SOLDADO DE INF ESPª (1563) ALFÉREZ IDEM (1569), CAPITAN ID.
(1576), GOBERNADOR DE DIEST, TOURNHOUT Y NIEUWPOORT
(1578-84), MAESTRE DE CAMPO INFª ESP (1584-98), GOBERNADOR
DE BLAVET (1591-98), MAESTRE DE CAMPO GENERAL (1600).

Fue el 4º hijo varon de Miguel del Águila y Velasco y de Sancha de Arellano, pero
era nieto del señor de Villaviciosa y bisnieto del señor de San Román, precursor de
la casa de Velada. Fueron sus hermanos Gil, fray Alonso. María, Catalina y Nuño,
que murió de capitán en Bretaña, militando a las órdenes de su hermano; por lo
tanto, erró el  P. Ariz al afirmar que fuera en Flandes, en 1571. Segundón de segun-
dones, Juan hubo de seguir los pasos de su hermano y encaminar su carrera a la
milicia,donde alncanzaría el empleo de Maestre de campo general. Antes de trazar-
la, aclaremos que tanto Alonso Vázquez, que le trató personalmente, como Cabrera
de Córdoba afirman que nació en Ávila, que preferimos como cuna aunque esté do-
cumentado que se crió en la villa de El Berraco (hoy el Barraco), de donde procedía
su familia materna.

LOS PRIMEROS SERVICIOS.
En 1563, contando con 18 años de edad,  se alistó en la compañía que levantó en Á-
vila el capitán Pedro González de Mendoza, hermano del MdC Gonzalo de Braca -
monte, para el socorro de Orán. Inicialmente formó parte del llamado «Tercio de
Francia», levantado en 1561 para apoyar a los católicos de aquel pais en lucha con-
tra los hugonotes, pero en aquel socorro lo mandó ya D. Gonzalo, que había sucedi-
do al MdC Juan de Solis. Disuelto dicho tercio en Italia (1564), alfunas de sus com-
pañías se integraron en Tercio de Cerdeña, con el cual se halló en la toma del Peñón
de Velez de la Gomera (1564) —errando Baltasar de Collazos al confudir sus capita-
nes con los del Tercio de Sicilia—, el socorro de Malta (1565), la reducción de Sam-
piero Corso, sublevado en  Córcega (1566), y en la batalla de Heiligerlee (1568), en
Flandes, adonde habían pasado el año anterior con el Duque de Alba. El Tercio de
Cerdeña, cuya precipitación causó la derrota en aquel combate, sería disuelto disci-
plinariamente el mismo año, pero la compañía de su capitán se integró en el Tercio
de Flandes, designándole éste su alférez en 1569. Con él tomó parte en la batalla de
Mook (1574), sufriendo poco después una nueva reforma, al extinguirse su tercio
en julio de aquel mismo año. En 1576 obtuvo una compañía en el Tercio de Julián
Romero, hallándose con ella en el socorro del castillo de Gante y en el asalto y saco
de Amberes. Precísamente fue él quien persuadió a los amotinados para acudir en
auxilio de Sancho Dávila, que defendía su ciudadela.

Los tercios españoles partieron de Maastricht el 28 de marzo de 1577, en virtud del
Edicto Perpetuo. Su viaje fue lento y hasta primeros de julio no quedó alojado el
tercio de Romero en Vigevano, a las órdenes del SgM Francisco de Aguilar. Julián
Romero, que salió de Flandes más tarde, se les unió allí el 21. El 15 de agosto, desde
Namur, don Juan de Austria solicitaba el regreso de los tercios y el 13 de octubre,
cuando murió Romero, estaban ya en marcha hacia los Alpes. Todo esto se opone a
otro aserto del R.P.Ariz al referir que, tras regresar de Flandes, Juan del Águila asis-
tió voluntariamente a una expedición a las islas Querquenes (Kerkenah), en la cos-
ta tunecina, acompañado de un buen puñado de abulenses a los que cita. Según me
aclara Rosa López,  aquella operación fue dirigida en 1576 por D.Alvaro de Bazán,
marqués de Santa Cruz, siendo capitán general de las galeras de Nápoles,cuya es -
cuadra se reforzó en Malta con otras galeras de la Orden. Fue un éxito punitivo, re-
gresando a puerto con numerosos cautivos, pero anterior incluso al regreso de los
tercios a Italia, por lo que Juan no pudo haber participado en ella.

