueron evacuadas después de la expulsión de
los jesuitas en 1773. Las protestas de los obispos contra muchas de
las nuevas enseñanzas en los colegios después de la expulsión de los
jesuitas, fueron consideradas inválidas, uno de los últimos de estos
actos fue la abolición de la chinea,
o el tributo anual que los reyes de Nápoles habían pagado al papa
como soberano desde la época de Carlos de Anjou (1776). Su desacertada
política financiera y la imposición de un gravamen sobre los alimentos
dieron lugar a protestas y levantamientos populares en varias oportunidades.
Pero cuando, en 1774, la Reina Carolina, una princesa austriaca, entro
a formar parte del Consejo de Estado, el poder de Tanucci comenzó
a declinar. En vano se esforzó por neutralizar la influencia de la
reina. En 1777, cayó en desgracia y fue despedido. Se retiró al campo
y murió abandonado y sin hijos.
Tanucci representa el prototipo italiano de la desafortunada
especie de los estadistas del siglo XVIII, cuyo principal exponente
fue Pombal. Escépticos en cuestiones de fe y moral, eran anticlericales
porque pretendían lograr una tiranía universal del estado en la que
el rey fuera la figura principal mientras que el ministro era en realidad
el amo. Quisieron expulsar a los jesuitas acusándolos de lo que ahora
llamaríamos liberalismo; lo que hicieron, en cambio, fue
abrir paso al poder de las sectas y al estallido de las revoluciones.
LASTRE,
Elogio del marchese Tanucci
(Novelle letterarie fiorentine) (Florencia,
1783); COLLETTA, Storia del
regno di Napoli dal 1785 al 1825, I (Capolago, 1834). Ver también
los documentos y estatutos sobre la supresión de los jesuitas. Entre
las publicaciones de Tanucci se encuentra Epistola
de pandectis pisanis (2 vols., Florencia, 1731).
U. BENIGNI.
Trascrito por Douglas J. Potter
Dedicado al Inmaculado Corazón
de la Santísima Virgen María
Traducido por Rosario Camacho-Koppel