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SECCION 9 > TRASTORNOS GASTROINTESTINALES
 
CAPITULO 101

Trastornos del esófago

El esófago es la porción del tubo digestivo que comunica la garganta (faringe) con el estómago. Sus paredes impulsan los alimentos hacia el estómago por medio de contracciones musculares rítmicas (llamadas ondas peristálticas). Cerca de la unión de la garganta con el esófago hay una banda muscular llamada esfínter esofágico superior. Ligeramente por encima de la unión del esófago con el estómago hay otra banda muscular llamada esfínter esofágico inferior. Cuando el esófago está en reposo, estos esfínteres se contraen de tal forma que los alimentos y el ácido gástrico no refluyen hacia la boca. Durante la deglución, los esfínteres se relajan para que los alimentos puedan pasar al estómago.

Dos de los síntomas más frecuentes de los trastornos esofágicos son la disfagia (sensación de dificultad para tragar) y el dolor en el pecho o en la espalda.

La disfagia es la sensación de que los alimentos no avanzan con normalidad desde la garganta hasta el estómago o de que se atascan en dicho trayecto. La sensación puede acompañarse de dolor. El movimiento de líquidos y sólidos puede estar de hecho impedido por problemas en la garganta, el esófago y los órganos adyacentes, o por trastornos del sistema nervioso o de los músculos. Puede ocurrir también que la dificultad para tragar sea un hecho fruto de la imaginación.

El dolor en el pecho o en la espalda puede consistir en ardores, dolor durante la deglución y dolor muscular esofágico.

El dolor durante la deglución puede ser el resultado de cualquiera de los siguientes problemas:

- Destrucción del revestimiento esofágico (mucosa), como consecuencia de la inflamación causada por el reflujo ácido desde el estómago.

- Infecciones de la garganta por bacterias, virus u hongos.

- Tumores, sustancias químicas o alteraciones musculares, como la acalasia y el espasmo difuso del esófago.

El dolor puede percibirse como una sensación de quemazón o una tirantez debajo del esternón, que típicamente ocurre cuando la persona traga alimentos sólidos o líquidos. Un síntoma típico de los trastornos musculares del esófago es un dolor intenso y opresivo que acompaña a la deglución dificultosa de bebidas calientes o frías.

El dolor muscular esofágico puede ser difícil de distinguir del dolor en el pecho originado por una enfermedad cardíaca (angina). El dolor es producido por el espasmo de los músculos esofágicos.

Disfagia causada por trastornos de la garganta

Un individuo puede tener dificultades para pasar la comida desde la parte alta de la garganta hacia el esófago como consecuencia de trastornos que afectan a la garganta. El problema se presenta con mayor frecuencia en quienes padecen trastornos de la musculatura voluntaria (esquelética) o de los nervios que la sirven. Ejemplos de esto son la dermatomiositis, la miastenia grave, la distrofia muscular, la poliomielitis y la parálisis seudobulbar, así como trastornos del cerebro y de la médula espinal, como por ejemplo la enfermedad de Parkinson y la esclerosis lateral amiotrófica (enfermedad de Lou Gehrig). Una persona que ingiera fenotiacinas (un fármaco antipsicótico) puede presentar dificultades para tragar porque dicho fármaco puede afectar a los músculos de la garganta. Cuando cualquiera de estos trastornos causa dificultad para la deglución, la persona a menudo regurgita los alimentos, a través de la parte posterior de la nariz, o los aspira por la tráquea, desencadenando una crisis de tos.

En la incoordinación cricofaríngea, el esfínter esofágico superior (músculo cricofaríngeo) permanece cerrado o se abre de una forma no coordinada. Si el esfínter funciona anormalmente puede permitir que los alimentos penetren repetidamente en la tráquea y los pulmones, lo que puede conducir a una enfermedad crónica del pulmón. El cirujano corrige el problema cortando el esfínter de tal modo que permanezca relajado de forma constante. Si este trastorno no se trata, puede conducir a la formación de un divertículo, un saco que se origina cuando el revestimiento del esófago empuja hacia fuera y hacia atrás a través del músculo cricofaríngeo.

