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“Vengo a hacer mi historia”

Pasó hace unos días en la sala de reuniones de Olé, mientras se hacía la ronda de temas en la cual se define el espacio: “Habló el papá de Perotti”, dijo uno de los chicos que cubren la información de Boca. Y salieron a cruzarlo como deben haber hecho varias veces con el Mono, cuando trataban de frenar con guadañazos aquellas carreras locas por la izquierda.

Lo cruzaron -al periodista-, claro, porque al menos hasta ahora, Perotti es Hugo. El Mono. Aquel puntero veloz de fines de los 70 -entonces no se decía extremo- y principios de los 80 que fue el heredero de Darío Felman en el equipo de Lorenzo (ganó la Copa Libertadores 1978) y que también participó del único título de Maradona en Boca, el Metro 81.

Perotti apareció en una práctica porque el Toto precisaba un 11 y cuando lo vio, flaquito y bajo, lo mandó al Tano Pernía a sacudirlo en la práctica. Y el pibe se la bancó.

Ya titular, en la final de la Copa contra el Deportivo Cali de Bilardo, clavó dos goles y le hizo pasar vergüenza al lateral que debía marcarlo hasta que el Doc lo sacó. “Menotti no me llamaba porque no se bancaba que eligiera jugar en Boca antes que la Selección”, dijo alguna vez de aquellos días.

En el 81, tuvo algunas participaciones inolvidables. Una, compartida con Gatti, contra Estudiantes. El Loco salió a gambetear hasta la mitad de la cancha, le dejó la pelota ahí y Hugo hizo el resto: 1-0. Y contra el Ferro de Griguol, que peleaba mano a mano el campeonato con Boca, el Mono definió el partido después de un pase extraordinario de Maradona. El Colo Suárez, compañero en aquel equipo, confesó en el vestuario que ese día tuvo miedo: “La cancha temblaba”.

Es un desafío para Diego. Hacer temblar a la Bombonera como papá. Si lo logra, dejará de ser sólo el hijo de Hugo.