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En esta sección nos proponemos destacar la actividad de las Mujeres en las distintas especialidades de sus profesiones que demuestren la excelencia de su dedicación y ejemplo de las obras de bien que hayan realizado.

El 3 de enero de 2011 Intramed en su publicación Digital incluye un artículo digno de destacar. Para quienes pertenecemos a la Federación Argentina de Mujeres Universitarias seguramente un orgullo. Un agradecimiento a su autor Guillermo Marin.

Por gestión de la UNITRE nos hemos conectado con el autor de esta nota de nuestra fundadora, quien amablemente se ha puesto a disposición, Guillermo Marín es  periodista y escritor. Dedicado a biografiar médicos y médicas de Argentina. IntraMed ha publicado muchos de sus trabajos. Se  especializa en historia de la medicina argentina, que lo ejerce con suma eficiencia gentilmente y nos ha otorgado la aquiescencia.

Intramed | 03 Enero 2011 | María Teresa Ferrari, su historia

"Una inteligencia bien disciplinada llega a todo lo que la voluntad se propone"

La Federación de Mujeres Universitarias Argentinas lo lleva como un estandarte inquebrantable: la doctora María Teresa Ferrari fue la primera docente universitaria de Latinoamérica.

Esta mujer de piel blanquísima y pelo azabache confesó sin rodeos que “una inteligencia bien disciplinada llega a todo lo que la voluntad se propone”. Semejante confidencia era, para las mujeres de principios del siglo XX, el salvoconducto anímico para pelear como hombres su lugar en el mundo. Y María Teresa peleó, con la misma fuerza de sus pares varones, hasta conseguir una cátedra en la Universidad de Buenos Aires. Eso sucedió dieciséis años después de haberse alzado con el título de médica, en 1911. No era una novedad en aquella primera década de mil novecientos que una mujer haya roto las barreras de su género entrando a los claustros de la Facultad de Medicina. Lo había hecho treinta años antes su colega y amiga de la adultez, Cecilia Grierson. Pero era toda una conquista para las damas de los turbulentos años veinte que una mujer accediese a la enseñanza superior

Existe un vínculo cultural entre la mujer y la docencia. En la Argentina, la relación entre ambos tópicos aun sigue gozando de tan buena salud que ni el  feminismo más vernáculo encuentra una explicación ante el paradigma. Y esta analogía colectiva fue la que le permitió a la mujer de fines del siglo XIX aceptar su actividad docente como una prolongación de su rol maternal. Es que las costumbres de la época consideraban que la mujer que trabajaba, abandonaba el hogar y ponía en duda su moralidad. Todo lo contario sucedía cuando ellas gozaban de los privilegios de la enseñanza sistematizada, bajo el amparo de aquellos símbolos hoy tan calcáreos, pero vitales: la tiza y el pizarrón

María Teresa Ferrari nació en Buenas Aires el 11 de octubre de 1887. Siguiendo los patrones de entonces, María se recibió de maestra en 1903, y ejerció la profesión tanto en el colegio William Morris como en la escuela Nº 3, Bernardino Rivadavia.  Con las mismas garras de acero que desde siempre llevó consigo (“Tengo en mi sangre temperamento de luchadora”, confesó muchos años después), provocó en esos ámbitos escolares lo que, tal vez en silencio, se había propuesto: cambiar de raíz las estrategias didácticas de aprendizaje bajo las que había sido formada. “Utilizaba en sus clases recursos didácticos muy atractivos” -declaró una ex alumna suya- “No venía con definiciones, que eso aburría a una chica de 16 o 17 años. Hacía charlas, decía palabras motivadoras para que nosotras construyéramos oraciones, frases. Usaba disparadores.” Todo eso provocó que las autoridades de unos de los establecimientos ordenaran la observación de sus clases. Pero a María no le importó. Estaba demasiado ocupada en sus estudios médicos que le demandaban grandes esfuerzos físicos y mentales.