Anillo esofágico inferior

Un anillo esofágico inferior (anillo de Schatzki) es un estrechamiento de la porción inferior del esófago, que probablemente se presenta desde el nacimiento.

Normalmente, la porción inferior del esófago tiene un diámetro de 4 a 5 centímetros. Si éste se reduce a 1,50 centímetros o menos, el afectado puede presentar dificultades para tragar los alimentos sólidos. Este síntoma puede comenzar a cualquier edad, pero generalmente no se inicia hasta los 25 años. Los anillos mayores de 2 centímetros de diámetro generalmente no producen síntomas.

Si se tiene un anillo esofágico inferior, la dificultad para deglutir es intermitente. A menudo, se realizan estudios radiológicos con bario para detectar el problema.

Una masticación muy completa de los alimentos generalmente alivia el problema. Si esto no funciona, el anillo constrictivo puede ser abierto mediante cirugía. De modo alternativo, el médico puede introducir una sonda dilatadora o un endoscopio (un tubo flexible de visualización con instrumentos incorporados) a través de la boca y la garganta para ampliar el paso.

Membranas esofágicas

Las membranas esofágicas (síndrome de Plummer-Vinson, disfagia sideropénica) son membranas finas que se desarrollan en el interior del esófago a partir de su revestimiento (mucosa) y crecen a través de él.

Aunque son raras, las membranas se presentan principalmente en personas con anemia intensa por deficiencia de hierro y que no reciben tratamiento. Las membranas en la parte superior del esófago generalmente crean dificultades para tragar los sólidos. El mejor procedimiento para diagnosticar el problema es la filmación mediante rayos X (cinerradiografías) del paso de la papilla de bario a medida que el paciente la traga.

Las membranas desaparecen una vez solucionada la anemia. Si esto no ocurre, el médico puede romperlas con un dilatador o un endoscopio.

Disfagia lusoria

La disfagia lusoria es la dificultad para deglutir causada por la compresión del esófago por un vaso sanguíneo.

Este trastorno es una malformación congénita que la mayoría de las veces implica una arteria subclavia derecha mal situada. La dificultad para la deglución puede ocurrir en la niñez o se puede desarrollar más tarde debido a la arteriosclerosis en el vaso anormalmente situado.

La radiología con bario puede demostrar la compresión del esófago. Para confirmar que la compresión es causada por una arteria se necesita realizar una arteriografía (un estudio radiológico de una arteria tras la inyección de un medio de contraste). Sólo en raras ocasiones se necesita tratamiento quirúrgico.

Otras causas de obstrucción

En algunas personas, el estrechamiento (estenosis) del esófago es congénito, en otras, es el resultado de lesiones causadas por el reflujo repetido de ácido desde el estómago (reflujo ácido). La estrechez puede también ser causada por una compresión del esófago desde fuera. Por ejemplo, la compresión puede resultar por un agrandamiento de la aurícula izquierda del corazón, un aneurisma de aorta, una arteria subclavia anormalmente formada, una glándula tiroidea anormal, un crecimiento óseo a partir de la columna o un cáncer (el más común es un cáncer de pulmón). La causa más grave de obstrucción es el cáncer de esófago. Dado que todos estos trastornos reducen la luz esofágica, generalmente crean dificultades para tragar los alimentos sólidos (particularmente la carne y el pan) pero no los líquidos.

Cuando el estrechamiento es causado por el reflujo de ácido, la dificultad para la deglución se desarrolla después de haber estado presentando síntomas durante largo tiempo, como ardor intenso y, a temporadas, dolor punzante detrás del esternón por la noche o al inclinarse hacia delante; la dificultad para deglutir empeora progresivamente con el paso de los años. En el caso del cáncer de esófago, la dificultad para la deglución progresa rápidamente en semanas o meses.

