Quizá sea ingenua o demasiado idealista, pero he tratado de definir la poesía. Es una composición escrita en verso que rima y contiene una que otra metáfora cursi, ¿cierto?

Pues, no. Los poetas son artistas, así que cuando pensamos que ya sabemos de qué se trata el arte, se empeñan en mostrarnos que no sabemos nada y nos ponen un urinario en una exhibición de arte. Así también son los poetas. Cuando nosotros, los lectores, pensamos que los poemas riman, no riman, cuando creemos que se escriben en verso, nos vienen con caligramas y cuando asumimos que todos los poemas se tratan de sentimientos, escriben sobre whisky y detergente de ropa.

A pesar de todas estas variantes, he encontrado quizá un común denominador y si no les basta mi definición de la poesía (y sus sugerencias son bienvenidas), pueden leer lo que los grandes escritores y pensadores han dicho sobre ella.

"Abril es el mes más cruel, criando / lilas de la tierra muerta, mezclando / memoria y deseo, removiendo / turbias raíces con lluvia de primavera". En estos primeros versos de La tierra baldía (1922) de T.S. Eliot, hay una yuxtaposición de imágenes positivas (abril, lilas, primavera) y negativas (cruel, muerta, lluvia, turbias).

Pero aparte del mes de abril, ¿qué tienen que ver estos versos con el Día Internacional del Libro? El 23 es un día de muerte--fue enterrado Cervantes, y falleció Shakespeare (en este día del calendario juliano) y el Inca Garcilaso de la Vega en esta fecha en 1616--pero también es un día de celebración y premios, dado que es la fecha de la entrega del prestigioso Premio Cervantes, dotado con 125.000 euros.

El año pasado lo recibió Ana María Matute. Este año el galardón es para el poeta chileno de "antipoesía", Nicanor Parra, de 97 años. Sobre los premios, Parra escribió lo siguiente en el poema "Esperaba este premio?", de Discursos de sobremesa: "No / Los premios son / Como las Dulcineas del Toboso / Mientras + pensamos en ellas / + lejanas / + sordas / + enigmáticas / Los premios son para los espíritus libres / Y para los amigos del jurado / Chanfle / No contaban con mi astucia".

Aparte de ser ambos escritores españoles recientmente galardonados con los Premios de la Crítica, parece que poco tendrían en común el poeta Tomás Segovia (fallecido en 2011) y el novelista Ignacio Martínez de Pisón.

Es la sombra del franquismo lo que los une. Por un lado, fue el motivo del exilio de Segovia, nacido en 1927, que dejó su país natal durante la guerra civil y no lo volvió a pisar hasta un año después de la muerte de Franco. En el caso de Martínez de Pisón (1960), los últimos años del franquismo enmarcaron su infancia y también la historia de su novela El día de mañana (Seix Barral 2011), por la que ganó el Premio de la Crítica de narrativa castellana. De manera póstuma, Segovia recibió el Premio de la Crítica de poesía castellana por su poemario Estuario (Pre-Textos).

Si bien son de generaciones diferentes y uno vivió la mayor parte de su vida en México mientras que el otro en España, el valor las experiencias asonantes durante este mismo periodo, que dejó una huella tan profunda en la historia española, no se debe subestimar.

En efecto, Segovia dijo en una entrevista para El País que un escritor es más de su época que su país: "un escritor español del siglo XX es más del siglo XX que español. Tiene más que ver con un checo del mismo siglo que con un compatriota suyo del XV".

A través de los siglos el marbete "feminista" ha cobrado un sinnúmero de significados y connotaciones. Para algunos el feminismo es exigir para las mujeres los mismos derechos que tienen los hombres. Hay los que creen que las mujeres son diferentes a los hombres, pero deben tener los mismos derechos. Otros, en cambio, no ven ninguna diferencia entre los sexos más allá de lo físico. También hay los que piensan que el feminismo es una rivalidad entre los sexos o la superioridad de la mujer.

El asunto se complica más aún a la hora de hablar de literatura feminista o escritoras feministas. Por ejemplo, muchos dirían que Sor Juana Inés de la Cruz, autora de Inundación castálida y Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, entre otras obras, es una autora feminista. Sin embargo, dudo mucho que la monja usara ese término para describirse a sí misma, dado que es un vocablo que no entró a la lengua hasta finales del siglo XIX. Y si bien hay muchas obras que podrían prestarse a una lectura feminista, a veces sus autoras deciden no identificarse con el marbete. Otras escritoras mujeres, con los mismos valores, se consideran feministas con orgullo. Y también hay las que son abiertamente feministas, pero prefieren poner distancia entre su ideología y su obra. Por ejemplo, en una entrevista en El País, la escritora chilena Marcela Serrano dijo: "Es cierto que me considero feminista, pero cuando escribo soy una autora que narra historias de sentimientos, de seres humanos, no tesis ideológicas".

En fin, definir qué es feminista y qué no, no es una ciencia cierta sino una tarea subjetiva que queda al criterio de cada lector.