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El Museo del Palacio de Bellas Artes

Avenida Juárez y Eje Central s/n. Centro Histórico,
Ciudad de México.
Tel: (55) 51 30 09 00 ext 2616, 2618 y 2524

www.museobellasartes.artte.com

En el Centro Histórico, junto a la Alameda Central,
se encuentra el Palacio de Bellas Artes y en él, el Museo del Palacio.



Exposiciones Permanentes

Murales de Diego Rivera

Para Diego Rivera el mural se convirtió en el medio perfecto para tratar los grandes temas de la historia de la humanidad.

El hombre en el cruce de caminos (1934) revela algunas de las preocupaciones fundamentales del pintor. Ideas polémicas que, en su momento, fueron censuradas y criticadas. El mural que puede verse en el Museo del Palacio de Bellas Artes es, de hecho, una réplica del que Rivera tuvo que dejar inconcluso en el edificio de la RCA del Centro Rockefeller de la ciudad de Nueva York.

En los murales del Museo del Palacio de Bellas se pueden observar no sólo las ideas predominantes del movimiento muralista, también es posible admirar a un Rivera en plenitud de sus facultades creativas. La simetría de la composición, la seguridad del trazo y el manejo de los colores, hacen de este conjunto una muestra privilegiada de la maestría del pintor mexicano.

 

Mural de José Clemente Orozco

En el Museo del Palacio de Bellas Artes se puede ver el mural Katharsis que nos ofrece, en palabras de Justino Fernández, “una posibilidad de salvación por medio de la renovación, de la destrucción”: una visión única del que fue uno de los momentos históricos más fecundos del arte mexicano.

La obra de Orozco, como lo podemos ver en el mural del Palacio de Bellas Artes, habla de la historia (de México y del mundo) y de los conflictos universales, su centro es siempre el individuo, no la sociedad .

 

Murales de David Alfaro Siqueiros

David Alfaro Siqueiros fue partidario de la “plástica pura”, de romper los límites del cuadro, su obra es, en sus mejores momentos, una suerte de superficie dinámica absolutamente arrebatadora. En ese sentido, los murales son el punto culminante de su búsqueda por satisfacer la visión de lo que él llama el espectador móvil, es decir aquél que no tiene un punto de vista estático, que se mueve y observa la obra desde distintos ángulos. De ahí que tantas veces se le haya emparentado con el futurismo italiano, por su tentativa de pintar el movimiento. Para Siqueiros todo es luz y sombra, contrastes en plena interacción. Se dice que es uno de los máximos expresionistas mexicanos por la energía que muestra su trazo y por sus colores violentos. Baste ver los murales que acoge el Museo del Palacio de Bellas Artes: Nueva democracia (al que acompañan: Víctimas de la guerra y Víctima del fascismo )y El tormento de Cuauhtémoc.

 

Murales de Rufino Tamayo

Si para el muralismo la pintura es un lenguaje plástico destinado a narrar, para Tamayo es algo muy diferente. Pero hay que decir que trabajó mucho para que así fuera. Tuvo que olvidar todo lo que sabía, porque eso le estorbaba para poder encontrar su propio estilo que él mismo definió en cierto momento como realista, pero nunca descriptivo. Es decir, se inspira en la realidad, pero no la copia.

Para Tamayo el color siempre fue más importante que el tema, aunque se trate de la historia de México (como es el caso de los murales del Museo del Palacio de Bellas Artes: Nacimiento de nuestra nacionalidad y México de hoy). Eso era un simple pretexto para explorar el mundo de los colores.

 

Mural de Jorge González Camarena

Como parte de la segunda generación de muralistas, González Camarena buscó desde sus inicios una forma de expresión personal, distinta a la de sus antecesores, que le permitiera representar lo que llamaba la “síntesis del mestizaje”. A través de ella pretendía dar su propia interpretación de la historia de México. Inventó un sistema de composición al que dio el nombre de “cuadratismo”: una forma particular de organizar los objetos de un cuadro basada en la geometría. Trabajó diferentes técnicas de pintura tales como el fresco, el temple o el aceite sobre tejidos especiales. El mural del Museo del Palacio de Bellas Artes, Liberación , es una muestra ejemplar de las ideas estéticas y políticas de este prolífico artista.

 

Mural de Roberto Montenegro

En el mural Alegoría del viento , Montenegro revela su preferencia por un arte no narrativo, al estilo de los llamados “primitivos” italianos, y su fascinación por las artes decorativas. También se pueden observar algunos de los estilos en los que incursionó el pintor: el Art Deco y el Simbolismo, principalmente.

Este mural es muestra del trabajo de uno de los artistas más singulares dentro del arte moderno mexicano.

 

Mural de Manuel Rodríguez Lozano

El mural La piedad en el desierto , que realizó en 1942, es un claro ejemplo de la “otra cara del muralismo”. Este fresco, fue originalmente pintado sobre uno de los muros del “Palacio Negro de Lecumberri”, entonces penitenciaría del Distrito Federal, en la que Rodríguez Lozano permaneció injustamente encarcelado cuatro meses. En esas adversas condiciones llevó a cabo su obra: “el contacto con ese mundo descarnado, en el que se vive realmente más allá del bien y del mal, me llevó a adentrarme en la pasión que ha sido la idea central de mi vida: el conocimiento de mi pueblo hasta el máximo extremo”.

El fresco fue trasladado en 1967 al Museo del Palacio de Bellas Artes.

 









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