La Dama de Picas PDF Imprimir E-mail

La Dama de Picas

Sinopsis por actos

Acto I

Los soldados Chekalinsky y Tsurin pasean por un parque. Comentan que Herman, otro soldado, a pesar de no participar nunca, siempre observa de manera obsesiva cómo juegan los otros. Acompañado de su amigo Tomsky, aparece Herman lamentando el hecho de que se ha enamorado de una joven de clase alta, de la que ni siquiera sabe el nombre. Entra el Príncipe Yeletsky con su prometida Lisa, y la abuela de ésta, la Condesa. Mientras Yeletsky está rebosante de alegría por su reciente compromiso, Herman está desolado: Lisa es la mujer de la que está enamorado. Una vez que Yeletsky y las damas se han marchado, los soldados cuentan que, cuando era joven, la Condesa entregó su amor a cambio de aprender un truco para ganar siempre en los juegos de cartas. Debido a esta historia, la Condesa recibió el sobrenombre de la “Dama de Picas”. Le contó el secreto a dos hombres, pero una aparición en sus sueños le advirtió que se mantuviera alejada del “tercer pretendiente” que intentase descubrir el secreto. Herman cree que, si consigue conocer el truco, se resolverán tanto sus problemas económicos como los románticos.

En casa, Lisa y sus amigas bailan y tocan música. Sin embargo, Lisa se muestra distraída y distante. En un momento, el ama de llaves invita a los amigos a que dejen a Lisa sola, incluida su amiga Pauline, que ha estado tratando de animarla. Lisa le pide a su doncella Masha que deje las ventanas de su habitación abiertas porque quiere disfrutar de la brisa vespertina. A solas, Lisa expresa su descontento con el compromiso y su extraña atracción hacia el extraño que la observaba en el parque. En este momento, Herman aparece por la ventana y amenaza con quitarse la vida si ella se casa con otro. Lisa le invita a entrar en la habitación pero, de repente, alguien llama a la puerta y Herman se oculta. Es la Condesa, que le pide que cierre la ventana y se vaya a dormir. Tras la salida de la Condesa, Lisa le pide a Herman que se vaya, pero finalmente sucumbe a la pasión y los dos se abrazan.

Acto II

Pasado un tiempo, los amigos de Herman comentan, durante un baile de disfraces, la obsesión de éste por descubrir el truco secreto de las cartas. Lisa está triste y desganada y Yeletsky trata de animarle recordándole lo mucho que la ama. Clandestinamente, Lisa le da a Herman la llave de la habitación de su abuela y le dice que la Condesa estará ausente durante todo el día siguiente. Sin embargo, Herman insiste en volver esa noche creyendo que el destino le llevará a descubrir el truco secreto de las cartas. Entonces se cuela en la habitación de la Condesa y admira un retrato de ésta cuando era joven. Se escuchan pasos y Herman se esconde. Cuando se adormece, Herman sale de su escondite y la despierta, rogándole que le revele el secreto. Cuando ella se niega, la amenaza con una pistola y la Condesa fallece del susto. Lisa se apresura hasta la habitación de su abuela y descubre con horror que el hombre al que ha dado su amor estaba más interesado en el secreto de las cartas que en ella. Lisa le ordena que se vaya y rompe en llanto.

Acto III

Solo en el cuartel, Herman lee un mensaje de Lisa donde le pide que se encuentre con ella en el río a medianoche. El espectro de la Condesa hace su aparición y accede a contarle el secreto para salvar a Lisa. Él escucha atentamente mientras ella le revela las cartas: tres, siete, as.

Lisa aguarda a la orilla del río helado mientras se lamenta de que incluso aunque Herman la ame, sus esperanzas de felicidad han desaparecido. Al poco tiempo se presenta Herman. Al principio le habla de manera reconfortante, pero pronto empieza a balbucear acerca de la Condesa y del secreto hasta que deja de reconocer a Lisa y la abandona. Cuando Lisa se da cuenta de que su vida está totalmente arruinada, se tira al río.

En una taberna cercana, unos oficiales del ejército apuestan a las cartas. Yeletsky, que nunca antes había apostado, también se encuentra presente ahora que su compromiso se ha roto. El ambiente es festivo hasta que llega Herman y se une a la partida. Inmediatamente apuesta al tres y gana, para sorpresa de los otros. Seguidamente, apuesta al siete y vuelve a ganar. Mientras levanta su vaso de vino declara que “la vida es solo un juego”. Finalmente apuesta al as, pero Yeletsky gana esta vez con su carta: la dama de picas. Una vez más, Herman ve el espectro de la Condesa y en ese momento se quita la vida mientras suplica el perdón de Yeletsky y de Lisa.