En el otoño de 1577,  era uno de los capitanes de aquel tercio de Sicilia que, ahora
con 16 compañías, volvía a marchar hacia Flandes, tras haber per manecido en Ita-
lia sólamente unos meses. Aunque la muerte de Julián Romero, MdCGral de la ex-
pedición, retrasó la partida, a finales de diciembre ya estaban las tropas de regreso
en los Países Bajos. El tercio continuó a cargo del SgM Aguilar, aunque en la docu-
mentación administrativa de aquel tiempo consta como «
Tercio de Julián Romero,
difunto
», situación que se mantuvo hasta que, en 1579, durante el asedio de Maas-
tricht, Farnesio confió su mando al maestre de campo reformado
Francisco de Val-
dés. Un documento fechado en Maastricht, el 17 de agosto de 1579, una vez tomada
la plaza, revela que no había cobrado una sola paga desde su vuelta a Flandes, acu-
mulando unos atrasos de 24 menesualidades, ya que la última se había satisfecho
en Italia en agosto de 1577. A cambio de la sumisisión de las tropas valonas que ha-
bían servido a los Estados Generales (1579), Farnesio hubo de acceder a una nueva
repatriación de los tercios españoles (febrero de 1580), que abandonarían Flandes
por tercera vez, tras haberlo hecho anteriormente en 1561 y 1577.

En Italia, Valdés recibió el gobierno de Piombibo, encargándose de conducir el ter-
cio a la isla de Sicilia el SgM Francisco del Campo. Felipe II había dado órdenes de
que los dos tercios del mismo nombre —el que guarnecía la isla y el que había sali-
do de ella en 1567, se refundieran en uno solo. De aquella época conservamos una
muestra de 1581 que, por su curiosidad e interés, reproducimos seguidamente.




























La reunión no llegó a consumarse y, a finales de julio de 1582, a las órdenes de Pe-
dro de Paz, el tercio regresó a Flandes tras haber recorrido el «camino español» en
40 dias, justo a tiempo para contribuir a la derrota del duque de Alençon ante Gante
(22-VIII). En la campaña siguiente, tomó parte en la conquista de Tornhout (abril),
de cuyo castillo fue nombrado gobernador Juan del Águila, aunque lo sería por po-
co tiempo.En efecto, apenas 3 meses después, tras asistir a la toma de Nieuwpoort  
(23.VII), Farnesio le nombró gobernador de aquella importante plaza portuaria,en-
trando su compañía a formar parte de la guarnición.

MAESTRE DE CAMPO
Tampoco fue muy muy duradero aquel gobierno. El 16 de agosto del mismo año, el
MdC Pedro de Paz perdía la vida ante los muros de Terramunda (Dendermonde) y  
Farnesio llamó, diez días después,  a Juan del Águila para mandar el tercio, que pa-
ra entonces había perdido su primitivo nombre de Sicilia, reservado para el que ser-
cía en la isla al mando de Diego Enríquez, hermano del castellano de Milán. Mien -
tras vivió «sir Julian», el tercio destacado en Flandes siguió llamándose «de Sicilia»
aunque ya era distinto del que quedó en la isla, habiedno ambos mantenido su vida
orgánica independiente hasta hoy día. El originario como «Regimiento de Cazado -
res de Alta Montaña Galicia no. 64»; mientras que el insular como «Regimiento de
Cazadores de Montaña Tercio Viejo de Sicilia no. 67».

