Cuarenta años de existencia cumple hoy el Museo Provincial Carlos Ameghino. La institución cultural ubicada en el viejo paraje Pichi Ruca, al norte de Cipolletti, tiene su aniversario el mismo día que la ciudad. Sin embargo, mientras la urbe se expande y progresa, la entidad atraviesa uno de sus momentos más difíciles, pese al esfuerzo de su personal que a diario lucha contra las carencias y le pone el hombro.
El museo fue fundado un 3 de octubre de 1971, en tiempos en que gobernaba la ciudad Alfredo Chertudi. Se creó a instancias del paleontólogo e historiador aficionado Roberto Abel, pionero en la búsqueda de fósiles de dinosaurios en la región y figura casi legendaria por sus múltiples actividades.
En sus comienzos, ocupó las instalaciones de la Mansión Peuser, al este de la ciudad. El inmueble pertenecía a don Raúl Manrique, un empresario muy conocido en el pasado local. A las tierras del lugar se las llamaba precisamente Parque Manrique. En el sector está instalada hoy la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) y la casa Peuser funge ahora como biblioteca de la unidad académica.
Desde su creación, se cuenta entre el escaso personal del museo al técnico Carlos Muñoz, quien ha sido su responsable durante varios años. Al principio, Muñoz colaboró en forma solidaria, sin recibir ingresos, pero en 1974 y por concurso entró a formar parte de la planta permanente. En la actualidad, la institución está cargo del roquense Rubén Barbieri.
En 1982, la entidad se mudó a una nueva sede, en calle Yrigoyen 1047, donde estuvo dos años. Fue el comienzo de una etapa de inestabilidad e incertidumbre que se acentuó en 1984, cuando tuvo que dejar el lugar e iniciar un período de existencia nómade. El patrimonio cultural y las colecciones fueron repartidos y archivados en distintas dependencias municipales. Fue el momento más oscuro de su existencia institucional.
Sin embargo, en 1986, a instancias de Pedro Dobrée, titular del municipio en aquel entonces, se le otorgó la antigua y hermosa casona que hasta la actualidad ocupa y que perteneciera a Lucinda González Larrosa, quien fuera esposa del fundador de la ciudad, Manuel Fernández Oro.
El inmueble, espacioso y señorial, fue cedido por la comuna a la provincia y allí han podido tener, en estos años, el resguardo y cuidado necesarios los tesoros históricos, paleontológicos y de taxidermia del museo. Sobre todo, los paleontológicos, que son riquísimos.
Muñoz indicó, al ser consultado, que la institución figura en tercer lugar, a nivel nacional, por la cantidad y valor de sus fósiles de dinosaurios y otras especies extinguidas hace millones de años atrás. Esto la posiciona en un plano cultural más que destacado. Y ello se refleja, entre otras cosas, en las reiteradas visitas que paleontólogos reconocidos en todo el mundo, y de otros que tienen trayectorias menos publicitadas, realizan todo el tiempo para efectuar diversos trabajos teóricos y de estudio.
Entre los fósiles de dinosaurios más renombrados figuran el Abelisaurus comahuensis, una espléndida especie carnívora llamada así en homenaje a su descubridor, don Roberto Abel; el Rocasaurus muniozi, un herbívoro descubierto por el propio Muñoz; el Bonitasaura salgadoi, otro herbívoro, en este caso denominado así en honor al destacado paleontólogo regional Leonardo Salgado, residente en Cipolletti; el Buitreraptor gonzalezorum, un pequeño depredador; además de serpientes, cocodrilos y tortugas primitivos, pequeños reptiles conocidos como esfenodontes y muchísimos restos más de seres vivientes de épocas pretéritas.
El material fósil está expuesto en la sala Roberto Abel y se puede visitar en horario de 8 a 12.30. Por su parte, buena parte del material histórico está disponible para los visitantes en la sala Héctor Lizaso. Hay una sala histórica más, con elementos gauchescos, que lleva el nombre de don Alfredo Kossman, pero en la actualidad no está abierta al público. Otro espacio homenajea a otro pionero, don Sebastián Delfino. Para los visitantes, también hay dos salas con animales y aves embalsados de la fauna patagónica.
Pese a sus potencialidades científicas y turísticas, el museo Carlos Ameghino enfrenta un complicado presente. Para todas las tareas, solamente cuenta con tres empleados fijos. Además, el inmueble no cuenta con servicios tan básicos como el de gas de red, lo que hace que el trabajo sea casi intolerable durante los duros inviernos de la región, ni el de teléfono fijo y mucho menos Internet.
Los únicos recursos de que dispone son los haberes de su personal y para la adquisición de diversos implementos e insumos laborales, solamente se cuenta con el aporte generoso de sus propios trabajadores además de la colaboración de la comuna, que también paga uno de los sueldos. La situación se ha ido agravando en los últimos años y una de las consecuencias es que únicamente se pueda atender en horario matutino.
Resulta una verdadera lástima que el esfuerzo de un vecino tan destacado como Abel, fallecido hace algunos años, y el de sus continuadores, como Muñoz, más el aporte que han hecho paleontólogos como Salgado y otros más, no tenga la posibilidad de un reconocimiento mayor por el hecho de que el museo no cuente con los medios necesarios. Una ciudad como Cipolletti, que se caracteriza por su empuje y progreso, debería contar con un museo de gran magnitud, pero esto es todavía una deuda pendiente. El museo todavía aguarda por tiempos mejores.