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Anexo I

Anexo I: Volumen 2

     

      CASO ILUSTRATIVO No. 78

 

MASACRES EN SAN ANTONIO SINACHE

 

 

 

      "Nosotros no violamos las leyes, nunca nos han dado justicia, sólo dolor, somos como perros, como animales. Por las noticias sabemos que se habla del dolor de las que quedan [sin sus seres queridos, pero] sólo de los que tienen dinero (...), a nosotros nunca nos han dicho porqué mataron a los nuestros".

 

"[Los soldados] se dedicaron a matarnos (...) [pero] nosotros no somos guerrilleros, somos gentes que nos dedicamos a trabajar la tierra, si fuéramos guerrilleros, nos hubiéramos defendido también con armas, pero cómo no, entonces lo que hicimos fue proteger a nuestros hijos, a nuestras mujeres para que no los mataran, pero en la huida mucha gente cayó".

 

     "Llorábamos y llorábamos calladito, de tanto llorar algunos casi no podíamos ver".1 

 

 

I.

Antecedentes

 

La comunidad de San Antonio Sinaché (en adelante San Antonio) se encuentra en el municipio de Zacualpa, departamento de Quiché, y está conformada por población maya k'iche'.

 

     El Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) operaba en la zona y algunos de los habitantes de la comunidad mantenían ciertos vínculos con el grupo guerrillero. El apoyo se limitaba a tareas de propaganda y a proporcionar alimentos. Es decir, nunca tuvieron armas ni fueron combatientes.

 

Sin embargo, la comunidad fue víctima de sucesivas masacres que tuvieron lugar el 16 de marzo y asimismo el 18 y 30 de mayo de 1982.

 

II.

La primera masacre: 16 de marzo de 1982

 

     El martes 16 de marzo de 1982, a las tres de la mañana, el alcalde auxiliar de San Antonio reunió a los hombres de la comunidad y les mandó que subieran a la sierra de Chuacús para rastrear las montañas en busca de la guerrilla. Unos 400 hombres realizaron esta obligada actividad, quedando en sus casas las mujeres, los niños y los ancianos.

 

     A las ocho de la mañana, 40 soldados al mando de un teniente conocido como Checha, pertenecientes al destacamento militar de Zacualpa, con uniformes de camuflaje y fuertemente armados, entraron en la comunidad de San Antonio. Los soldados fueron casa por casa matando a las personas que encontraban, en su gran mayoría mujeres y niños, y sustrayendo alimentos.

 

     Mientras esto sucedía en la comunidad los hombres realizaban el rastreo en la montaña. Sin embargo, cuando escucharon los estallidos de bombas y los disparos decidieron bajar, aun en contra de las órdenes del alcalde auxiliar.

 

Al llegar al bosque, en las faldas de la montaña, se encontraron con vecinos y familiares, que les contaron que los soldados estaban matando a la gente.

 

     Muchos deciden volver y esconderse en la montaña, pero otros deciden entrar en la comunidad, ocultándose de los soldados, para buscar a sus familiares. Las escenas que pudieron contemplar en las casas fueron desgarradoras: los ancianos torturados y baleados, otros degollados, entre ellos un sacerdote maya; los niños y las niñas degollados o muertos a golpes contra las paredes; mujeres ejecutadas, algunas de ellas, "con el corte levantado, sin el huipil y con señales de violación".2 

 

     El dolor de los hombres de la comunidad se incrementó por el engaño con que el Ejército había obrado: "Lo que buscaban era que no hubiera hombres en la comunidad, para así hacer lo que quisieran los soldados".3 

 

A las tres de la tarde los soldados recibieron el apoyo de otra unidad militar que entró por el lado de la comunidad Rincón de Los Leones del municipio de Chiché.

 

Luego de la masacre, hacia las cuatro de la tarde, los soldados festejaron su acción, reuniéndose para disfrutar de una gran comida frente a la iglesia.

