PATAGONIA - CLIMA Y METEOROLOGIA

RECOPILACION DE INFORMACION
Revisión Bibliográfica

Se ha procedido a una exhaustivo análisis de la bibliografía existente de trabajos que son útiles para la caracterización climática y meteorológica de las regiones en estudio, tanto en idioma castellano como en inglés. A continuación, luego de la descripción de la climatología regional, se indican las referencias citadas en el texto y otras relacionadas, punto 6.4. No se han incluido trabajos desactualizados.

Identificación de las Estaciones Meteorológicas Existentes y otros Puntos de Observación Meteorológica

Identificación de Fuentes de Información

Se ha obtenido la información de las siguientes fuentes con las variables que se indican a continuación:

  1. Servicio Meteorológico Nacional (incluye estaciones del Servicio de Hidrografía Naval y del INTA). Promedios mensuales de las variables: temperatura media, máxima media, mínima media, máxima absoluta, mínima absoluta, humedad relativa, tensión de vapor, nubosidad, viento, precipitación y heliofanía, número de días con heladas, con cielo cubierto y con cielo claro, presión.
  2. Centro Nacional Patagónico (CNP). Valores mensuales de precipitación, temperatura y humedad relativa. Estos datos incluyen mediciones propias del CNP y datos de precipitación de estancias recopilados por el CNP.
  3. Dirección Nacional de Recursos Hídricos (ex Agua y Energía y EVARSA). Valores mensuales de precipitación.
  4. Cartas de precipitación de la zona Oeste de las Provincias de Río Negro y Neuquén (fuentes: estancias y principalmente ex HIDRONOR). Valores mensuales de precipitación.
  5. Datos de la Dirección de Hidráulica de la Provincia de Tierra del Fuego.
  6. Atlas de Energía Eólica del Centro Regional de Energía Eólica y de la Secretaría de Energía de la Nación (fuentes de datos varias). Promedios mensuales de viento y funciones de distribución estacionales y anuales de la velocidad del viento.
  7. Datos de radiosondeos publicados por el ex Departamento de Meteorología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, actualmente Departamento de Ciencias de la Atmósfera.

CENTROS OPERATIVOS DE PRONOSTICO

A nivel regional, el Servicio Meteorológico Nacional, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, tiene centros operativos de pronóstico meteorológico en los siguientes aeropuertos de la región patagónica: C. Rivadavia, Neuquén y Río Gallegos. El Servicio Meteorológico de la Armada tiene un centro de operativo de pronóstico en Río Grande, Provincia de Tierra del Fuego.

El Servicio Meteorológico Nacional tiene un centro nacional de pronóstico en la Capital Federal que se apoya en modelos de predicción numérica. La Armada desde la Capital Federal y desde la base C. Espora realiza pronósticos para la región patagónica, especialmente en el área costera.

En los últimos años han aparecido centros de predicción del tiempo en el sector privado y en organismos académicos. Su estabilidad en el tiempo es todavía frágil, razón por la que no se los menciona.

INSTITUCIONES QUE HAN PRODUCIDO INFORMACION CARTOGRAFICA CLIMATOLOGICA

Varias décadas atrás, se generó alguna información cartográfica climatológica de buena calidad pero que ha sido superada por productos más recientes en cuanto al volumen de datos utilizados y en muchos casos por la metodología empleada. Por ejemplo en el volumen dedicado al clima de Sudamérica del World Survey of Climatology se describen los campos de precipitación y temperatura de los meses de enero y julio (Prohaska, F., 1976) y durante la década del 40 el Servicio Meteorológico Nacional editó un atlas climático de la República Argentina.

La información cartográfica que se describe a continuación es la más actualizada:

Hoffmann, J. Atlas climático de América del Sur, OMM. 1975. Este atlas incluye los campos mensuales y anuales de temperatura de superficie y precipitación. Escala 1:10.000.000. Está disponible en las bibliotecas especializadas, incluyendo la Biblioteca Nacional de Meteorología, en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y en la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Los campos de precipitación están presentados con mayor definición de escala para la Provincia del Chubut y el Oeste de Río Negro y Neuquén en Mapas de precipitación del Chubut, Dirección de Recursos Hídricos del Chubut (Barros, V., Scian, B. y Mattio, H., 1980) y en Cartas de precipitación de la zona Oeste de las Provincias de Río Negro y Neuquén, Universidad Nacional del Comahue (Barros, V., Cordon, V., Moyano, C., Méndez, R., Forquera, J. y Pizzio, O.,1983). El primer documento está en una escala 1:1.500.000 y contiene los mapas estacionales y el anual de la precipitación. Se encuentra disponible en el Centro Nacional Patagónico y en bibliotecas de la Provincia del Chubut. El segundo está en escala 1:500.000 y contiene los mapas estacionales y anual de la precipitación. Se encuentra en las bibliotecas de la Universidad Nacional del Comahue y en el Centro Nacional Patagónico.

Los campos mensuales y anual de la intensidad media del viento se encuentran en Energía eólica, Subsecretaría de Energía, PRAEPRA (Barros, V, O. Frumento, I. Camilloni y M.Rivero, 1997). La escala de los mapas es 1:17.500.000. Se encuentra disponible en el programa de la Subsecretaría de Energía de la Nación.

