Imprimir esta página

INTRODUCCIÓN

El “Proyecto de investigación Chafarinas” es una iniciativa del Instituto de Cultura Mediterránea que comenzó en el año 2001, derivado del Programa 2000 de inventario arqueológico de Melilla. Desde entonces se ha venido trabajando en dicho archipiélago salvando una gran multitud de escollos motivados por trabajar en un entorno geográfico aislado. Desde el principio se ha contado con el apoyo decidido de la unidad gestora del Organismo Autónomo de Parques Nacionales (OAPN), Refugio Nacional de Islas Chafarinas, bajo la dirección de D. Javier Zapata Salgado y su técnico adjunto D. Clemente Serrano. Los trabajos son posibles gracias a una financiación conjunta que consiste en la firma de un contrato de colaboración entre el Instituto de Cultura Mediterránea y el OAPN a través de la Empresa de Transformación Agraria (TRAGSA) para el desarrollo del Programa de Acción del Voluntariado de Parques Nacionales en Chafarinas. También financian las campañas y posterior investigación de gabinete y análisis químicos u otros la Fundación Gaselec y la Consejería de Cultura de la Ciudad Autónoma de Melilla.

Otros apoyos, no financieros pero no menos importantes son los del Ministerio de Defensa y especialmente los de la Comandancia General de Melilla, la Unidad de Regulares y Compañía de Mar que directamente custodian las islas. Igualmente agradecemos el apoyo de la empresa GENA empresa gestora sobre el terreno insular del OAPN del Refugio Nacional.

DATOS

Los trabajos de investigación arquelógica que venimos realizando son los primeros que se llevan a cabo de forma sistemática. El Proyecto tiene una duración estimada de cuatro anualidades. Es en la segunda campaña (2003) cuando se pudo determinar la existencia de tres yacimientos prehistóricos, además de hallazgos aislados como lo fueron una pequeña moneda medieval o una zona al parecer de fundición todo ello aún en fase de estudio. La primera estación fue identificada en la Isla del Congreso donde se confirmó una vieja cita bibliográfica de D. Carlos Posac que en 1956 señalaba la existencia de restos neolíticos. Se insistió en las prospecciones de manera que se pudo concretar la dispersión de materiales en el Zafrín para más tarde extender la prospección sistemática por las tres islas. En la misma isla del Congreso se identificó un conjunto de terrazas muy deterioradas pero sin acompañamiento de material arqueológico. Su estudio se encuentra en fase de inicio, con la topografía y prospección sistemática en diferentes épocas del año. En la isla del Rey se recogieron pequeñas cantidades de sílex procedentes de industrias más antiguas que las neolíticas, posiblemente epipaleolíticas, con un segmento cronológico “grosso modo” de entre 10.000 y 15.000 años antes del presente, aún por estudiar.

Tras el paréntesis que supuso el “conflicto del Perejil” se reanudaron los trabajos de forma regular y las dos subsiguientes campañas en 2003 y 2004 han culminado con la firma de un convenio de colaboración entre el Instituto de Cultura Mediterránea y la Universidad de Valladolid para el desarrollo científico de los trabajos de prehistoria en las Islas. Hemos contado con numerosos especialista e investigadores que han aportado su experiencia y especialización en los distintos campos de nuestra disciplina arqueológica, la mayor parte de ellos vinculados al Instituto de Cultura Mediterránea.

En el espacio abierto se han exhumado diferentes estructuras negativas, improntas sobre el terreno de las estructuras generadas por el hombre sobre la roca madre, con varios hogares y dos hoyo-cubeta de distinta morfología. Pero lo más destacado es la aparición de una estructura de habitación de contornos pseudocirculares con un aterrazamiento previo del terreno que ha supuesto una de las escasísimas representaciones de vivienda hallados en el neolítico español. En ella destaca una clara diferenciación del espacio según qué actividad se desarrollara en él: un hogar con varios molinos alrededor, restos de comida, cerámica, industria de sílex, etc., además de identificar un muro y varios hoyos de poste.

La primera muestra de radiocarbono, que procede de la primera campaña, ha dado la cronología más elevada del asentamiento situándolo a principios de la segunda mitad del V milenio antes de Cristo. Otras muestras, de las campañas siguientes, arroja una cronología más moderna de finales del V mileno antes de Cristo, lo que sitúa cronológicamente el Zafrín dentro de un arco de cinco siglos que comprende la segunda mitad del V milenio antes de Cristo.

