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El retiro de la camiseta N° 13 de Andrés Nocioni: el homenaje en Olavarría al "alma" de la Generación Dorada

La N° 13 de Nocioni no se usará más. Recibió un merecido reconocimiento por su entrega y sus logros.
La N° 13 de Nocioni no se usará más. Recibió un merecido reconocimiento por su entrega y sus logros. Crédito: ligateunafoto.com
Diego Morini
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26 de febrero de 2018  • 23:19

OLAVARRÍA.- Se le escapa una sonrisa tímida porque los elogios lo abrazan y lo elevan a una categoría incomprensible para un simple mortal. Se derrite la gente delante de su figura. Explotó el Parque Carlos Guerrero por Andrés Marcelo Nocioni . Se retiró la camiseta N° 13 de la selección argentina y parece que ningún otro homenaje pudo poner en mejor lugar lo que hizo el Chapu vestido de celeste y blanco. Y hasta el contexto resultó perfecto, porque sucedió en medio de un partido de eliminatorias para la Copa del Mundo de China 2019.

Lo acompañó su familia y eso lo llenó de felicidad. Hizo fuerza por no emocionarse más de la cuenta cuando vio cómo colgaban la que fue su camiseta. Pero también para él, con 38 años, fue importante compartir varios días con el plantel y colaborar con el cuerpo técnico ayudando a algunos jugadores en su mecánica de tiro, como sucedió con Máximo Fjelerrup, Juan Pablo Vaulet y Lautaro Berra. "Estoy en un lugar que me gusta. Vine a ayudar, a colaborar, más que nada para aportar cosas diferentes a las habituales que pueden decir los entrenadores", comentó quien fue el corazón de una generación que marcó a fuego al básquetbol y al deporte en la Argentina.

-¿Cómo te sentís con lo que pasó esta noche?

-Es una sensación extraña, porque uno piensa que más que un homenaje a Andrés Nocioni es una reconocimiento a la Generación Dorada. Es materia discutible a quién le deben retirar la camiseta, porque pasaron muchísimos jugadores y creo que la CABB simbolizó en nosotros tres (Nocioni, Ginóbili y Scola) lo que fue el proceso y agradecer a todos los que fueron parte de esta Generación. El premio al esfuerzo para mantener el básquet en el primer nivel.

-Y a vos en particular, ¿qué te pasó?

-Fue emocionante poder estar con mi familia para este reconocimiento. Uno no jugó al básquet para esto, sino porque le fue saliendo, fue fluyendo. Fue una sensación extraña, un poco de vergüenza también sentí, porque no estás preparado para que estén hablando bien de vos todo el tiempo. No perseguís estas cosas, siempre busqué que los equipos que integré fuesen lo mejor posible conmigo adentro. Le agradezco a la Confederación y trataré de ayudar al básquetbol argentino de la manera que pueda, porque tampoco está bien que dejemos huérfano todo lo que hicimos.

-¿Cómo surgió esta idea de colaborar con Sergio Hernández?

-La verdad es que me llamó Sergio, me dijo que ya que iba a estar el retiro de la camiseta, por qué no venía antes. "Quiero que hables con los chicos, que estés con ellos un poco, que les enseñes cosas que les sirvan para el día a día", me sugirió. La idea me gustó.

-¿Esto completa aquella idea que tenías de seguir ligado a la selección pero sin saber muy bien cómo?

-Algo tenía en mente, pero es muy difícil de ejecutarlo porque los clubes o la Confederación no pueden pagar por alguien que solo esté para el aspecto técnico de cada jugador. Pero mientras lo pueda hacer y me den ganas de participar, voy a estar. Creo que sirve y los chicos escuchan de otra manera cuando uno habla desde la experiencia personal. Sin tener la verdad, pero sí aportando lo que uno vivió.

-¿Fue espontáneo hablar con determinados chicos o planeado?

-Fue espontáneo. A Maxi (Fjellerup) lo vi jugar muy poco, pero automáticamente uno se da cuenta de que le falta desarrollar mejor el tiro, como a Juampi Vaulet. Son chicos que necesitan mejorar algunas cosas para pasar a otro nivel.

-¿Te genera un cosquilleo el estar en la selección, aunque desde otro lado?

-Sí, por estar un poco en el día a día, pero desde un punto distinto. Ahora no me junto tanto con los jugadores sino más con el cuerpo técnico o los dirigentes. Es diferente, pero es un lugar que me gusta y me cierra.

-¿Cambia la relación con los jugadores, que en algunos casos fueron tus compañeros?

-Sin duda, porque ahora no tengo el derecho de estar en el vestuario como si fuera un jugador más. Lo podría hacer, pero no lo hago porque no me corresponde. Ya fui jugador, estuve en el vestuario y a mí no me gustaba que entrara alguien que estuviera en contacto con el entrenador o con un dirigente. Hay un ámbito donde están los jugadores y tienen derecho a expresarse, a sentirse ellos mismos.

