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Desde 1666 hasta hoy...

La historia de la Catedral

 

Nuestra Iglesia Catedral tiene una larga historia. Una historia que comienza a mediados del siglo XVII, con la llegada del pueblo Kilmes a esta zona al sur de Buenos Aires. Una historia que es testimonio (y a veces también escenario) de los grandes acontecimientos que marcaron la identidad de Quilmes y de Argentina. Una historia que aún se sigue escribiendo, en el día a día de nuestra comunidad...

 

 

El largo vía crucis de los Kilmes

Corría el año 1666. Un pueblo aborigen sometido y desterrado por los españoles se establecía a unos quince kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires. Era el pueblo Kilmes y su asentamiento se conocería como «Reducción de la Santa Cruz de los Quilmes».


Descendientes del pueblo Kilmes, hacia el año 1900

Los kilmes habían habitado hasta entonces los Valles Calchaquíes, adonde llegaron escapando de la dominación Inca. En un primer momento resistidos con las armas por los calchaquíes, alcanzaron más tarde una convivencia pacífica. A su llegada, los españoles encontraron un único pueblo o, mejor, una única familia de pueblos habitando aquella región.

La sumisión de los kilmes al poderío español es en realidad la dramática conclusión de una larga y heroica resistencia. Una y otra vez la fuerza de los conquistadores chocaba, impotente, con la astucia y la valentía de este pueblo. En 1664, dos años antes del destierro hacia el sur de Buenos Aires, el Gobierno español decidió poner fin a la situación y se designó al Gobernador de Tucumán, Don Mercado y Villacorta, para dirigir la operación. Se pusieron a su disposición un ejército especialmente entrenado y un armamento mucho más eficiente, pero, aún así, la toma de los Valles implicó arduos combates y una prolongada espera. El pueblo kilmes fue atacado sorpresivamente, arrinconado en la zona más alta y dejado sin provisiones. La rendición era cuestión de tiempo. Una de las cláusulas de la rendición disponía que los nativos debían abandonar el Valle y aceptar el destierro en el lugar que el Gobernador señalara. El lugar elegido fue el que actualmente ocupa la ciudad de Quilmes, al sur de una Buenos Aires aterrada entonces por una gran epidemia de fiebre amarilla.

 

La Santa Cruz de los Quilmes

Conducidos hasta Córdoba y desde allí hasta la Reducción, los kilmes llegaron probablemente hacia fines del año 1666. Un año más tarde se les unía el pueblo de los acalianos. El núcleo fundacional del poblado estaba situado muy cerca de los terrenos donde se encuentra actualmente la Iglesia Catedral.1 Era el primer asentamiento en todo el «pago de la Magdalena»,2 donde hasta entonces había apenas unas cuantas casas de campesinos dispersas a lo largo del amplio territorio.

Según la legislación española, las llamadas «Reducciones» favorecían la «civilización» de los indígenas y la implantación entre ellos de la religión cristiana. Por este motivo se levantó muy pronto, apenas después de la llegada de los kilmes, la primera capilla. Probablemente se trataba de una construcción pequeña, con paredes de barro y techo de paja, al igual que las viviendas de los pobladores. La atención religiosa estuvo inicialmente a cargo de «curas doctrineros» (predicadores o misioneros) y, desde 1667, por curas permanentes. El primero de ellos fue Bartolomé de Pintos. Con todo, su acción pastoral seguía dependiendo de la iglesia de Buenos Aires, en particular, de los dos Curas Rectores de la Catedral.

Los nombres de la Iglesia Catedral

Desde 1666
Capilla Nuestra Señora
de la Concepción de los Quilmes

Desde el 23 de octubre de 1730
Parroquia de la Exaltación
de la Santa Cruz de los Quilmes

Desde 1806
Parroquia del Partido de Quilmes

Desde 1862
Parroquia de la
Inmaculada Concepción de Quilmes

Desde 1976
Iglesia Catedral de Quilmes,
Parroquia de la Inmaculada Concepción

En 1730 se dispuso que todo el Pago de la Magdalena formase una parroquia propia (un «curato», en la terminología de la época). Se la llamaría «Parroquia de la Exaltación de la Santa Cruz de los Quilmes», y su párroco sería el mismo sacerdote a cargo de la Reducción. Sede provisional de la nueva jurisdicción sería la pequeña capilla, antecesora de la Catedral, hasta tanto se edificase otra más amplia fuera de los límites de la Reducción. La construcción comenzaría recién cincuenta años más tarde.3

En todo este tiempo, desde la llegada de los Kilmes hasta los días del Primer Gobierno patrio, la población de la Reducción fue decreciendo progresivamente. Incluso con la llegada de nuevos grupos aborígenes,4 esta tendencia no se revertía. Mientras tanto iba creciendo el número de habitantes españoles, que se asentaban en estas tierras pese a que las leyes lo prohibían expresamente. En 1812, B. Rivadavia firmó el decreto que daba por extinguida la Reducción de la Santa Cruz de los Quilmes. Según el decreto, sólo unas doce familias formaban el poblado y apenas tres podían considerarse descendientes del pueblo Kilmes.

