El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no pudo adoptar una resolución de advertencia a Siria frente a la grave situación de represión interna. El veto de Rusia y China fue categórico aun al tratarse de un texto lleno de eufemismos y de precauciones diplomáticas. Brasil, India, Sudáfrica y Líbano se abstuvieron. El veto conjunto es un peligroso reflejo del grado de distancia que existe con Washington en el Medio Oriente y en Asia en general. Implica, en definitiva, una clara advertencia que tanto Moscú como Beijing no estarían dispuestos a repetir la experiencia de Libia en la que el Consejo de Seguridad amparó la intervención militar.
Era evidente desde el inicio de la primavera Siria que no se trataría de un caso similar a Libia ni que se aplicaría a Damasco la misma vara condenatoria. Sin embargo, resulta desilusionante que el Consejo de Seguridad no haya podido enviar una señal política al Presidente sirio para evitar la continuación de una situación que ha costado la vida de más de 2700 personas. Es probable que el impasse en el Consejo de Seguridad sea un aliciente al régimen de Assad en su intención de aplacar por la fuerza toda protesta o revuelta.
La actitud de Rusia y China puede tener distintas interpretaciones con el denominador común de intentar poner un freno al intervencionismo de la OTAN. Por un lado, puede ser el espejo a la anunciada oposición de Estados Unidos al ingreso de Palestina como miembro pleno de las Naciones Unidas. Por otro, pone de manifiesto que no estarían dispuestos a que se genere una situación que pueda, en algún momento, dar lugar a una acción militar.
A diferencia de Libia, Siria es un país con el que Rusia ha mantenido una relación preferencial y es, junto con la India, uno de los dos principales clientes de armamento y tecnología rusa. El carácter de potencia regional de Siria ha sido otro dato determinante. Damasco cuenta con una influencia decisiva en el Líbano y un marcado ascendente con Palestina. La relación estratégica entre Damasco y Teherán es otro factor relevante junto con el hecho de ser un país cuyo territorio, las Alturas del Golán, han sido ocupados por Israel.
Los intereses de China pueden ser tangencialmente diferentes a los de Moscú pero pone en evidencia la decisión de Beijing de ser un actor global. Las relaciones con Washington son cada vez más distantes y la reciente decisión norteamericana de ventas de armas a Taiwán como el creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y Pakistán ha agravado una relación que no logra un punto de equilibrio a pesar de la crisis financiera y económica y al hecho que China es el principal acreedor de Estados Unidos.

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