CASO ILUSTRATIVO No.
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MASACRES EN SAN ANTONIO SINACHE
"Nosotros no violamos las leyes, nunca nos han dado justicia, sólo
dolor, somos como perros, como animales. Por las noticias sabemos
que se habla del dolor de las que quedan [sin sus seres queridos,
pero] sólo de los que tienen dinero (...), a nosotros nunca
nos han dicho porqué mataron a los nuestros".
"[Los soldados] se dedicaron a matarnos (...)
[pero] nosotros no somos guerrilleros, somos gentes que nos dedicamos
a trabajar la tierra, si fuéramos guerrilleros, nos hubiéramos
defendido también con armas, pero cómo no, entonces
lo que hicimos fue proteger a nuestros hijos, a nuestras mujeres
para que no los mataran, pero en la huida mucha gente cayó".
"Llorábamos
y llorábamos calladito, de tanto llorar algunos casi no podíamos
ver".1
I.
Antecedentes
La comunidad de San Antonio Sinaché (en
adelante San Antonio) se encuentra en el municipio de Zacualpa,
departamento de Quiché, y está conformada por población
maya k'iche'.
El Ejército
Guerrillero de los Pobres (EGP) operaba en la zona y algunos de
los habitantes de la comunidad mantenían ciertos vínculos
con el grupo guerrillero. El apoyo se limitaba a tareas de propaganda
y a proporcionar alimentos. Es decir, nunca tuvieron armas ni fueron
combatientes.
Sin embargo, la comunidad fue víctima de
sucesivas masacres que tuvieron lugar el 16 de marzo y asimismo
el 18 y 30 de mayo de 1982.
II.
La primera masacre: 16 de marzo de 1982
El martes 16 de marzo
de 1982, a las tres de la mañana, el alcalde auxiliar de
San Antonio reunió a los hombres de la comunidad y les mandó
que subieran a la sierra de Chuacús para rastrear las montañas
en busca de la guerrilla. Unos 400 hombres realizaron esta obligada
actividad, quedando en sus casas las mujeres, los niños y
los ancianos.
A las ocho de la
mañana, 40 soldados al mando de un teniente conocido como
Checha, pertenecientes al destacamento militar de Zacualpa, con
uniformes de camuflaje y fuertemente armados, entraron en la comunidad
de San Antonio. Los soldados fueron casa por casa matando a las
personas que encontraban, en su gran mayoría mujeres y niños,
y sustrayendo alimentos.
Mientras esto sucedía
en la comunidad los hombres realizaban el rastreo en la montaña.
Sin embargo, cuando escucharon los estallidos de bombas y los disparos
decidieron bajar, aun en contra de las órdenes del alcalde
auxiliar.
Al llegar al bosque, en las faldas de la montaña,
se encontraron con vecinos y familiares, que les contaron que los
soldados estaban matando a la gente.
Muchos deciden volver
y esconderse en la montaña, pero otros deciden entrar en
la comunidad, ocultándose de los soldados, para buscar a
sus familiares. Las escenas que pudieron contemplar en las casas
fueron desgarradoras: los ancianos torturados y baleados, otros
degollados, entre ellos un sacerdote maya; los niños y las
niñas degollados o muertos a golpes contra las paredes; mujeres
ejecutadas, algunas de ellas, "con el corte levantado, sin el
huipil y con señales de violación".2
El dolor de los hombres
de la comunidad se incrementó por el engaño con que
el Ejército había obrado: "Lo que buscaban era
que no hubiera hombres en la comunidad, para así hacer lo
que quisieran los soldados".3
A las tres de la tarde los soldados recibieron
el apoyo de otra unidad militar que entró por el lado de
la comunidad Rincón de Los Leones del municipio de Chiché.
Luego de la masacre, hacia las cuatro de la tarde,
los soldados festejaron su acción, reuniéndose para
disfrutar de una gran comida frente a la iglesia.