Los materiales exhumados son muy numerosos. Desde un punto de vista arqueozoológico se observan restos óseos producto del consumo de carne tanto de animales domésticos, especialmente ovicaprinos, como salvajes. Se identifica en la dieta la explotación intensiva de los recursos marinos y así podemos advertir tanto la presencia de huesos defocas, Monachus monachus, así como de una amplia tipología de peces, espáridos, serránidos como son los meros, doradas o pargos y que en varios casos alcanzarían los 4 y 5 kilos de peso, sin desdeñar los moluscos marinos o lapas, como son las patella ferrugínea, patella safianas (las más abundantes), Patella caerulea y Patellalusitanica, éstas estudiadas por el profesor de la universidad de Granada Juan Antonio González y el especialista en medio marino Isidoro Bueno, que señalan como las islas aún conservan grandes patelas como las de entonces pudiéndose contemplar hoy día sin gran dificultad en el archipiélago. También existen multitud de caracoles terrestres o Sphincterochilla sp., que presentan una perforación sistemática en todos los casos en su ápice con el fin de extraer el alimento.

Del escaso residuo polínico conservado podemos deducir que la vegetación que rodearía el asentamiento Neolítico de El Zafrín estaría formada, como mínimo, por rodales de encinas / coscojas y pinos, acompañados de matorrales de efedras y jaras. Asimismo, en los lugares en los que la acción del hombre fue más intensa, proliferarían los prados naturales o antrópicos, junto a espacios abiertos para el cultivo agrícola y el pastoreo. Destaca la incipiente explotación de cereales, cebada, en un medio semisilvestre, lo que está en consonancia con los diversos molinos de mano que se han recogido en excavación y prospección.

En la campaña de 2004 el 15% de la cerámica está decorada, con patrones sencillos (espigas, líneas oblicuas en dirección alternante, etc.) y en técnicas cardial, impresa y también en terciopelo. Este último tipo de ornamento es muy frecuente en el material cerámico procedente de este yacimiento, y consiste en arrastrar por la pasta aún fresca el dorso de una concha con estrías, que deja el característico patrón lineal. En ocasiones con esta técnica se ejecutan patrones desordenados o un tanto descuidados, que no dejan traslucir intención ornamental alguna. Más bien parece tratarse de un acabado superficial, realizado con este peculiar instrumento. Sin embargo, en otros casos la ejecución de diseños geométricos es tan evidente que no se puede discutir que nos encontramos ante una técnica decorativa, que suele disponerse generalmente en la cara interna, aunque no faltan ejemplos de su aparición en el exterior, o incluso en ambas caras. Tampoco es infrecuente su comparecencia junto a otras técnicas y motivos en el mismo recipiente.

Las formas son sencillas, con las ollas y cuencos como protagonistas principales, junto a algunos vasos de cuello indicado y perfiles en S. Es también destacable la aparición de recipientes de grandes dimensiones, claramente realizados para el almacenaje.

Otros elementos identificados con fines de almacenamiento han sido los huevos de avestruz.

En cuanto a la industria pulimentada destaca el claro protagonismo de los molinos y manos de molino, relacionados con actividades de molienda desarrolladas en la cabaña y sus aledaños. Sólo escapa a este predominio un magnífico ejemplar completo de hacha pulimentada, que se descubrió en el interior de una oquedad practicada en la pared rocosa más profunda de la cabaña

Hasta el momento echamos en falta industria ósea.

En lo que se refiere a la industria lítica tallada destaca el predominio de los restos de talla, sobre las piezas retocadas, que indican claramente que se trabajó en el yacimiento. En este mismo sentido, llama la atención la abundancia de lascas de decorticado (7% del total) y de restos de talla con córtex. Aunque muy por detrás, destaca también la importante presencia de perforadores (18 piezas, 2% del total), que no resulta disparatado relacionar con la explotación de los moluscos, tan abundantes en el registro arqueológico del yacimiento. Menos frecuentes son los raspadores, con 12 ejemplares, entre los que destaca un auténtico microrraspador. Los restantes tipos son claramente minoritarios, pero por su interés cronotipológico, destacaremos la presencia de tres microlitos segmentos y un cuchillo de dorso. El panorama se completa con algunas muescas, núcleos agotados, y fragmentos de laminitas.