 

El pueblo de Quilmes y su iglesia parroquial

Declarada la extinción de la Reducción de la Santa Cruz, comenzaba a existir el «Pueblo Libre» de Quilmes. La planta urbana fue diseñada a partir del año 1818. Según los historiadores, el pueblo tuvo un período de muy lenta evolución hasta 1852 y, desde entonces hasta 1870, una etapa de progresos más notorios.


La Parroquia de Quilmes (1890)

La Iglesia en Quilmes, llamada «Parroquia del Partido de Quilmes» desde 1806, sería testigo de toda esta evolución a lo largo de los años. No rara vez sus pastores desempeñaron un papel de importancia en la vida civil. Lo habían tenido los curas anteriores a la Revolución de Mayo, que llegaban a tener a su cargo acciones de gobierno, y lo seguirán teniendo otros sacerdotes. Tal vez uno de los más representativos de aquellos tiempos sea el P. Santiago Rivas, párroco desde 1807: fue iniciador y vocero del movimiento que culminó en la extinción de la Reducción, se interesó vivamente por la actividad política de la zona y llegó a formar parte de la Cámara de Representantes como diputado por la sección electoral de Quilmes-Magdalena. Falleció en 1835 y sus restos descansan en el atrio de la Catedral.

La nueva situación social y eclesial demandaba mejoras en el templo. Ya el Padre Rivas había advertido hacia 1810 que su estado era ruinoso y resultaba imperioso iniciar las obras para un nuevo edificio. Pero hubo que esperar hasta 1835 para la colocación de la piedra fundamental. En 1847, doce años más tarde, se dieron por concluidas las obras. Según algunos testimonios de la época, el templo estaba ubicado sobre la actual calle Mitre, casi a mitad de cuadra. Fue construido con ladrillos de adobe cocido, con techo a media agua. Tres puertas se abrían en el frente y nueve ventanas vidrieras iluminaban el interior. Sobre uno de los muros exteriores se levantaban dos pilares en los que descansaban las dos campanas que convocarían al pueblo para los oficios y celebraciones. La iglesia tenía tres altares.


La Parroquia de Quilmes (1910)

Apenas veinte años más tarde, un escrito de esos días atestigua que «el techo de esta iglesia amenaza desplomarse». Esta vez la Municipalidad se hizo cargo de reemplazarlo por otro de mejor calidad. Por otro lado el templo se mostraba demasiado pequeño, de modo que, en 1863, se iniciaron trabajos de ampliación. El 8 de diciembre de 1865 pudo celebrarse la primera Misa en la iglesia renovada, aunque se la inauguró solemnemente un año más tarde. Desde entonces, la iglesia parroquial ha tenido su frente sobre la actual calle Rivadavia. Una serie de adquisiciones y mejoras completaron la obra en los años sucesivos: el reloj de la torre oeste (1881), el primer órgano (reemplazado en las primeras décadas del siglo XX) y las campanas (1888), el púlpito (1889, hoy desaparecido), el piso de mosaicos (1893, reemplazado pocas décadas atrás).

Por aquellos mismos años, en 1864, por motivos que se desconocen, nuevamente el nombre de la Parroquia fue cambiado y desde entonces se la llamó «Parroquia de la Inmaculada Concepción de Quilmes». Es verdad que, según testimonios recogidos por los historiadores, la Inmaculada Concepción había sido tenida por patrona del pueblo de Quilmes desde mucho tiempo antes, quizás incluso desde los comienzos mismos de la Reducción. Por este motivo, las celebraciones del 8 de diciembre llegaron a ser sin duda el acontecimiento más importante de la naciente sociedad quilmeña. Los actos religiosos, sociales, escolares y populares se multiplicaban por esa fecha. Había fiesta en las calles y las casas, en la iglesia parroquial y en los salones sociales de la época. Quilmes se transformaba en un paisaje multicolor de procesiones, fuegos de artificio, bailes de sociedad, música popular, cine al aire libre, entrega de premios escolares, junto con predicadores especialmente invitados, coros religiosos y la Misa solemne... Debió ser una vivencia de tal intensidad que, por mucho tiempo, quedaría en la memoria del pueblo.