Los sobrevivientes
se desplazaron a las montañas, donde las circunstancias de
vida y salubridad eran precarias, sobre todo para los más
vulnerables, y el peligro de muerte resultaba cotidiano. Así
lo confirma el siguiente testimonio:
"A partir de los
ocho días de huida, ya no encontramos en el monte qué
comer. Otros tampoco comían por el miedo y por el sentimiento,
no era posible tragar nada, la boca se cerraba. El frío,
la tristeza y no comer nos ocasionó enfermedades. Los niños
murieron por cientos, no podíamos cuidarlos, no había
padres ni abuelos que los cuidaran, y los que los teníamos
a cargo estábamos débiles y muy enfermos. Después
de esta masacre hubo una enfermedad que atacó a muchos niños.
Era porque muchos muertos no estaban bien enterrados, despedían
malos olores, se enfermaron, el agua estaba contaminada. Se morían
de cuatro a cinco niños diarios. Era prohibido enterrar a
nuestros muertos. Lo teníamos que hacer a escondidas. Sólo
se abrían hoyos, nunca pudimos poner una cruz o un nombre".4
Tres de los declarantes
son los únicos sobrevivientes de una familia de la que mataron
a 25 miembros. La mayoría de los declarantes ante la CEH
tienen más de cuatro familiares muertos como resultado de
la masacre. Otros sobrevivientes no declararon, ya fuera porque
debieron desplazarse y nunca regresaron a su comunidad, o porque
el temor los inhibió.
En total, la CEH
logró identificar a 108 personas que murieron en la masacre
del 16 de marzo de 1982, entre ellas 7 mujeres que fueron violadas
sexualmente. Según los testimonios 87 personas más
fueron ejecutadas, y otras 73 murieron a consecuencia del desplazamiento
forzado, entre ellos 70 niños, y dos personas resultaron
heridas.
III.
La segunda masacre: 18 de mayo de 1982
Dos meses después,
el 18 de mayo de 1982, cuando todos los miembros de la comunidad
ya habían regresado a la aldea, temprano en la mañana,
un vecino dio el aviso: "Corran, allí vienen los soldados
a matarnos".5
Transcurrido poco tiempo, se escucharon disparos. Los que pudieron
huir se desplazaron hacia la montaña. Un declarante relata:
"Nosotros nos fuimos a la montaña, llevamos a nuestros
padres, nuestras madres ancianas, que tienen como 80 años,
90 años".6
Los soldados disparaban
a matar. Una sobreviviente cuenta:
"En la huida mucha
gente caía, yo miraba que a la par adelante de mí
se caía la gente como si se tropezara, pero no, ellos caían
porque les pegaban los balazos o porque cerca caían granadas
y cuando esto pasaba, la gente salía volando y caían
como muñecos, pero ninguno se detenía, ni siquiera
volteábamos para ver atrás, todos corríamos
como locos de un lugar para otro".7
Los más débiles,
en particular los ancianos, que no podían huir, fueron ejecutados.
"No podíamos llevarnos al anciano, era una carga para
nosotros, porque él no podía correr como corre la
gente joven, entonces pensamos dejarlo escondido (...) él
aceptó quedarse y salimos corriendo para que no nos maten.
Pero cuando los soldados llegaron a la casa, la registraron y al
encontrarlo lo degollaron".8
La huida trajo más muerte y dolor. Un padre, que huía
con sus dos hijos, corrió sin descanso hasta que dejó
de escuchar los disparos. Cuando se detuvo notó que su hija
tenía la cara ensangrentada. Así describe su experiencia:
"La revisé
y vi que una bala le había pasado rozando la cabeza, le limpié
la herida; después me preocupé del [niño]
que llevaba en la espalda, me lo bajé de mi espalda porque
no se movía ni lloraba, al tenerlo entre mis brazos lo vi
dormido, al revisarlo lo encontré con el maxtate [pañal]
lleno de sangre. Estaba muerto. Le pegaron un balazo en la espalda,
él evitó que la bala me matara a mí. Con mucho
dolor lo dejé debajo de un árbol y seguí con
el otro [la niña] que estaba herido, subiendo más
para el monte".9
Las mujeres embarazadas
y las madres con niños pequeños y que ya no podían