 

     Los sobrevivientes se desplazaron a las montañas, donde las circunstancias de vida y salubridad eran precarias, sobre todo para los más vulnerables, y el peligro de muerte resultaba cotidiano. Así lo confirma el siguiente testimonio:

 

     "A partir de los ocho días de huida, ya no encontramos en el monte qué comer. Otros tampoco comían por el miedo y por el sentimiento, no era posible tragar nada, la boca se cerraba. El frío, la tristeza y no comer nos ocasionó enfermedades. Los niños murieron por cientos, no podíamos cuidarlos, no había padres ni abuelos que los cuidaran, y los que los teníamos a cargo estábamos débiles y muy enfermos. Después de esta masacre hubo una enfermedad que atacó a muchos niños. Era porque muchos muertos no estaban bien enterrados, despedían malos olores, se enfermaron, el agua estaba contaminada. Se morían de cuatro a cinco niños diarios. Era prohibido enterrar a nuestros muertos. Lo teníamos que hacer a escondidas. Sólo se abrían hoyos, nunca pudimos poner una cruz o un nombre".4 

 

     Tres de los declarantes son los únicos sobrevivientes de una familia de la que mataron a 25 miembros. La mayoría de los declarantes ante la CEH tienen más de cuatro familiares muertos como resultado de la masacre. Otros sobrevivientes no declararon, ya fuera porque debieron desplazarse y nunca regresaron a su comunidad, o porque el temor los inhibió.

 

     En total, la CEH logró identificar a 108 personas que murieron en la masacre del 16 de marzo de 1982, entre ellas 7 mujeres que fueron violadas sexualmente. Según los testimonios 87 personas más fueron ejecutadas, y otras 73 murieron a consecuencia del desplazamiento forzado, entre ellos 70 niños, y dos personas resultaron heridas.

 

III.

La segunda masacre: 18 de mayo de 1982

 

     Dos meses después, el 18 de mayo de 1982, cuando todos los miembros de la comunidad ya habían regresado a la aldea, temprano en la mañana, un vecino dio el aviso: "Corran, allí vienen los soldados a matarnos".5  Transcurrido poco tiempo, se escucharon disparos. Los que pudieron huir se desplazaron hacia la montaña. Un declarante relata: "Nosotros nos fuimos a la montaña, llevamos a nuestros padres, nuestras madres ancianas, que tienen como 80 años, 90 años".6 

 

     Los soldados disparaban a matar. Una sobreviviente cuenta:

 

     "En la huida mucha gente caía, yo miraba que a la par adelante de mí se caía la gente como si se tropezara, pero no, ellos caían porque les pegaban los balazos o porque cerca caían granadas y cuando esto pasaba, la gente salía volando y caían como muñecos, pero ninguno se detenía, ni siquiera volteábamos para ver atrás, todos corríamos como locos de un lugar para otro".7 

 

     Los más débiles, en particular los ancianos, que no podían huir, fueron ejecutados. "No podíamos llevarnos al anciano, era una carga para nosotros, porque él no podía correr como corre la gente joven, entonces pensamos dejarlo escondido (...) él aceptó quedarse y salimos corriendo para que no nos maten. Pero cuando los soldados llegaron a la casa, la registraron y al encontrarlo lo degollaron".8  La huida trajo más muerte y dolor. Un padre, que huía con sus dos hijos, corrió sin descanso hasta que dejó de escuchar los disparos. Cuando se detuvo notó que su hija tenía la cara ensangrentada. Así describe su experiencia:

 

     "La revisé y vi que una bala le había pasado rozando la cabeza, le limpié la herida; después me preocupé del [niño] que llevaba en la espalda, me lo bajé de mi espalda porque no se movía ni lloraba, al tenerlo entre mis brazos lo vi dormido, al revisarlo lo encontré con el maxtate [pañal] lleno de sangre. Estaba muerto. Le pegaron un balazo en la espalda, él evitó que la bala me matara a mí. Con mucho dolor lo dejé debajo de un árbol y seguí con el otro [la niña] que estaba herido, subiendo más para el monte".9 

 

