lunes, 31 de diciembre de 2012

Magret de pato asado



Buenas!

Llega el fin de año y con él, como siempre, vienen a nuestras cabezas y, por ende a nuestras, conciencias un montón de buenos propósitos. Los más habituales suelen ser ponerse a dieta, apuntarse en el gimnasio o dejar de fumar. No hay problema, la mayoría podría renovar retomar la dieta que abandonó hace meses, renovar la matrícula del gimnasio al que solo fue una semana para estrenar el chándal que le trajeron los reyes y quitar el polvo del best seller de autoayuda para dejar el tabaco que guarda en la balda del salón junto a las páginas amarillas.

Nosotros por nuestra parte, como todo el mundo, tenemos nuestros propios propósitos de año nuevo que, exceptuando el de dejar de fumar (porque afortunadamente no somos fumadores) sí que incluyen los otros dos retos estrella de Año Nuevo.

En lo relacionado al blog, nuestro propósito para el año que comienza es seguir disfrutándolo exactamente igual que hasta ahora. Cocinar y comer es lo que más nos gusta pero contárselo a los que están ahí es una experiencia cada día más gratificante. Y como metas para el 2013 aprender mucho, probar más y mejorar en todo lo que podamos. Mejores fotografías, variedad en nuestras recetas y seguir creciendo, en la medida de lo posible y sin perder nuestra esencia.

Para terminar el año una traemos una de nuestras carnes favoritas. De esas que solemos hacer un par de veces al año cuando queremos darnos un homenaje. El magret de pato es una de las carnes con más sabor que hemos probado, una auténtica delicia. Y además una receta sencilla y con muy pocos ingredientes. Como se suele decir, si dispones de una buena carne, no te hace faltan demasiados ingredientes para conseguir un plato delicioso. Lo de hoy no es una receta en sí, es más bien una técnica (de tantas) mediante la cual podemos cocinar la pechuga de pato.

Magret de paso


Feliz Año Nuevo 2013 para todos y todas los que siempre están ahí, para los que pasan de vez en cuando y para los que accidentalmente han venido a parar aquí. El año próximo será mejor que este, estamos seguros. ¡Nos vemos el año que viene! 

Y de regalo, el villancico más divertido de estas Navidades!


Ingredientes:

1 magret (pechugas) de pato
Pimienta negra (recién molida)
Sal



















Elaboración:

Para empezar vamos a hacer unos cortes en forma de red en la parte grasa del magret (como se ve en la foto). Salpimentamos por ambas caras y reservamos.


Ponemos una sartén al fuego y cuando esté bien caliente ponemos en ella el magret por la parte de la grasa. Dejamos que se vaya cocinando a fuego suave durante aproximadamente 15 minutos.
Poco a poco la pechuga irá soltando grasa. Con la ayuda de una cuchara vamos regando el magret con esa aceite que va desprendiendo.


Pasado el cuarto de hora, damos la vuelta a la pechuga y la dejamos 5 minutos más. Apartamos del fuego y dejamos reposar unos minutos. Cortamos en lonchas de aproximadamente medio dedo de grosor y salpimentamos de nuevo.


 


Listo para comer!

viernes, 28 de diciembre de 2012

Lebkuchen. Receta tradicional alemana de galletas



Buenas!
 
Hoy es el Día de los Inocentes (felicidades si algún Inocencio o Inocencia nos está leyendo) pero a mi la “inocentada” me la hicieron ayer. 

Como sabrán quienes nos leen asiduamente, hace unos meses que pasé a endosar las listas del paro, soy una de tantos otros, desgraciadamente. Pues bien, el miércoles a las 8 de la tarde me llamaron de una academia para decirme que había sido seleccionada para un curso y que debía presentarme allí al día siguiente a las 9 de la mañana para comenzar las clases. Ya se pueden hacer una idea de la cara de tonta que se me quedó.

Por supuesto que quiero estudiar, adquirir nuevos conocimientos, ampliar mis aspiraciones profesionales. Además quiero formarme como profesional en el sector servicios, que es el que actualmente sostiene nuestra economía y que aquí en las Islas es lo que da de comer a la mayor parte de los canarios.

Pero lo que no se puede hacer, corrijo porque si que pueden aunque no deberían, es avisarte ahora para comenzar dentro de 13 horas. Ya se pueden imaginar mi debacle personal. Con una bebé, en plena Navidad, con vacaciones en el cole, con su aita (papá trabajando), etc. Se me vino el mundo encima. Es de esas veces que dices “tierra trágame”.

Pues nada, a movilizar gente, a “molestar” a los abuelos, los tíos, los jefes y todo el que se pueda para “cuadrar los turnos”. Y es que una madre (y un padre también) tiene que ser toda una profesional en todos los sentidos. Una muestra más de lo complicado que es conciliar la vida familiar y la laboral, y en este caso la formación.