Aquel mismo año de 1584 comenzaba el asedio de Amberes, al que asistió el tercio
de Águila, especialmente distinguido en la batalla del dique de Covenstein (27.V.
1585), donde deshizo un intento de socorrer la plaza, finalmente rendida el 17 de
agosto. Poco antes, el 13, cobraron sus hombres las 37 pagas atrasadas desde julio
de 1582, pues desde que retornaron de Italia no habían percibido más que ayudas
de entretenimiento. El tercio pasó después a la isla de Bommel, antemural del con-
dado de Holanda, donde el enemigo provocó una inundación que dejó a las tropas
españolas aisladas y a su merced; pero la helada caída la vigilia de la Inmaculada (7.
XII.1585, por la noche), permitió salvar la difícil situación, que pasó a la historia co-
mo «el milagro de Empel». En 1586, el tercio tomó parte en las conquistas de Grave
(6.VI), Neuss (26.VII),Alpen (13.VIII) y en el socorro de Zutphen (12.X), obligando
al ejército inglés que la sitiaba a levantarse de la plaza. El año siguiente, Farnesio se
dedicó a reforzar al ejército para la proyectada invasión de Inglaterra, la construc -
ción de la flotilla de desembarco y de una red de canales interiores para darle salida
al mar. Sólo emprendió una operación militar: la toma del puerto de Sluis (la Esclu-
sa), en la desembocadura del Escalda.El asedio comenzó el 12 de junio,aunque has-
ta el 24 no abrieron fuego las baterías. La plaza se rindió el 4 de agosto, pero un mes
antes Juan del Águila resultó herido de gravedad. Aun convaleciente, se embarcó
para España, donde Fernando de Toledo, gran prior de Castilla en la Orden de San
Juan, le presentó a Felipe II en la primavera de 1588. González Dávila refiere que,
adelantándose hacia el rey, el gran prior le anunció diciendo:
«Señor, conozca V.M.
a un hombre que nació sin miedo».

Juan no regresaría a Flandes. El rey le confió el mando de un tercio que estaba le -
vándose para embarcarse de refuerzo a las tropas de desembarco de la Gran Arma-
da, en la que habría de ser la segunda expedición. El tercio se reunía en Asturias y
Santander cuando la operación quedó cancelada, en setiembre de 1588, al conocer-
se el fracaso de la invasión. En 1589, la Junta del Principado obtuvo de Felipe II la
retirada del contigente alojado en sus tierras, que fue desplazado a Santander. Allí
se congregaron sus 1.643 hombres, agrupados en 16 compañías para embarcarse, a
bordo de la Armada de Alonso de Bazán, rumbo a La Coruña, donde aportaron el
17 de agosto de 1589. Carece pues de fundamento la afirmación de González Dávila
de que hubieran socorrido a La Coruña durante el ataque el inglés de mayo del mis-
mo año. El 27 de agosto volvieron a embarcarse en la misma armada, que partió de
La Coruña, vía Lisboa, para proteger la llegada de la flota de Indias, retornando con
ella a Lisboa. Allí se le agregaron 6 compañías que habían tomado parte en aquella
expedición, a cargo de Juan Alonso de Mújica, pasando el tercio a tener 22 compa-
ñías; todas volvieron a embarcarse, junto al tercio de Francisco de Toledo, para in-
vernar aquel año en Galicia.

Mientras tanto, el asesinato en Francia del duque de Guisa había dejado el camino
expedito al protestante Enrique de Navarra para ocupar el trono, reactivándose la
oposición de la Liga católica, apoyada por Felipe II. El tercio de Águila zarpó de El
Ferrol a bordo de la armada de Bazán (agosto) y, tras una accidentada travesía, a-
portaba en Nantes el 25 de octubre de 1590. Los próximos 8 años, iba a servir so-
bre suelo francés, en Bretaña.