correr, trataron de esconderse en cuevas o entre las piedras. Las
que descubrían los soldados eran sacadas de sus escondites,
torturadas y ejecutadas. A una de las embarazadas los soldados le
abrieron el vientre y le sacaron el feto. Sobrevivientes narran
escenas como ésta: "Hay veces que hicieron un palo con
punta y le metieron en el culo a las mujeres, lo metieron en la
panza (...) de una vez les quitaron la vida, les cortaron el pescuezo,
así les hicieron los militares y hay civiles también,
patrulleros ladinos".10
Los niños corrieron igual suerte: "Los patrulleros mataron
a los niños, los agarraron de su canilla, los mataron con
piedras, les machucaron la cabeza, les quitaron sus orejas y se
quedan desnudos los niños en el río, parecen sapos,
parecen animales".11
Después de
la persecución, los militares registraron las casas, las
saquearon y las quemaron. Arrasaron además los bosques, las
plantaciones de maíz, los santuarios ceremoniales. Una declarante
afirma: "Destruyeron todas las cosas que nos eran necesarias,
tales como piedras de moler, comales, ropa, mazorca, frijoles, ollas;
nos dejaron sin comida ni con qué preparar nuestros alimentos,
tampoco dónde vivir, sólo nos dejaron la ropa que
teníamos puesta cuando huimos".12
Los sobrevivientes permanecieron en el monte, temiendo
que se produjera un nuevo ataque de los soldados, sin poder dormir
y pasando hambre, a merced de la lluvia y el frío.
Una de las jóvenes
detenida por los militares y cuyo esposo resultó muerto por
intentar defenderla, fue llevada a una casa de la comunidad. Aunque
no le hicieron daño, una vez en cautiverio dejó de
comer, vomitaba y no podía caminar a consecuencia de los
golpes que había recibido durante su captura. A los seis
meses murió.
Los militares permanecieron
en la comunidad durante tres días. Al cuarto, regresaron
al destacamento militar de Zacualpa, llevando consigo los animales
que encontraron. Los sobrevivientes buscaron rescatar a los heridos
y a los niños perdidos en la huida. Cuando los militares
se fueron, volvieron a la comunidad para enterrar, como fuera posible,
a los muertos que hallaron. Sin embargo, muchos cadáveres
quedaron insepultos y fueron devorados por los coyotes y los perros.
Un sobreviviente cuenta: "Yo medio enterré mi familia,
pero quedaron unos [sin enterrar], tuve miedo ya no fui a
ver, entonces el chucho se lo comió".13
En los días
siguientes a la masacre los soldados volvieron a San Antonio, hasta
que el 27 de mayo se ausentaron de la comunidad y sus alrededores,
lo que fue interpretado por los habitantes como una retirada definitiva.
Por esta razón las familias que habían huido y permanecían
refugiadas en las montañas regresaron a vivir a sus hogares.
En total, la CEH logró identificar 51 víctimas,
entre ellas 45 personas que fueron ejecutadas, 4 heridas y otras
dos torturadas.
IV.
La tercera masacre: 30 de mayo de 1982
El 30 de mayo de
1982 llegaron de nuevo los soldados. Los acompañaban esta
vez patrulleros civiles de otras comunidades del municipio de Zacualpa.14
Rodearon la comunidad y ordenaron a 35 hombres que fueran a patrullar.
Detuvieron un número de pobladores, los trasladaron al cantón
Las Joyas y los sometieron a tortura durante casi todo el día,
para al fin degollar a machete a 34 de ellos. El sobreviviente declara:
"Me amarraron, me tiraron al suelo, se subieron encima de mí,
me empacharon con patadas (...) a mi suegro le cortaron la panza,
le metieron un machete (...) el hombre tomaba la sangre de la gente
que mataron (...) a todos les machucaban la cabeza".15
A las cuatro de la
tarde arrojaron los cadáveres en una cueva próxima
a Las Joyas. El sobreviviente permaneció en la fosa durante
toda la noche; al día siguiente, como a las siete de la mañana,
despertó entre los muertos.
En total, la CEH logró identificar a 40
víctimas, entre ellas 39 personas que fueron torturadas y
ejecutadas, y una persona herida y torturada.
V.
