20 de Diciembre de 2006
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En julio de 1957 José Roldán Concha marcó a sangre el alma de esa pequeña localidad de la Décima Región
Chacal de Pupunahue masacró a fierrazos a humilde mujer y cinco de sus hijos
Norita, de 11 años, sobrevivió al feroz ataque porque el maldito la creyó muerta. Fue ella quien alertó a la policía y reconoció al criminal
Sebastián Foncea M

(Foto: Copesa)
LE SALVÓ LA VIDA: El Presidente Carlos Ibáñez del Campo decidió conmutarle la pena de muerte por la de presidio perpetuo a solicitud de un grupo de juristas que participaba de un seminario de DD.HH.

(Foto: Copesa)

NO TUVO PIEDAD CON SU EX JEFE.

(Foto: Copesa)

En la siniestra fauna de criminales chilenos han pasado malditos y José Misael Roldán Concha...

La tarde del 7 de julio de 1957 el chacal de Pupunahue, localidad de la Décima Región, partió a beber con su amigo Manuel Villagrán. Entre ambos bajaron tres litros de chicha.

Roldán, de 27 años, trabajaba en una mina de carbón y venía de regreso desde la cercana localidad de Antilhue, donde había pasado a firmar en el retén de Carabineros porque gozaba de libertad condicional tras haber sido condenado por un asesinato tres años antes.

Ebrio y taciturno, el robusto criminal de un metro 70 y 80 kilos cenó junto a sus ancianos padres y algunos de sus hermanos, y luego decidió ir a comprar fruta, "porque tenía sed". O por lo menos fue lo que declaró más tarde.

Laura Díaz Díaz vendía provisiones y su marido, Custodio Gómez, trabajaba en la mina. Esa noche el jefe de familia tuvo turno y la mujer quedó sola en su humilde vivienda con seis de sus siete hijos de entre 14 y un año de edad. La casita tenía sólo dos habitaciones y la luz cortada. Al oír el llamado del hombre, Laura se acercó con una vela a la ventana.

Camino al negocio Roldán había recogido un fierro que utilizó para golpear violentamente a la mujer en la cabeza cuando regresaba con las naranjas que le pidió.

Nora, de 11 años, acompañaba a su madre y no alcanzó a gritar antes de que el chacal la golpeara en el rostro con el metal. La niña cayó al suelo, perdió dos dientes y, algo mareada, se escondió bajo una cama. El asesino se desentendió de ella porque pensó que estaba muerta y entró a la habitación de los niños: Era el turno de sus cinco hermanos.

En el proceso el maldito recordó que "después pasé al dormitorio donde estaban los otros niños acostados. Con el boche habían despertado y estaban sentados en la cama porque querían levantarse. Con el mismo fierro empecé a pegarles a toditos. Mientas le pegaba a uno, los otros gritaban como verracos. Al final los maté a todos. Ninguno se defendió. Me acuerdo que a los últimos que les di el bajo eran dos guagüitas".

Depra

Un hecho que Roldán trató de negar en los interrogatorios fue la violación de la madre.

Luego de haber asesinado a los cinco hermanitos, el chacal contó que "vi a la señora Laura con los vestidos arriba. Estaba sin calzones y me dieron ganas de aprovecharme de ella. Lo hice, pues, si ya estaba muerta".

Antes de abandonar la horrenda escena del crimen Roldán aprovechó de robar dos sombreros, un par de zapatos del dueño de casa y 19 mil pesos que encontró envueltos en un pañuelo blanco dentro de un cajón.

Para no dejar pistas les prendió fuego a unas sábanas con la intención de que las víctimas fueran achacadas al incendio y se marchó. Camino a su vivienda recapacitó y se deshizo de las cosas robadas porque intuyó que lo podían incriminar.

Pero no fueron necesarias pruebas materiales para dar con la bestia humana, porque Norita apenas se sintió algo más segura tras la partida del asesino apagó las llamas y corrió a pedir auxilio donde sus vecinos.

Alertados por la sobreviviente, los carabineros no tardaron en dar con el asesino, quien confesó en un breve interrogatorio durante la madrugada, luego de que fuera reconocido por Nora.

La pequeña comunidad estaba furiosa y exigía la pena de muerte.

Un juez la otorgó, pero...

Con el favor del Presidente

Durante el juicio el chacal se limitó a culpar al "trago" de su bestial comportamiento. El magistrado del Segundo Juzgado de Valdivia dictaminó en primera instancia la pena de muerte para Roldán.

Los ministros de la Segunda Sala de la Corte Suprema no tomaron en cuenta el recurso de casación de la defensa del asesino, y todo hacía prever que sus días estaban contados.

Un último recurso le salvó la vida: El Presidente Carlos Ibáñez del Campo decidió conmutar la pena de muerte por la de presidio perpetuo.

Era completito: Tres años antes asesinó a capataz minero

José Misael era el décimo de 14 hermanos y a los 24 años aún vivía con sus ancianos padres. A los 13 dejó el colegio y comenzó a trabajar en labores agrícolas. A los 15 se empleó en una mina de carbón donde se desempeñó en un comienzo en la reparación de la línea de transporte de material, y al cumplir 18 años comenzó a trabajar en el interior de la mina a cargo de una cuadrilla.

Todo iba bien hasta que en 1954 tuvo un serio incidente con un superior. Roldán se desempeñaba a cargo de un grupo de enmaderadores y sostuvo una fuerte discusión con un capataz, porque según él le estaba pagando menos de lo que le correspondía. Le ordenaron no volver a trabajar al interior de la mina y se dio por finalizado el incidente.

Al día siguiente Roldán ingresó al túnel para retirar sus herramientas y fue descubierto por el capataz, quien lo retó por haberle desobedecido. El obrero le explicó sus razones y nuevamente comenzaron a pelear, pero esta vez a golpes.

El capataz lo agredió con una lámpara y Roldán tomó un madero y le pegó en la cabeza. El jefe se desplomó al suelo mientras su contrincante lo golpeó sin piedad hasta matarlo.

El asesino escapó a su casa, le contó a su mamá lo sucedido y decidió esconderse en Argentina. En mitad de camino pasó a visitar a una de sus hermanas quien le recomendó entregarse a la justicia, y así lo hizo.

Roldán fue condenado a cuatro años y sólo alcanzó a pasar dos años preso en la cárcel de Victoria, porque salió por buena conducta. Un año más tarde, después de reportarse en el retén de Antilhue para firmar, mató brutalmente a una mujer y a cinco de sus hijos.


 

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