LA CIRUGIA PLASTICA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XX Y LA CREACION DE LA ESPECIALIDAD

Continuando con aquellos personajes dentro de nuestro país que contribuyeron al desarrollo de la
especialidad, hay que citar, ya a principios del Siglo XX, al catedrático de
Patología Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Sevilla, Profesor Cortés
Lladó, quien tras visitar la escuela francesa en aquella época, liderada por el
cirujano Morestín, citado con anterioridad por sus grandes contribuciones a la
Cirugía Plástica, realiza algunas de estas técnicas  pioneras y escribe un
libro titulado: "Cirugía Plástica Facial", definiendo el objetivo de la
Cirugía Plástica como la "conservación de la forma o la perfección
morfológica que la mayoría de las veces va unido a un objetivo fisiológico como
es la conservación o recuperación de la función".

 En 1929, durante la Guerra de Marruecos, el cirujano general, Mariano Gómez Ulla comenta con el Rey
Alfonso XIII la necesidad de incorporar técnicas reconstructivas que no se
realizaban en España de forma habitual y con este motivo se invita a cirujanos
americanos para que enseñen sus técnicas a cirujanos españoles.

En Madrid, en 1935, se establece como Cirujano Plástico el Dr. Soraluce, que había aprendido las técnicas de la
Especialidad en Praga junto al Dr. Burian.

Sin embargo, es durante la Guerra Civil de 1936, al igual que sucedió con la 1ª Guerra Mundial y sucedería con la
2ª, cuando se produce el auténtico desarrollo de la Cirugía Plástica en España.
Una vez iniciada dicha Guerra, los mutilados de cara demandan ayuda. Se crean
entonces tres Unidades de Cirugía Plástica: una para el ejército nacionalista
en San Sebastián que es dirigida por el Dr. Eastman Sheehan, ayudado por los
Dres. españoles Sánchez Galindo, Soraluce y Soler Roig y dos para el ejército
republicano, una en Barcelona dirigida por el Dr. Pere Gabarro, conjuntamente
con el Dr. Miguel Gras Artero, quien tras finalizar la guerra se desplaza a
Londres para trabajar junto a Harold Gilles y otra en Albacete dirigida por el
Dr. Anastasio Martínez Pérez.

El mando de Sanidad Militar de la zona nacionalista, comprende que se debe dar continuidad a la obra iniciada por
el Dr. Sheehan y en plena guerra se selecciona al capitán José Sánchez Galindo
para que en Comisión de Servicio se forme como Cirujano Plástico en los Estados
Unidos asistiendo, durante seis meses, al Barnes Hospital Group de la
Washington University en Saint Louis, Missouri, bajo la Dirección del Dr.
Vilray Papin Blair.

A su regreso a España, se crea el primer Servicio de Cirugía Plástica, que se ubica en el Hospital "General Mola"
de San Sebastián, para una vez terminada la contienda, trasladarse al Hospital
Gómez Ulla de Madrid, donde le espera un ingente trabajo en la reparación de
los mutilados de guerra.

El Ejército del Aire sigue el ejemplo y en su día crea otro Servicio de la Especialidad al frente del cual
pondrá al Dr. Almendral Lucas, uno de los primeros discípulos del Dr. Sánchez
Galindo y formado también junto al Dr. Blair Brown en Saint Louis.

En el servicio del Hospital Gómez Ulla se crea un centro de gran importancia donde trata a numerosos pacientes y
del que saldría un importante número de acreditados cirujanos militares, entre
los que se encuentra su sucesor, el Dr. Juan Quetglas, que tuvo asimismo un
importante papel en la especialidad, contribuyendo con la publicación de sus
libros y su labor clínica, al prestigio de la misma. Por estos años comienzan a
crearse servicios de Cirugía Plástica en Hospitales de la Cruz Roja en Madrid,
Barcelona, Sevilla y Valencia.