GUIA PARA LA UTILIZACION DE LA INFORMACION CLIMATOLOGICA

La información climatológica presentada es la resultante de estadísticas, realizadas sobre largos períodos, generalmente de más de 10 años. Su uso más frecuente es para la toma de decisiones sobre actividades o sistemas que pueden ser afectados o influidos por el clima de un determinado período futuro. La hipótesis subyacente en este uso es que el clima se comportará en ese período futuro como en el pasado. Esta hipótesis es correcta dentro de ciertos límites ya que generalmente el período futuro no es demasiado lejano, normalmente menos de 100 años y la exactitud deseada para la variable climática futura no es muy grande. En rigor, el clima sufre variaciones en todas las escalas de tiempo, por lo que los valores climáticos pasados sólo pueden ser usados como una aproximación al clima de un período futuro.

Por esa misma variabilidad temporal, las estadísticas y los mapas disponibles pueden presentar discrepancias menores para una cierta localidad ya que los mapas fueron hechos sobre la base de estadísticas de un determinado período que no necesariamente coincide con los tomados al realizar los promedios presentados en las tablas del Punto 9.1 En este último caso se ha tomado el período más largo posible, en algunos casos hasta 90 años. La estabilidad de los promedios climáticos es creciente con el período de promedio, por lo que la probabilidad de discrepancia entre un período futuro y otro pasado, es menor cuanto más largo es cada uno de estos períodos. Por ello, como regla general para una determinada localidad es aconsejable el uso del dato indicado en las tablas del Punto 9.1 ya que además en la elaboración de los mapas se han suavizado los detalles geográficos para resaltar las características de mayor escala. Excepciones a esta regla son válidas cuando el período de observación de los datos de las tablas del Punto 9.1 es menor a 10 años en precipitación y 5 años en las otras variables.

El uso de los valores de los mapas citados en el punto 3 es aconsejable para localidades que no presentan registros y que se encuentran alejadas de la estación más cercana en distancias superiores a la de la representatividad de la observación. Esta última depende de la variable y de las circunstancias geográficas tal como se expone en el Punto 5 del presente informe.

La precipitación está representada a escala mensual en el Atlas Climático de América del Sur (referencias en el punto 3 del informe). Su uso es recomendable fuera del área oeste de las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut donde es preferible utilizar los mapas de Cartas de precipitación de la zona oeste de las provincias de Río Negro y Neuquén y de Mapas de precipitación de Chubut (ambas referencias en el punto 3 del informe) que si bien presentan cartografía estacional tienen una mejor definición espacial en la zona aledaña a los Andes que es un área donde la precipitación presenta una gran variabilidad espacial.

PROCESAMIENTO, ANALISIS Y VALIDACION DE LA INFORMACION

Las mediciones que dieron lugar a la información recopilada se realizaron siguiendo en algunos casos normas estrictas y en otros no, dependiendo en gran medida de las instituciones que las hicieron.

Los datos del Servicio Meteorológico Nacional que como ya se mencionó incluyen también los originados en las estaciones del Servicio de Hidrografía Naval y del INTA provienen de estaciones que realizan sus observaciones siguiendo las normas de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) tanto en lo referente al emplazamiento de la estación, de sus instrumentos, como las horas de observación y los métodos de medición y registro. Estas estaciones deben tener instrumentos calibrados y están sujetas a inspecciones periódicas. En la práctica, a veces lo primero no siempre ocurre y desgraciadamente el sistema de inspección se fue degradando desde la década del 70 hasta reducirse considerablemente, sobre todo en la región patagónica.

En este contexto, las estaciones de aeropuertos tienen mayor confiabilidad por cuanto sus datos están siendo utilizados por un usuario exigente. Los registros de estas estaciones están catalogadas con la máxima confiabilidad. Los datos provenientes de las otras estaciones tienen confiabilidad media.

En el caso del viento, estudios comparativos indican que los datos anteriores a las décadas del 60 y 70 presentan una subestimación notable de la intensidad del viento. Ello se debe, a que en aquel entonces, se hacía una estimación visual de la velocidad del viento a partir de la observación de veletas. Con la expansión de la aviación civil, se pasó a la observación mediante instrumentos, pero en la Patagonia, este proceso de reemplazo no se completó sino hasta la década del ´60, Atlas del potencial eólico de la Patagonia, CNP, Contribución No. 69, Tomo I, 172 pp (Barros, V. 1983). Por ello y debido a que los datos de viento resultan altamente sensibles al estado del instrumento, todos los datos presentados son de la década del 70 en la que además de contarse con instrumental, se disponía de un aceptable proceso de inspección. Por otra parte, el error más frecuente en el caso del viento es la falta de representatividad espacial del punto de medición, cuando este se encuentra en un lugar reparado del flujo general. Por ello, los datos con valores medios muy bajos deben ser sospechados de falta de representatividad espacial.

Las observaciones del Centro Nacional Patagónico (CNP) de precipitación, temperatura y humedad relativa fueron realizadas mediante equipos registradores siguiendo las normas de la OMM en cuanto a la ubicación de la estación, y de los instrumentos. Estas estaciones eran inspeccionadas en forma mensual. Por lo tanto los datos de temperatura y humedad tienen la máxima confiabilidad.