BRETAÑA
Las victorias de Juan del Águila permitieron consolidar la posición de los católicos
en Bretaña. Así, el 21-XI-1591, tomó el castillo de Blain; el 21.V.1592 derrotó a las
tropas anglo-francesas del príncipe de Dombes ante Craon y, en la subsiguiente
persecución de los ingleses, que buscaban unirse a las tropas de Norris en Norman-
día, los deshizo enteramente en Ambrières. Antes, había obtenido como plaza de
seguridad el puerto de Blavet, en la rada de Lorient, que fortificó desde finales de
1590 y donde Cristóbal de Rojas construyó una sólida ciudadela: el Fuerte del Águi-
la. Una vez asegurada aquella posición, propuso a Felipe II la toma de Brest (6.XI.
1592), que el monarca decidió apoyar mediante una fuerza expedicionaria a cargo
del almirante Brochero. Entretanto, la conversión de Enrique IV al catolicismo (25.
VII.1593), que  supuso el principio del fin de la Liga, complicó la situación de los es-
pañoles.Pese a ello,un pequeño cuerpo organizado en Blavet desembarcó en Cama-
ret y se fortificó en la península de Crozon, levantando el fuerte llamado «La Pointe
des Espagnols», dominando la entrada al puerto de Brest. Felipe II no pudo auxi -
liales y un ejército anglo-francés, apoyado por una flota anglo-franco-holandesa,
les sitiaron por mar y tierra (2.XI.1594). Los españoles se defendieron hasta que el
fuerte fue tomado por asalto el 15 de noviembre, resultando masacrada su guarni -
ción salvo 13 supervivientes; mientras, el socorro terrestre que conducía personal-
mente Juan del Águila, quedaba bloqueado en Plomodiern. Para su fortuna, las vic-
torias y conquistas del conde de Fuentes (1595) y del archiduque Alberto (1596) en
el norte de Francia obligaron a Enrique a desplazar su atención de Bretaña, merced
a lo cual pudo mantenerse incomodado en Blavet. Incluso, hasta se permitió atacar
desde allí a Inglaterra. Curiosamente, fue aquella la única vez que los españoles tu-
vieron éxito en una incursión sobre suelo británico.

El 26 de julio de 1595 zarparon de Blavet 4 galeras de la escuadra de Pedro de Zu-
biaur, que tenía a su cargo el abastecimiento de la plaza desde Vizcaya. Aparte su
dotación, embarcaban 3 compañías de arcabuceros al mando del capitán Carlos de
Amézqueta. Tras aportar en Penmarch (Finistère) para proveerse de víveres, se hi-
cieron a la vela al amanecer del 31 de julio y el 2 de agosto, al alba, desembarcaban
en Mount's Bay, junto al cabo Lizard, en Cornualles (Cornwall).La infantería formó
un escuadrón y avanzó hacia el vecino pueblo de Mousehole, cañoneado a su vez
desde las galeras. Mousehole, Newlyn, Saint Paul y el fuerte de Penzance fueron
saqueados e incendiados en los dos dias que duró la incursión. El 4 de agosto, tras
embarcar la artillería desmontada del fuerte, se alejaron de la costa. El día siguiente
toparon en el Canal con una flota holandesa de 46 velas, pero lograron abrise paso,
e incluso hundir uno o dos buques enemigos a costa de 20 bajas,las únicas de la ex-
pedición. Finalmente, tras repararse en Penmarch, regresaron a Blavet el 10.VIII.

Blavet pudo haberse convertido en una excelente plataforma para golpear a Inglate-
rra, pero Felipe II, enfermo y deseando cerrar la guerra de Francia, ofreció una paz
ventajosa a Enrique IV en Vervins (2.V.1598), obligándose a devolver todas las pla-
zas francesas previamente conquistadas en el plazo de 2 meses.En su virtud, se res-
tituyeron Châtelet (1.VII); Calais y La Capelle (2.VII); Ardres (10.VII) y Doullens
(12.VII).Ignoro la fecha en que Juan del Águila entregó Blavet, pero debió ser a me-
diados de dicho mes,porque hasta el dia 20 no salieron de Paris el almirante de Ara-
gón y los demás rehenes confinados allí en garantía del cumplimiento de los pactos.
En todo caso, fue a recogerle Pedro de Zubiaur, que condujo a Cádiz a los evacua -
dos. Su tercio quedó afecto a la escolta de los galeones de la Armada oceánica y él
pasó a la Corte a besar la mano del rey, aunque ignoro si lo consiguió pues Felipe II,
agravado desde el 22 julio, murió el 13 de setiembre.