Para buscar la causa y localizar la obstrucción generalmente se realiza un estudio radiológico. El tratamiento y el pronóstico dependen de la causa.

Espasmo difuso esofágico

El espasmo difuso esofágico (esófago en cuentas de rosario o en sacacorchos) es un trastorno de los movimientos de propulsión (peristaltismo) del esófago causado por un mal funcionamiento de los nervios.

Cómo trabaja el esófago
Cuando una persona toma sus alimentos, éstos se desplazan desde la boca hacia la garganta, también llamada faringe (1). El esfínter esofágico superior se abre (2), de tal forma que los alimentos pueden penetrar en el esófago, donde una serie de contracciones musculares, llamadas ondas peristálticas (3), impulsan la comida hacia abajo. Los alimentos pasan entonces a través del esfínter esofágico inferior (4) y entran en el estómago (5).

Las contracciones de propulsión normales que mueven los alimentos a través del esófago son reemplazadas de forma periódica por contracciones no propulsivas. En el 30 por ciento de las personas con este trastorno, el esfínter esofágico inferior se abre y se cierra anormalmente.

Síntomas

Los espasmos musculares a lo largo del esófago se perciben típicamente como un dolor en el pecho, detrás del esternón, coincidiendo con una dificultad para tragar líquidos o sólidos. El dolor también se presenta por la noche y puede ser lo suficientemente intenso como para interrumpir el sueño. Los líquidos muy calientes o muy fríos pueden empeorar este síntoma. Al cabo de muchos años, este trastorno puede evolucionar hacia una acalasia.

El espasmo esofágico difuso también puede producir dolor intenso sin dificultad para la deglución. Este dolor, a menudo descrito como dolor opresivo detrás del esternón, puede acompañar al ejercicio o al esfuerzo, haciendo que sea difícil distinguirlo de la angina (dolor en el pecho originado por una enfermedad del corazón).

Diagnóstico

Las radiografías realizadas en el momento de la ingestión de un medio de contraste (bario) pueden evidenciar un desplazamiento descendente anormal y que las contracciones de la pared esofágica se produzcan de una forma desorganizada. Para detectar movimientos anormales de los alimentos a través del esófago se utiliza la gammagrafía esofágica (una prueba de imagen muy sensible, que muestra los movimientos de los alimentos marcados con una pequeña cantidad de un indicador radiactivo). Las mediciones de la presión (manometría) proporcionan el análisis más sensible y detallado de los espasmos. Si estos estudios no son concluyentes, se puede realizar una manometría cuando la persona ingiere alimentos o administrar edrofonio para provocar los espasmos dolorosos.

Tratamiento

A menudo, el espasmo esofágico difuso es difícil de tratar. Se pueden aliviar los síntomas con la nitroglicerina, los nitratos de acción prolongada, los anticolinérgicos como la diciclomina o los bloqueadores de los canales del calcio como la nifedipina. Algunas veces se necesitan analgésicos potentes. Puede resultar de ayuda inflar un balón dentro del esófago o pasar sondas (dilatadores de metal cada vez mayores) para dilatar el esófago. Si no resultan eficaces las otras medidas de tratamiento menos radicales, el cirujano puede tener que seccionar la capa muscular del esófago a lo largo de toda su longitud.

Acalasia

La acalasia (cardioespasmo, aperistaltismo esofágico, megaesófago) es un trastorno debido a una alteración del sistema nervioso de causa desconocida que puede interferir con dos procesos: con las ondas rítmicas de contracción del esófago que empujan los alimentos hacia su parte inferior (ondas peristálticas) y con la apertura del esfínter esofágico inferior.

La acalasia puede deberse a un mal funcionamiento de los nervios que rodean el esófago e inervan sus músculos.

