La obra es un contrapunto de sus experiencias entre Europa y Colombia.

En Europa aspira arte, historia, cultura. En Colombia, lo arrollan los dramas derivados de 50 años de masacres, secuestros, bombas, minas, corrupción.

Benjamín, protagonista de Entre dos aguas, es un militar bueno que muere misteriosamente y Martín, su hermano, viene de Roma a descubrir la verdad. "En el Ejército hay de todo -dice Mendoza-. El que sabe conducir una guerra regular, no a base de bajas. Y hay altos mandos que solo piden bajas, lo que conduce a los falsos positivos. (...) Lo malo es que siga la inseguridad. Parece que por temor a los falsos positivos, los militares no combaten. Prefieren quedarse en las guarniciones. Si los atacan se defienden, pero no más. Hay una guerra jurídica. Soy de los pocos que creen que esa guerra existe. Lo he investigado. Y las Farc aún controlan regiones donde conservan poder político y económico. No están derrotadas. Por hechos que vienen de atrás temo que la guerrilla reaparezca, como han aparecido las bandas criminales".

¿Por qué en su novela no aparecen los paras?

Porque mi experiencia es de los años 90 y entonces los paras no tenían el perfil de ahora. En el Cesar, donde aparecían las autodefensas, la gente decía: 'Al fin podemos volver a las fincas'. Eso evolucionó porque el narcotráfico se hizo cargo. Habrá que escribir otra novela sobre ese tema. Ver su evolución, mostrar que se convirtieron en algo tan horrendo como la guerrilla. No tengo parcialidades.

Lo que pasa es que la fuerza dominante en esos momentos era la guerrilla y mi novela se basa en hechos que conocí en muchas regiones. Me inquieta mucho la cantidad de jóvenes reclutados a la fuerza. Muchos, alineados por ser marxistas, se desmovilizan por miedo al darse cuenta del engaño: terminar con dinero del narcotráfico. Mi personaje transmite por una emisora lo ocurrido en Laos, Camboya, donde a los campesinos no los someten por la fuerza. El miedo falsifica la propia ideología.

¿Qué impacto cree que tendrá su novela?

Nadie sabe. Espero que analicen el aspecto literario: si está bien construida, bien escrita. En Colombia quizás prevalezca el aspecto político. Dirán que trato de crear la figura ideal de un militar sin darse cuenta que todo forma parte de esa realidad confusa, compleja, contradictoria que existe en el Ejército. Confío en que jóvenes militares se identifiquen con Benjamín, mi personaje. Y habrá militares que la rechacen pues hablo de incomprensiones.

Al reinstalarse en Colombia, ¿se siente desadaptado?

El regreso es difícil, el país es muy duro. La gente se acostumbró a la violencia. Hay mucha corrupción. La justicia está descuadernada. Hay guerrilla y parapolítica, pero no se analizan los casos con cuidado. Hay mucho testimonio falso.

¿Siente nostalgias?

Gabo dijo una vez: 'el hombre más feliz es el alcalde de Aracataca pues nunca ha salido de allá'. Me ocurre lo opuesto. Viajo desde los 17 años y en todas partes he dejado amigos que no quiero perder. Por eso no estoy completamente contento en ninguna parte.

Plinio Apuleyo Mendoza es autor de cuatro novelas, tres ensayos y coautor de tres libros de análisis político y económico.

LUCY NIETO DE SAMPER
ESPECIAL PARA EL TIEMPO