     Las mujeres embarazadas y las madres con niños pequeños y que ya no podían correr, trataron de esconderse en cuevas o entre las piedras. Las que descubrían los soldados eran sacadas de sus escondites, torturadas y ejecutadas. A una de las embarazadas los soldados le abrieron el vientre y le sacaron el feto. Sobrevivientes narran escenas como ésta: "Hay veces que hicieron un palo con punta y le metieron en el culo a las mujeres, lo metieron en la panza (...) de una vez les quitaron la vida, les cortaron el pescuezo, así les hicieron los militares y hay civiles también, patrulleros ladinos".10  Los niños corrieron igual suerte: "Los patrulleros mataron a los niños, los agarraron de su canilla, los mataron con piedras, les machucaron la cabeza, les quitaron sus orejas y se quedan desnudos los niños en el río, parecen sapos, parecen animales".11 

 

     Después de la persecución, los militares registraron las casas, las saquearon y las quemaron. Arrasaron además los bosques, las plantaciones de maíz, los santuarios ceremoniales. Una declarante afirma: "Destruyeron todas las cosas que nos eran necesarias, tales como piedras de moler, comales, ropa, mazorca, frijoles, ollas; nos dejaron sin comida ni con qué preparar nuestros alimentos, tampoco dónde vivir, sólo nos dejaron la ropa que teníamos puesta cuando huimos".12 

 

Los sobrevivientes permanecieron en el monte, temiendo que se produjera un nuevo ataque de los soldados, sin poder dormir y pasando hambre, a merced de la lluvia y el frío.

 

     Una de las jóvenes detenida por los militares y cuyo esposo resultó muerto por intentar defenderla, fue llevada a una casa de la comunidad. Aunque no le hicieron daño, una vez en cautiverio dejó de comer, vomitaba y no podía caminar a consecuencia de los golpes que había recibido durante su captura. A los seis meses murió.

 

     Los militares permanecieron en la comunidad durante tres días. Al cuarto, regresaron al destacamento militar de Zacualpa, llevando consigo los animales que encontraron. Los sobrevivientes buscaron rescatar a los heridos y a los niños perdidos en la huida. Cuando los militares se fueron, volvieron a la comunidad para enterrar, como fuera posible, a los muertos que hallaron. Sin embargo, muchos cadáveres quedaron insepultos y fueron devorados por los coyotes y los perros. Un sobreviviente cuenta: "Yo medio enterré mi familia, pero quedaron unos [sin enterrar], tuve miedo ya no fui a ver, entonces el chucho se lo comió".13 

 

     En los días siguientes a la masacre los soldados volvieron a San Antonio, hasta que el 27 de mayo se ausentaron de la comunidad y sus alrededores, lo que fue interpretado por los habitantes como una retirada definitiva. Por esta razón las familias que habían huido y permanecían refugiadas en las montañas regresaron a vivir a sus hogares.

 

En total, la CEH logró identificar 51 víctimas, entre ellas 45 personas que fueron ejecutadas, 4 heridas y otras dos torturadas.

 

IV.

La tercera masacre: 30 de mayo de 1982

 

     El 30 de mayo de 1982 llegaron de nuevo los soldados. Los acompañaban esta vez patrulleros civiles de otras comunidades del municipio de Zacualpa.14  Rodearon la comunidad y ordenaron a 35 hombres que fueran a patrullar. Detuvieron un número de pobladores, los trasladaron al cantón Las Joyas y los sometieron a tortura durante casi todo el día, para al fin degollar a machete a 34 de ellos. El sobreviviente declara: "Me amarraron, me tiraron al suelo, se subieron encima de mí, me empacharon con patadas (...) a mi suegro le cortaron la panza, le metieron un machete (...) el hombre tomaba la sangre de la gente que mataron (...) a todos les machucaban la cabeza".15 

 

     A las cuatro de la tarde arrojaron los cadáveres en una cueva próxima a Las Joyas. El sobreviviente permaneció en la fosa durante toda la noche; al día siguiente, como a las siete de la mañana, despertó entre los muertos.

 

En total, la CEH logró identificar a 40 víctimas, entre ellas 39 personas que fueron torturadas y ejecutadas, y una persona herida y torturada.

 

V.

Conclusiones

 

     La CEH, estudiados los antecedentes reunidos, llegó a la plena convicción de que miembros del Ejército, actuando bajo la dirección de sus superiores, atentaron contra el derecho a la vida de 192 habitantes de la comunidad de San Antonio Sinaché, a quienes ejecutaron arbitrariamente durante los sucesos ocurridos el 16 de marzo de 1982 y el 18 y 30 de mayo de 1982. Además, los soldados fueron autores de torturas y violaciones sexuales infligidas a habitantes de la misma comunidad, que constituyen graves violaciones al derecho a la integridad de los mismos.