Síntomas y complicaciones

La acalasia puede presentarse a cualquier edad, pero generalmente comienza, casi de un modo imperceptible, entre los 20 y los 40 años y luego progresa de forma gradual a lo largo de muchos meses o años. El principal síntoma es la dificultad para tragar tanto sólidos como líquidos. La contracción persistente del esfínter esofágico inferior provoca que el esófago por encima de él se dilate de forma exagerada.

Otros síntomas pueden ser dolor en el pecho, regurgitación del contenido del esófago agrandado y tos nocturna. Aunque es poco común, el dolor en el pecho puede ocurrir durante la deglución o sin razón aparente. Cerca de un tercio de las personas con acalasia regurgitan la comida no digerida mientras duermen. Pueden aspirar alimentos hacia sus pulmones, lo que puede provocar abscesos en el pulmón, bronquiectasias (ensanchamiento e infección de las vías aéreas) o neumonía por aspiración. La acalasia también constituye un factor de riesgo para el cáncer de esófago, aunque probablemente menos del 5 por ciento de las personas con acalasia desarrolla este tipo de cáncer.

Acalasia
Esófago dilatado, con ausencia de ondas peristálticas.

Diagnóstico y pronóstico

Las radiografías del esófago efectuadas en el momento de la deglución del bario evidencian la ausencia de peristaltismo. El esófago se encuentra dilatado, con frecuencia en enormes proporciones, pero es estrecho a nivel del esfínter esofágico inferior. La medida de las presiones dentro del esófago (manometría) indica una ausencia de contracciones, un incremento de la presión de cierre en el esfínter inferior y una apertura incompleta del esfínter cuando la persona traga. La esofagoscopia (examen del esófago a través de un tubo flexible de visualización con una videocámara) muestra un ensanchamiento pero no una obstrucción.

Con la ayuda de un esofagoscopio (tubo flexible para la visión directa), el médico realiza una biopsia (obtiene muestras de tejido para ser examinadas al microscopio) para asegurarse de que los síntomas no son causados por un cáncer de la porción baja del esófago. También efectúa una exploración para descartar una esclerodermia, un trastorno muscular que puede alterar la deglución.

A menudo la causa de la acalasia no es importante y no condiciona ningún problema grave. El pronóstico no es tan bueno si hubo aspiración del contenido gástrico hacia los pulmones, dado que las complicaciones pulmonares son difíciles de tratar.

Tratamiento

El objetivo del tratamiento es conseguir que el esfínter esofágico inferior se abra con más facilidad. La primera aproximación consiste en ensanchar el esfínter mecánicamente (por ejemplo, inflando un balón dentro de él). Los resultados de este procedimiento son satisfactorios en alrededor del 40 por ciento de los casos, pero se pueden necesitar dilataciones repetidas. Los nitratos (por ejemplo, nitroglicerina colocada debajo de la lengua antes de las comidas) o los bloqueadores de los canales del calcio (como la nifedipina) pueden retrasar la necesidad de un nuevo procedimiento de dilatación, dado que ayudan a relajar el esfínter. En menos del 1 por ciento de los casos, el esófago puede lesionarse (romperse) durante el procedimiento de dilatación, lo que conduce al desarrollo de una inflamación del tejido circundante (mediastinitis). Para reparar la lesión de la pared se requiere cirugía inmediata.

A modo de alternativa a la dilatación mecánica, el médico puede inyectar toxina botulínica en el esfínter esofágico inferior. Este nuevo tratamiento es tan eficaz como la dilatación mecánica, pero los efectos a largo plazo todavía no se conocen.

Si el tratamiento de dilatación con la toxina botulínica no es eficaz, generalmente se realiza cirugía para cortar las fibras musculares del esfínter esofágico inferior. Esta cirugía resulta eficaz en cerca del 85 por ciento de los casos. Sin embargo, alrededor del 15 por ciento de las personas experimentan episodios de reflujo de ácido tras la cirugía.

Reflujo del contenido ácido del estómago
La posición en decúbito (es decir, cuando el sujeto se encuentra acostado) puede favorecer el reflujo del contenido ácido del estómago hacia el esófago.

