Por Robert Sánchez. ¡Sígueme en Twitter!
La verdad, era evidente que éste sería el siguiente paso después de decidir y habituarnos a tener la tele apagada por la noche. Después de unas cuantas semanas viéndola ahí, aposentada en uno de los tres muebles del comedor, apagada, ¿qué motivos teníamos para que el televisor continuara ocupando ese espacio? Desde la pasada Navidad, la tele ya no es la dueña de uno de los mejores rincones de nuestro comedor. Ahora este rincón pertenece al sofá y a un flexo de pie. Es nuestro rincón de lectura. La tele está en el suelo de nuestro espacioso cuartito. Creo adivinar su próximo destino… ¿eBay?
En cuanto mi mujer y yo dejamos de ver la televisión por las noches para disfrutar más de la cena y del poquito tiempo que teníamos antes de acostarnos, el uso del televisor quedó relegado a los fines de semana que pasamos en casa, que no son todos. Además, aún quedándonos en casa, solemos aprovechar el fin de semana para hacer diferentes actividades que no podemos hacer durante la semana. Y si a esto sumamos el nuevo hábito de no ver las noticias, concluimos con que sólo utilizamos el televisor como reproductor de imagen para películas desde el reproductor de DVD o el ordenador.
Entonces, ¿necesitábamos realmente el televisor? Obvio: no. Se había convertido en uno de los múltiples recursos redudantes que todo hijo de vecino tiene en casa. ¿Acaso el ordenador no tiene su propio monitor? Y yo conectando un monitor a otro monitor… un desastre. El caso es que el ordenador cumple todas las funciones que ofrece el televisor. Vale, el televisor tiene 10 pulgadas más que la pantalla de mi ordenador. Bueno, por eso es portátil, para portarlo más cerca y poder ver las películas igual, tanto desde Internet como desde el reproductor de DVD del propio PC. Función básica cubierta: ver cine en casa.
¿Y los contenidos interesantes? Porque sí, algunas entrevistas, reportajes y documentales se pueden salvar de la programación, aunque las cadenas se empeñen en retransmitirlos a horas de mínima audiencia, es decir, a las 16 de la tarde o a la 1 de la madrugada, mientras trabajamos o dormimos. El ordenador sigue cubriéndonos las espaldas. La televisión a la carta nos permite acceder a todo ese material cuando queramos, sin anuncios. ¿Cómo sabemos qué contenido vale la pena? Por recomendación boca-oreja física o virtual -redes sociales, básicamente Twitter-.
De todas formas, los cambios mejor hacerlos poco a poco, así que decidimos jugar un poco durante el mes de diciembre. Tras algunos cambios en la distribución del salón-comedor, el televisor permanecería guardado en el trastero de lunes a jueves. El viernes al mediodía lo colocaría en su mueble -es suyo, no mío- hasta el domingo por la noche. De esa manera, cualquiera de nosotros dos podríamos ver lo que quisiéramos.
Lo curioso es que muchas veces llegaba el viernes y nadie sacaba el televisor. Los sábados solemos ver una película después de comer. Antes, mientras mi mujer fregaba los platos, yo iba a por él. Pero hubo un sábado que, al levantarme de la mesa para buscar el televisor pensé: “¿No puedo hacer lo mismo con el ordenador?”. Pues sí, y además de forma mucho más ágil. Más motivos para olvidarme de él.
Y así durante unas semanas hasta llegar un punto, hoy, en que nadie lo echa de menos. Ya no lo saco cuando queremos ver una peli. Mi mujer ya no me recuerda el viernes al mediodía “cuando puedas ponme la tele”. Nos hemos acostumbrado a vivir sin ella.
Otro día me centraré más en los verdaderos motivos por los que no concibo tener un televisor cuando se desea una vida sencilla. De momento adelanto:
- Nos condiciona. Es la herramienta de manipulación social masiva más potente que existe, dando prioridad a la retransmisión de noticiarios, telebasura, publicidad y fútbol.
- Nos distrae. Es uno de los grandes enemigos de la productividad personal, causante de procastinación y pereza.
- Nos incomunica. Nos aisla de nuestro entorno: mujer, hijos, amigos, hermanos, padres… Odio la frase Cállate que no escucho la tele. ¿Es más importante lo que diga Zapatero que lo que digan mi hijo, mi mujer o mi madre?
- Nos limita en el aspecto fundamental que nos diferencia del resto de animales, que no es la inteligencia. Anula nuestra creatividad.
- Nos paraliza. Es el origen de gran parte de nuestro sedentarismo, físico y mental.
Los beneficios de no tener televisión son previsibles: todo lo contrario a los aspectos negativos que acabo de comentar. Así que no quedaba otra. Televisión eliminada. Y con ello, reestructuración minimalista del comedor, con todo lo que conlleva (luz, limpieza, espacio, ahorro, tiempo,…).
- Tele y reproductor de DVD fuera. Su futuro: la venta.
- El mueble de la tele fuera. En su lugar, el sofá, que deja su espacio a… ¡nada! Tengo más espacio
Acabaré hablando de emociones -empieza a ser un vicio-. En especial, mencionando una emoción que sentimos antes de eliminar la tele, sólo una: miedo. Sí, nosotros también lo hemos pasado. Porque en realidad, cuando alguien se plantea deshacerse completamente del televisor, lo primero que siente es pánico.
- ¿Qué haré durante todo el tiempo que antes dedicaba a ver la tele? Leer, ejercicio, escribir, pintar, hablar, jugar, hacer fotos, pensar,… o como propone Luís José en su blog Mínimo, NO HACER NADA, que también es importante.