Sacerdotes que ejercieron su ministerio en la Catedral
desde los comienzos hasta nuestros días

1667-1670 Don Bartolomé Pintos (descendiente de Juan de Garay)
1670-1672 Don Pascual de Fuentes
Francisco Escobedo (interinamente)
1672-1678 Fray Juan de Mena
1678-1690 Dr. Melchor de Izarra
1690-1700 Don Jacinto León de Guevara
1700-1722 Don Vicente de Rivadeneira
1723-1727 Don Pascual de Leiva
1727-1728 Don Francisco Javier Navarra (interinamente)
1728-1729 Don José Barrales
1729-1730 José Baltasar de Isla
1730-1739 Francisco Javier Navarra
(tio bisabuelo de Manuel Belgrano y Juan de Castelli)
1731 Don Francisco Arce de Escarza
(cura propietario Maestro Roque Pantoxa)
1739 Dr. Juan Antonio Espinoza (cura propietario)
hasta Isidoro Illesca (interino)
1739 Fray Pedro Llerias
Fray Martín González
1744 Sebastián Cordoves (interino)
1750-1753 Dr. León de Pesoa y Figueroa (cura propietario)
1753-1754 Fray Bernardo de Rocha (interino)
1754 Fray Pedro Villaverde
1754-1763 Dr. José Ignacio Valladares (cura propietario)
1763-1764 Don Santiago Báez de Alpoin
1764 Vicente Chaparro (teniente cura)
1764-1769 Dr. Nicolás Fernández Escandón (tio de Juan José Paso)
1770-1772 Bartolomé Marque (interino)
1772 Fray Pedro del Rosario
1773-1803 Dr. Santiago Phelipe de San Martín (interino)
1790 Don Miguel López Camelo
1803-1804 Manuel Pareda de Saravia (comisión)
1805 Juan Marcos de Cora
1806-1825 Don Santiago Rivas
1825 Manuel Erezcano
1826 Manuel de Alvarilo y Sullivan
1829 Luciano Serrano
1829 Feliz Martínez
1835-1842 Juan Bautista Camogli
1843-1844 José Ramón Quesada
1844 Esteban José Moreno
1845-1854 Andrés Ramos y Otero
1854-1856 Diego Palmaz
1856-1864 Carlos Vadones
1864-1870 Pablo María Pardo
1870 Bruno Berzara
1872-1875 Angel Pueyo
1875-1878 José Ramón Quesada
1878-1880 Felipe Ponticheli
1880-1887 Rafael Fanego
Bonifacio Corveira
1887-1893 Francisco Suárez Salgado
1893-1899 José Fronteris
Antonio Domingo Rossi
1899-1903 Bartolomé Ayrolo
1903-1910 Felipe Jesús Echeverría
1905 Francisco Daglia
1910-1929 Manuel Bruzzone
1929 Donato Rodríguez
1930-1946 Angel Banfi
1946-1949 Silvio Cartasegna
1950-1964 Ovidio Merolla
1964-1968 Vitoldo Palubinskas
1968-1969 José Andrés Matos
1969-1980 Manuel Martín Calvo
1980-1993 Isidoro Psenda
1993-2003 Roberto Zardini
2004-2009 Marcelo D. Colombo
2009 Daniel F. Moreno

 

En preparación
El siglo XX
La Diócesis de Quilmes y su Iglesia Catedral

 

 

 

Notas

1 La Reducción de la Santa Cruz de los Quilmes estaba comprendida entre los límites de las actuales calles Zapiola y Guido (y sus prolongaciones hacia el oeste), la barrnaca sobre el bañado y el deslinde entre los partidos de Quilmes, Almirante Brown y Lomas de Zamora.

2 El pago de la Magdalena cubría los territorios de los actuales partidos de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Quilmes, Berazategui, Florencio Varela, La Plata, Ensenada, Berisso, Coronel Brandsen, Esteban Echeverría, San Vicente, Magdalena, y parte de Cañuelas, General Paz (Ranchos), Monte y Chascomús.

3 Es llamativa esta demora, pero se comprende por las palabras de un sacerdote que, en 1769, señalaba que los habitantes españoles -los únicos en condiciones de contribuir económicamente- se negaban a aportar para la reconstrucción y el mejoramiento del templo porque la ubicación del mismo no los favorecía (estaba situado muy lejos de todo «centro urbano» de la época) e incluso porque les repugnaba tener que compartirlo con los habitantes de la Reducción.

4 Venimos utilizando la expresión «aborigen» para referirnos a los pueblos nativos u originarios. Según una cierta idea difundida recientemente, la expresión vendría del griego y, por el prefijo de privación «a», implicaría «sin origen». La idea carece de fundamento. La palabra «aborigen» proviene del latín y significa «desde el origen» o «de lo que tiene origen allí mismo». Utilizarla en este escrito es señal de respeto y reconocimiento a los pueblos originarios y sus culturas.