Pues eso, aviso (y el que avisa no es traidor) de que hoy he comenzado a estudiar servicios de restauración y que pienso convertirme en una profesional en el sector. Así ya tendremos dos auténticos profesionales en el blog.

La receta de hoy es una entrega más de nuestro recetario navideño. En esta ocasión son unas galletas bastante especiales, las Lebkuchen. Estas galletas son muy populares en Alemania, especialmente en Núremberg. Desde 1927 su receta está protegida por las leyes alimentarias alemanas, cosa que en España sucede con recetas tan nuestras y tan importante como es la Tarta de Santiago, lo que nos permite hacernos una idea de la importancia de estas galletas para los germanos. Además, desde 1996 Nürnberger Lebkuchen constituye una denominación de origen protegida.

Estas galletas están enriquecidas con gran cantidad de especias lo que le otorgan un sabor muy peculiar. Aunque al probarlas saben principalmente a miel y naranja, por lo cual es importante escoger concienzudamente que miel vamos a utilizar, ya que es el ingrediente que mas sabor le va a aportar a nuestras galletas. Tengo que decir que entre la familia han triunfado y ya nos han pedido que repitamos.

En navidad, los alemanes suelen hacer estas galletas redondas o con formas navideñas (utilizando un cortapastas), pasarles un cordel y colgarlas del árbol a modo de adornos navideños. Por su conservación no hay que preocuparse demasiado ya que, al contener un alto porcentaje de azúcar y miel, mantienen su textura y sabor durante varios días (más aún en Alemania con el frío jejeje). 

Lebkuchen. Receta tradicional alemana de galletas

Esta receta en concreto la hemos extraído del libro de receta de KithcenAid Artisan, del cual ya les hemos hablado y que les prometemos que analizaremos en profundidad próximamente.






Ahí va la receta!


Ingredientes:

300 gr de harina
250 ml de miel
175 gr de azúcar moreno
50 gr de piel de naranja confitada, cortada muy pequeña
50 gr de avellanas tostadas y troceadas muy pequeñas
Un huevo
Una cucharadita de ron
La ralladura de una naranja
Una cucharadita de cacao
1/2 cucharadita de canela
1/4 de cucharadita de cilantro molido
1/4 de cucharadita de cardamomo molido
1/4 de cucharadita de clavo molido
1/2 cucharadita de sal
1/2 cucharada de levadura
Almendras peladas y laminadas (para decorar)

*Nota: la receta original contiene además 1/4 de cucharadita de nuez moscada. Por gustos personales hemos decidido suprimirla. Además, se deben pintar las galletas con una yema de huevo mezclada con agua, paso que omitimos y la verdad es que no encontramos gran diferencia en el resultado.

Para hacer la piel de naranja confitada hay que lavar concienzudamente una naranja y luego pelarla, preferiblemente valiéndonos de un pelador (de esta forma nos aseguramos de retirar solo la piel y omitir la parte blanca de la fruta). Exprimimos la naranja y medimos la cantidad de líquido resultante (en nuestro caso fueron 325 ml de zumo). En un cazo ponemos el zumo y la misma cantidad de azúcar (en nuestro caso 325 gr) e incorporamos la piel de la naranja (60 gr). Dejamos cocinar a fuego medio – suave hasta que el azúcar se haya disuelto por completo, la piel de naranja esté tierna y el líquido resultante sea una especie de jarabe bastante espeso. Dejamos enfriar y se puede guardar en un recipiente hermético en la nevera durante semanas o incluso meses.

 


Elaboración:

Antes de comenzar con la receta en sí debemos lavar profundamente una naranja y rallarla, solo la parte de color naranja de la piel. Además debemos haber elaborado la naranja confitada.

En un calentamos la miel a fuego suave justo hasta que rompa a hervir. En ese momento apartamos del fuego y añadimos el azúcar, el ron y el huevo y removemos hasta rápidamente para que el huevo no cuaje con el calor, hasta que el azúcar se haya disuelto. Agregamos la ralladura de naranja y volvemos a remover. Reservamos.

 

En un recipiente amplio ponemos la harina y la levadura (previamente tamizados), el cacao y todas las especias y mezclamos. A continuación le agregamos la mezcla de ingredientes líquidos que habíamos reservado y volvemos a mezclar hasta que esté completamente integrada. Por último incorporamos las avellanas y la piel de naranja confitada y mezclamos de nuevo. 

Tapamos el recipiente con papel film y guardamos en la nevera hasta el día siguiente. Es muy importante respetar este tiempo de reposo de la masa para que las galletas se impregnen de los sabores de todos los ingredientes que llevan. 