IRLANDA
Juan regresó a Cádiz, ahora en compañía de su esposa.A la pobre mujer le aguarda-
daba una sorpresa mayúscula porque, en mayo de 1600, su marido fue apresado en
la casa de un alguacil; el contador del ejército de Bretaña y ella misma fueron  tam-
bién detenidos. Luis Cabrera, que publica la noticia el 27, añade que
«había infor -
mación de haberse aprovechado de la Hacienda del rey mas de lo que era justo»
.
Afortunadamente, Juan pudo probar su inocencia y, en desagravio, se le concedió
el mando de una expedición de apoyo a los condes de Tyrone y Tyrconnell, subleva-
dos en Irlanda contra Isabel de Inglaterra.

La armada zarpó de Lisboa el 2 de setiembre de 1601, al mando del almirante Bro -
chero, con 33 buques que transportaban dos tercios cuyas últimas revistas, antes
de embarcar, arrojaron 4.432 hombres. Juan del Águila era el MdCGral de la expe-
dición; es decir, el jefe de la fuerza de desembarco, cuyo objetivo era tomar el puer-
to de Cork. Cerca de la isla de Ushant, una fuerte galerna separó a la flota. Zubiaur,
con 9 buques, 650 soldados y la mayor parte de los víveres, hubo de buscar refugio
en La Coruña; otros 3 navíos pudieron refugiarse en Baltimore, donde desembarcó
una fuerza al mando de Alonso de Ocampo; en cuanto a Bochero, no pudo embocar
la rada de Cork,batida por vientos contrarios, y hubo de entrar en la de Kinsale. Tan
pronto desembarcaron las tropas y suministros (22.IX.1601) regresó a España con
la armada, quedando a su suerte Juan del Águila y los 3.000 hombres que le acom-
pañaban.

Juan reclamó insistentemente socorros, tanto a España como a los rebeldes irlan-
deses del N. de la isla, mientras fortificaba apresuradamente ambas riberas del rio
Bandon, donde erigió dos fuertes: Castle Park y Ringcurran, éste justo en el empla-
zamiento del actual Fort Charles. Pronto quedó bloqueado por una fuerza de unos
4.000 hombres al mando de George Carew,a quien enseguida se le unió Lord Mon-
tjoy, que a finales de octubre habían logrado reunir en torno a Kinsale 6.000 infan-
tes y 600 caballos.  El 10 de noviembre los ingleses tomaron el fuerte Ringcurran,
defendido por 150 hombres, privando a los españoles de salida a la bahía, donde ya
fondeaba una escuadra inglesa al mando de Richard Levison.

