Si usted es una persona con dificultades visuales, navegue el sitio desde aquí

Gabriel Senanes, hombre orquesta

"Nada de lo musical me es ajeno", dice el compositor, periodista y funcionario

Sábado 23 de marzo de 2002
SEGUIR
LA NACION

"Estoy dispuesto a renunciar desde el mismo momento en que asumí", dice Gabriel Senanes, literalmente un "hombre-orquesta" que, a sus múltiples actividades musicales (es compositor, director de orquesta, arreglador e instrumentista y periodista) sumó en los últimos seis meses la función pública.

Senanes fue convocado para hacerse cargo de la flamante Dirección de Música de Buenos Aires (MBA), que tiene a su cargo toda la actividad de este campo del arte en la ciudad, con excepción del Teatro Colón. Su oficina, ubicada en el quinto piso del Centro Cultural San Martín, es el reflejo de alguien que siente que está de paso. Ninguna foto familiar decora el despacho, a pesar de que acaba de ser padre por tercera vez. Los únicos lujos de la oficina de Senanes son un aire acondicionado y un piano desafinado.

No hay computadoras ni archivos, apenas una biblioteca prácticamente vacía, una estufa que pagó de su bolsillo y un escritorio donde se agolpan sus partituras junto a las carpetas con los proyectos de la temporada 2002 de la MBA, que se anunciarán oficialmente en abril.

"No tengo un apego a la función pública ni mucho menos, esto es algo optativo dentro de mi tarea como músico, ni siquiera es una vocación. Yo lo veo simplemente como un servicio a la comunidad, un lugar público por donde todos tendríamos que pasar alguna vez para entender lo que significa la función pública", sostiene Senanes, que hasta no hace mucho, por si fuera poco, también ejercía su profesión de médico.

-Si no siente vocación, ¿por qué se queda?

-Creo que me quedo por la cantidad de proyectos que se han generado en poco tiempo y por la gente que forma parte del equipo, del que me enorgullezco y que ayudé a formar. Hay muchas cosas que se pueden resolver y quiero cuidar el talento de mucha gente que trabaja acá, así como he despertado a un montón de gente que antes se la pasaba jugando al solitario. Para mí es como una incursión que espero sea fértil, donde la honestidad intelectual es el motor. Y quiero generar cosas que parecen imposibles cuando no hay recursos.

-¿Cómo hace para que el tiempo le alcance y convivir con actividades tan diversas?

-Creo que lo que hilvana todas mis actividades es la música. Soy una persona a la cual nada de lo musical le es ajeno. Al servicio de ese arte y sus artesanos es que trabajo en distintas facetas, sea como director de orquesta, como músico, instrumentista, compositor y a veces en otras cosas en las que puedo dar una mano. Cómo se hace cotidianamente es difícil, pero tengo un entrenamiento bastante largo en desarrollar muchas cosas a la vez, desde la medicina en adelante.

"Me gusta trabajar"

El propio Senanes concede sonriendo: "Tengo que admitir que me gusta trabajar". Trabajo y música son dos palabras que resuenan constantemente en los dichos de este hombre-orquesta. Como él mismo recuerda, trabaja profesionalmente dentro de la música desde los 16 años, y ahora que anda por los cuarenta ostenta un currículum frondoso. Y que, fiel a su espíritu, muestra en los hechos su amplitud de intereses dentro del reino musical.

Senanes ha sido convocado como arreglador por músicos populares como Antonio Tarragó Ros, Charly García y Los Fabulosos Cadillacs, al mismo tiempo que compone música sinfónica y, cada vez que puede, se sube al podio para dirigir orquestas.

De hecho, ayer dirigió el estreno de su última obra, "Prosa sinfónica", con la Sinfónica Nacional en la Facultad de Derecho junto con una sinfonía de Dvorak.

En el campo de la composición, Senanes está trabajando en el encuentro de la tradición "académica" (término que acepta a regañadientes) con notables intérpretes populares. Así fue que nacieron el "Concierto Negroriano", un concierto para violín cuyo solista es Fernando "El negro" Suárez Paz, intérprete de formación clásica, pero reconocido mundialmente como el gran solista de Astor Piazzolla, y "Four fattos for Fats", cuyo solista es el trompetista de jazz Fats Fernández. También está haciendo buenas migas musicales con el gran Paquito D´ Rivera, que ya le grabó su música en los Estados Unidos.

-¿Cómo persiste la identidad musical propia en hechos tan diversos?

-Hay un espacio muy personal que son las músicas que "surgen en mí" y que tienen que ver con lo popular y otras no tanto, como la "Prosa sinfónica", que es más abstracta. Yo agradezco ser director y arreglador de Tarragó Ros, Charly, Sui Generis, los Cadillacs y Cadícamo, porque aprendí mucho de ellos. El problema es que la Argentina sigue siendo un país muy prejuicioso y conservador en cuanto a "la división de géneros". Los géneros son sectas conservadoras en general, aunque muchos músicos ya no lo ven así. Es obvio que en otras culturas esto no ocurre en lo más mínimo. Yo no dejo de reconocer especificidad a cada género. Pero desde el trabajo me identifico con la música instrumental sinfónica y de cámara y a la vez hay afluentes que tienen que ver con la música popular argentina, básicamente el folklore.

-¿El término crossover es válido en este caso para su estética?

-El crossover es una catalogación industrial de ciertos productos y no tiene que ver con esto, que son casos individuales que abarcan expresiones diferentes.

-Usted tiene una mirada crítica sobre el mundo "académico", sin embargo es uno de los ámbitos donde más circula. ¿Por qué?

-Porque me siento autorizado para hablar de lo académico. No lo hago desde una posición ajena, soy, como tantos otros, heredero de una tradición que se ha transmitido por la vía académica. Encuentro un problema: hay un efecto de legitimación que sólo le corresponde presuntamente a la academia. Pero ¿quiénes la integran? El aval a cada obra lo pone su autor y no una institución. Por otra parte, la academia tiende a generar una cristalización del asunto que tiene a su cargo en las cuestiones artísticas, razón de más para zafarse de esto.

-¿Era buen alumno?

-No tuve problemas y tuve la suerte de tener un puñado de maestros muy buenos. Por ejemplo Mariano Drago y mi querido amigo Simon Blech; Cadícamo fue un amigo y un maestro involuntario; Giaccobbe en contrapunto. Los músicos con los que trabajé todos estos años, y en la medicina hubo un par de médicos. Y ya a la distancia, Brahms y Gombrowicz.

Te puede interesar