(¿Un caso
de homosexualidad?)
"En
el mes de abril Freud recibió de Norteamérica la carta de
una madre desesperada que le pedía su consejo. Reproduzco
a continuación la respuesta de Freud, como un ejemplo de la
bondad con que se disponía hacer lo que pudiera por
una persona extraña, por más que él mismo estaba preocupado
por su propio sufrimiento."
Ernest Jones ("Freud")
Abril, 9 de 1935
"Querida
señora...
Deduzco
por su carta que su hijo es un homosexual. Me impresiona mucho
el hecho de que Ud. no mencione esta palabra en su información
sobre él. ¿Puedo preguntarle por qué evita el uso de ese término?
La homosexualidad
no es, desde luego, una ventaja, pero tampoco es nada de lo
que uno deba avergonzarse, un vicio o una degradación, ni
puede clasificarse como una enfermedad; nosotros la consideramos
como una variante de la función sexual, producto de una detención
en el desarrollo sexual. Muchos individuos altamente respetables
de tiempos antiguos y modernos, entre ellos varios de los
más grandes (Platón, Miguel Angel, Leonardo da Vinci, etc.)
fueron homosexuales. Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad
como un crimen, y es también una crueldad.
Cuando
Ud. me pregunta si puedo ayudarle, debo suponer que lo que
me pregunta es si puedo abolir la homosexualidad y hacer ocupar
su lugar por la heterosexualidad. La respuesta, en términos
generales, es que no podemos prometer semejante éxito. En
cierto número de casos conseguimos desarrollar los marchitados
gérmenes de heterosexualidad presentes siempre en todo homosexual,
pero en la mayor parte de los casos eso ya no es posible.
Eso depende de la cualidad y la edad del individuo. No es
posible predecir cuál será el resultado del tratamiento.
Lo
que el psicoanálisis puede hacer por su hijo ya es cosa diferente.
Si es desdichado, neurótico, si vive desgarrado por sus conflictos
e inhibiciones en su vida social, el análisis puede traerle
armonía, tranquilidad mental, completa eficiencia, ya siga
siendo homosexual o cambie. Si Ud. se decide a ello, podrá
analizarse conmigo. No creo que Ud. lo haga. Tendría que venir
a Viena. No tengo ninguna intención alguna de salir de aquí.
No deje, sin embargo, de contarme al respecto.
Sinceramente
suyo y con los mejores deseos.
Freud
P.S.:
no he tenido dificultad en leer su escritura. Espero que su
dificultad para entender mi letra y mi inglés no sea mayor
que la mía con su carta".
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