La posición de Juan del Águila era insostenible y, para intentar romper el cerco, de-
pendía de la llegada de refuerzos. Zubiaur pudo zarpar de La Coruña, el 7.XII con
10 navíos, 71 tripulantes, 829 soldados y abundantes provisiones, pero su travesía
no se libró de las consabidas tormentas. Perdió 4 barcos y no pudo reunir al resto
sino en la bahía de Roaring Water, 30 millas al sur de Kinsale.El 11.XII desembarcó
y se fortificó en Castlehaven, dispuesto a socorrer por tierra a los sitiados. Para evi-
tarlo, zarpó Levison de Kinsale con 7 buques, entre ellos 4 galeones de más de 600
Tn. El 16 de diciembre cayó sobre la armadilla española, también de 6 naves, pero
tan solo 2 galeones de 200 Tn. Tras 5 horas de combate, durante el cual fue hundi-
do uno de los galeones españoles, el resto embocó la estrecha bocana del puerto,
donde una batería de 5 cañones detuvo a los ingleses. Ante la imposibilidad de for-
zar dicha bateria ni por mar ni por tierra, Levison acabó retirándose y Zubiaur pudo
reparar sus daños. Gracias a esta victoria los nobles locales prestaron juramento de
fidelidad a Felipe III, entregaron a los españoles los castillos de Dunboy y Donne -
shed y levaron 550 infantes y una compañía de caballería. Pedro López de Soto, que
mandaba las fuerzas terrestres en Castlehaven, les dio 200 infantes españoles y les
instó a marchar al socorro de Kinsale. Por su parte, los condes de Tyrone y Tyrcon-
nell habían reunido una fuerza de 5.500 hombres que se dirigía hacia el sur, atrave-
sando a marchas forzadas la gélida campiña irlandesa. El 24 de diciembre enlazaron
en Banndan, aguas arriba del rio Bandon, con la fuerza procedente de Castlehaven
y marcharon juntos hacia Coolcarron. Entre ellos y los sitiados acampaban 12.000
ingleses, con abrumadora superioridad de caballería.

El 3 de enero de 1602 (víspera de Navidad; o sea, el 24 de diciembre de 1601 según
el calendario juliano), las fuerzas de socorro intentaron forzar el paso a Kinsale. No
hubo coordinación suficiente para actuar conjuntamente con los sitiados y la caba-
lleria inglesa sembró pronto el pánico entre los improvisados combatientes irlande-
ses, que huyeron en masa. La única resistencia eficaz la opuso la infantería españo-
la al mando de Ocampo, que fue masacrada, aunque evitó una carnicería mayor en-
tre los vencidos, que perdieron 1.200 hombres. Los españoles tuvieron 90 muertos
y 52 prisioneros; apenas 50 lograron unirse a los fugitivos.

Juan del Aguila capituló ante Lord Mountjoy el 12 de enero. Dicha capitulación al-
canzaba también a las plazas y castillos de  Castlehaven, Donneshed (Baltimore),
Donnelong (Sherkin) y Dunboy; a cambio, los ingleses se comprometieron a prove-
erle de alimentos y medios de transporte para devolverles a España. Y no sólamen-
te a sus hombres, para entonces reducidos a unos 1.800, sino a los irlandeses que
quisieran acompañarles; además, todos conservarían sus armas, artillería, bande -
ras, dinero y equipajes. Los ingleses cumplieron y Juan del Aguila desembarcó en
La Coruña, el 13 de marzo, con los 59.000 escudos que llevaba encima. Con ese di-
nero asistió a las autoridades gallegas en el auxilio a los recién llegados, la mayoría
de los cuales se hallaba en pésimas condiciones, así como en el establecimiento de
un hospital de campaña.

El retorno fue amargo. No se le permitió ir a la corte y hubo de quedarse en La Co-
ruña, internado en el domicilio que le señaló el marques de Caracena,
gobernador
del Reino.«Abrumado por ésta detención, que suponía una grave censura a su con-
ta militar en Irlanda, murió don Juan del Aguila, probablemente a principios de
agosto»
(E. González López, La Galicia de los Austrias, II,45). Su muerte en La Co-
ruña fue confirmada por el capitán Walter Edney, enviado por el gobernador Carew
con cartas suyas y regalos personales, siendo publicada también por Thomas Staf -
ford,
History of the Wars in Ireland during the reign of Queen Elizabeth (Londres,
1896, II, 252). Sin embargo, no llegaron a conocerla ni Ariz ni González Dávila, el
último de los cuales escribió en 1770:

«Retiróse herido de la envidia al sosiego de su patria, con esperanzas de que se le
harian mercedes, mas llegó primero la muerte que los premios, quedándose con la
gloria de haberlos merecido. Mandóse enterrar en El Berraco, aldea del obispado
de Avila, adonde se había criado. Dejó en ella una dotación de 100 ducados para ca-
sar a las hijas de la aldea y de 200 a las que se llamasen Juana».

