JUAN
FRANCISCO
GONZÁLEZ
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Investigación
La pintura de Juan Francisco González ha sido muchas veces, en
la escritura de la historia del arte chileno, ubicada como muy próxima
al movimiento Impresionista y al Manchismo italiano, por ciertos
aspectos de su obra que lo alejan de lo estrictamente académico.
Pues bien, con el Impresionismo González comparte el interés por
la luz, el contacto con la naturaleza y la preferencia por el pequeño
formato, pero se distancia en que González no descomponía los colores,
no los mezclaba ni tampoco utilizaba la técnica del puntillismo,
pues prefería utilizar colores puros; además, su relación con la
representación del paisaje es más bien expresionista. |
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Abandonando, entonces, el dibujo académico
(que sin embargo enseñaba en la Academia de Bellas Artes, donde
ejercía la docencia en las Cátedras de Croquis y Dibujo del Natural)
González buscó una expresión más libre. Para tal efecto, investigó
con la materia pictórica, logrando, por ejemplo, transparentar el
óleo hasta conseguir que tuviera un aspecto similar al de la acuarela.
Al parecer, también utilizó huaipe, una especie de esponja de desecho
de telas, con la que difuminaba los pigmentos en determinadas zonas
de la composición. Además, en cuanto a la textura y volumen del
pigmento, podían oponerse en la misma obra, zonas que González conseguía
al raspar con un pincel seco sobre el óleo, con zonas con hendiduras,
que el artista realizaba con las parte posterior del pincel.
De este modo, González se compenetraba con su obra, investigaba
y se empapaba de ella; acortaba la distancia racional que imponían
los academicismos, por medio de la sensualidad pseudo impresionista
de su factura y técnica. Con los métodos empleados, el pintor logró
capturar de modo excepcional la luz y atmósfera del Valle Central
de Chile; a la excelencia en sus paisajes, se suman los cuadros
de flores y frutas, que le dieron gran fama en su época. Los retratos,
de un insólito estilo rococó, convención extraña en el caso de González,
son de menor calidad: de un total aproximado de trescientos, sólo
cincuenta se encuentran a su verdadera altura en cuanto a calidad.
Pero todos se adjudican a Gónzalez, al reconocerse su característica
paleta de colores, restringida a ciertos ocres, azules y amarillos.
Anecdóticamente, destaca el retrato de Arturo Prat, principalmente
por el dato anexo de que fue ejecutado en base al modelo vivo.
En relación al paisaje, en la que González fue precursor de la
Nueva Mirada, encontramos que en este género el pintor logró, con
unas cuantas pinceladas, cortas, rápidas y precisas, componer formas
que pueden transmutar en puro pigmento. Así por ejemplo, en la obra
‘Sporting de Viña’, la multitud de personas puede percibirse ora
como tal, ora como un mero conjunto de pequeñas manchas concentradas.
Cabe recordar aquí la frase dicha por el pintor “hay que ver en
grande”. Esta especial capacidad de transcripción del medio ambiente
es cercana al estilo pictórico tradicional japonés, que precisamente
González admiraba, tras conocerlo directamente en sus dos viajes
a Europa.
Obras:
Investigación
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