Los datos de precipitación de la base de datos del CNP son de estaciones propias y de estancias recopilados por el CNP. Los datos de las estancias no tienen información fehaciente de cómo fueron tomados. Sin embargo han demostrado consistencia espacial en los estudios de tendencias y fluctuaciones llevados a cabo en el CNP. Presentan asimismo una distribución de probabilidad propia del parámetro, Variación estacional de la precipitación en la Provincia del Chubut, Meteorológica, volumen12 (Rivero M.,1982). Por ello, la confiabilidad es catalogada como media. En el caso de las mediciones directamente tomadas por el CNP, hay alguna documentación, pero los datos tienen frecuentes interrupciones por defectos del instrumental, por lo que se la cataloga también como de confiabilidad media.

Los datos de precipitación provenientes de la Dirección Nacional de Recursos Hídricos (ex Agua y Energía y EVARSA) no siempre siguieron las normas y métodos de la OMM. Sólo recientemente, EVARSA hizo notables esfuerzos por mejorar la calidad de sus mediciones. Estos datos se estiman de confiabilidad baja.

Los datos de precipitación de la zona Oeste de las Provincias de Río Negro y Neuquén (de origen en estancias y principalmente de ex HIDRONOR) tienen las mismas dificultades que las de los datos de la colección del CNP. Sin embargo, han mostrado consistencia espacial y pasaron satisfactoriamente los mismos análisis que los de Chubut. Su confiabilidad se caracteriza como media.

Los datos de la Dirección de Hidráulica de la Provincia de Tierra del Fuego, han sido reducidos en esta presentación a sólo algunas variables, ya que en las otras se detectaron errores muy grandes. Estas estaciones no cuentan con una apropiada localización. Por ello se caracteriza a estos datos como de mínima confiabilidad.

Los datos de radiosondeos publicados por el ex Departamento de Meteorología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, actualmente Departamento de Ciencias de la Atmósfera, provienen de las estaciones del Servicio Meteorológico Nacional. No sólo cumplen con las especificaciones de la OMM, sino que han pasado los procesos de control de calidad del SMN y los controles estadísticos realizados por los autores de la publicación.

La representatividad espacial de los datos depende del parámetro y de las características geográficas de la zona.

El parámetro de mayor representatividad espacial es la presión y en general se considera que en un radio de 200 km no hay cambios importantes. En el caso de la precipitación, en la meseta patagónica, la representatividad espacial puede ser estimada en 100 km, siempre que no haya algún accidente importante en el relieve. En la zona de cordillera y hasta unos 150 km del límite con Chile, esta representatividad se reduce considerablemente dependiendo de los accidentes geográficos en las proximidades del sitio de medición. En casos extremos, la representatividad se puede reducir a 10 km o aún menos. En la zona costera pasa algo parecido pero la representatividad mínima llega a unos 50 km.

En el caso de la nubosidad y como se explica en el punto 6.2.2, la mayor parte de la misma es alta y media y provocada por fenómenos sinópticos de gran escala. Por ello, con excepción de la zona cordillerana el porcentaje de cielo cubierto es representativo en un entorno de 200 km.

La temperatura y sus variables son difíciles de caracterizar en su representatividad porque varía con la época del año, la geografía y la latitud. En la zona costera, por ejemplo, es menor de 10 km, por el efecto de la brisa de mar. En la meseta se puede considerar a 100 km como una buena aproximación y en la zona montañosa varia con la altura en una forma bastante conocida, World Survey of Climatology. The Climate of Argentina, Paraguay y Uruguay (Prohaska, F. 1976). Las máximas y mínimas absolutas seguramente tienen muy escasa representatividad espacial al estar influidas por circunstancias especiales y excepcionales. De todos modos, aunque no con su valor exacto son de representatividad espacial regional.

Finalmente, se debe mencionar que no existen publicaciones con la descripción de las estaciones y de su historial en ninguna de las instituciones que hacen o hicieron observaciones en la Patagonia, ni siquiera en el SMN. Aunque en estas instituciones existen algunas descripciones de estaciones y de la historia de sus instrumentos, las mismas no están completas y en algunos casos no se ajustan a lo real. En este aspecto debería implementarse un proyecto de rescate de este tipo de información para mejorar o al menos paliar parcialmente el déficit de información, pero obviamente debe hacerse desde el interior de las instituciones.

CARACTERIZACION DEL CLIMA DE LA PATAGONIA ARGENTINA
Introducción
Los condicionantes geográficos

Las Provincias que integran la Patagonia Argentina, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, se extienden en latitud desde los 36°S hasta los 55°S. Es decir, se encuentran enteramente dentro de las latitudes medias del hemisferio Sur, siendo éste uno de los condicionantes más importantes de su clima. Estas latitudes presentan un importante gradiente meridional de temperatura y fuertes vientos, lo que da lugar a lo que se denomina un clima de característica advectiva, es decir que las temperaturas varían con facilidad de acuerdo con la dirección de los vientos, (Flohn, 1976). En consecuencia, la Patagonia se encuentra dentro de la corriente general de los Oestes del hemisferio Sur siendo afectada por las clásicas perturbaciones de la misma, esto es: vaguadas, cuñas, ciclones, anticiclones y frentes. Como resultante de ello, la variabilidad interdiurna del tiempo es muy pronunciada siendo ésta una de las características dominantes de su clima.