-¿Hay alguna posibilidad de extender esto en el equipo?

-Iré viendo según las ventanas de eliminatorias, según los tiempos, cómo evoluciona todo. No tengo el apuro ni la presión de tener que hacerlo sí o sí. Es cuestión de ir haciendo las cosas que uno siente.

-¿Luis Scola te empuja a hacerlo?

-Es uno de los que me sugieren cosas y me dice que haga lo que sienta. Por suerte no tengo una necesidad imperiosa de salir al mercado a buscar algo para hacer. En mi carrera me dio placer mejorar mi técnica de tiro, por ejemplo cuando llegué a la NBA, con un entrenador que fue un genio como Ron Adams. Me da mucha satisfacción poder trasladar eso a otros jugadores. Es difícil meterlo en la dinámica de la CABB o de un equipo. Por eso lo hago con sentimiento, cuando puedo, cuando salga la necesidad.

-¿Esta cercanía con los jugadores puede humanizarlos a ustedes en cierto modo?

-Sí, puede ser. A veces se piensa que la Generación Dorada fue intocable, que siempre hizo las cosas bien sin equivocarse, y uno tiende a exagerar un poco cómo fue la situación en sí. Cuando perdimos con Uruguay, parecía que estos chicos no podían jugar más en la selección, que no llegarían al Mundial... Y nuestra selección un montón de veces estuvo cerca de quedar afuera de torneos, no tuvo buenos partidos o malas previas de cara a grandes competencias. El básquetbol argentino estuvo tan alto en los últimos 15 años que parece que todo fue color de rosa y no fue tan así.

El homenaje al "alma" de la Generación Dorada

La gente se acercó al Parque Carlos Guerrero para verlo a él, para asistir al homenaje de un tipo que dejó la piel por la selección Argentina. Con 15 torneos sobre el lomo en celeste y blanco Andrés Chapu Nocioni aquí recibió el cariño de la gente y participó de la ceremonia en la que se retiro la camiseta número 13, esa que transpiró como nadie y que pareció tener tatuada en el corazón. Se emocionó como pocas veces y sus hijos Margarita, Laureano y Benicio y su mujer Paula lo miraban con una admiración casi imposible de describir en un puñado de palabras. "La camiseta número 13 no está colgada ahí por mí, sino por lo que logramos con la Generación Dorada ", dijo Nocioni y estalló el Parque Carlos Guerrero.

Brilló en lo más alto del Maxigimnasio la camiseta número 13 que ya nadie volverá a usar y los ojos de Nocioni se llenaron de emoción. La miraba con un amor que conmueve hasta al más duro y cada una de sus palabras tuvieron la frescura de siempre y una energía inigualable. "Les pido a los chicos que están ahora que cuiden a la selección como lo hicimos nosotros", pidió Chapu parado en el medio de la cancha y todos los aplaudieron como si hubiesen vuelto a ver ese triple inolvidable ante Brasil en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Federico Susbielles, el presidente de la Confederación Argentina de básquetbol, le entregó un cuadro con su camiseta y el Chapu lo tomó como un tesoro para ponerlo en alto y que la gente pudiese tomar todo tipo de fotografías. En realidad lo que el público estaba inmortalizando era al "alma" de la selección recibiendo un homenaje más que merecido. Por eso en las pantallas se vieron saludos de Pepe Sánchez, Leo Gutiérrez, Manu Ginóbili, Pablo Prigioni, Facundo Campazzo y Lucas Victoriano. Todos le agradecieron a Nocioni por haber defendido la camiseta de la selección como casi ninguno.

Contó cómo es que llegó a usar la camiseta 13, confió que le gustaban los números 5 (Ginóbili), 6 (Pepe Sánchez) y 7 (Oberto). Explicó que había usado la camiseta número 7 de la selección cuando no estaba Oberto, pero cuando regresó al equipo el cordobés le pidió quedarse con esa camiseta y él se la dio: "Un tipo que tiene en un diente el número 7, cómo no le iba a dejar que use ése número". Y entonces contó: "Como la única que quedaba era la 13, fue la que elegí, justo la que no quería nadie. Así que para los que dicen que da mala suerte, yo les digo que se equivocan, que el 13 da muy buena suerte", dijo el Chapu y fiel a su estilo hizo sonreír a todo el estadio.

Recibió el efecto de todos sus ex compañeros, se confundió en un abrazo con Luis Scola, disfrutó de estar nuevamente en medio de la escena. Todos disfrutaron del momento. Apenas se retiró su camiseta y con ello se cerró un ciclo. Pero el amor de la gente para con el Chapu Nocioni será eterno.

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