 

La CEH considera a su vez que los miembros de las patrullas de autodefensa civil, comandados por ladinos y actuando bajo la dirección del Ejército, fueron autores de actos de la misma naturaleza el día 30 de mayo de 1982.

 

     La repetición y el ensañamiento de la violencia criminal contra esta comunidad, a la que el Ejército identificaba con la guerrilla, demuestra la intención de eliminar completamente la misma. Dicha intención no sólo se manifestó en las ejecuciones masivas, sino también en la tortura, la violación sexual y la creación de condiciones de vida que podían traer como consecuencia la muerte por hambre, frío o enfermedad. La intención de destruir total o parcialmente a un grupo que tiene en común etnia y cultura, cualquiera sean sus motivaciones, determina el carácter genocida de estos actos criminales. El acaecimiento de actos de este tipo en otras comunidades del municipio de Zacualpa, en que miembros del grupo étnico maya-k'iche' fueron considerados el enemigo a destruir, refuerza esta convicción de la CEH.

 

 

 

LISTADO DE LAS VICTIMAS

 

Ejecución arbitraria

 

 

Agustina Macario Morales

Agustín Morales González

Agustín Tum

Ana Morales Gonzalez

Ana Morales González

Ana Morales Turkis

Antonio MacarioTol

Antonio Shinar

Bacilia Macario Tol

Baltazar Tum

Basilia Morales Ventura

Basilia Toj Ventura

Carmen Morales Morales

Carmen Moraya

Catarina Saquic Gonzales

Cecilia Perez

Diego Macario Tol

Diego Martin

Diego Morales Ventura

Dominga Tzaquic Tzoj

Faustino Morales

Francisco Morales Macario

Gaspar Gonzales Primero

Gaspar Requica Tinivar

Germina Panjoj

Geronima Morales Toj

Isabel Macario Morales

Jacinta Pol González

Jeronima Morales Macario

Jeronima Morales Morales

Jeronima Panjoj

Jeronimo Morales Morales

Jose Martin

Jose Martin Morales

Jose Morales Morales

Josefa Morales González

Josefa Suy Pol

Josefa Xiloj

Josefa Xiloj

José Chan

José Morales

José Morales González

Juan Macario Toj Tol

Juan Alonzo

Juan Castro

Juan Morales Panjoj

Juan Morales Panjoj

Juan Morales Toj

Juan Suar

Juan Tol

Juan Tomas

Juan Tzoc

Juana Canil Ramos

Juana Macario Morales

Juana Morales

Juana Tol Perez

Juana Tum Riquiac

Julio Castro Coj

Julio Hernandez Riquiac

Julio Macario Tol

Lucía Ventura Canil

Luis Us

Manuel Morales Macario

Manuel Morales Macario

Manuel Morales Mejia

Manuel Morales Morales

Manuel Morales Toj

Manuel MoralesTum

Manuel Panjoj

Manuel Requiac Tinihuar

Manuel Toj Tol

Manuel Tol

Manuela Morales Morales

Manuela Morales Ventura

Marcela Morales gonzález

Maria Macario Canil

Maria Macario Tol

Maria Morales Morales

Maria Morales Morales

Mario Macario Morales

Martin Morales Morales

Martín Morales Tinivar

María Canil

María Morales González

María Toj Aguilar

María Toj Aguilar

María Toj Ventura

Mateo Canil

Micaela Mejía Calel

Micaela Morales Panjoj

Micaela Morales Panjoj

Micaela Riacac Panjoj

Micaela Riquiac Panjoj

Micaela Toj

Micaela Us Us

Miguel Morales Morales

Mirtala Macario Morales

Nicolasa Hernandez

Pablina Macario Tol

Pascual Morales Canil

Paulo Ventura

Pedro Suincuic Chomo

Pedro Us Us

Petrona Ventura Canil

Rocaela Morales

Rosa Morales Canil

