Introducción
En la obra de Pedro Morales Pino se cristalizó la esencia de los aires andinos de pasillo, bambuco y danza, no sólo mediante buenas e inspiradas melodías, sino con el acertado discernimiento de su teoría musical inherente. Esto le permitió escribir correctamente sus ritmos y realzarlos en arreglos, tarea que habían eludido sus antecesores. Mejoró la práctica interpretativa de la música popular, llevándola a una "orquesta típica" creada para su ejecución y a su vez trajo la música europea al conjunto típico. Este gesto, que aún hoy en día se repite con ansias anacrónicas por la validación universal de un lenguaje particular, tuvo en Morales Pino el mejor exponente en el momento histórico preciso, cuando la resolución de la cuestión del nacionalismo musical se hacía impostergable. Mucho de lo que se hace hoy en día en Colombia en tríos y estudiantinas debe remitirse al legado de Morales Pino, no sólo por haber sido el pionero de esta expresión a nivel profesional, sino el epígono prácticamente insuperable con el cual todavía se compite en romántica imitación.
La generación centenarista de músicos (Emilio Murillo, Ricardo Acevedo Bernal, Fulgencio García, Luis A. Calvo, Carlos Escamilla, Alejandro Wills, entre otros), enfrascada en un discurso nacionalista que llegó a tener ribetes de cruzada en los años entre 1920 y 1940, encontró en el trabajo de Morales Pino el ejemplo paradigmático de sus empeños. En Morales Pino veían el origen y el camino de la música nacional. Su nombre ya era leyenda antes de morir, hasta el punto de que algunos prácticamente olvidaron la música nacional anterior a sus composiciones; el conjunto tipo estudiantina empleado por Morales Pino se impuso como el "correcto y tradicional" para tocar los aires andinos del país. Estaban dominados por el entusiasmo aún imbuído de añoranza decimonónica y de sensibilidad extrema hacia la música y la poesía. Tenían cierta razón en volcar sus miradas a la obra de Morales Pino, pues había logrado cosas únicas y valiosas. Puso a los colombianos a escuchar música tradicional en situación de concierto, tocándola con la misma exigencia técnica de la música clásica; trasladó, con acierto, los aires nacionales a partituras de conjunto realizando versiones de los mismos con base en reglas académicas de la composición.
[Elaborado por Ellie Anne Duque]
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