En 1795, la
guerra entre España e Inglaterra era poco menos que inevitable. Por esta
razón, el gobierno español decidió reforzar los destacamentos navales
estacionados en Cuba, Trinidad y Filipinas. La guerra se declaró el 5 de
octubre de 1796.
Con destino a Filipinas
se envió la escuadra formada por los navíos Europa (74), San Pedro
apóstol (74) y Montañés (74) y las fragatas Ntra. Sra. del Pilar (34) y
Fama (34). El mando de recayó sobre D. Ignacio María de Álava que se
había distinguido en Tolón y que ya había hecho un viaje a Filipinas.
La escuadra salió de Cádiz el 11
de noviembre de 1795 y, tras cruzar el cabo de Hornos y tocar en El
Callao y Guam, fondeó en Manila el 25 de diciembre de 1796.
En
Filipinas, Álava tuvo que apañárselas para mantener sus barcos operativos
ya que, a pesar de la buena voluntad de las autoridades, en las islas se
carecía de mucho de lo necesario para abastecer a una escuadra numerosa.
Por esta razón, Álava puso a prueba su capacidad de improvisación y
experimentó diversos expedientes para suplir los artículos de que
carecían.
En 1802,
firmada la paz de Amiens, Álava recibió orden de regresar a España con
los barcos capaces de superar el largo viaje: el navío Montañés y las
fragatas Fama y Sta. María de la Cabeza. El tornaviaje se hizo por el
cabo de Buena Esperanza y, salvo la fragata Fama –que se desvió a
Montevideo por averías y fue finalmente apresada por los ingleses en el
combate de Santa María (1804)– los buques llegaron a Cádiz el 15 de mayo
de 1803.
Los informes de Álava sobre su
viaje y sobre sus actividades en los mares de China y el Pacífico
resultan, a pesar de su carácter oficial, muy atractivos de leer gracias
a su buen estilo y su capacidad descriptiva.
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