Otro condicionante importante es que la Patagonia es una relativamente angosta franja continental entre dos inmensos océanos, haciéndose aún más angosta en su extremo austral. Esto, combinado con el generalmente intenso flujo del Oeste, hace que las masas de aire tengan un período de residencia continental muy breve. Por lo tanto las características de continentalidad, esto es amplio rango diurno y anual de la temperatura, se ven atenuadas, manifestándose sólo en mayor medida en Neuquén y Río Negro.

La presencia de la Cordillera de los Andes, que se extiende de Norte a Sur, a lo largo de toda la Patagonia, combinada con el flujo predominante de los Oestes, provoca el ascenso forzado de las masas de aire provenientes del Pacífico. Esto da lugar a abundante nubosidad y precipitación del lado chileno y en la región cordillerana argentina hasta donde eventualmente se extienden las nubes precipitantes cuando existen condiciones sinópticas favorables. De esta forma, las masas de aire del Pacífico dejan su humedad al ascender los Andes y prosiguen secas sobre la Patagonia argentina (Schwerdtfeger, 1976). Por ello, la mayor parte de la Patagonia argentina es una región árida.

Finalmente, otro condicionante geográfico son las corrientes marinas. Tanto del lado chileno como del argentino hay sendas corrientes frías. En el Pacífico, la de Humboldt o del Perú es una intensa corriente fría que en la latitud de la Patagonia está presente a lo largo de todo el año. Del lado atlántico, la de Malvinas, se deriva de la corriente hemisférica que se mueve de Oeste a Este, llamada corriente circumpolar antártica luego que esta atraviesa el pasaje de Drake. La corriente de Malvinas confluye con la corriente cálida del Brasil alrededor de 40°S dando lugar a una serie de meandros y vórtices para luego fluir hacia el Este (Lusquiños y Schrott, 1983). Esta zona de confluencia se encuentra más al Norte en invierno y más al Sur en verano. El efecto de las corrientes marinas que rodean la Patagonia es no sólo contribuir al enfriamiento de la misma por debajo de las temperaturas que se produciría sin ellas, sino también reducir los gradientes térmicos meridionales especialmente en invierno, cuando toda la zona está bajo la acción de homogeneización de ambas corrientes.

La circulación de la atmósfera sobre la Patagonia

En la alta tropósfera del hemisferio Sur, entre aproximadamente 5.000 y 10.000 m, predomina todo el año un intenso flujo del Oeste resultante del fuerte gradiente meridional planetario de temperatura. A diferencia del hemisferio Norte donde la corriente del Oeste es mucho menos intensa en verano, en las latitudes que abarcan la Patagonia, este flujo se mantiene y entre 45° S y 55° S sobre la Patagonia es aún más intenso que en invierno (Taljaard y otros, 1969). La diferencia con el hemisferio Norte se debe a la presencia de la Antártida, un continente polar, que mantiene muy bajas temperaturas aún en el verano y dado que las variaciones estacionales de temperatura en las zonas ecuatoriales son muy reducidas, el gradiente meridional de temperatura permanece alto todo el año. De todos modos el gradiente meridional en el hemisferio Sur es mayor en invierno, pero el campo de vientos del Oeste asociado no alcanza mayor intensidad sino que se distribuye en una zona más ancha en latitud. Esta zona llamada baroclínica abarca entre 30° y 55° S en verano y entre 20° y 70° S en invierno, Taljaard y otros(1969), Trenberth (1992). Como la baroclinicidad está asociada a la presencia de zonas frontales y a la generación de ciclones, lo anterior es un factor importante en el ciclo anual de la precipitación. Conviene señalar que el flujo del Oeste descripto sufre variaciones de intensidad y dirección en la escala interdiurna y eventualmente en algunas ocasiones se perturba ampliamente como consecuencia de la presencia de ciclones que abarcan la tropósfera y más raramente por anticiclones con gran desarrollo vertical.

El flujo en la baja tropósfera, (superficie a 5.000 m), es menos intenso que en la alta tropósfera, (Taljaard y otros,1969; Trenberth, 1992), pero en general retiene las mismas características, aunque las perturbaciones de carácter sinóptico, (ondas, frentes, ciclones y anticiclones) son más intensas. Como ya fue explicado, los Oestes prevalecientes no contribuyen al aporte de vapor de agua para las precipitaciones. En el Sur de la Patagonia, en verano, asociado a la mayor baroclinicidad hay una mayor generación de ciclones y profundización de los que provienen del Oeste (Necco, 1982). Sin embargo esto no resulta en precipitaciones abundantes excepto en la franja cordillerana, ya que el componente Noroeste del viento, que en el hemisferio Sur generalmente aporta las mayores precipitaciones de los ciclones, es seco por causa de su trayectoria sobre los Andes.