Apenas recibida de médica pidió la adscripción a la cátedra de clínica obstétrica. Mientras espera que la Facultad se expidiese, María Teresa se casó con Nicolás Gaudino, un médico sin pretensiones con el que tuvo un hijo, Mario Nicolás. Si bien no hay constancia escrita de lo determinado por la Comisión Evaluadora de la Universidad, como era de esperar, a la doctora se le impidió, en una primera instancia, acceder a la escuela de la cátedra. De inmediato  hizo público un comentario sobre esa discriminación: “Promuévase la preparación de la mujer y ella sabrá desvirtuar los falsos conceptos de su inferioridad biológica, su debilidad física e intelectual y su irremediable mediocridad para la mayoría de los desempeños en que el hombre pretende tener injusta exclusividad”1. Pero en 1915 obtuvo la adscripción a la Escuela de Docentes de Medicina, pues ninguna reglamentación interna prohibía a una mujer el ingreso. Y aunque María Teresa fue desplazada a la Escuela de Parteras –considerada de menor jerarquía que la de obstetricia- terminó siendo admitida. Ni bien concluyó la preparatoria solicitó por escrito autorización para inscribirse al concurso de profesor suplente, que se encontraba vacante.  Eso era demasiado, había que impedirle el camino a esta mujer que quería alzarse con un puesto reservado para médicos varones. Entonces el Consejo Directivo de la Facultad echó mano a  un simple recurso burocrático: demoraron cuatro años en constituir el Tribunal examinador, además de alterar pruebas a su favor que el Audiencia había manifestado. Con todo, el puesto resultó vacante. No obstante eso, cuando por fin obtuvo el cargo de docente universitario el 12 de mayo de 1927, con trece votos a favor y sólo dos en contra, la doctora manifestó, también en forma pública, refiriéndose a aquel desagradable suceso: “Este fracaso, el primero de mi vida, en lugar de restarme bríos, y en lugar de aminorar mis entusiasmos y dejar a aparecer lágrimas a mis ojos y desalientos bien justificados, me sirvió en cambio de estímulo…”2 Por supuesto que le sirvió: la noticia del “Caso Gaudino”, recorrió los principales diarios de América Latina y España. Y ya no hubo vuelta atrás. La doctora comenzaba a formar parte de las estadísticas de los movimientos feministas del mundo y era ejemplo de muchas, de tantas, que ni si quiera  ella tenía conciencia de eso.

De todos modos conviene señalar una última cuestión. Sólo después de su muerte, las autoridades del Hospital Militar Central reconocieron el valor de su paso por la institución a través de una nota publicada en la Revista de Sanidad Militar Argentina. Si bien el texto no reivindica con fuerza su paso por aquel organismo estatal (pues, sólo se le dedica dos renglones a la historia de sus logros), hay allí una suerte de exhortación a lo “femenino”. Esta y otras cuestiones, por cierto, no implicaron que la mujer haya conseguido derribar todos los obstáculos que le impedían (y le impiden) ocupar espacios reservados al varón. Las conquistas de Gaudino vienen a añadir el coraje suficiente como para que la evidente injusticia de los sexos, que ahogaba a hasta la asfixia a aquellas mujeres dotadas de una aguda inteligencia, no  extienda  sus tentáculos hasta defenestrar los méritos personales de cada una de ellas. María Teresa mantuvo en su corazón, como una braza ardiente, el ideal de autonomía e igualdad; pero sobretodo, el de libertad de pensamiento. Así lo demostró el día que se le exigió la renuncia después de cuarenta y tres años de docencia en el nivel medio.  Era lógico: se había negado a afiliarse al Partido Peronista y a contribuir a una colecta con fines partidarios. La mujer con garras de acero y voluntad espartana decidió poner punto final a su carrera docente ante tanta grosería. De la docencia universitaria se retiró en forma voluntaria y con todos los honores después de treinta y siete años. Antes de morir en 1956, le habían dado el cargo de Profesora Extraordinaria de Clínica Obstétrica. María Teresa Ferrari de Gaudino, la mujer que no sólo conoció a Mme. Curie en un curso de perfeccionamiento que realizó con la “dama del Radio”, y que trajo al país el tratamiento del fibroma de útero mediante la técnica de radiación,  es una muestra de totalidad espiritual, de un sinnúmero de voluntades extraordinarias: abriéndose paso a través de un mundo intolerante y mezquino.  Su historia de vida es casi perfecta. Su legado, aun más reconfortante. 

