SALA DE PINTURA

 

HISTORIA DE LA PINTURA ESPAÑOLA

Por

PAUL LEFORT

Lectura complementaria

IMÁGENES DE LA EDICIÓN FACSIMIL DEL CÓDICE ALBELDENSE (CÓDICE SIGNADO CON EL NÚMERO 976 DE EL ESCORIAL)

Pintores(Cuadros)
 

 

En Obras

CAPÍTULO I.—La decoraciÓn de los manuscritos

CAPITULO II. LOS ORIGENES DE LA PINTURA EN LOS REINOS DE VALENCIA, ARAGON Y CATALUÑA. (Desde el siglo XIV hasta el principio del XVI)

CAPITULO III. — LOS orIgenes de la pintura en CAStilla y Andalucía. (Desde el siglo XIV hasta el principio del XVI) 

CAPITULO IV.—La pintura espaÑola en el siglo XVI. (Introducción del renacimiento italiano en Valencia y en Aragón)

CAPÍTULO V.—La pintura espaÑola en el siglo XVI. (Introducción del renacimiento italiano en Andalucía)  

CAPITULO VI. — La pintura espaÑola en el siglo xvi.

1.-Introducción del renacimiento italiano en Castilla

2.-El Greco y la escuela de Madrid

CAPÍTULO VII —La pintura española en el siglo XVII. Los grandes artistas:

Ribera,

Zurbarán,

Velázquez,

Alonso Cano

CAPÍTULO VIII.— La pintura espaÑola en el siglo XVIII (Los grandes artistas:

Murillo.

Herrera el Joven, ValdÉs Leal, JerÓnimo de Espinosa, Claudio Coello

CAPÍTULO IX.—La pintura espaÑola en el siglo XVIII. (Francisco Goya)

 

 

No hemos adoptado en este compendio de Historia de la Pintura Española la división en escuelas locales, provinciales o regionales, habitualmente empleada por los autores antiguos y aplicada por ellos a un grupo o a una sucesión de artistas, nacidos a establecidos en un mismo centro o en una región común. En nuestra opinión, esta división es absolutamente arbitraria, y no debe ser entendida más que como simple expresión geográfica. Tomada en su sentido estético, la palabra «escuela» implicaría, en efecto, la existencia más o menos prolongada, y más o menos activa, de un grupo o de una sucesión de artistas que poseyeran, si no una unidad absoluta de enseñanza, al menos una comunidad de tendencias, de tradiciones, de sentimientos, y hasta, en la ejecución, cierta fraternidad de métodos. Y, estas condiciones esenciales á la existencia de una escuela, no las encontramos reunidas en ninguna parte, al menos hasta cierto momento, no más en Cataluña y en Aragón que en Valencia, Toledo, Madrid o Sevilla. Sólo en el último tercio del siglo XVI, y más de lleno en el principio del siglo siguiente, es cuando las diversas manifestaciones locales o provinciales, hasta entonces divergentes, vienen a fundirse en una sola y misma escuela, homogénea en sus tendencias, unida en un mismo principio, el naturalismo verdaderamente indígena y nacional, en fin, y muy española.

Antes de esta manifestación definitiva, lentamente preparada por artistas de transición, a veces inconscientes del objeto a que tendían, ninguno de los grupos provinciales, calificados demasiado pomposa e impropiamente con el titulo de escuelas, ofrece en la sucesión de sus pintores una unidad, un conjunto verdadero de tradiciones y de doctrinas.

Unos tras otros, y según la enseñanza recibida, estos artistas imitaron en el origen a los primitivos italianos o flamencos; después, cuando el Renacimiento penetró en su país, corrieron a estudiar el arte en Florencia, en Roma, en Venecia. Que á esta diversidad de estudios y de iniciación
alcanzados fuera de su patria, se una también la variedad de ejemplos practicados por los maestros extranjeros, italianos ó flamencos, establecidos en España, y se tendrá idea de la extrema difusión de estilos y de métodos de que cada provincia, y aun cada población, fué teatro.

Ninguno de los centros artísticos, ya se trate de Sevilla, de Valencia, de Toledo o de Madrid, como de Aragón o de Cataluña, escapó a aquella contienda, a aquella lucha de influencias exteriores.

En su aurora, la pintura española es bizantina, como lo había sido el arte de iluminar; en el siglo XV es simultáneamente flamenca e italiana, según que el pintor había sido enseñado en una o en otra escuela; bruscamente, en el siglo XVI, se libera de las timideces góticas y pasa a la imitación de las grandes obras venecianas, florentinas o romanas.

Entre los nuevos iniciados, los más notables no son, fuera de pocas excepciones, más que «italianizantes» de segunda mano, pero que dejan sin embargo entrever desde muy temprano, a través de sus imitaciones y de sus copias, algo de particular a su raza y a su tierra. En efecto, entonces, cuando los sucesores de Miguel Ángel y de Rafael no son ya más que decadentes, semi-paganos, que practican sobre todo el culto de la elegancia y de las sensualidades de la forma, los españoles, sus discípulos, siguen conservando intacta su fe sencilla y sincera, que traducen, por otra parte, con alguna elocuencia en sus obras.

Les es común una tendencia que no han aprendido de los italianos. Aman a los pequeños, los humildes, los pobres, y hasta sus pintorescos andrajos. Así, en todo lugar, encuentran siempre pretexto para introducirlos en sus composiciones, que toman de ellos cierta cosa de íntimo, de familiar y de conmovedor; y estas tendencias naturalistas, que llegan a veces hasta la trivialidad, que se ve desde el principio apuntar en los artistas pertenecientes a los dos primeros tercios del siglo XVI, y simultáneamente en Andalucía, en Valencia y en Castilla, aumentan y van afirmándose cada vez más, hasta llegar a ser, en fin, en el siglo XVII, con el gusto innato por los coloridos sobrios, sanos y poderosos, los caracteres más eminentes y más típicos de la pintura española.

P. L.

 

 
A record of Spanish painting

Modern Spanish painting;

being a review of some of the chief painters and paintings of the Spanish school since the time of Goya

 
 
Manuel Viola
Antoni Tàpies
Antonio Saura
Lucio Muñoz
Manolo Millares
Luis Feito
Francisco Farreras
modest cuixart