Harlem es un barrio ubicado al norte de la isla de Manhattan en la que la mayoría de la población está formada por afro-americanos. Aunque inicialmente fue un asentamiento de holandeses, los primeros inmigrantes venidos del continente africano llegaron a principios del siglo XX y fue creciendo dando lugar al ‘Renacimiento del Harlem’, potenciado culturalmente por el jazz y los artistas que empezaban a nacer.
Relacionado precisamente con la música jazz, en el barrio del Harlem podemos encontrar uno de los clubs más famosos de Nueva York, el Cotton Club. Se fundó en los años ’20, durante la Ley Seca, aunque fue años más tarde cuando adquirió el nombre que lo hizo famoso. Después de varios cierres intermitentes, se abrió un Cotton Club definitivo en 1978, aunque en otra calle diferente al originario.
Fue tal su éxito, que Francis Ford Coppola hizo una película con el mismo nombre y muchos visitantes se sorprenden de su tamaño ya que la gran pantalla parecía mucho más amplio.
Otro de los clubs más famosos en Nueva York y que han visto despegar a artistas conocidos a nivel mundial, es el teatro Apollo. El que empezó como un salón de baile acabó siendo un teatro, en el que en un primer momento sólo tenían acceso los espectadores de raza blanca, y veinte años más tarde también se abrió para afroamericanos.
Uno de los cantantes que debutó en esta gran sala fue Michael Jackson, donde tras su muerte en el verano de 2009, se le rindió homenaje poniendo su nombre en la marquesina y muchos seguidores de su música fueron allí a llorar su desaparición.
Además, podemos encontrar en Harlem varios museos, como el Museo del Barrio donde se pueden encontrar varias obras de arte de personas procedentes de Sudamérica que tuvieron que emigrar a Nueva York. Y cómo no, al tratarse de una zona ligada fuertemente con la música, también podemos visitar el museo del Jazz, donde se rinde homenaje a grandes artistas como Aretha Franklin o Ella Fitzgerald.
Pero sin duda una de las atracciones que atrae cada día a más turistas son las misas Góspel celebradas los domingos en las iglesias baptistas que se reparten por el barrio. Aunque los seguidores pasan todo el día dentro de la iglesia, comiendo, merendando, rezando y alabando al Señor, los turistas sólo ven una parte del largo ritual que se celebra cada semana. En las misas participan coros, a veces sólo de mujeres, otras hombres exclusivamente y rara vez coros mixtos.
Las voces, la acústica y el escenario ponen los pelos de punta a aquellos turistas poco habituados a esta clase de veneración. A veces, algunos de los feligreses entran en trance en plena oración y entre cánticos, gritos y música se reza y se da gracias a Dios.