Rosalia Méndez

Santa Us Us

Santa Us Us

Santiago Macario Hernández

Santiago Morales

Santiago Tum Morales

Sebastian Morales Toj

Sebastiana Hernández Riquiac

Sebastián Morales Lastor

Sebastián Morales Panjoj

Tomas Macario

Tomas Macario Morales

Tomas Macario Morales

Tomas Morales Macario

Tomas Morales Macario

Tomas Morales Toj

Tomas Morales Turkis

Tomas Nash

Tomas Requiac Tinihuar

Tomas Tinivar

Tomas Tinivar Raquiaj

Tomasa Gonzáles Pol

Tomasa Macario Hernández

Tomasa Macario Tol

Tomasa Morales Canil

Tomasa Morales Macario

Tomasa Morales Turkis

Tomasa Tzaquic Tzoj

Tomasa Ventura Canil

Tomás Chitic Tinivar

Tomás Morales Canil

Tomás Morales González

Tomás Morales Panjoj

Vicenta Saquic Gonzales

Vicente Requiac Tinihuar

Victor Morales Toj

 

 

 

Ejecución arbitraria, Tortura

 

 

Manuel Morales Tevalán

Diego González

Diego González

Diego González Turkis

Diego Mejía Tiniguar

Diego MejíaToj

Diego Sukuki Nas

Felipe Aguilar,Toj

Francisco Aguilar Canil

Francisco Morales González

Francisco Morales González

Gaspar Riquiac Aguilar

Gaspar Riquiac Aguilar

Gaspar Riquiac Tiriquiz

Jacinto Panjoj Morales

Juan Aguilar Toj

Juan Tevalán Quino

José González Aguilar

Manuel Aguilar

Manuel Aguilar González

Manuel Canil Aguilar

Manuel Coz Tevalán

Manuel Tiniguar

Martín Aguilar Canil

Miguel Tevalán Quino

Pedro Aguilar Toj

Pedro Canil Aguilar

Sebastian Aguilar Nos

Sebastián Aguilar González

Sebastián Calel

Sebastián Chan

Sebastián Cos Aguilar

Sebastián Cos Tevalán

Sebastián Morales Calel

Tomás Canil

Tomás Cos Aguilar

Tomás Coz Tevalán

Tomás Morales Cos

Tomás Morales Quinto

 

 

Ejecución arbitraria, otras Violaciones

 

 

Josefa Morales Xiloj

Magdalena Riquiac Gonzales

Juana Nash

Maria Macaria Canil

Rosa Ventura

Santa Tum Tebalam

Tomasa Toj

 

 

 

 

Tortura

 

 

Micaela Morales

 

Tomás Riz

 

 

 

Muerte por Desplazamiento Forzado

 

 

Juan Tomas Nash

Vicente Nash

Vicente Tomas

 

 

 

Herido en Atentado

 

 

Carmen Gonzalez Hernandez

Juana Morales Castro

Juana Morales Coj

Paulina Macario Hernández

Tomasa Canil Morales

Vicenta Tinihuar

 

 

Víctimas Colectivas/Desconocidas: 169

 


1  Testimonios de sobrevivientes. Regrese al Texto

2  Testimonio colectivo CEH. Regrese al Texto

3  Ibidem. Regrese al Texto

4  Ibidem. Regrese al Texto

5  Ibidem. Regrese al Texto

6  Ibidem. Regrese al Texto

7  Testigo directo CEH. Regrese al Texto

8  Ibidem. Regrese al Texto

9  Ibidem. Regrese al Texto

10  Testimonio colectivo CEH. Regrese al Texto

11  Ibidem. Regrese al Texto

12  Testigo directo CEH. Regrese al Texto

13  Testimonio colectivo CEH. Regrese al Texto

14  Se trata de Potrero Viejo, Choaxan, Arriquín y Rincón de los Leones. Este último caserío se caracteriza porque la mayoría de los habitantes son de origen ladino y porque sus patrulleros participaron en violaciones de los derechos humanos en otras comunidades. Los militares habrían dicho a los patrulleros que iban a rastrear la comunidad de San Antonio y que iban a buscar a la "mala gente" que colaboraba con la guerrilla. Regrese al Texto

15  Testigo directo CEH. 1 12

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