Conclusiones
La CEH, estudiados
los antecedentes reunidos, llegó a la plena convicción
de que miembros del Ejército, actuando bajo la dirección
de sus superiores, atentaron contra el derecho a la vida de 192
habitantes de la comunidad de San Antonio Sinaché, a quienes
ejecutaron arbitrariamente durante los sucesos ocurridos el 16 de
marzo de 1982 y el 18 y 30 de mayo de 1982. Además, los soldados
fueron autores de torturas y violaciones sexuales infligidas a habitantes
de la misma comunidad, que constituyen graves violaciones al derecho
a la integridad de los mismos.
La CEH considera a su vez que los miembros de las
patrullas de autodefensa civil, comandados por ladinos y actuando
bajo la dirección del Ejército, fueron autores de
actos de la misma naturaleza el día 30 de mayo de 1982.
La repetición
y el ensañamiento de la violencia criminal contra esta comunidad,
a la que el Ejército identificaba con la guerrilla, demuestra
la intención de eliminar completamente la misma. Dicha intención
no sólo se manifestó en las ejecuciones masivas, sino
también en la tortura, la violación sexual y la creación
de condiciones de vida que podían traer como consecuencia
la muerte por hambre, frío o enfermedad. La intención
de destruir total o parcialmente a un grupo que tiene en común
etnia y cultura, cualquiera sean sus motivaciones, determina el
carácter genocida de estos actos criminales. El acaecimiento
de actos de este tipo en otras comunidades del municipio de Zacualpa,
en que miembros del grupo étnico maya-k'iche' fueron considerados
el enemigo a destruir, refuerza esta convicción de la CEH.
LISTADO DE LAS VICTIMAS
Ejecución arbitraria
Agustina Macario Morales
Agustín Morales González
Agustín Tum
Ana Morales Gonzalez
Ana Morales González
Ana Morales Turkis
Antonio MacarioTol
Antonio Shinar
Bacilia Macario Tol
Baltazar Tum
Basilia Morales Ventura
Basilia Toj Ventura
Carmen Morales Morales
Carmen Moraya
Catarina Saquic Gonzales
Cecilia Perez
Diego Macario Tol
Diego Martin
Diego Morales Ventura
Dominga Tzaquic Tzoj
Faustino Morales
Francisco Morales Macario
Gaspar Gonzales Primero
Gaspar Requica Tinivar
Germina Panjoj
Geronima Morales Toj
Isabel Macario Morales
Jacinta Pol González
Jeronima Morales Macario
Jeronima Morales Morales
Jeronima Panjoj
Jeronimo Morales Morales
Jose Martin
Jose Martin Morales
Jose Morales Morales
Josefa Morales González
Josefa Suy Pol
Josefa Xiloj
Josefa Xiloj
José Chan
José Morales
José Morales González
Juan Macario Toj Tol
Juan Alonzo
Juan Castro
Juan Morales Panjoj
Juan Morales Panjoj
Juan Morales Toj
Juan Suar
Juan Tol
Juan Tomas
Juan Tzoc
Juana Canil Ramos
Juana Macario Morales
Juana Morales
Juana Tol Perez
Juana Tum Riquiac
Julio Castro Coj
Julio Hernandez Riquiac
Julio Macario Tol
Lucía Ventura Canil
Luis Us
Manuel Morales Macario
Manuel Morales Macario
Manuel Morales Mejia
Manuel Morales Morales
Manuel Morales Toj
Manuel MoralesTum
Manuel Panjoj
Manuel Requiac Tinihuar
Manuel Toj Tol
Manuel Tol
Manuela Morales Morales
Manuela Morales Ventura
Marcela Morales gonzález
Maria Macario Canil
Maria Macario Tol
Maria Morales Morales
Maria Morales Morales
Mario Macario Morales
Martin Morales Morales
Martín Morales Tinivar
María Canil
María Morales González
María Toj Aguilar
María Toj Aguilar
María Toj Ventura
Mateo Canil
Micaela Mejía Calel