Reflujo de ácido (reflujo gastroesofágico)

El reflujo de ácido (reflujo gastroesofágico) es un flujo retrógrado del contenido del estómago hacia el esófago.

El revestimiento del estómago lo protege de los efectos de sus propios ácidos. Debido a que el esófago carece de un revestimiento protector similar, el ácido del estómago que refluye hacia él causa dolor, inflamación (esofagitis) y diversas lesiones.

El ácido refluye cuando el esfínter esofágico inferior no funciona adecuadamente. Cuando la persona está acostada, la fuerza de la gravedad contribuye al reflujo. El grado de inflamación causada por el reflujo depende de la acidez del contenido del estómago, del volumen de ácido gástrico que penetra en el esófago y de la capacidad de éste para eliminar el líquido regurgitado.

Síntomas y complicaciones

El síntoma más obvio del reflujo de ácido es el ardor, una sensación de quemazón detrás del esternón. El dolor (que aparece en el pecho y se puede extender hacia el cuello, garganta o incluso la cara) es causado por el reflujo de ácido desde el estómago al esófago. Generalmente ocurre después de las comidas o cuando la persona está acostada. El ardor se puede acompañar de regurgitación del contenido del estómago a la boca o de una salivación excesiva. Se denomina ardor gástrico a un alto nivel de salivación que resulta cuando los ácidos gástricos irritan la porción inferior del esófago inflamado.

Las complicaciones del reflujo de ácido incluyen un estrechamiento de un segmento del esófago (estenosis péptica esofágica), una úlcera esofágica y la inducción de cambios precancerosos en el revestimiento del esófago (síndrome de Barret). La inflamación del esófago puede causar dolor al tragar, o una hemorragia que suele ser ligera pero que puede llegar a ser masiva. El estrechamiento hace que cada vez sea más difícil tragar alimentos sólidos. Las úlceras pépticas esofágicas son llagas del revestimiento esofágico (mucosa) abiertas y dolorosas. El dolor se localiza generalmente detrás del esternón o justo debajo de él y puede aliviarse generalmente con antiácidos. Para curar estas úlceras se requiere la administración de fármacos que reducen el ácido del estómago durante un período de 4 a 12 semanas. Las úlceras curan con lentitud, tienden a recurrir y generalmente dejan un esófago estrecho.

Diagnóstico

Los síntomas sugieren el diagnóstico. En ocasiones, para confirmar el diagnóstico y descartar la existencia de complicaciones es necesario realizar estudios radiológicos, una esofagoscopia (examen del esófago con un tubo flexible de visualización), medición de la presión (manometría) del esfínter esofágico inferior, pruebas de determinación del pH esofágico (acidez) y la prueba de Bernstein (prueba de infusión de ácido en el esófago). La mejor prueba para demostrar que los síntomas son causados por el reflujo de ácido es la biopsia (examen al microscopio de una muestra de tejido) o la prueba de Bernstein, independientemente de los hallazgos que se hayan obtenido con la radiología o la esofagoscopia. La biopsia es también el único método fiable para detectar el síndrome de Barret.

Para la prueba de Bernstein, se instila una solución ácida en la parte baja del esófago. Si los síntomas aparecen enseguida y luego desaparecen cuando se instila una solución salina de nuevo en la misma porción, el problema es el reflujo de ácido.

La esofagoscopia puede identificar una serie de posibles causas y complicaciones. El examen al microscopio de una muestra de tejido del esófago puede identificar con precisión el reflujo del ácido, aun cuando no se haya visto la inflamación durante la esofagoscopia.

Para evidenciar el reflujo del bario desde el estómago hacia el esófago se realizan radiografías tras la ingesta de una solución de bario y después se coloca a la persona en una mesa inclinada con la cabeza más baja que los pies. El médico puede hacer presión sobre el abdomen para incrementar el reflujo. El estudio radiológico realizado tras la deglución del bario también puede demostrar úlceras esofágicas o un esófago estrechado.

