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Cártel de Tijuana, imperio familiar


Domingo 31 de marzo de 2002 Javier Cabrera Martínez/Corresponsal | El Universal

CULIACÁN, Sin. Hijo de un modesto mecánico que vendía fayuca para cubrir los gastos familiares, Francisco, el mayor de los 11 hermanos Arellano Félix, cobró notoriedad en la época de los 70 por su afición a las motos, la ropa fina, el buen trato y su don para organizar fiestas juveniles, lo que años más tarde le abrió las puertas para convivir con artistas y luminarias del boxeo, entre ellas, Julio César Chávez.

Casi nadie se atreve a hablar en esta ciudad de la infancia de Francisco, Benjamín y Ramón Arellano Félix, considerados los cerebros del cártel de Tijuana; sus antiguos vecinos de la calle Miguel Hidalgo, ubicada a espaldas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, sólo aportan datos vagos en voz baja, pues temen que sus palabras ofendan a la familia.

Con la condición de no revelar sus nombres, algunos de ellos narran que en los años 40 los abuelos maternos, Alberto Félix y Ramona Zazueta, con lazos familiares en Tamazula, Durango, eran comerciantes de sombreros en el mercado Garmendia. En ese lugar, Benjamín Arellano Sánchez, de oficio mecánico automotriz, conoció a la que sería su esposa, Alicia Félix Zazueta, con la que procreó 11 hijos siete varones y cuatro mujeres.

Durante casi 20 años, el matrimonio Arellano Félix y sus hijos vivieron en una modesta casa ubicada en el número 566 de la calle Miguel Hidalgo, en el primer cuadro de esta ciudad, en donde algunos viejos residentes recuerdan a casi todos los hijos como unos muchachos alegres, sin vicios y proclives a los negocios de venta de ropa, licores y dulces que traían de contrabando.

Francisco, Isabel, Benjamín, Carlos Alberto, Eduardo, Alicia, Enedina y Ramón cursaron la primaria en la escuela "Álvaro Obregón", ubicada a dos calles de su domicilio; casi todos ellos pasaron por las aulas de la maestra Ángela Moncayo, una de las más reconocidas hasta su muerte hace varios años.

Los primeros siete hijos del matrimonio, cuatro varones y tres mujeres, son recordados en forma muy vaga por los más antiguos maestros de la escuela secundaria pública "Emilio Obeso", enclavada en la calle Victoria, entre Benito Juárez y Escobedo, en el mismo barrio donde nacieron.

El jefe de familia era un mecánico que trabajaba en un taller cercano al plantel y en sus tiempos libres vendía chocolates y dulces americanos. Familiares en tercer grado de los Arellano Félix los describen como jóvenes inquietos, emprendedores en diversos negocios, sobre todo el mayor, Francisco, ahora recluido en el penal federal de la Palma, quien desde temprana edad ayudaba a su padre en la venta de fayuca y organizaba entre los jóvenes tardeadas con sonido para obtener dinero y darse algunos lujos.

La prosperidad de esta familia comenzó al inicio de la década de los 80, al extender su negocio de fayuca a la venta de artículos electrónicos, lo que les permitió adquirir una residencia en una de las colonias más exclusivas de ese tiempo: la Guadalupe, sobre la calle Río Elota, en donde iniciaron sus primeras relaciones de amistad con muchachos de su edad, algunos de ellos ligados al tráfico de drogas.

Los apellidos Arellano Félix comenzaron entonces a ser conocidos y generaron que se les ligara en parentesco, sin tener ninguna relación familiar, con Miguel Félix Gallardo, considerado en ese tiempo el jefe del cártel del Pacífico, con sede en el estado de Jalisco, lo que les abrió las puertas en varios negocios lícitos.

Los Rebeldes , una popular tienda que tenía una sinfonola y donde se vendían refrescos y raspados, ubicada en el cruce de las calles Río Culiacán y Álvaro Obregón, se convirtió en el punto de reunión de cerca de unos 40 jóvenes que fluctuaban entre los 16 y 23 años de edad. Entre los asistentes hubo dos que destacaron por su forma de vestir, trato amable con el sexo femenino y sus hermosas motocicletas BMW, Francisco Arellano Félix y Francisco Amarillas, éste último originario de la comunidad de la Pipima, Navolato.

Gabriel Cossío Lafarga, con 79 años de edad, era aún propietario de este negocio, el cual cambió hace 18 años de domicilio a Río Fuerte, esquina con Nicolás Bravo, en la misma colonia Guadalupe. Hoy recuerda aquel grupo de jóvenes que asistía a escuchar música y a divertirse, muchos de los cuales han muerto en vendettas y otros están en la cárcel.

En ese nutrido grupo de jóvenes figuraba Gustavo Rico Urrea, cuyo hermano Miguel Ángel (a) El Chico Rico merecía respeto por estar vinculado al grupo de Félix Gallardo, pero entonces también el apellido Amarillas tenía peso. Con el paso del tiempo, los enlaces matrimoniales entre jóvenes asistentes a Los Rebeldes trajo consigo la incorporación de una nueva camada de futuros sicarios, lo que permitió a los Arellano Félix fincar lo que sería poco después su imperio.

Cossío Lafarga, quien por espacio de 20 años estuvo al frente del negocio en la colonia Guadalupe, dice tener sólo recuerdos vagos del resto de los Arellano Félix, puesto que "la figura central en ese entonces era Francisco por las motocicletas que conducía en el populoso barrio", en el que había otros jóvenes como Armando López Esparza (a) El Rayo , mucho más agresivo, quien murió en 1998 en Tijuana.

