Una
cubana inolvidable
(Redactó:
Teresita Jorge)
José
Martí afirmó que honrar honra. Esta sentencia del
Héroe Nacional Cubano es reiterada una vez más al
traer a la memoria el recuerdo de una cubana inolvidable.
Renée Méndez Capote nació el doce de noviembre
de mil novecientos uno en el seno de una familia de la burguesía.
Criada en un medio que daba gran importancia a las manifestaciones
artísticas y culturales, la pequeña, desde temprana
edad, sintió la avidez por la literatura.
Del padre, descendiente de campesinos canarios emigrados a Guira
de Melena y posteriormente, establecido en el poblado de Lagunilla,
en Cárdenas, heredó sus ideales de justicia social.
En entrevista publicada en el libro Quienes escriben en Cuba confesó:
Mi padre alentaba en nosotros todas las tendencias revolucionarias
y permitía la mayor libertad para expresar nuestras características
personales.
Era
Renée Méndez Capote conversadora y alegre. Solía
reír al contar las numerosas anécdotas de alguien
que, como ella, había nacido con el siglo veinte. Entre sus
obras figuran ORATORIA CUBANA, APUNTES, RELATOS HEROICOS y FORTALEZA
DE LA CIUDAD DE LA HABANA, por sólo citar unas pocas.
Pero la prolífera escritora prefirió, entre todas,
MEMORIAS DE UNA CUBANITA QUE NACIÓ CON EL SIGLO. Este libro,
al cual dio vida sin pretensiones críticas ni analíticas,
como dijo una vez, se limitó a recoger los recuerdos de una
niña con sus vivencias propias, surgidas al calor de su familia
y su época.
MEMORIAS DE UNA CUBANITA QUE NACIÓ CON EL SIGLO, por derecho
propio, se ha abierto un lugar destacado en la literatura cubana.
Tenía, en opinión de la autora, la espontaneidad de
una niña gorda, alegre y rebelde.
Nacida en cuna rica Renée Méndez Capote decidió
dejar a un lado las frivolidades de la burguesía y situarse
al lado de los humildes. El narrador y poeta Miguel Barnet afirmó
al respecto sobre esta admirable mujer:
Porque supo a tiempo dar ese salto- casi mortal- se salvó
de la hoguera en que gran parte de su generación se hizo
cenizas. Ella vivió a plenitud. “Yo estoy decidida
a vivir”, manifestó en cierta ocasión, y agregó:
“Después hay mucho tiempo para descansar”.
Esta alegre andariega dejó este mundo en mayo de mil novecientos
ochenta y nueve. El intelectual Pablo Armando Fernández,
en la despedida de duelo, expresó de la insigne escritora:
Aquí está y estará, raigambre de cubanía
que se guarda en tierra propia, su tierra que es su vida y obra.
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