Micaela Morales Panjoj
Micaela Morales Panjoj
Micaela Riacac Panjoj
Micaela Riquiac Panjoj
Micaela Toj
Micaela Us Us
Miguel Morales Morales
Mirtala Macario Morales
Nicolasa Hernandez
Pablina Macario Tol
Pascual Morales Canil
Paulo Ventura
Pedro Suincuic Chomo
Pedro Us Us
Petrona Ventura Canil
Rocaela Morales
Rosa Morales Canil
Rosalia Méndez
Santa Us Us
Santa Us Us
Santiago Macario Hernández
Santiago Morales
Santiago Tum Morales
Sebastian Morales Toj
Sebastiana Hernández Riquiac
Sebastián Morales Lastor
Sebastián Morales Panjoj
Tomas Macario
Tomas Macario Morales
Tomas Macario Morales
Tomas Morales Macario
Tomas Morales Macario
Tomas Morales Toj
Tomas Morales Turkis
Tomas Nash
Tomas Requiac Tinihuar
Tomas Tinivar
Tomas Tinivar Raquiaj
Tomasa Gonzáles Pol
Tomasa Macario Hernández
Tomasa Macario Tol
Tomasa Morales Canil
Tomasa Morales Macario
Tomasa Morales Turkis
Tomasa Tzaquic Tzoj
Tomasa Ventura Canil
Tomás Chitic Tinivar
Tomás Morales Canil
Tomás Morales González
Tomás Morales Panjoj
Vicenta Saquic Gonzales
Vicente Requiac Tinihuar
Victor Morales Toj
Ejecución arbitraria, Tortura
Manuel Morales Tevalán
Diego González
Diego González
Diego González Turkis
Diego Mejía Tiniguar
Diego MejíaToj
Diego Sukuki Nas
Felipe Aguilar,Toj
Francisco Aguilar Canil
Francisco Morales González
Francisco Morales González
Gaspar Riquiac Aguilar
Gaspar Riquiac Aguilar
Gaspar Riquiac Tiriquiz
Jacinto Panjoj Morales
Juan Aguilar Toj
Juan Tevalán Quino
José González Aguilar
Manuel Aguilar
Manuel Aguilar González
Manuel Canil Aguilar
Manuel Coz Tevalán
Manuel Tiniguar
Martín Aguilar Canil
Miguel Tevalán Quino
Pedro Aguilar Toj
Pedro Canil Aguilar
Sebastian Aguilar Nos
Sebastián Aguilar González
Sebastián Calel
Sebastián Chan
Sebastián Cos Aguilar
Sebastián Cos Tevalán
Sebastián Morales Calel
Tomás Canil
Tomás Cos Aguilar
Tomás Coz Tevalán
Tomás Morales Cos
Tomás Morales Quinto
Ejecución arbitraria, otras Violaciones
Josefa Morales Xiloj
Magdalena Riquiac Gonzales
Juana Nash
Maria Macaria Canil
Rosa Ventura
Santa Tum Tebalam
Tomasa Toj
Tortura
Micaela Morales
Tomás Riz
Muerte por Desplazamiento Forzado
Juan Tomas Nash
Vicente Nash
Vicente Tomas
Herido en Atentado
Carmen Gonzalez Hernandez
Juana Morales Castro
Juana Morales Coj
Paulina Macario Hernández
Tomasa Canil Morales
Vicenta Tinihuar
Víctimas Colectivas/Desconocidas: 169
1 Testimonios de sobrevivientes.
Regrese al Texto
2 Testimonio colectivo
CEH. Regrese al Texto
3 Ibidem. Regrese
al Texto
4 Ibidem. Regrese
al Texto
5 Ibidem. Regrese
al Texto
6 Ibidem. Regrese
al Texto
7 Testigo directo CEH.
Regrese al Texto
8 Ibidem. Regrese
al Texto
9 Ibidem. Regrese
al Texto
10 Testimonio colectivo
CEH. Regrese al Texto
11 Ibidem. Regrese
al Texto
12 Testigo directo CEH.
Regrese al Texto
13 Testimonio colectivo
CEH. Regrese al Texto
14 Se trata de Potrero
Viejo, Choaxan, Arriquín y Rincón de los Leones. Este
último caserío se caracteriza porque la mayoría
de los habitantes son de origen ladino y porque sus patrulleros
participaron en violaciones de los derechos humanos en otras comunidades.
Los militares habrían dicho a los patrulleros que iban a
rastrear la comunidad de San Antonio y que iban a buscar a la "mala
gente" que colaboraba con la guerrilla. Regrese al Texto
15 Testigo directo CEH.
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