Las mediciones de la presión en el esfínter esofágico inferior indican su fuerza y pueden distinguir un esfínter normal de otro con una función disminuida.

Tratamiento

Para aliviar el reflujo de ácido se pueden adoptar varias medidas. La elevación de la cabecera de la cama aproximadamente unos 15 centímetros, mientras la persona duerme, puede hacer que el ácido no llegue a entrar en el esófago. Puede ser útil evitar el café, el alcohol y otras sustancias que estimulan fuertemente la producción de ácido del estómago. También resulta útil la ingestión de un antiácido, una hora después de las comidas y otro a la hora de acostarse para neutralizar el ácido del estómago y, posiblemente, reducir el paso de líquido ácido a través del esfínter esofágico inferior.

La administración de fármacos como la cimetidina o la ranitidina puede reducir la acidez gástrica. También deberían evitarse determinados alimentos (como las grasas y el chocolate), el tabaco y ciertos fármacos (por ejemplo, anticolinérgicos), todo lo cual incrementa la tendencia del esfínter esofágico inferior a dejar pasar líquido. El médico puede prescribir un fármaco colinérgico (por ejemplo, betanecol, metoclopramida o cisaprida) para hacer que el esfínter inferior se cierre con más fuerza.

La cirugía de urgencia no es necesaria a menos que la esofagitis produzca una hemorragia masiva. Pero la hemorragia puede volver a recurrir. El estrechamiento esofágico se trata con fármacos y dilataciones repetidas, las cuales pueden realizarse usando balones o sondas (dilatadores de metal progresivamente mayores). Si la dilatación es efectiva, el estrechamiento no limita de manera importante la ingesta de comida. El tratamiento con omeprazol o lansoprazol o la cirugía pueden aliviar la inflamación intensa, las hemorragias, las estenosis, las úlceras o los síntomas que no hayan respondido a otros tratamientos. El omeprazol y el lansoprazol son los fármacos más eficaces para la rápida resolución de la inflamación esofágica causada por el reflujo. El síndrome de Barret, un estado precanceroso, puede desaparecer, una vez que el tratamiento haya aliviado los síntomas, aunque no siempre es así.

Lesiones por sustancias corrosivas

Las sustancias corrosivas, como los productos de limpieza, pueden lesionar el esófago si son tragados de forma accidental o deliberada, como sucede en un intento de suicidio.

Algunos fármacos pueden causar una irritación intensa en el esófago si permanecen allí durante cierto tiempo. Ello puede ocasionar dolor con la deglución y, aunque con menos frecuencia, estrechamiento esofágico.

Divertículos de la pared del esófago
Los divertículos son protrusiones anormales de la pared del esófago.

Divertículos esofágicos

Los divertículos esofágicos (bolsas esofágicas) son protuberancias anormales del esófago que en algunas ocasiones pueden provocar dificultad para la deglución.

Hay tres tipos de divertículos esofágicos: bolsa faríngea o divertículo de Zenker, bolsa del tercio medio del esófago o divertículo de tracción y bolsa epifrénica. Cada uno tiene un origen diferente, pero probablemente todos ellos estén relacionados con trastornos en la coordinación de la deglución y de la relajación muscular, como puede suceder en la acalasia y en el espasmo esofágico difuso.

Síntomas, diagnóstico y tratamiento

Si el divertículo es grande, puede llenarse de alimentos y, más tarde, cuando la persona se inclina hacia delante o se acuesta, pueden ser regurgitados. Esto puede provocar que durante el sueño se aspire comida hacia los pulmones, ocasionando una neumonía por aspiración. En raras ocasiones, el divertículo puede crecer aún más y provocar dificultades para la deglución.

Para diagnosticar un divertículo se utiliza la videorradiografía o la cinerradiografía (un aparato de rayos X que reproduce imágenes en movimiento mientras la persona traga el bario).