El Consejo Supremo de Guerra, en sesión de 12.VII.1603 y a instancias del conde
de Puñonrostro,  concluyó  que «su capitulación había representado una pérdida
de reputación»
. Desde luego fue algo inoportuna porque, sólamente dos dias des-
pués de firmada, Martin de Vallecilla se presentó ante Kinsale con refuerzos aun-
que regresó a España tan pronto la conoció. Sin duda, le perjudicó que se hubiera
conocido antes por relatos ajenos que por el suyo propio, porque no se concibe de
otra manera que se olvidara su heróica resistencia durante las 17 semanas que se
mantuvo sitiado por mar y tierra por fuerzas muy superiores. También se le acusó
de tibieza, al no salir oportunamente contra el enemigo el día que Ocampo y los ir-
landeses atacaron sus líneas. Lo cierto es que, cuando pudo hacerlo, los primeros
habían sido ya derrotados y él fue rechazado.

No se sabe que tuviera hijos de su matrimonio, que no menciona Ariz —genealo-
gista de su casa—ni tampoco su viuda, al reclamar los sueldos vencidos de su ma-
rido bastantes años después de muerto. Tampoco me consta que haya sido objeto
de ningún estudio biográfico moderno, al menos publicado en obras de referencia
colectivas. Los ya mencionados Ariz y González Dávila nos dejaron algunas pince-
ladas de su vida, pero entreverada de errores y lagunas.

