Casen y desigualdad: hora de hablar en serio

Al usar el indicador correcto para hacer el análisis, la tan comentada alza en la desigualdad no existe. Y ello, a pesar de la tremenda crisis económica internacional.

por Andrés Velasco - 31/07/2010 - 08:00
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Hubiese sido bueno y serio que el gobierno primero entregara todos los datos de la encuesta Casen y después sacara conclusiones. Pero el Presidente Sebastián Piñera ha preferido la estrategia del cuentagotas -un anuncio por aquí, otro por allá-, que maximiza el impacto mediático y minimiza la posibilidad de análisis y diálogo constructivo. Pero aun así. Si el gobierno iba a enfatizar sólo un indicador de distribución del ingreso en la encuesta Casen, era de esperar que eligiera uno que incorpore tanto los ingresos del trabajo como las transferencias que hace la política social y que, al mismo tiempo, mida los ingresos por persona, para no confundirse cuando cambia el número de integrantes del hogar.

¿Fue ese el indicador que el gobierno enfatizó? No. En la penúltima transparencia de la presentación del ministro Kast, e innombrado en el resumen de la encuesta del sitio web de Mideplan, está el gráfico con la Evolución del Ingreso Monetario Per Cápita de los Hogares. Este es el indicador que nos permite comparar peras con peras y entender cuánto poder adquisitivo tiene cada integrante de una familia.

¿Y qué muestra este indicador? Que si el 2006 los ingresos del 10% más rico eran 34,4 veces los del 10% más pobre, en 2009 esta proporción cayó a 32,5 veces. Que la proporción de los ingresos del 20% más rico a los del 20% más pobre cayó de 16,8 veces el 2006 a 16,3 veces el 2009. Que el coeficiente de Gini, un indicador más general de desigualdad que considera los ingresos de todos los grupos, tampoco muestra un aumento de la desigualdad.

En resumen, al usar la medida correcta, la tan comentada alza en la desigualdad no existe. Y ello, a pesar de la tremenda crisis internacional. Este análisis es compartido por técnicos de la Coalición por el Cambio como Harald Beyer (carta a El Mercurio 28/07/10). Por lo demás, es lo mismo que concluyó el INE con su Encuesta Suplementaria de Ingresos -muestra de 36 mil casos tomada en el mismo período que la Casen-, que también mostró una leve mejoría en la distribución.

Según la Encuesta Casen, los ingresos monetarios de los más pobres fueron los que más crecieron entre el 2009 y el 2006, un significativo 20% por persona. Esta alza es fruto de la vilipendiada política social. Los ingresos autónomos del decil más pobre se reducen durante este período -probablemente debido al comportamiento de los ingresos laborales producto de la crisis, tema importante que se debe analizar una vez que Mideplan entregue los datos-, pero esa caída es más que compensada por el incremento de las transferencias sociales durante el gobierno de Michelle Bachelet (de $ 26 mil a $ 50 mil mensuales por hogar en pesos del 2009).

Los que se apresuraron a concluir que la política social dilapida recursos que no llegan a los pobres deben pasar el fin de semana -en penitencia- estudiando estas cifras. Además, este concepto de ingresos "monetarios" no incluye el valor del uso de las viviendas sociales ni de las prestaciones del Plan Auge ni del acceso a salas cunas gratuitas, por mencionar sólo tres políticas que se expandieron notablemente en los últimos años. Y como los más pobres son los que más utilizan estos servicios, si contamos su valor monetario como ingreso es probable que la leve mejora en la distribución del ingreso sea mayor. Es decir, la política social tuvo un rol clave en amortiguar el efecto de la crisis en la distribución del ingreso.

La conclusión correcta es exactamente la opuesta a la que ha pregonado el gobierno. La desigualdad es un asunto demasiado importante. Es hora que la discutamos en serio.

 

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