Finalizaremos señalando que los lugares de ocupación de las gentes neolíticas fueron diversos, tanto en cueva como al aire libre. Sin embargo, de los hallazgos regionales parece deducirse que con el paso del tiempo se abandona el hábitat de montaña a favor de los lugares llanos, reduciéndose los emplazamientos a las zonas con existencia de agua dulce. Sin embargo, parece que la población neolítica regional se reduce drásticamente con respecto al número de estaciones epipaleolíticas que conocemos y salvo los dos yacimientos comentados, apenas si podemos añadir otras leves referencias. Este es el caso del abrigo de Taghit Haddouch que cuenta con un nivel neolítico con cerámicas decoradas no cardiales y de un yacimiento cercano a la localidad de Cabo de Agua prospectado por Posac en los años cincuenta. En ambos casos sin referencias radicarbónicas.

Las condiciones paleoambientales del Zafrín y los efectos de la transgresión marina del Flandriense:La comprensión del yacimiento del Zafrín presenta una problemática especial por cuanto las islas Chafarinas no cuentan con afloramientos de agua potable. Para que ésta exista deben darse tres condiciones que en ellas no hallamos: debe haber un régimen pluviométrico determinado o suficientemente elevado para que el agua de lluvia no se evapore al llegar a tierra, debe existir un nivel de suelo permeable que permita al agua introducirse en la tierra hasta un nivel impermeable o freático y por último una capacidad de ese nivel de almacenarla. Estas condiciones se dan sin duda en la próxima cordillera de Quebdana que vierte sus manantiales hacia el cabo de Agua, pero es evidente que el mar al irrumpir en el istmo que lo unía con las islas cortó el nivel freático haciendo imposible los aportes hídricos hacia las islas. Por esta razón es imprescindible demostrar el modo y sobre todo el momento en que fue imposible el asentamiento humano en ellas y por tanto si fue la causa del abandono del lugar durante el neolítico. La ausencia de agua sigue siendo un obstáculo difícil de salvar aún considerando que esa población contara con medios para transportarla desde otros lugares, lo que exigiría una cierta capacidad de navegación.

Sin duda el conocimiento del paleoambiente de los períodos holocénicos inmediatos a nuestros días serán de gran ayuda para determinar el modo de vida neolítico en Chafarinas. Para ello hemos de partir de lo que acontece a partir del 8260 antes del presente, en los estadios finales del Holoceno Inferior, cuando las grandes placas glaciares se encuentran en pleno retroceso. Y esto porque algún tiempo después se produce la llegada de las gentes neolíticas a las Chafarinas tal y como ha quedado patente con la primera fecha calibrada de radiocarbono obtenida del Zafrín.

Ya comentamos que sólo podemos explicar la ocupación humana de las islas mediante la existencia de reservas de agua dulce. Ahora bien, ¿cuáles fueron las modificaciones del entorno?, ¿qué perfil geomorfológico tuvieron las islas? y, lo más importante, ¿por qué desapareció la ocupación humana después del V milenio antes de Cristo?. Pensamos que todos estos interrogantes sólo pueden ser explicados por la modificación radical del medio ambiente en el que se movían estas gentes, pues en esos momentos de la prehistoria, las islas probablemente estarían unidas al continente. Esta hipótesis de trabajo sitúa la investigación en el análisis de la erosión del medio marino frente al conjunto volcánico formado por las tres islas. Esta evolución geomorfológica de las Chafarinas y su costa cercana fue apuntada en 1927 por Alfonso del Valle Lersundi, y hasta hoy no se han realizado nuevas investigaciones en ese sentido. Este investigador describía las ahora islas como un gran macizo volcánico recubierto por sedimentos de arenas y areniscas, en el que los espacios entre ellas serían valles que estaban surcados por varias cuencas fluviales (dato que hoy podemos confirmar gracias a los análisis de fondos marinos). Todo el conjunto actuaría como una gran defensa contra los embates de los temporales de NE y NO del mar Mediterráneo.