                                                                                      © JUAN L. SÁNCHEZ.
El castillo de Villaviciosa, 20 Km. al S.E. de
Avila, propiedad de la línea mayoral de la fa-
milia de Juan del Águila, que hoy forma par-
te  del municipio de Solosancho. El castillo,  
rehabilitado, es un establecimiento hotelero.
A ambos lados de una ventana renacen-
tista de dicho castillo, están esculpidos los
blasones de Nuño González del Águila
(izquierda y detalle) y de su esposa Teresa
de Velasco y Guevara, abuelos de Juan del
Águila.
Juan del Águila fue retratado en Bruselas, el
año 1587,  por Otto van Veen (latinizado Ve-
nius, que retrató entre otros a Farnese y a  
Alonso Idiáquez),  poco antes de que fuera
herido y regresara a España sin haber podido
recoger el encargo. Su retrato, tras acabar en
las almonedas de Bruselas, fue adqurido en
1834 para el Museo de Versalles (MV3352),
donde aun ignoran la identidad del retrata-
do, que establecimos gracias al grabado de
abajo, reproducido en 1902 del «Bello Bel-
gico» (edición de 1642). El marqués de Lega-
nés poseía otro retrato de cuerpo entero del
personaje (R&D-2, pg. 118), que hacía el nº
1317 de su vastísima colección de pinturas.
Tras permanecer casi dos siglos en el palacio
de Morata de Tajuña, fue subastado en Paris
en 1820, ignorándose su paradero actual.
Curiosamente, los lienzos anterior y posterior
de aquella colección (nos. 1316 y 1318) se
hallan hoy en el Senado, adonde fue a parar
el lote que adquiriera en su momento el mar-
qués de Salamanca. Ni siquiera correspon-
den a personajes españoles (Gallas y Stotz)
pero, lamentablemente,  fue otro el destino
del retrato de Juan del Aguila, quizá también
basado en el grabado de abajo, pues se eje-
cutó muy posteriormente a su muerte.
La entrada de Farnersio en Amberes, el 17
de agosto de 1585 (grabado de Hogenberg)
Plano del asedio de Neuss, junto al Rhin,
tomada al asalto por el tercio de Águila.
El asedio de Sluis, donde Juan  resultó
gravemente herido en julio de 1587.
Estado actual del «Fuerte del Águila» en
Blavet (hoy Port-Louis), que fue poste-
riormente muy modificado por Vauban.
El foso y los baluartes que flanquean la
puerta pertenecen a la primitiva traza del
fuerte español, diseñado por C. de Rojas.
El «Fort de la Pointe des Espagnols" en la
península de Crozon, albergaba un pequeño
museo. Ya sólo queda el de la ciudadela de
Port Louis, dedicado a la  Compañía fran-
cesa de las Indias.
Mousehole en la actualidad.
Aunque muy modificado por la actuación
posterior de los ingenieros franceses, la ciu-
dadela de Port Louis, junto a los fuertes de
Roscanvel (Crozon) y Blaye (Garonne),
constituyen aun vivos testimonios de la ar-
quitectura militar española en Francia.
Cádiz en un plano de finales del siglo XVI.
Juan del Águila residó allí casi tres años:
desde agosto de 1698 hasta junio de 1601.
La costa S.E. de Irlanda, donde se ha re-
saltado el emplazamiento de los puertos de
Cork, Kinsale, Castlehaven y Baltimore. El
territorio coloreado de verde corresponde a
los límites del condado de Cork.
Castlehaven
Plano de la batalla de Kinsale (3.I.1602)
Sobre el dintel del pórtico del consistorio
de El Barraco aparece cincelado el escudo
de Juan del Águila. Abajo, la iglesia
parroquial de la villa, en cuyo presbiterio
está enterrado.
Lápida sepulcral con el escudo de Juan del Aguila, en la igle-
sia parroquial de El Barraco (Avila). En ella se lee que falle-
ció el 5.V.1605, lo que en principio justificaría a Ariz. Como
prueba de convicción, es difícil de refutar, pero me cuesta ad-
mitir que el Capitán Walter Edney, que conocía personalmen-
te a D. Juan, se engañara sobre su muerte. Además, tenía un
hijo en España y su presencia en La Coruña no estaba rela-
cionada con el servicio, ya que gozaba de una licencia de dos
meses para ver a su hijo.
JUAN DEL ÁGUILA Y ARELLANO.
(Avila, 1545 — La Coruña, agosto de 1602)
LAS 26 CIAS ESPAÑOLAS QUE SE HALLAN EN ESTE REINO DE SICILIA, QUE SON LAS
17 DEL TERCIO DEL MDC FRANCISCO DE VALDES Y LAS 9 DEL DE DON DIEGO
ENRIQUEZ, VIENEN ASI DISPUESTAS (AGS, ESTADO, 1150 fol. 8):
PALERMO
MARQUES DE LA FAVARA, D. HUGO DE MONCADA, ALVARO DE ACOS-
TA, D. FERNANDO DE AVILA Y BALTASAR DE CONTRERAS
SIRACUSA
ALONSO SAN MARTIN DE LA CUEVA, D. PEDRO DE BRACAMONTE Y
GASPAR DOMBLASCO
CATANIA
PEDRO DE VELASCO, JERÓNIMO DE ANAYA Y D. MANUEL DE BENA-
VIDES
TRAPANI
MDC D. DIEGO ENRIQUEZ Y D. MANUEL PONCE DE LEON
MARSALA
PEDRO DE VILLALBA Y DIEGO DE AVILA CALDERON
SCIACCA
D. SANCHO DE LEIVA
ALCAMO
D. CARLOS DE MENESES
TERMINI
D. LUIS DE SOTOMAYOR
PITTI
JUAN DE RIVAS
MILAZZO
DON ANTONIO DE ZUÑIGA Y RAFAEL LUIS DE TERRADES
NOTO
VASCO DE PERALTA
LICATA
D. DIEGO DE FIGUEROA
MONFORTE
D. JUAN DE AGUILA
SAN PIERO
D. GASPAR DE HERRERA
PETTINEO
D. RODRIGO DE MENDOZA
NOTA: En realidad, el Tercio de Sicilia que había abandonado Flandes en 1580, constaba só-
lamente de 16 compañías; las mismas que pasaron muestra en Palermo el 8.I.1581. Por lo
tanto, el tercio de la isla tenía sus 10 compañías habituales (señaladas en amarillo, más las
de Alonso San Martin y Pedro de Villalba). Nótese también que Valdés ya había fallecido.