Por Vincenzo Basile (Capítulo Cubano) y Oscar
Figueredo Reinaldo (Sentir Joven)
Los estados modernos -ya sean liberales o
republicanos- depositan buena parte del concepto de “democracia” en las formas
de elegir a sus gobernantes o representantes, garantes de defender sus
intereses en el “mundo político”.
El delirio de las naciones de saberse más
democráticas que otras ha generado -desde la creación de los estados modernos-
disímiles vías para legitimar el poder, atendiendo a las restricciones o -más
bien- a los paradigmas que fijan las bases para constituirse en estados
democráticos; como si tal concepto fuese único, invariable e inamovible.