- ¿De qué hablaré con mis amigos, compañeros, pareja? No lo sé, pero ¿de verdad no tienes nada que decirles? Seguro que sí
Sinceramente, la vida sin TV es más fácil, tranquila, comunicativa, fluida, centrada, productiva. Como hago siempre que un cambio de hábito me da buenos resultados: PRUÉBALO, sin miedo. Siempre puedes volver atrás. Aunque no querrás, ¿apostamos? Yo apuesto por una vida sencilla.
10 comentarios a “TV ¿apagada?… eliminada”
on febrero 7th, 2011 at 15:11 #
[...] This post was mentioned on Twitter by Robert Sanchez, Robert Sanchez. Robert Sanchez said: Nuevo: TV ¿apagada?… eliminada http://bit.ly/geDj32 ¿Es más importante lo que diga Zapatero que lo que diga mi hija, mi madre? [...]
Enhorabuena por la decisión. La imagen de la televisión rota me ha recordado un suceso.
Mi hermano Carlos cuando empezó Arquitectura, realizó un video donde llevaba con dos compañeros una televisión al centro de una plaza de Sevilla y entre los tres la reventaban. La plaza tenía forma circular, muy parecida a los teatros romanos, con sus gradas y todo. No recuerdo su nombre. Era muy simbólico aquel destrozo en aquella plaza, en aquel “foro público”. La televisión se ha convertido, por desgracia, en el centro de muchas vidas.
Ahora mi hermano ya es arquitecto y ha vivido en muchos países: Portugal, Italia, Finlandia, Alemania y Francia y ahora vive en una casa que está reconstruyendo en la Sierra de Fuensanta de Martos, una aldea cerca de Jaén: sin luz, sin móvil, sin correo electrónico. Tiene un burro, una cabra y una oveja. Un perro pastor y una huerta. Reconstruye su vivienda poco a poco y se acuesta, cómo no, sobre las 7 y 8 de la tarde. Ahora, con la chimenea encendida. Vive y come de lo que siembra. Hace sus conservas, recolecta del campo. No usa coche, practica el yoga y es, y no voy a exagerar, el hombre más feliz que a día de hoy conozco. Además está asesorando a los vecinos de sesenta y setenta años- en reparar sus casas. Es minimalista puro. Ha decidido vivir así y es muy, muy feliz.
Te comento todo esto porque ¡fíjate! en qué derivó destrozar una televisión.
PD: Este domingo voy con mis dos hijos a visitarlo. Echaré fotos y quizás prepare alguna entrada para el blog. Son vidas que merece la pena contar. Enseñan mucho, aunque él haya decidido no gastar su vida en una ciudad, sino en un pueblo, en una aldea.
PD: Yo no veo televisión. Ni un minuto al día. Pero vivo con tres personas más…
Hola Bernardo!
Bueno, siendo sincero tengo que decirte que a parte de ser la persona más feliz que conozcas, tu hermano seguro que es la persona más valiente que conozcas. ¿Y por qué engañarnos? ¿Quién no ha soñado alguna vez con una vida como la que debe estar viviendo él ahora? No me importaría que tus presagios se hicieran realidad, y algún día consiga, como mínimo, abandonar la ciudad, mi gran proyecto
Así que espero que lo paséis genial este domingo, que aproveches para tirar muchas fotos, y que dediques un buen artículo a la experiencia de tu hermano. ¿Podría ser el inaugural de tu nuevo blog?
Por cierto. Yo también vivo con otra persona más. Por suerte, se deja llevar, jeje! (aunque me ha costado eh?) Busquemos el equilibrio
Muchas gracias!
Un fortísimo abrazo!
¡Mi más sincera enhorabuena!
Ya verás cuando lleves varios años sin televisión, entonces te darás cuenta de todo lo que has ganado. Yo llevo ya más de una década sin TV, que se dice pronto, y ¡bendita la hora en que decidí que no entraba en mi casa!
Gracias por la mención
Jaja!! Hola Luís!!
Te he copiado eh?
Desde que me habitué a no verla por la noche y leí tu artículo (el primero que leí de tu blog), el deseo de deshacerme de la tele ha ido tomando forma de manera natural. En parte ha sido gracias a poder ver (leer) que otros (como tú) ya lo habían hecho antes y eran igual (o más) felices que teniéndola. Así que el agradecimiento es mío
Muchas gracias!!!
Sencillamente, un abrazo
on abril 15th, 2011 at 12:09 #
[...] un lugar tranquilo y propicio para la concentración? Quita la tele. Innova. Ponla en el lavabo, delante de la taza del wáter y siéntate allí a ver las notícias. [...]
Televisión… Hace años que no la veo. NADA. No la necesito para nada. No hacen nada interesante, las noticias son basura. Hace años, mira, echaban Futurama, pero lo puedo ver por internet XD.
Pensar la de horas que la gente se tira delante del televisor me estremece. Pudiendo leer, escribir, pasear… Nunca me he sentido mal por no tener televisor. Bueno, a veces me entra la melancolía de poner la Play y jugar a esos juegos de la 1 que tanto me gustaban y para ello necesito televisor, pero… da pereza XD.
on julio 7th, 2011 at 07:51 #
[...] que mis padres se sorprendieron mucho el día que mandé la tele al exilio del trastero hace ya más de medio año -por cierto, está en venta-. Incluso habíamos discutido [...]
on julio 28th, 2011 at 11:15 #
[...] mayoría de cambios de hábito que vengo instaurando este último año -del mismo modo que hice al dejar de ver la televisión, por ejemplo-. Durante seis meses -para los que piensan que esto es ser radical-, de diciembre a [...]
on diciembre 15th, 2011 at 09:06 #
[...] flexible o incluso llegue a ceder. Un ejemplo sería la decisión que tomamos hace un año de deshacernos del televisor. La iniciativa fue mía. Ella no lo tenía claro. Yo lo planteé como un juego al que jugaríamos [...]