Los frentes fríos se mueven con una dirección Oeste–Este o Sudoeste–Noreste, (Seluchi y otros, 1995). Como rara vez provienen del Sur, las masas de aire frío provienen del océano Pacífico y no aportan temperaturas muy extremas. En particular, las temperaturas debajo de cero grado se alcanzan sobre el continente como consecuencia del balance negativo de radiación y son más extremas en las zonas más continentales de la Patagonia. Debido a la sequedad del aire, la actividad prefrontal es mínima y en la mayor parte de los casos inexistente. Los vientos del Noroeste, resultantes de las vaguadas asociadas a los frentes aportan precipitación sobre la franja cordillerana y el vapor de agua restante sólo da lugar a la formación de nubes medias y altas que no dan precipitación. En los raros casos que las masas de aire tienen una trayectoria desde el Sur, puede llegar aire de origen antártico no muy modificado que da lugar a temperaturas frías muy extremas sobre toda la región. En general, el pasaje de frentes fríos es más frecuente en el Sur de la Patagonia (dos o tres por semana) que en la región Norte (uno o dos por semana), (Rivero y Ereño, 1978). En esta última región, los frentes fríos son mucho más frecuentes en invierno que en verano.

En general, el retorno de las masas de aire templadas o subtropicales es gradual y no en forma de frente. En los casos que se dan frentes cálidos, estos están asociados con componentes Noroeste del viento en las capas bajas con trayectorias de aire por sobre los Andes y en consecuencia aportan escasa precipitación. Las condiciones más favorables para la precipitación en la Patagonia fuera de la zona cordillerana se dan con frentes estacionarios en situaciones que el anticiclón del lado frío aporta vientos húmedos desde el Atlántico. Estas precipitaciones son de tipo estratiforme, continuas en el tiempo y extendidas en el espacio, y en algunos casos sólo alcanzan a manifestarse como lloviznas. Estas mismas condiciones de tiempo, también pueden favorecer en ciertas ocasiones las precipitaciones en los faldeos orientales de la cordillera de los Andes. Los mismos resultados que en el caso anterior, se dan en la precipitación por la presencia de anticiclones llamados de bloqueo que se ubican en la Patagonia o en el Atlántico adyacente dando lugar a períodos prolongados (más de una semana) con precipitación y nubosidad. Estos casos, sin embargo, son poco frecuentes, tal vez dos o tres al año como máximo.

El aporte de aire subtropical sobre la Patagonia Norte es frecuente en el verano, llegando incluso hasta 46°S pero está limitado a los primeros 1000 m por encima de la superficie y en general sólo se da sobre la zona costera. En estos casos se observan temperaturas a veces superiores a las que simultáneamente se producen en el Nordeste de Argentina. Sin embargo por la trayectoria continental sobre el Noroeste de Argentina, estos aportes de aire subtropical son secos y no contribuyen mayormente a la precipitación.

Los Elementos del Clima
El viento

Una característica dominante del clima patagónico es el fuerte viento que se observa en casi toda la región. Es un factor adicional de aridez ya que favorece la evaporación en un contexto de escasas precipitaciones. Asimismo, es un fuerte factor erosivo que actúa vigorosamente ante las alteraciones de la frágil cubierta vegetal.

Las direcciones prevalecientes son del Oeste, Sudoeste y Noroeste que en conjunto suman en general alrededor del 60% del tiempo y en ciertos casos mucho más, (Barros y otros, 1997). Hay cierta tendencia a que en la costa haya mayor frecuencia de viento Noroeste que Sudoeste y en el Oeste de la Patagonia ocurre lo inverso. En la costa, al Norte de Comodoro Rivadavia, en verano se observa el fenómeno de la brisa de mar en los días en que la circulación del Oeste no es muy intensa. En esos casos la componente del mar, generalmente del Este, penetra hasta 10 km de la línea de costa, (Rivero y Barros, 1975). La velocidad media anual del viento es máxima entre 47° y 49° S, donde supera los 10 m/s Adicionalmente, la zona de Comodoro Rivadavia también presenta fuertes vientos medios superiores a 9 m/s (Barros, 1983). Existen indicios que la zona de máximo viento se ha desplazado unos 200 km hacia el Sur desde 1960. Desde la franja de máximo viento medio anual en el centro de la Pcia. de Santa Cruz, este decrece hacia el Sur y hacia el Norte, y excepto en el Norte de Neuquén y Noroeste de Río Negro está por encima de 4 m/s y en la mayor parte de Chubut y Santa Cruz por encima de 6 m/s (Barros y otros, 1997). En general, en las regiones con relieve, el viento es mayor en las zonas más altas y en los pasos orientados en las direcciones más frecuentes del viento. Sin embargo, en la zona cordillera el viento es menos fuerte que en la meseta y que en la región costera.

En los pocos lugares donde se ha medido el viento en torres de hasta 100 m de altura, se ha comprobado que la mayor parte del tiempo, el viento crece con la altura de acuerdo con un perfil logarítmico, en consonancia con la estabilidad vertical neutra esperada con vientos moderados y fuertes y lo predicho por la teoría, (Barros y Erramuspe, 1982). Respecto del ciclo diurno medio, éste presenta ciertas peculiaridades en la zona costera. La intensidad aumenta después de la salida del sol, incrementándose hasta la hora de máximo calentamiento de la superficie. Al caer el sol comienza a reducirse rápidamente la intensidad del viento, hasta que en muchos casos se produce una calma nocturna. Sin embargo en algún momento de la noche, entre las 22 horas y las 04 horas, la intensidad diurna se restablece abruptamente disminuyendo luego lentamente hasta la salida del sol, (Barros y Rivero, 1975). Un fenómeno similar ha sido observado también en Sudáfrica.