En 1955 es reconocida la Cirugía Plástica en España dentro de la nueva Ley de Especialidades, con la
denominación de Cirugía Reparadora, nombre que cambiaría posteriormente al de
Cirugía Plástica y Reparadora, hasta que el 7 de Febrero de 2003 cambia una vez
más su denominación a la actual de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora,
incorporando de esta forma a su definición el término Estética, ya que esta
materia es parte integrante y fundamental de la especialidad de Cirugía
Plástica, que como ya hemos  comentado,  es un tronco común del que
saldrían sus dos ramas, por una parte la Cirugía Reparadora, también denominada
Reconstructiva y por otra la Cirugía Estética.

Un año más tarde,  en 1956 se constituye oficialmente la Sociedad Española de Cirugía Plástica, sociedad
científica cuya finalidad, además de agrupar a los especialistas, es fomentar y
desarrollar la especialidad con la organización de congresos, actos
científicos, etc.

En 1960 se crea el Servicio Nacional de Cirugía Plástica y Reparadora, primer servicio de la red de
Hospitales públicos de la S.S. en el Centro Nacional de Especialidades
Quirúrgicas, en uno de los Pabellones de la Facultad de Medicina de la
Universidad Complutense de Madrid. Es en este departamento, dirigido por mi
maestro y el de muchos otros cirujanos plásticos, el Dr. Benito Vilar-Sancho,
donde realicé mi periodo de formación, que completé en el Hospital Ramón y
Cajal, que sustituyó al Centro anterior, donde estuve el resto de mi vida
profesional hospitalaria pública y que completé con estancias más o menos
largas en otros centros del extranjero.

Durante estos años se crean una serie de departamentos y servicios de Cirugía Plástica a través de todo el
País dentro de la amplia red hospitalaria de la Seguridad Social, donde se
formaron la mayoría de los cirujanos plásticos españoles que podían ya, desde
este momento, permanecer en España sin necesidad de salir a formarse al
extranjero. Dentro de estos Servicios o Departamentos destacan el ya mencionado
Centro Nacional de Especialidades Quirúrgicas,  posterior Ramón y Cajal, o
los de la Ciudad Sanitaria de La Paz con el Dr. Fernando Enríquez de Salamanca,
que también fue mi maestro, especialmente en cirugía de mano; Hospital Virgen
del Rocío en Sevilla con el Dr. Manuel Lazo; Hospital La Fe de Valencia con el
Dr. Vicente  Mirabet Ippólito; Hospital Valle de Hebrón en Barcelona con
el Dr. Jaime Planas, que estuvo un corto periodo de tiempo y que posteriormente
creó su propia clínica privada que lleva su nombre. Con posterioridad se fueron
abriendo nuevos Servicios de Cirugía Plástica en diferentes puntos de
España,  que en la actualidad continúan formando  a los residentes,
con excelentes resultados, durante el período de 5 años que se requieren para
la obtención del título de especialista vía MIR, una vez finalizada la carrera
de medicina. Hay que mencionar asimismo, por su contribución a la especialidad,
a nombres como el Dr. Vázquez–Añon que desgraciadamente murió asesinado en su
plenitud profesional por un paciente perturbado y que ejerció su profesión en
el Hospital de la Cruz Roja de Madrid, o al Dr. Ulrich Hinderer, de ascendencia
alemana pero nacido en Madrid, donde realizo su trabajo en el Hospital Clínico
de San Carlos y posteriormente en el antiguo Hospital Alemán, hoy Ruber
Internacional y posteriormente en su clínica privada de Mirasierra. Otra
personalidad a destacar de nuestra época, de prestigio internacional y que ha
ejercido hasta hace unos años, es el Dr. Rafael de la Plaza que también ocupó
puestos de responsabilidad en el Hospital de la Cruz Roja de Madrid. Hay por
supuesto otros nombres que son de todos conocidos y que han contribuido al
desarrollo de la Cirugía Plástica a los niveles que ocupa en la actualidad.