En un recuento sobre los jóvenes que asistían a divertirse y escuchar música en ese abarrote de moda figuran los nombres de Gustavo Rico Urrea, Francisco Amarillas, Salvador Zazueta, Carlos López y los hermanos Florentino y El Rayo , quienes aparecen en una enorme lista de ejecutados en más de dos décadas.

Una de las versiones, narrada con la encomienda de no dar a conocer el nombre del autor, pues fue su amigo de adolescente, apunta a que Benjamín comenzó a tener relación a fines de los 70 con Carlos Aguilar Garza, comandante de la Campaña Contra el Narcotráfico en la zona 06, que abarcaba los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango, esto porque ambos salían con muchachas que eran amigas afines.

Benjamín Arellano conoció desde muy joven las entrañas del negocio de la droga debido a la amistad que mantuvo con este personaje de la PGR, quien tenía a su mando la "Operación Cóndor", destinada a erradicar los cultivos de amapola y mariguana en el triángulo dorado de la sierra madre occidental y asestar los más duros golpes a los capos de ese tiempo, entre los que figuraban Ernesto Fonseca Carrillo, Rafael Caro Quintero, Miguel Félix Gallardo, Jesús Esparragoza Moreno, El Azul , Pedro Serrano y Heliodoro Cazarez Laija, El Culichi , entre otros. El citado funcionario de la PGR fue retirado del cargo a raíz del escándalo por la muerte del periodista Roberto Martínez Montenegro y se refugió en Tamaulipas, donde años más tarde fue acribillado a tiros en una disputa por el control de la droga en esa zona. Así, Benjamín Arellano y varios miembros de su familia se trasladaron a Guadalajara a vivir y estudiar.

Años antes de la detención de Miguel Félix Gallardo, en 1987 en el estado de Jalisco, relacionado con la muerte del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, el mayor del clan de los Arellano Félix abrió en el puerto de Mazatlán la más moderna y lujosa discoteca de América Latina, El Frankie Oh , en una plaza controlada por Manuel Salcido Uzeta (a) El Cochi Loco . Esta discoteca se convirtió en el centro de actuación de los artistas de mayor renombre y el escenario de las mejores peleas de box.

Como empresario, Francisco Arellano convivió con las luminarias de la televisión y del cine y se exhibió en fotografías pagadas en diarios locales con el ídolo de los cuadriláteros, Julio César Chávez, en donde se describen los regalos mutuos que se hicieron, como vehículos de importación de lujo.

De Ramón Arellano, ubicado como el séptimo de los hijos, las versiones sobre su comportamiento de adolescente son contradictorias: unas apuntan a que tenía un carácter fuerte, parco y poco sociable, distinto a sus hermanos mayores, y otras lo describen como amigable, muy cercano a Pancho en el Frankie Oh , hasta que éste se muda a Guadalajara, a los 19 años de edad, para proseguir sus estudios profesionales.



Antiguos vecinos

Frente al hogar donde nacieron los Arellano Félix se ubica el estanquillo denominado Magui , sus propietarios residen en ese lugar desde 1954, pero se muestran temerosos de hablar sobre sus antiguos vecinos, máxime que ahora son delincuentes famosos.

Sólo se atreven a mostrar su asombro por las noticias relacionadas con la muerte de Ramón, en plenas fiestas de carnaval en el puerto de Mazatlán, a quien conocieron como un muchacho tranquilo y deportista, como el resto de sus hermanos.

Sin revelar su nombre, una de las señoras que atiende el estanquillo asegura que hace muchos años no tiene contacto con doña Alicia Félix Zazueta. Desde que la familia se cambió a la colonia Guadalupe y la casa fue derrumbada para construir un moderno edificio de oficinas que abarca dos esquinas, sobre la calle Teófilo Noris, entre Hidalgo y Juárez, donde actualmente se encuentra el Registro Civil.

Según el expediente 4834/GGI/93, de fecha 9 de septiembre de 1997, por resolución judicial se restituyó a la señora Alicia Félix Zazueta dos inmuebles confiscados por la PGR; uno es una residencia ubicada en la calle de Albatros número 305, en el puerto de Mazatlán, y el otro es un edificio de oficinas construido sobre el terreno donde nacieron los jefes del cártel de Tijuana.

Sin ningún antecedente delictivo en esta entidad, las tres cabezas más importantes del cártel de Tijuana, dos de ellos recluidos en el penal de la Palma, Francisco y Benjamín, y Ramón, muerto en un enfrentamiento con policías ministeriales en el puerto de Mazatlán, vieron crecer su estrella en el mundo de las drogas al asentarse en esa ciudad fronteriza, donde residía su tía Agustina Félix Zazueta, casada con Jesús Labra Avilés.

Del matrimonio de Benjamín Arellano Sánchez y Alicia Félix Zazueta, viven nueve de sus 11 hijos: Francisco, Benjamín, Carlos Alberto, Eduardo, Alicia, Enedina, Felipe, Javier y Leticia, los otros dos, Isabel y Ramón murieron, éste último en forma violenta. Las leyendas de violencia forjadas en torno a los hermanos Arellano Félix, durante dos décadas y en diferentes puntos del país, causan aún asombro entre quienes los conocieron de adolescentes y convivieron con ellos, ya que sólo conservan en su memoria la figura del mayor de este clan, Pancho , montado en una moderna motocicleta y paseando por las principales calles a las mujeres más hermosas de su época.



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