Carlos Fonseca Amador, imagen de la juventud de su época

Su legado florece para todos hace 35 años

Carlos Fonseca Amador
Carlos Fonseca Amador

Las calles de Matagalpa, su ciudad natal, recuerdan hoy las andanzas del pequeño Carlos, proponiendo caramelos y periódicos, de cuya venta obtenía el dinero para ayudar a la economía de su familia.

Su tránsito por barrios humildes, llenos de niños sin escuelas y personas sin trabajo, le permitían conocer de cerca la pobreza de su pueblo, las necesidades de su gente, mostrándole poco a poco la realidad de la nación.

Nacido el 23 de junio de 1936, Carlos Fonseca Amador se distinguía por el cumplimiento de los deberes estudiantiles y laborales, el amor a familiares y amigos y su compromiso patriótico, cualidades que lo convirtieron en la figura que inspiraba a la juventud.

Interesado en las lecturas que realizó junto a su amigo Tomás Borge, conoció las obras de Tomás Moro, John Steinbeck, Carlos Marx, Federico Engels, entre otros escritores, que lo acercaron a las ideas de izquierda y contribuyeron a su formación revolucionaria.

Años después, Carlos, quien fue ese niño-hombre cuando apenas alcanzaba unos metros de altura, afirmaría: “La inconformidad con lo existente lleva al individuo de extracción popular a rebelarse”.

Comenzaba su inicio como revolucionario, la situación político-social formaba a un líder en quien se iban gestando ideas de cambio, de un país justo, de un futuro mejor.

De dirigente a guerrillero

Concluida la segunda enseñanza viajó a Managua para comenzar sus estudios superiores. Huelgas, protestas y la lucha por la autonomía universitaria caracterizaron la labor del dirigente estudiantil.

En ese entonces asistió a congresos y festivales y visitó numerosos países en los que se relacionó con la juventud de izquierda de Europa y América, un intercambio que le da mucha experiencia.

De vuelta en Nicaragua, reinició las acciones contra la dictadura, fue detenido y deportado a Guatemala, desde donde pasó a Honduras a incorporarse a la guerrilla y recibió su bautismo de fuego, cuando la columna es descubierta y masacrada en El Chaparral.

Se recuperó y continuó su labor. Enfrentó otras detenciones y la deportación a México y al Petén en Guatemala, pero se evadió y volvió a Nicaragua.

No sólo era un combatiente, también fue un creador. Fundó varias organizaciones, pero la más importante sería el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN), cuyas acciones repercutían en todo el país.

En 1961, durante una reunión en Honduras, junto a Tomás Borge, Silvio Mayorga, Faustino Ruiz y Santos López, Carlos propuso dar el nombre de Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) a esa organización armada revolucionaria.

Inspirado en el nacionalismo de Sandino, dotó al FSLN con los instrumentos necesarios para cumplir su rol histórico y asumió para esta el ideario social y antiimperialista del General, como base programática.

Fonseca, heredero del legado de Augusto C. Sandino, representaba las aspiraciones del pueblo que lo reconoció a nivel nacional como jefe político y militar del FSLN, y aunque en ese tiempo formó su familia, no abandonó la primera línea de combate.

Repercusión de la obra de Fonseca

El FSLN reorganiza sus filas y se consolida política e ideológicamente, al mismo tiempo que su líder dirige la formación del Frente Interno, entre otras actividades.

En la búsqueda de la perfección de su obra, Carlos estudia el movimiento guerrillero nicaragüense y las luchas revolucionarias de otros pueblos latinoamericanos, y aprovecha esas experiencias en la lucha nacional.

Entra y sale de Nicaragua, donde hay una gran movilización de jóvenes, trabajadores, mujeres, campesinos, entre otros simpatizantes, en torno a Fonseca, que aúna a las masas para luchar llevando en alto la bandera roja y negra, emblema del FSLN.

En esa febril actividad, mientras trabajaba en Costa Rica, es detenido en Alajuela, y tras un operativo fallido para liberarlo, sale de prisión gracias a un canje de prisioneros realizado por el FSLN y viaja a Cuba. 

Carlos Fonseca Amador fue un hombre de acción y de pensamiento, probado a través de su labor como profesor, dirigente y escritor. Si a los 18 años fundó la revista cultural Segovia, con el tiempo de su pluma brotaron otros temas, no sólo políticos.

En 1975, con el compromiso de ¡Patria Libre o Morir!, regresa a Nicaragua y se incorpora a la guerrilla en la región de Zínica, donde cae combatiendo el 7 de noviembre de 1976, fiel a las ideas que enarboló.

Este destacado revolucionario, que simboliza a la juventud de su época, no pudo ver el triunfo, pero a 35 años de esa victoria la Revolución Popular Sandinista esta en el poder y materializa sus ideas.

“El Frente Sandinista, a la cabeza de las masas populares de Nicaragua, se sacrifica no para alcanzar una mezquina migaja para el pueblo, sino para lograr una radical transformación social y nacional”, había afirmado Carlos Fonseca Amador, y así se cumple.