Referencias

1. Aller, Dictinio y Conde, José Luis, Doctora María Teresa Ferrari de Gaudino (P. 25).
2. La Semana Médica Nº 35, 1927, (Pgs. 5-11).

Bibliografía

Aller, Dictinio y Conde, Dra. María Ferrari de Gaudino, Primera Profesora Universitaria de América Latina. Vida consagrada al triunfo de un ideal, H. F M. Editor, Bs. As. 1972, II edición.
Revista La Semana Médica, Nº 35, Bs. As. 1917.
Cartas y diarios, Edición de Torres Agüero Editor.
Zuppa, A, Silvia, El caso de Dra. María Teresa Ferrari de Gaudino: el triunfo de la mujer en la docencia universitaria, citado en Saberes y prácticas médicas en la Argentina: un recorrido por historias de vida, Edt. Universidad de Mar del Plata, Bs. As., 2008.
Fuentes: Diarios Clarín, La Nación, La Prensa y Archivo General de la Nación.



María Teresa Ferrari de Gaudino


El profesor Dr Antonio Guardo, destacado médico del Hospital Piñero, solicitó información a la Federación Argentina de Mujeres Universitarias a fin de realizar un homenaje especial a nuestra fundadora María Teresa Ferrari de Gaudino, y así  resaltar su trayectoria en el mundo de la medicina y en especial por las mujeres Argentinas. El mutuo agradecimiento por la actividad compartida ha sido expresado en las palabras que se incluyen y en forma  particular entre la actual Presidencia y Secretaría de nuestra entidad nacional.
He aquí el texto de la alocución:

Día de la Mujer 08/03/2010 en el Hospital General de Agudos Parmenio T. Piñero, homenaje a las mujeres médicas del Hospital y María Teresa Ferrari de Gaudino
po
r el Dr. Antonio J. Guardo

Nos encontramos, hoy 8 de marzo para homenajear a las mujeres que trabajan en el H.G.A.P.P. Hace muchos años cuando cruce el portón del Piñero a principio de 1962, la presencia femenina en el hospital era lo normal para la mitad del siglo XX, con el tiempo esta fue "in crecendo" bienvenido sea; ellas representan en la actualidad un conjunto humano cada vez mas valioso por las funciones que realizan en la institución.
¿Por qué el ocho de marzo? ¿Qué pasó en esa fecha?. En 1857 por causas gremiales, se produce un incendio en una fábrica de la ciudad de N.Y. - U.S.A. Intencional o accidental nunca lo sabremos, el resultado fue la muerte de más de doscientas personas, el 95% mujeres empleadas en dicho establecimiento. A partir de ese año y luego de muchas luchas por el poder que esa fecha representaba, a fines del siglo XIX y principio del XX; todos los partidos políticos a nivel mundial tratan de lucrar con ese día; olvidando la muerte de seres humanos, entonces se "festeja" o más bien "recordar" a las fallecidas, de todas formas hoy por ellas, es el día de la mujer.

En el siglo pasado, las Naciones Unidas expresan:
"Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales. La plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social, cultural, en los planos nacional, regional, internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación basada en el sexo, son objetivos prioritarios de la comunidad internacional."