Sin embargo los temporales por sí solos no hubieran conseguido la destrucción de lo que podíamos denominar “Cabo de Chafarinas”. Por esta razón, del Vallepropone que fueron los movimientos transgresivos del mar Mediterráneo los que multiplicaron su capacidad destructiva, cortando la unión de las islas entre sí y de éstas con el continente. Los episodios de trasgresión marina en el Cuaternario fueron un proceso que provocó un movimiento ascendente del mar cuya consecuencia inmediata fue la inmersión de los territorios costeros bajo el océano. Este movimiento de la masa marina se ha registrado en cuatro ocasiones durante los últimos 200.000 años, destacando la ocurrida hace 120.000 años cuando la línea de costa estuvo aproximadamente unos cuatro o cinco metros por encima de la actual. Pero sin duda, la que reviste mayor interés por sus implicaciones con la prehistoria melillense fue la última gran trasgresión holocénica, o facies marina conocida como Flandriense en Europa y Mellahiense en Marruecos. Esta tuvo sus inicios hace 20.000 años cuando las grandes placas de hielo de la glaciación Würm empezaron a fundirse vertiendo todo su excedente de agua en los océanos. En ese momento la costa se situaba en la curva batimétrica de menos 120 metros, es decir, muy por debajo del nivel actual de costa, por lo que el territorio continental era mayor que el de hoy día. Este perfil emergido empezó a disminuir con mayor o menor cadencia y se sabe que hace 11000 años el nivel del mar se hallaba a menos 50 metros, para situarse dos mil años más tarde en menos 35 metros. El proceso transgresivo culmina entre el 6000 y el 5000 Antes del presente,cuando la línea de costa se encuentra a menos 10 metros respecto de la actual.

Subrayaremos que será a partir del 7000 antes del presente, fecha aproximada a la datación del yacimiento el Zafrín, cuando el nivel del mar ascienda con una cadencia lenta, llegando finalmente en las últimas fases del intervalo a menos 5 metros, momento en el que el paisaje dominante sería muy similar al actual. La transgresión llegó a su fin ya en épocas históricas, en momentos de la Roma tardía, alcanzando incluso en ciertas zonas del Mediterráneo los 2 metros sobre el nivel actual. En cualquier caso, parece que la combinación de dos factores: la elevación del nivel del mar y la dinámica marina (caso de los temporales) habrían hecho desaparecer esta conexión y empezaron a dificultar la habitabilidad permanente del promontorio. Cuando el mar alcanzó las cotas entre 15 y 9 metros bajo el nivel actual, el conjunto empezó a fragmentarse en varias unidades. Estas cotas de profundidad son las que alcanzan los dos paleovalles que separan las islas del Congreso e Isabel II, y el que separa ésta de la del Rey. Lógicamente las capas freáticas serían absorbidas por la remontada eustática haciendo desaparecer el agua dulce y por tanto las posibilidades de ocupación sedentaria. Es posible que en unas pocas generaciones los hombres neolíticos del Zafrín fueran testigos de la transformación de su entorno. Como consecuencia de ello, se perdieron las condiciones de habitabilidad que dieron origen a su asentamiento y tuvieron que abandonarlo, lo que explica que no aparezca en las islas ninguna ocupación estable posterior a este periodo.

Para demostrar esta teoría las investigaciones de Antonio Pineda Velasco, geólogo colaborador del Instituto de Cultura Mediterránea, se orientan actualmente a identificar las litologías de enlace que relacionen la costa de Cabo de Agua con las islas, lo que supone el estudio del terreno emergido y del sumergido.

Antonio Bravo Nieto-Juan Antonio Bellver Garrido
Directores de Proyecto
Manuel Rojo Guerra, profesor titular de Prehistoria de la Universidad de Valladolid.
Coodirector de proyecto 2004

INVESTIGADORES - COLABORADORES DE LAS CAMPAÑAS:
Rafael Garrido Pena doctor en Prehistoria de la Universidad Complutense. Técnico de la Fundación Arcadia.Coodirector de campaña 2004.
Iñigo Martínez Garcia de Lagrán, Licenciado en Historia, especialidad de Prehistoria y técnico de la Fundación Arcadia.Coodirector de campaña 2004.
Sonia Gamez Gómez, Licenciada en Hiostoria, Instituto de Cultura Mediterránea.
Juan Antonio González García, Profesor Titular de Biología Animal y Ecología de la Universidad de Granada.
Isidoro Bueno del Campo, Licenciado en Veterinaria.
Mark Von Strydonc, del Institut Royal du Patrimoine Artistique. Bruxelles (Radiocarbono)
Antonio Pineda Velasco. Licenciado en Geología.

ENTIDADES COLABORADORAS

C.A. de Melilla
Ministerio de Medio Ambiente - Parques Nacionales
Fundación GASELEC
Universidad de Valladolid
Instituto de Promoción Cultural ARCADIA
Instituto de Cultura Mediterránea
Royal du Patrimoine Artistique. Bruxelles