Al día siguiente precalentamos el horno a 190º centígrados, con calor arriba y abajo. Sacamos la masa de la nevera y vamos formando bolas no demasiado grandes y colocándolas en la bandeja del horno, sobre un papel vegetal, cuidando de que no estén demasiado juntas entre sí. Decoramos con algunas almendras.


Nosotros las hicimos redondas pero si quisieran utilizar un cortapastas deberán dividir la masa en porciones e ir trabajándola sobre la mesa enharinada (guardando en la nevera la masa que no estén utilizando).

Introducimos en el horno y cocinamos durante aproximadamente 13 minutos, hasta que estén doradas.


Listas para comer o para adornar tu árbol de Navidad!











miércoles, 26 de diciembre de 2012

Crema de zanahoria con crumble de pan y almendra



Buenas!
 
Después de dos días de alegría y excesos, Nochebuena y Navidad, todos necesitamos tranquilidad y nuestros estómagos, más aún. En estos días abundan todo tipo de manjares en nuestras mesas y además. Nos dejamos llevar de tal manera que más que de gula, podríamos denominarlo “lujuria gastronómica. Además, quien más y quien menos, toma alguna copa… El resultado suele ser un coctel molotov para nuestras pobres y sobre saturadas tripas.

Por otro lado, aquí no quedará la cosa. Nos queda aún la cena de Nochevieja, la comida de Año Nuevo y el Día de Reyes. Por todo eso conviene que estos días bajemos bastante el listón y “premiemos” a nuestros estómagos proporcionándoles alimentos sanos, bajos en grasas, de fácil digestión, etc.

Nosotros hoy optamos por una Crema de zanahoria, muy sencilla, baratita y sana, a la par que sabrosa. A la que, para darle un pequeño aporte de hidratos de carbono (necesarios para que la maquinaria funcione) le hemos preparado un acompañamiento muy especial: un Crumble de pan y almendras.

Este crumble se parece algo a uno cuya receta se encuentra en el libro de recetas de la KitchenAid Artisan, digamos que nos sirvió de fuente de inspiración pero que, como suele ocurrir al final, “cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia”.

Por cierto ya tenemos en casa dicho libro, del cual les vamos a hablar en breve porque nos parece un recetario muy interesante, con buenos platos (originales y variados), una estética y fotografías muy cuidadas, explicaciones sencillas, etc… Además resulta bastante útil para los que tengan la KitchenAid en casa (y para los que no la tengan también).

Les dejamos con la receta!


Crema de zanahoria con crumble de pan y almendra



Ingredientes:


Para la crema:

600 gr de zanahorias
3 patatas grandes
4 dientes de ajo
Una cebolla grande
Pimienta negra molida
Aceite de oliva
Sal


Para el crumble:

40 gr de pan rallado
50 gr de harina de almendra
20 gr de mantequilla
1/2 de cucharadita de canela en polvo






Elaboración:

Pelamos las patatas, la cebolla y la zanahoria. Cortamos la cebolla en juliana y la zanahoria en rodajas. Ponemos una cazuela al fuego con un chorrito de aceite en la que cocinaremos la verdura. Añadimos una pizca de sal y dejamos que la fritura se vaya pochando a fuego medio – alto.


Mientras lavamos y cortamos las patatas en dados y los agregamos a la cazuela. Sofreímos y poco y cuando las papas se hayan cocinado durante un par de minutos, agregamos agua (o caldo de pollo, carne o verduras si tenemos en casa) solo hasta cubrir la verdura. Subimos el fuego y cuando el caldo llegue a ebullición, lo bajamos un poco, salpimentamos y lo dejamos que se cocine hasta que la verdura esté tierna.

Ahora vamos a preparar el crumble. Ponemos una sartén al fuego en la que derretiremos la mantequilla (con cuidado para que no se queme). Mezclamos el pan, la harina de almendras y la canela. A continuación agregamos la mezcla anterior y sofreímos hasta que quede dorado. Retiramos de la sartén y dejamos reposar en un plato hasta que esté frío.


Cuando se haya cocinado la verdura, apagamos el fuego, trituramos y rectificamos de sal y pimienta.

Servimos la crema acompañada se una cucharada de nuestro crumble. El resto del pan lo servimos en un recipiente aparte para que cada comensal se sirva a su gusto.

Que aproveche!






lunes, 24 de diciembre de 2012

Solomillo de cerdo con salsa de queso azul y patatas con aceite de albahaca



Buenas!
 
Hoy, aunque no es viernes, venimos con otra entrega de nuestro recetario navideño. Y es que en un día como hoy, es lo que toca. En este caso se trata de una receta que hemos hecho en casa en alguna que otra ocasión: un solomillo de cerdo (que la verdad es que está bueno con cualquier cosa que le pongas), al cual hemos acompañado con una salsa, muy suave pero muy sabrosa, de queso azul. Aunque esta noche confesamos que nuestra cena va a ser pato confitado.