UNESCO: Declaración y Programa de Acción de Viena (parte I, párrafo 18)
25/06/1993

No esperen de esta charla escuchar sobre la primera mujer médica de la argentina, de Grierson, llenaríamos varias páginas para contar todo lo que realizó y obtuvo nuestra primera médica. Sabemos que cuando pasó el dintel de la facultad de medicina en 1883: "dio de hablar en abundancia y fue el blanco de muchas flechas indias con plumas de colores con el veneno y la ceguera de la ignorancia de la sociedad que la rodeaba." (Bernardo González Arrilli). Cumplió su cometido en 1889; ella tuvo que luchar con un voluntad de hierro, contra los prejuicios, ignorancia y tonterías de una sociedad que se creía cultivada, ella es la iniciadora de una nueva serie de nuevas mujeres.
Pero hay una, que siempre mereció mi atención, me estoy refiriendo a la Dra. María Teresa Ferrari de Gaudino. Cuando nacía María Teresa en octubre de 1887 a Grierson le faltaban tres escasos años para llegar al tan ansiado título de médica, cuando se recibe de médica María Teresa en 1911 ya en las aulas de la facultad de medicina, habían cursado la carrera y llegado a su fin quince colegas. ¿Cuál es el interés, en evocar a María Teresa Ferrari?: Fue la primera Catedrática Universitaria de América latina y por supuesto de nuestro país.
Nace el 11 de octubre de 1887, sus progenitores eran David Ferrari y Catalina Alvarado, su abuelo fue Guillermo Pió White que de su bolsillo armó la primera flota naval Argentina, por parte de su madre era nieta del Gral. Rudesindo Alvarado héroe de la independencia; su tatarabuelo fue nada menos que Artigas; de estos troncos familiares es de donde le viene a nuestra evocada su inteligencia, cultura, carácter y fuerza de voluntad.
Maestra en 1903. Se va cimentando su formación cuando escucha las clases de Fisiología dictadas por Joaquín López Figueroa en la Escuela Normal. Como docente es de sereno temple, voz cálida pero firme, con ideas precisas para llegar a un fin determinado. En 1904 se inscribe en la facultad de medicina previo rendir el bachillerato, al mismo tiempo cursa estudios en Filosofía y Letras donde aprende Psicología de las clases dictadas por Horacio Piñero, su inclinación por esta materia da por resultado que llega ser profesora de Psicología en la Escuela Normal  Nro. 3 por cerca de 40 años. De avanzadas ideas en la docencia, pone en práctica un cambio fundamental de la psicología Dialéctica pasa a la Experimental, con la descripción de los fenómeno nerviosos como base de los procesos sensoriales.
Se recibe de médica en 1911, en 1912 contrae matrimonio con Nicolás Gaudino, compañero estudiantil y luego colega, en 1915 solicita su adscripción a la Cátedra de Clínica Obstétrica, ahí escuchó la voz del prejuicio anacrónico y del pretexto absurdo:

"Las personas de sexo femenino, a pesar de su título; por razones de orden fisiológico y psicológico, no reúnen las condiciones requeridas (no mencionadas) para dedicarse al Profesorado de la Facultad [de Medicina]".

Libro de Actas del HCD del 23/06/1915, Pág.: 138.

Largo sería enumerar los trabajos publicados y todos los cargos hospitalarios conseguidos por la Dra. Ferrari de Gaudino, fue la creadora de la Maternidad del Hospital Militar y la fundadora de la Federación Argentina de Mujeres Universitarias. Pero la parte más interesante es conocer su voluntad para llegar a la docencia universitaria, a partir de 1915 y por trece años de su vida fue una lucha constante, donde todas las alteraciones a los reglamentos se pusieron en acción para impedir que tuviéramos nuestra primera profesora universitaria; los medios de la época expresaban que la Dra. Ferrari de Gaudino se "extralimitaba" y no buscaba hacerlo en aquellas disciplinas de la medicina consideradas como subordinadas o más acorde a su sexo?. Pero su constancia, fuerza de voluntad y su preparación dieron su resultado: en 1927 es nombrada profesora suplente de Clínica Obstétrica. "Este fue un triunfo que consagro un derecho". En 1939 profesora extraordinaria titular en la especialidad; hasta 1952 cuando se jubila, su fin en la vida estuvo consagrada al triunfo de una causa: la elevación moral y la superación cultural de la mujer. Su mérito: el tesón, voluntad y fundamentalmente su preparación: Fue la primera catedrática universitaria de América Latina; de su propia voz salieron estas palabras:

La mujer se elevará en el concepto de su prójimo, cuando ella misma conquiste esa consideración mediante su preparación y cultura.