La distribución estadística de los valores horarios de la intensidad del viento sigue una distribución de Weibull II (Barros, 1982). Esta es asimétrica, lo que implica que la moda del viento es menor que la media. En general la moda es inferior a la media en 1 o 2 m/s Otra característica asociada con esta distribución y ampliamente observada en la Patagonia es la ocurrencia de muy intensos vientos con una relativamente alta frecuencia. Por ejemplo, en Comodoro Rivadavia se observan vientos superiores a 20 m/s en un 5% del tiempo (Barros, 1983).

Los vientos medios mensuales son mayores en verano que en invierno en toda la región. Ello se debe a la mayor intensidad de los vientos en altura, sobre todo al Sur de 45 °S, pero también al efecto del calentamiento de la superficie que contribuye a inestabilizar estáticamente la atmósfera, favoreciendo la mezcla vertical de la cantidad de movimiento y en consecuencia el transporte del mismo hacia la superficie desde capas altas. En enero, la mayor parte de Santa Cruz y Chubut presenta vientos superiores a los 9 m/s En julio, en cambio, eso mismo se puede decir con respecto a la cota de 5 m/s La zona de máximo viento se desplaza en latitud, estando en 46°S en invierno y entre esa latitud y 49°S en verano (Barros y otros, 1997).

La nubosidad y la insolación

La región patagónica se caracteriza por su elevada nubosidad en relación a la escasa precipitación. El porcentaje medio de cielo cubierto va desde menos del 50% en el Este de Neuquén y Noroeste de Río Negro hasta un 70% en Tierra del Fuego. Igualmente, en general para cada latitud hay mayor nubosidad en la cordillera que en el resto de la Patagonia y más en la costa que en la meseta, (Prohaska, 1976).

La mayor parte de la nubosidad es de tipo medio y alto asociada a fenómenos de escala sinóptica, esto es, de miles de kilómetros de extensión. El reflejo estadístico de esto, es que el porcentaje de cielo cubierto tiene una alta representatividad espacial, esto es más de 200 km, si se excluye naturalmente la zona cordillerana donde hay más variaciones locales por el aporte diferenciado de las nubes bajas, (SMN,1986).

Con respecto al ciclo anual de la nubosidad es distinto en distintas zonas de la Patagonia. la nubosidad es mayor en invierno en la zona Norte y en verano en la zona Sur. Este comportamiento es bastante homogéneo, tanto en la zona andina como en la meseta y en la costa, cosa que como veremos no es el caso de la precipitación (SMN, 1986).

Las horas de heliofanía, están condicionadas por la nubosidad, pero además por la latitud y la declinación del sol. Disminuyen con la latitud, especialmente en invierno. En Río Negro y Neuquén, las horas de sol diarias van de 11 horas en enero a 3 horas en junio. En Santa Cruz, de 8 a 3 horas en los mismos meses y en Tierra del Fuego de 6 horas en los meses de octubre a diciembre y 5 y media en enero y febrero a tan sólo una hora y media en junio, (SMN,1986, 1992).

Además de la nubosidad, la transparencia del aire contribuye a modificar la intensidad de la insolación determinada por la latitud y la época del año. La transparencia depende de la turbidez y de la humedad. Excepto cuando soplan vientos muy fuertes, la turbidez es relativamente pequeña debido a que las partículas del suelo levantadas como polvo son relativamente pesadas y se depositan rápidamente. Con excepción del extremo Sur de la Patagonia, la humedad relativa es también muy baja lo que junto con lo anterior conduce a una atmósfera bastante diáfana. Esto último se ve algo reducido en la zona cordillerana donde la humedad relativa es algo mayor.

La temperatura

Las temperaturas medias de la región son relativamente frías para la latitud debido a las corrientes marinas y a la altura. La zona más cálida es el Norte de Río Negro y el Este de Neuquén con medias anuales de 13° a 15°C y la más fría el Oeste de Santa Cruz y Tierra del Fuego, con medias de 5° a 8°C. Valores inferiores a 5°C y hasta debajo de 0°C deben esperarse en las zonas altas de la cordillera desde el Norte de Neuquén hasta Tierra del Fuego, de acuerdo con el gradiente vertical de temperatura propio de la latitud y las alturas de la cordillera, (Hoffmann, 1975). La temperatura media varía con la latitud pero en mayor medida con la altura por lo que se establece un fuerte gradiente zonal ya que en forma general, la altura sobre el nivel del mar aumenta hacia el Oeste. El gradiente meridional (del orden de 0,5°/100 km) es relativamente moderado para la latitud debido al efecto homogeneizador de las corrientes marinas.

