ANTECEDENTES HISTÓRICOS

    La actual catedral de San Salvador de Oviedo es, sin duda, la obra más destacada del gótico asturiano. El edificio actual viene a ser todo un compendio del arte en Asturias desde la Baja Edad Media hasta nuestros días. Como obra de arte, desborda el ámbito regional. Las distintas construcciones que la componen, desde la Sala Capitular a la admirable Torre, colocan a la Catedral ovetense en una posición de auténtico privilegio. En ella han quedado plasmadas, una a una, las diferentes etapas que jalonan la evolución del gótico español desde el siglo XIII al XVI.

    La Catedral comenzó a levantarse a fines del siglo XIV, aunque las formas góticas se hacen presentes un siglo antes en las edificaciones adyacentes. Hacia el año setecientos setenta y uno el presbítero Máximo se asentó en una boscosa colina próxima al monte Naranco con un grupo de siervos. Los nuevos pobladores establecieron un pequeño monasterio bajo la advocación del mártir San Vicente. Éste iba a ser el escenario en el que el rey Fruela fundaría dos iglesias: La de los mártires Julián y Basilisa y la del Salvador. La vida de estos nuevos templos resultaría más bien corta. En el año setecientos noventa y cuatro, reinando ya Alfonso II, el caudillo Aba Almaid penetró en Asturias, llegó a Oviedo, saqueó la ciudad y destruyó las iglesias construidas en ella. La respuesta del rey Casto fue doble: Por un lado, aniquiló al invasor y por otro inició un afán constructivo que le conduciría a una transformación urbanística de la ciudad.
    El rey asturiano Fruela I (del 757 al 768), mandó construir una basílica consagrada a San Salvador, que ejercería las funciones de catedral. Posteriormente, el rey Alfonso II levanta en el mismo sitio una nueva basílica. Ambas fueron edificadas en el solar donde hoy se encuentra la actual catedral de Oviedo. Fue rodeada por una serie de edificaciones como la Cámara Santa, la Basílica de Santa María, la iglesia de San Tirso y varias obras civiles.
    La catedral prerrománica se mantuvo en pie hasta los años 1382-88 en que comenzó a construirse el edificio gótico que hoy conocemos.

    A la primitiva Basílica románica se habían ido añadiendo múltiples edificaciones: La torre vieja, a finales del siglo XI, y el claustro gótico que sustituyó a otro de estilo románico. También la Cámara Santa había conocido una importante renovación arquitectónica y decorativa en época románica. Los trabajos de construcción del nuevo templo continuaron lentamente desde fines del siglo XIV hasta mediados del siglo XVI: Transepto, crucero, naves, fachada y torre.
    Recibió su configuración definitiva en los siglos XVII y XVIII: La girola, la sacristía, las capillas de los Vigiles, de Santa Bárbara y de Santa Eulalia. La Catedral ovetense no pudo sustraerse a las transformaciones modernas y, como otras iglesias españolas y europeas, ha ido asimilando las exigencias de los cambios litúrgicos.
    A comienzos del siglo XX bajo el episcopado del asturiano Fray Ramón Martínez Vigil, obispo de Oviedo desde 1884, se retiraron diversos elementos: El coro con su sillería, los ambones de hierro barrocos, las rejas góticas y los dos grandes órganos también barrocos, construidos entre 1747 y 1751 por D. Pedro Echevarría Alcázar, organero de su majestad. Los trabajos de desmantelamiento fueron dirigidos por el arquitecto diocesano D. Luis García Bellido.
    Esta decisión, envuelta en grandes polémicas, parece hoy más acorde con el espíritu del Concilio Vaticano II. En sustitución de lo retirado fueron construidos por obra de los hermanos del Río, unos modernos púlpitos de madera y por la casa Tuero la sillería coral del presbiterio.
Por último, se instaló en 1905, sobre el cancel a los pies de la nave central, el gran órgano de la firma Amezúa. Como consecuencia de la guerra civil (1936-1939) fue reconstruido por la firma Organería Española.
    En 1924 con las aportaciones del acomodado fotógrafo y benefactor ovetense Luis Muñiz Miranda, se recolocaron las vidrieras del rosetón de la nave central, las de los ventanales del muro norte, las de la nave mayor y las del brazo septentrional del transepto.
Más adelante, destruidas o gravemente deterioradas en la revolución de octubre de 1934 y la posterior guerra civil, fueron renovadas en 1952 por el vidriero Santos Cuadrado.
    A este maestro se le debe también la nueva vidriera del rosetón de la fachada, cuya traza fue diseñada por el arquitecto D. Luis Menéndez Pidal. Lamentablemente, la revolución de octubre de 1934 y la guerra civil dañaron seriamente el conjunto catedralicio: La Cámara Santa y su tesoro, la sala Capitular del Claustro, las Capillas de San Ildefonso y Santa Bárbara y el remate de la torre, algo de su mobiliario y sobre todo, las vidrieras.
Los trabajos de reconstrucción corrieron a cargo del arquitecto Luis Menéndez-Pidal Álvarez, quien entre los años 1938 y 1942 reedificó la Cámara Santa en estrecha colaboración con el escultor Víctor Hevia Granda, y por último, la torre de 1943 a 1953.

    Durante siglos se han venido realizando  tareas de conservación y restauración de los diversos elementos de la catedral. Pero marca un hito, en este sentido, el año 1995, cuando a petición del Principado de Asturias, la catedral de Oviedo es puesta bajo el auspicio del Plan Nacional de Catedrales. Acto seguido se pone en marcha la redacción del Plan Director en el que se hace un estudio minucioso de todos y cada uno de los lugares del templo. Al año siguiente se pone ya en marcha la primera intervención.  Ya van doce años de trabajos y están realizadas la mayor parte de las intervenciones programadas. Este Plan Director contemplaba intervenciones como restauración de la propia torre gótica, la techumbre, el Claustro, retablo mayor, capillas, etc. Es sin duda la mayor y mejor obra de restauración de los últimos siglos. Dirigen la obra los arquitectos Cosme Cuenca Busto y Jorge Hevia Blanco. Para darse una idea de la importancia de las intervenciones, las obras a realizar se presupuestan en 1.035.851.406 de las antiguas pesetas. 

    No quisiéramos terminar esta breve semblanza histórica, sin poner de relieve que las páginas más brillantes de su pasado y presente se escriben cada vez que se celebra en este sagrado recinto un acto de culto al Salvador y de fraternidad con los hermanos.
    Ya lo hemos repetido: La catedral ovetense no se ha edificado para ser un monumento o museo. Al contrario, es un templo vivo en el que el pueblo asturiano, con su obispo a la cabeza, celebra y vive los principales acontecimientos de su vida de fe y de su historia. Desde su nacimiento tiene una especial vocación de acogida y recepción de creyentes, provenientes de todos los rincones de la cristiandad.
    Las reliquias conservadas en la Cámara Santa convierten a la «Sancta Ovetensis», durante la Edad Media, en el segundo centro de peregrinación en importancia de España. Visitar al Salvador es cita obligada en el camino de Santiago de Compostela, inaugurado por el rey Alfonso II como primer peregrino del Camino de Santiago. En la última década, cada una de las parroquias de la diócesis agrupadas por arciprestazgos, han peregrinado a la catedral en tres ocasiones: Celebración del Jubileo del año 2000, el Año Santo Mariano y el Jubileo de las Cruces.