Fallece en 1956.


Las primeras en pisar los claustros

Las pioneras en ingreso a los estudios terciaris, fueron médicas, bioquímicas y farmacéuticas hacia fines del siglo 19.

Fueron médicas, farmacéuticas y bioquímicas que se recibieron a fines del siglo XIX y principios del XX.
Ellas sentaron precedente que hoy otras profesionales estén al frente de instituciones públicas y privadas de la política, la educación, el sector empresarial y los medios de comunicación.
Luego de convertirse en la primera graduada de la carrera de Farmacia en la Universidad de Buenos Aires (UBA), Elida Passo fue rechazada en su inscripción inicial a Medicina.
Su apelación a la justicia tuvo repercusiones y permitió que, en 1889, Cecilia Grierson resultara la primera médica del país.

Un paso más dio la médica Julieta Lanteri, quien dedicó su vida a conseguir el sufragio femenino. En 1911 fue la primera mujer en votar y ocho años más tarde se alzó como candidata política.
Y fue María Teresa Ferrari de Gaudino quien, después de presentarse en reiteradas ocasiones al concurso docente, y habiendo obtenido notables calificaciones, venció las barreras de la época y se convirtió en la primera profesora universitaria de América Latina en 1927.

Estas valientes mujeres, que se enfrentaron a los mandatos de fines de siglo XIX y principios del XX, iniciaron el camino para lograr que muchas otras tuvieran oportunidades.
Julieta Lanteri

“Indudablemente las acciones que debieron desplegar para ser admitidas en ciertos estudios o para el ejercicio profesional, tuvieron repercusiones en los ámbitos académicos y los diarios de la época, sentando precedentes para el posterior ingreso de otras”, explica Susana García, científica del CONICET e investigadora de las mujeres que estudiaron Ciencias Naturales en la época del Centenario.
“La mayoría de las pocas señoritas y señoras que fueron a la universidad en esos años tuvieron altas calificaciones y mostraron mucha dedicación a los estudios, en contraste con la idea popular sobre la ‘inferioridad de la mujer’, sostiene García.
Y agrega: “Las universitarias vinculadas a reivindicaciones y movimientos feministas quedaron registradas en la historia como casos emblemáticos y contribuyeron  a que otras jóvenes, después de ellas, se atrevieran a continuar esos estudios”.
La llegada al mundo de la educación superior y al campo profesional se consolidó años más tarde. “La prueba de su legado está en la universidad, en las decanas, en la cantidad de cátedras encabezadas por mujeres. En muchos ámbitos que fueron patrimonio de los hombres ahora hay mujeres, en las empresas, en el periodismo, en la política”, asegura Susana Famá, presidenta de la Federación Argentina de Mujeres Universitarias (FAMU), fundada en 1936 por Ferrari de Gaudino.
“Es muy difícil ser una profesional exitosa y además tener un hogar, hijos, cuidarlos, estar linda para el marido, tener vida social, cuidarse la silueta. La presión social era muy fuerte en otra época”, advierte Famá.
García se emociona al repasar la historia del último siglo y comprobar las conquistas: “En estos últimos 100 años la proporción de mujeres y hombres en los estudios universitarios se fue invirtiendo y ya para la mitad de la década de los 90 se registró un mayor egreso de mujeres”.

Fuente: Diario Clarín 21/2/2010


Falleció la académica Carmen Balzer

Especializada en historia comparada de las religiones y en estética -la filosofía de lo bello-, la doctora Carmen Balzer, que falleció en esta ciudad y el lunes 6 de julio hubiera cumplido 82 años, fue una docente de vocación que brindó su saber filosófico a manos llenas mediante la cátedra, las charlas, los libros y las notas periodísticas.

Más en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1147400

 

 

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