Una hipótesis de los servicios de inteligencia norteamericanos: la supuesta complicidad germano-soviética en los conflictos obreros argentinos de la primera posguerra
Las autoridades de inteligencia norteamericanas no pudieron competir
exitosamente con los esfuerzos de espionaje alemán en la Argentina y Sudamérica debido
en parte a las erróneas conexiones que establecieron entre Alemania y la Unión
Soviética bolchevique. A principios de 1918, The Washington Post hizo referencia a
la existencia de vínculos entre las huelgas anarquistas en la ciudad de Buenos Aires y
las instituciones financieras alemanas. De acuerdo con el censor postal norteamericano,
las huelgas ferroviarias de 1917 fueron causadas por el gobierno alemán en combinación
con los bolcheviques. Los agentes norteamericanos concluyeron que en 1919 la huelga de
obreros marítimos en la Argentina estuvo conformada por tres componentes centrales de
violencia revolucionaria: la complicidad del partido Radical entonces gobernante
("apoyando a los sectores obreros con fines electoralistas"), la agitación
anarquista y el involucramiento alemán. La División Militar de Inteligencia del
ejército comentó por su parte que "es fácil percibir que la influencia alemana ha
llegado a los oídos del presidente muy probablemente, y que él (Yrigoyen) está jugando
con su propio deseo de ayudar a los obreros y con odio hacia el capital extranjero,
especialmente británico". De acuerdo con la interpretación de la División Militar
de Inteligencia, entre los conspiradores que orquestaban la violencia a través de huelgas
se incluyó un hombre que la agencia de inteligencia norteamericana identificó como
"Cortegoso", un agente intermediario del gobierno alemán, que a lo largo del
año 1918 había enviado en forma secreta metales desde la Argentina hacia Alemania. Para
los norteamericanos, el liderazgo de Cortegoso en la huelga de 1919 representó una
continuidad en la actitud de agresión alemana en contra de los intereses norteamericanos.
En la opinión de la División Militar de Inteligencia, los alemanes habían cambiado su
táctica desde la actividad económica secreta durante los años de la guerra hacia una
nueva táctica de posguerra de respaldar al movimiento bolchevique con el fin de recobrar
la ventaja comercial perdida durante la coyuntura bélica. Dicha agencia norteamericana
subrayó en sus comentarios que las dos firmas navieras alemanas más importantes en la
Argentina, Delfino Hermanos y The Norddeutscher Lloyd, permanecieron curiosamente
apartadas de las confrontaciones obreras a principios de 1919. Ambas firmas aceptaron en
forma integral las demandas de los obreros huelguistas e incluso hicieron propaganda en
favor de la postura de éstos (1).
No obstante las sospechas acerca de una conexión entre los intereses
de Alemania y los de la Unión Soviética bolchevique en la Argentina, a lo largo de los
años 1919 y 1920 quedó claro que, más allá de la existencia real o potencial de
semejante vínculo, Alemania no podría desplazar las ventajas adquiridas por Estados
Unidos en el mercado argentino durante los años de la guerra. A partir de principios de
la década de 1920, declinó el temor de las autoridades de Washington respecto de los
vínculos entre alemanes y bolcheviques, y las agencias de inteligencia norteamericanas
centraron su preocupación en el peligro bolchevique y sus posibles efectos
desestabilizadores en la política interna argentina.
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