Durante el verano el gradiente meridional aumenta considerablemente. En efecto, durante diciembre y enero las temperaturas medias mensuales en el Norte de Río Negro y el Este de Neuquén llegan a 24°C mientras que en Tierra del Fuego se hallan en torno de los 9°C, A pesar que la corriente de Malvinas cede en latitud a la corriente cálida del Brasil, el efecto continental se siente notablemente al menos desde 45° de latitud Sur hacia el Norte, compensando incluso el aumento de la altura sobre el nivel del mar. Esto es debido en parte al efecto de la brisa de mar que tiende a atemperar las temperaturas máximas en la zona costera. Así, para cada latitud, la meseta presenta las máximas temperaturas medias. Las temperaturas extremas han llegado a estar por encima de 40°C en el Norte de Río Negro y el Este de Neuquén y superan los 30°C en prácticamente toda la región, excepto en Tierra del Fuego y las alturas cordilleranas.

En invierno, el gradiente meridional se reduce notablemente. En julio, las temperaturas medias van de 7°C en el Norte de Río Negro hasta 0°C en Ushuaia, pasando por valores próximos a 2°C en el Sur de la Pcia. de Santa Cruz (Hoffmann, 1975). Las temperaturas mínimas extremas se dan en la meseta patagónica y están cercanas a los -20°C en la mayor parte de esta meseta, desde Santa Cruz hasta Río Negro y Neuquén. El valor mínimo alguna vez observado en la región es -33°C en Colonia Sarmiento y aunque existen dudas sobre la validez de este dato, ha habido varios registros por debajo de -22°C. Los valores mínimos extremos en la región costera son mucho más altos, esto es, son mayores a -15°C.

En la zona costera del sur de Santa Cruz las temperaturas medias del otoño son mayores que las de la primavera, de acuerdo con lo que es típico de los climas marítimos. Lo inverso está claramente definido sólo en la zona más continental, esto es en el Centro de Río Negro y Neuquén.

La humedad

La humedad es generalmente analizada en términos absolutos, por alguna medida del contenido de vapor de agua en la atmósfera o en términos relativos respecto de su proximidad a las condiciones de condensación. Los parámetros elegidos en cada caso representan distintas realidades físicas. En esta descripción utilizamos a la tensión de vapor como parámetro del primer tipo y a la humedad relativa como parámetro del segundo tipo.

La tensión de vapor media anual es relativamente baja en toda la Patagonia y presenta una escasa variabilidad espacial. Esto es, varía desde algo más de 10 hPa en los ambientes costeros de la región Norte, muy expuestos al mar, a 5 o 7 hPa en las zonas más continentales tanto del Norte como del Sur patagónico. Presenta también un débil gradiente meridional que en la zona costera va de 9 a10 hPa en el golfo de San Matías hasta alrededor de 7 hPa en Tierra del Fuego. A lo largo del año, y de acuerdo a lo esperado, la tensión de vapor es siempre mayor en verano siendo la amplitud de la onda anual de 2 a 3 hPa. Es interesante señalar que las localidades bajo riego de los ríos Colorado y Negro presentan valores superiores en 2 o 3 hPa a los de la meseta de Río Negro y Norte de Chubut (SMN,1986, 1992).

En la humedad relativa, los contrastes espaciales son mucho mayores. En los ambientes costeros del extremo Sur continental y fueguino se registran valores próximos al 80%, mientras que en los del golfo de San Matías sólo se registran valores del 55 al 60%. Estas diferencias se explican fundamentalmente por los gradientes térmicos que compensan y sobrepasan las diferencias en la tensión de vapor. La menor humedad relativa media anual de la región se produce en la meseta central de las Provincia del Chubut y Río Negro, con valores apenas por encima del 50%. Hacia el Sur, estos valores aumentan por la disminución de la temperatura y hacia el Norte por la mayor tensión de vapor, especialmente en el verano. En la zona cordillerana, la humedad relativa está por encima del 60% y en muchos casos aún del 65%, debido a las bajas temperaturas. En todos los ambientes sin excepción, la humedad relativa es menor en verano por las mayores temperaturas. En general, la amplitud anual es de un 20% en humedad relativa reduciéndose al 10% sólo en la zona costera del Norte de Chubut.

Precipitación

Debido a las condiciones geográficas y a la circulación de la atmósfera, en la mayor parte de la Patagonia está muy restringido el acceso de vapor de agua. Como consecuencia, en la mayor parte de la región, las precipitaciones medias anuales son inferiores a los 200 mm, lo que determina las condiciones de aridez de la región (Hoffmann, 1975). El Norte de Neuquén y Río Negro y el Este de esta última provincia presentan precipitaciones algo mayores, incluso en algunas zonas, por encima de los 300 mm. Las precipitaciones medias anuales también superan los 200 mm desde 50°S hasta el canal del Beagle. En esta última región hay un marcado gradiente meridional con aumento de las precipitaciones medias anuales hacia el Sur. El propio gradiente se intensifica hacia el Sur hasta que en alguna zona de la costa Sur de Tierra del Fuego, las precipitaciones pasan de 600 a 800 mm en alrededor de sólo 50 km (Hoffmann, 1975).Gradientes aún mayores, pero en la dirección zonal se observan a lo largo de toda la cordillera, donde en general, en menos de 100 km se pasa de 200 mm a más de 1000 mm, existiendo algunas áreas en el Sur de Neuquén, Río Negro y Norte de Chubut donde los mapas analizados indican valores mayores a 3000 mm (Barros y otros, 1980).

