Reconocimiento hasta elevar el modelo a icono.
La reciente colección “Disintegrating” y “Hatch” de Fabian Oefnerde, constata el logro por parte de algunas marcas, de colocar a algunos de sus modelos en el status de iconos, no necesitando presentación – e incluso visualizar el auto entero – para reconocerlo.
Obtener un reconocimiento mundial reconociendo la silueta – e incluso detalles del auto – supone un hándicap para las firmas de automóviles, ya que con independencia de las ventas de ese modelo, queda reflejado en la mente del consumidor – o del mero espectador – el nombre de la compañía responsable de su fabricación.
Este hecho no es casual y en ocasiones tampoco lo es rápido. Casos tan claros en cuanto repercusión y reconocimiento del automóvil como son el Ferrari F40 o el Lamborghini Miura vinieron precedido por una amplia campaña de comunicación, en el que el triunfo del auto – y su posterior notoriedad – estaba garantizada, pero en otras ocasiones, tuvieron que pasar varios años y la consecución de premios, para que su imagen quedara grabada en la memoria de los individuos.
No cabe duda que sin los logros del rally de San Remo del año 1965 y su descarado diseño, el Mini no sería el icono que lo es ahora, mismo caso que el del VW Beetle con su perenne diseño atemporal. El Ford Modelo T no sería tantas veces repetido si no fuera por sus logros, no en la pista sino en su fabricación, los cuales lograron que se fabricaran hasta 15 millones de este modelo y como estos casos, nos encontramos varios más: Porsche 911, Saab 900 Turbo, DeLorean DMC 12 o el BMW Isetta..
A finales del año 2013 y como muestra del malestar general del pueblo español sobre como se ha tratado la reciente crisis económica por parte de los políticos nacionales, un artista español utilizó a seis Mercedes con proclamas político sociales como reflejos de los seis presidentes que ha tenido la democracia española, relacionando en el subconsciente de la persona que veía la obra, el lujo que desprende la firma Mercedes con la época de sobriedad – no auto afligida – de los políticos nacionales.
Afortunadamente, el mundo del automóvil no sólo se ha utilizado en el arte como un amanera de crítica, el artista suizo Fabian Oefner ha presentado en Ginebra su obra Disintegrating, la cual se caracteriza por plasmar el momento justo en que se puede contemplar la totalidad del automóvil – o de una maqueta con todo lujo de detalles – si éste explotara en cientos de pedazos, logrando un efecto visual descarado e impactante.
Dicho trabajo tiene varias horas de trabajo, al ser un proceso laborioso y meticuloso de localización de las piezas, iluminación, imaginación y sobre todo formación del collage final a través del tratamiento de las fotografías capturadas. Su obra se “aprovecha” de la fama de los vehículos que “desintegra” para que la mente de la persona que disfrute de la obra, vea el momento actual del vehículo, sabiendo de manera clara como era el vehículo en su originalidad.
Es fácil reconocer en su obra los modelos que originalmente copaba la imagen del artista, reconociendo un Jaguar E-Type de 1961, un Mercedes-Benz 300 SLR Uhlenhaut Coupé de 1954 y el impresionante Ferrari 330 P4 de 1967 de la serie “Disintegrating” y el nacimiento del Ferrari 250 GTO de 1962 de la serie “Hatch”.
Precioso el momento en que el automóvil pasa de ser un objeto a convertirse en el icono de la moda que permite pasar el tiempo de manera majestuosa sin perder su estilo atemporal.
Fuente: MotorPasion.com, AutoBild.es, ArteDiscover.com,…
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