Ven a formar parte de una de las más grandes representaciones del Vía Crucis en México y seguramente del mundo entero. En todo San Luis Potosí se organizan un buen número de eventos culturales y religiosos para conmemorar la Semana Santa, desde turismo religioso y cultural, como el espectáculo de la Fiesta de la Luz, museos e iglesias, hasta turismo de aventura. Sin embargo, el evento más importante y de mayor tradición entre los lugareños tiene lugar el Viernes Santo, cuando se realiza la Procesión del Silencio, una de las más arraigadas debido a su solemnidad y misticismo. No importa que no seas católico, ven a vivir una experiencia digna de recordar en la que mientras más cosas sucedan, más querrás conocer el origen y significado de lo que estás presenciando.
Desde ya casi 60 años, alrededor de dos mil personas de 28 diferentes cofradías (asociaciones de fieles católicos) se reúnen el Viernes Santo para acompañar esta procesión durante la cual portan emblemas, imágenes religiosas referentes al Vía Crucis y visten los colores distintivos de su compañía. Cada una de las “Cofradías” lleva una imagen representativa del Vía Crucis (camino a la cruz) de Jesucristo y de los misterios del Santo Rosario.
La procesión inicia al anochecer, justo a las 20 horas, cuando una multitud sale a las calles en completo silencio guardando luto por la Pasión y Muerte de Cristo, según la tradición católica. La Plaza del Carmen es el punto de reunión de las “Cofradías” e inicio donde las tropas tocan sus clarines decretando el inicio del evento y ordenando así un silencio sepulcral. La iluminación de las calles baja para dar paso a los cirios que portan los fieles y que dan a la procesión un carácter de mayor dramatismo.
Del templo del Carmen sale la primer Cofradía con la figura de la Virgen de Nuestra Señora de la Soledad, también llamada “La Dolorosa” debido a la expresión de su rostro al ver a su hijo muerto. La imagen es cargada por alrededor de 40 hombres quienes llevan en sus hombros más de una tonelada de peso. Poco a poco las calles se colman de una formación silenciosa que marcha al compás de los tambores y obedecen las órdenes del clarín. Los participantes llamados “costaleros” llevan las cabezas cubiertas por una capucha larga y puntiaguda que le brinda al acto un carácter casi dramático. La postal de la marcha es típicamente potosina, sin embargo se asemejan las calles de Sevilla por el parentesco de la conmemoración, resultado del mestizaje religioso entre la herencia prehispánica y el México colonial.
La peregrinación dura un par de horas y recorre los principales monumentos de la capital potosina. A momentos durante la Procesión se realiza la “Saeta” un quejido triste y doloroso que rompe la rigidez de los tambores y clarines. La última Cofradía en realizar su recorrido es “La Soledad” la más esperada y que regresa al Templo del Carmen al filo de la media noche, marcando así el final de la conmemoración.