Generalmente, no se necesita tratamiento, aunque si está afectada la deglución o existe la posibilidad de que se produzca una aspiración hacia los pulmones, se puede extirpar el divertículo mediante cirugía.

Hernia de hiato

La hernia de hiato es la protuberancia de una parte del estómago a través del diafragma desde su posición normal en el abdomen.

¿Qué es una hernia hiatal?
La hernia hiatal es una protrusión anormal de una porción del estómago hacia el interior
del tórax a través del diafragma.

En una hernia hiatal por deslizamiento, la unión entre el esófago y el estómago y también una porción de éste, que normalmente están debajo del diafragma, protruyen por encima de él.

En una hernia hiatal paraesofágica, la unión entre el esófago y el estómago está en su posición normal debajo del diafragma, pero una porción del estómago es empujada hacia arriba hasta atravesar el diafragma y situarse al lado del esófago.

La causa de la hernia de hiato generalmente es desconocida; puede tratarse de un defecto congénito o ser consecuencia de una lesión.

Síntomas

Más del 40 por ciento de las personas presenta una hernia hiatal por deslizamiento, pero la mayoría no tiene síntomas y cuando éstos existen suelen ser de poca importancia.

Una hernia hiatal paraesofágica generalmente no produce síntomas. Sin embargo, puede quedar atrapada o comprimida por el diafragma y no llegarle suficiente sangre. Se trata entonces de un trastorno grave y doloroso, llamado estrangulamiento, que requiere cirugía inmediata.

En raras ocasiones, en ambos tipos de hernia hiatal puede ocurrir una hemorragia microscópica o masiva del revestimiento de la hernia.

Síndrome de Mallory-Weiss
Las laceraciones de la mucosa del esófago se pueden presentar durante el esfuerzo del vómito (síndrome de Mallory-Weiss); en estos casos, dichas laceraciones se producen en la parte inferior del esófago en su unión con el estómago. Pueden ser causa de hemorragia digestiva.

Diagnóstico y tratamiento

Generalmente, los rayos X revelan con claridad la presencia de una hernia hiatal, aunque a veces el médico tiene que presionar con fuerza el abdomen para que una hernia hiatal por deslizamiento se manifieste con claridad.

Una hernia de hiato generalmente no requiere ningún tratamiento específico, pero sí debe tratarse cualquier reflujo de ácido acompañante. Una hernia paraesofágica puede ser corregida quirúrgicamente para prevenir la estrangulación.

Laceración y rotura esofágica

El síndrome de Mallory-Weiss es producido por una laceración de la porción baja del esófago y de la parte alta del estómago durante los vómitos, con grandes arcadas o por el hipo. Generalmente el primer síntoma del síndrome lo constituye una hemorragia de una arteria que se rompe. El síndrome de Mallory-Weiss es la causa de cerca del 5 por ciento de los episodios de hemorragia de la parte alta del tracto gastrointestinal.

El diagnóstico se establece por esofagoscopia o mediante una arteriografía (radiografía de una arteria tras la inyección de una sustancia de contraste). La laceración puede que no se detecte en una radiografía de rutina.

En general, los episodios de hemorragia se resuelven por sí mismos, pero en ocasiones un cirujano debe suturar o ligar la arteria sangrante. La hemorragia también se puede controlar mediante la inyección de vasopresina (un fármaco que produce contracción de las arterias). El esófago puede romperse durante una endoscopia u otro procedimiento que implique la introducción de instrumentos. En estos casos, el riesgo de muerte es muy alto. Las roturas son generalmente causadas por los vómitos y raramente por levantar pesos o por un esfuerzo excesivo durante la defecación. Una rotura esofágica produce una inflamación del tejido en el pecho por fuera del esófago (mediastino) y permite que el contenido esofágico penetre en el espacio que deja la pleura (membrana que recubre los pulmones), lo que se conoce como derrame pleural. Esta situación requiere una reparación quirúrgica inmediata del esófago y el drenaje del área inflamada que lo rodea.


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