Esta noche los Tartufo, si cabe, estamos aún más emocionados que de costumbre. El bebé Tartufo va creciendo y cada vez se da más cuenta de lo que es la Navidad, vemos la ilusión en su cara cuando ve los adornos, las luces y, sobre todo, a Papá Noel. Nosotros somos más de los Reyes Magos pero es comprensible que, siendo tan peque, la llame más la atención Papá Noel: viste de rojo, es sólo uno y además se llama Papá.

En cualquier caso, en la familia siempre ha sido costumbre que Papá Noel pasara por casa, aunque fuera solo a dejar un detalle, y así hará también con la peque. Recuerdo que cuando era niña, Papá Noel me dejó en el árbol los regalos más diversos: desde una pequeña piscina con dos tortugas (una para mi hermana y otra para mí), hasta unos lápices de colores y un cuaderno para colorear. Pero de lo que no se olvidaba nunca, nunca Papá Noel (ni los Reyes Magos) era de traernos, a mi hermana y a mí, libros de cuentos. Y queremos continuar así e intentar que el señor Noel no se olvide de traer a la enana libros y que así aprenda a disfrutar de la lectura y de la maravillosa experiencia que es dejarse llevar por una buena historia.


En casa del señor Tartufo, quien pasaba en Nochebuena no era Papá Noel sino el Olentzero. Para quienes no lo conozcan, viene a ser el San Nicolás de los niños vascos. Un señor muy mayor y encantador que se encarga de dejar los regalitos en las casas del País Vasco.


Deseando que llegue esta noche para disfrutar de una buena cena con la familia y esperar a ver que deja por aquí Papá Noel, les dejamos por hoy. No sin antes desearles que pasen una Nochebuena llena de paz y amor (como dice la canción). Feliz Navidad y, hoy más que nunca, gracias por estar ahí.

 


Ahí va la receta!


Ingredientes: para 4 personas

Un solomillo de cerdo
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Pimienta negra molida


Para la salsa:

100 gr de queso azul (roquefort)
2 cebollas
100 ml de brandi
250 ml de nata (35% materia grasa)
Una nuez de mantequilla
Para la guarnición:
2 patatas
Aceite esencial de albahaca


*Nota: para elaborar el aceite esencial de albahaca necesitamos una buena cantidad de hojas frescas de albahaca y aceite de oliva virgen extra (aproximadamente el doble de albahaca que de aceite). Trituramos con la batidora y conservamos en un tarro de cristal que deberemos cubrir totalmente con papel de aluminio para que el verde del albahaca no se oxide. Aguanta muchísimo tiempo en la nevera, incluso meses.


Elaboración:

Limpiamos el solomillo de grasa (si es necesario) y lo salpimentamos. Reservamos.

Pelamos y cortamos las cebollas, una en brunoise y la otra en juliana. Ponemos en una sartén a pochar la cebolla que hemos cortado en juliana, con un dedo de aceite. Pelamos, lavamos y cortamos las patatas en rodajas gruesas (algo menos que un dedo) y las ponemos en la sartén con la cebolla a pochar a fuego medio para que el interior de las patatas se vaya cocinando. Con esto elaboraremos la guarnición.

La otra cebolla, la que habíamos cortado en brunoise, la ponemos a pochar en un cazo con un chorrito de aceite y una nuez de mantequilla. Esta cebolla nos servirá de punto de partida para hacer la salsa.
Cuando la cebolla esté pochada, añadimos el queso (lo deshacemos un poco con la mano antes) y le damos vueltas hasta que se haya derretido. 

 

A continuación añadimos el brandi y dejamos que reduzca. Una vez se haya reducido, añadimos la nata y volvemos a reducir aproximadamente hasta la mitad (o hasta que tenga el punto de textura que nos guste). Rectificamos la salsa de sal, con cuidado ya que el queso ya le aporta un punto bastante sabroso. Reservamos.

Retiramos las patatas y la cebolla del fuego y les escurrimos todo el aceite. La cubrimos con papel de aluminio para que se mantengan calientes hasta el momento de servir.

 

Volvemos a poner la sartén sin nada de aceite (solo lo que queda pegado después de retirar el aceite) y ponemos el solomillo, primero a fuego fuerte para que se selle. La marcamos por todas las caras y se baja el fuego a medio para que se cocine por dentro (aproximadamente 10 minutos dependiendo del tamaño de la pieza). Una vez hayamos retirado la carne del fuego, dejamos reposar el solomillo 5 minutos antes de cortarlo.

 
Las patatas, ya escurridas y en la misma fuente donde las vayamos a servir, las rociamos por encima con una cucharada de aceite esencial de albahaca.





Que aproveche!