Fue una acción muchas veces vista: Carlos Campos elevándose en medio del área, la defensa confundida e impotente, el cabezazo limpio y el gol. Pero de la alegría los azules pasaron en segundos al drama: cayó mal el goleador, sintió un desgarro en su muslo izquierdo y se acabó el partido para él. Después de marcar dos goles en un cuarto de hora, moría el campeonato para el “Tanque”.
Demoró Católica en aprovechar el imponderable. Pero apenas vueltos del camarín los equipos, llegó lo esperado: Barrientos cede para Nawacki, éste juega con Ibáñez y el puntero dispara bajo y rasante. Gol. Dos a dos.
Y no se conformó Católica. Tenía mucho más resto físico, tenía más ganas (“dámela, que estoy entero”, repetía una y otra vez Fouillioux a sus compañeros), tenía más fortaleza mental para buscar el triunfo.
El final llegó sobre la hora. Nawacki penetró entre los estáticos defensores azules, amagó al golero Pacheco y sufrió la desesperada falta del portero. Ahora sólo había que definir. Algo nada menor, considerando que en los clásicos pasados se habían fallado dos penales (uno de Leonel Sánchez, otro del propio Nawacki).
Fue Fouillioux quien se puso frente al balón. El silencio impresionante de 54.009 almas en vilo permitió escuchar, nítido, el golpe del zapato con el balón, y el impacto de éste en uno de los fierros que sostienen la red. ¡Palo! suspiraron muchos. Pero el festejo instantáneo de Fouillioux y el pitido del juez argentino Ventre disiparon el segundo de insoportable duda. Católica era campeón. Por tercera vez, Católica era campeón.
PLANTEL 1961
Francisco Molina; Walter Behrends; Enrique Jorquera; Washington Villarroel; Sergio Valdés; Luis Olivares; Jorge Luco; Juan Nawacki; Mario Soto; Ricardo Trigilli; Orlando Ramírez; Juan Collío; Osvaldo Pesce; Hugo Rivera; Alberto Fouillioux; Eleodoro Barrientos; Alex Veloso; Fernando Ibáñez; Francisco Torres.
DT: Miguel Mocciola