Dentro de la amplia área que hemos caracterizado como de precipitación menor a 200 mm hay algunas excepciones y también zonas de precipitación aún menor a 100 mm. Ello se debe a las singularidades geográficas de las costas y a las serranías que se hallan dentro de la meseta patagónica. Tal es el caso de la península de Valdés y de la franja costera de menos de 50 km de ancho en Chubut al Sur de 44° S, con valores que incluso superan los 250 mm y que probablemente se extiende por la franja costera del golfo San Jorge en la Provincia de Santa Cruz. Un núcleo extremadamente árido se encuentra entre 43° y 44° S en el Centro y Oeste de la Provincia del Chubut donde entre 69° 30’ y 70° 30’W existen localidades con registros de precipitación media anual inferiores a 100 mm (Barros y otros, 1980).

Las precipitaciones nivales son comunes en invierno en toda la Patagonia, pero poco frecuentes en el área costera de Río Negro y Chubut. Las tormentas eléctricas son escasas en las Provincias de Chubut, Santa Cruz, donde rara vez superan los cinco casos al año, y casi inexistentes en Tierra del Fuego, ocurriendo casi exclusivamente en verano.

El régimen de lluvias de tipo mediterráneo, propio de Chile central, con mayores precipitaciones en el período invernal que en el estival, se extiende en cierta forma a la región cordillerana de las Provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut y a la zona árida del Oeste de esas Provincias, (Prohaska, 1976). La causa de este comportamiento es la migración estacional del anticiclón del Pacífico que en primavera y verano al avanzar hacia el Sur impide el pasaje de las perturbaciones típicas del flujo del Oeste que suelen ocasionar precipitaciones (frentes, ondas y ciclones) ya que en otoño e invierno, con el desplazamiento hacia el Norte de este anticiclón, la región queda bajo la influencia de la circulación de los Oestes y de sus perturbaciones. De todos modos, existe una diferencia con el régimen de precipitación anual del lado chileno, donde el máximo se observa en invierno. En cambio, en la zona que estamos describiendo, en general las mayores precipitaciones se dan en el otoño, entendiendo por tal los meses de abril, mayo y junio. No son mucho mayores que las del invierno (julio, agosto y setiembre) mientras que las precipitaciones de primavera y verano son muy inferiores, esto es bastante menores de la mitad que las del período otoño-invierno (Rivero,1981). Esta característica estacional de la precipitación, aunque atenuada, se extiende por el Sur de Chubut y Norte de Santa Cruz y por toda la costa de Chubut, Rivero (1981). Ello se puede atribuir a la mayor frecuencia de pasajes de frentes y perturbaciones ciclónicas y anticiclónicas durante el otoño y el invierno. La región comprendida por el Centro Norte de Chubut, el Este de Neuquén y el Centro y Este de Río Negro no presenta un ciclo anual definido y puede ser considerada como una zona de transición entre el régimen de precipitación estival del Oeste subtropical argentino y el de dominancia otoño–invernal de las latitudes más altas.

Desde el Centro de Santa Cruz hacia el Sur, las precipitaciones son más regulares a lo largo del año, aunque en algunas localidades del Sur de esa Provincia y de Tierra del Fuego, existe cierta predominancia de las lluvias de verano como consecuencia de la mayor baroclinicidad que se produce en esa época del año.

Como es típico de las zonas áridas, las precipitaciones mensuales y anuales siguen una distribución Pearson III, conocida también como distribución gamma (Rivero, 1981).

Conclusiones

La información disponible es en general escasa y en algunos casos mal distribuida espacialmente. En particular en el interior de algunas de las regiones, no existe ningún dato. Esto último pudo ser salvado en parte por el trabajo de análisis de representatividad espacial e interpolación de los trabajos que presentan campos espaciales. La información más abundante es la de precipitación pero sólo es medianamente suficiente en la Provincia de Chubut y en el Oeste de Río Negro y Neuquén.

No han existido en los últimos 30 años ni existen en general adecuados mecanismos de inspección y control de las observaciones meteorológicas en ninguna institución. A pesar de ello, los datos se comportan estadísticamente de acuerdo con las previsiones teóricas, mostrando distribuciones estadísticas apropiadas y tendencias y fluctuaciones coherentes espacialmente. Por todo ello es que a pesar de las limitaciones existentes, los datos que se presentan en este informe se pueden usar con cierta confianza, en la medida que no se pretenda una exactitud muy grande.

Se recomienda que las instituciones que hacen o atesoran información climatológica preparen y publiquen el historial de cada estación con toda la información relevante. Asimismo, se recomienda realizar mediciones meteorológicas completas por medio de una estación automática y durante un período de tiempo no inferior a un año en cada una de las áreas de estudio, de forma de disponer de información detallada y confiable de relevancia para análisis de caracterización de la dispersión de contaminantes. En las áreas correspondientes a la Gran Altiplanicie Central y la Cuenca del Río Turbio, por su magnitud areal, el número de estaciones automáticas deberá ser dos.



Volver