Por tanto se han necesitado 4 siglos desde los trabajos iniciales de Tagliacozzi, pioneros en el desarrollo
de la Cirugía Plástica y que en su época provocaron la  exhumación
temporal de sus restos del campo santo y su traslado a terreno no consagrado
por la realización de estas prácticas médicas, para conseguir la aceptación de
esta especialidad y su reconocimiento científico y social y que la Iglesia
diese respaldo teológico a la Cirugía Plástica, a través de las manifestaciones
del Papa Pio XII, cuando el 14 de Octubre de 1958 declaraba: "Si consideramos
la belleza física en su faceta cristiana y respetamos las condiciones
establecidas en nuestros principios morales, la Cirugía Estética no está en
contradicción con la voluntad de Dios en cuanto que restaura la perfección de
la mayor obra de la creación, el hombre". Han sido por tanto necesarios
muchos siglos de lucha, no sólo en el campo de la medicina sino también contra
la falta de comprensión e intolerancia de la sociedad, los que ha requerido el
desarrollo de esta especialidad y no hubiesen sido posible sin el empeño,
sacrificio e inteligencia de un grupo de cirujanos que consiguieron llevarla al
nivel científico y de trascendencia y reconocimiento social que tiene en la
actualidad, tan solo empañado por algún viso de frivolidad o falta de ética que
aún se puede apreciar en algunas actuaciones o comentarios, que contrastan con
la realidad profesional de los auténticos especialistas y el espíritu de
superación que debe presidir nuestras actuaciones profesionales.

Conjuntamente con el reconocimiento de la Iglesia ha venido también el  de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), que define la salud como: "Un estado de completo
bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afectaciones o
enfermedades". Es decir, entiende  la salud  no sólo como la
ausencia de enfermedades sino también que las personas gocen de un buen estado
anímico y físico, que es lo que en muchas ocasiones se consigue a través de
esta especialidad.

En el último cuarto del Siglo XX, coincidiendo con el desarrollo económico es cuando la Cirugía Plástica alcanza
un gran nivel incorporándose nuevas técnicas como la cirugía cráneo facial,
desarrollada por el cirujano francés Paul Tessier, o el mexicano Dr. Ortiz
Monasterio para el tratamiento de severas malformaciones congénitas o la
microcirugía, que ha permitido el reimplante de miembros amputados o la
trasferencia de tejidos para reconstrucciones complejas mediante la
aplicación de técnicas microscópicas. Aquí merece especial atención el cirujano
americano Harry J. Buncke, considerado como uno de los pioneros de la
microcirugía, quien realizó uno de los primeros trasplantes libres
microvasculares en 1969 y con el que tuve la oportunidad de formarme en esta
especialidad en San Francisco, al finalizar mi periodo de residencia. Durante
esta etapa se desarrolla, coincidiendo con la mejoría de las técnicas
anestésicas, la Cirugía Estética en todas sus facetas.

Son muchos los nombres que han contribuido en las postrimerías del siglo XX a la consecución del nivel actual
de la Cirugía Plástica, por lo que se haría interminable mencionar una lista de
todos ellos a quienes debemos que la especialidad haya adquirido el nivel
científico y  de desarrollo así como la transcendencia social que tiene en
nuestros días, pero  deseo mencionar a aquellos a quienes tuve la
oportunidad de visitar durante más o menos tiempo durante mi etapa de formación
e incluso más tarde y en ocasiones reiteradamente y que dejaron su impronta en mí,
además de unos fuertes vínculos de amistad. Así deseo expresar mi gratitud por
su  desinteresada contribución en mi formación, a mi maestro el Dr. Benito
Vilar Sancho en Madrid, a los Dres. Gustavo Sanvenero Rosselli y Ernesto P.
Caronni en Italia; a los Dres. Tord Skoog, Strömbeck y  Calrstan en
Suecia; Drs. Noel Thompson, Nicolle y  Cobbet en Inglaterra; Dres. Hanno
Millesi, Anderl y Freilinger en Austria; Dres. Harry J. Buncke, Harvey A.
Zarem,  Salvador Castañares, Paul McKissock, John M.Converse, Thomas D.
Rees y  Bruce F. Connell en EEUU y la Dra. Paule Regnault en Canada.

A todos los mencionados aquí, de cualquier época, mi gratitud por haber empleado su vida en la creación y
desarrollo de esta magnífica y preciosa especialidad, que contribuye cada día a
la felicidad de miles de personas aquejadas de múltiples dolencias físicas y
psíquicas y a cuantos cirujanos contribuimos, con nuestra aportación
profesional, a participar de dicha felicidad.

Dr. Antonio de la Fuente

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