NICOLÁS JODAL,ingeniero de sistemas y creador de Genexus: Quiero gente que me moleste, que no esté de acuerdo conmigo, si tenés unanimidad no están todas las opciones

publicado a la‎(s)‎ 13 dic. 2013 2:33 por Semanario Voces   [ actualizado el 13 dic. 2013 8:50 ]

Cuando lo conectamos estaba de viaje en Japón y fiel a su palabra nos llamó a su regreso a nuestro país. Nos citó  bien temprano en la sede de Artech en el edificio Los Tilos dentro del LATU y nos demostró que sigue la escuela de Paul Getty de ser el primero en llegar y el último en irse del trabajo. Es absolutamente descontracturado, rompiendo el estereotipo del típico ingeniero, demostró un gran sentido del humor pero por sobre todas las cosas trasunta pasión en lo que hace.

 

Por Alfredo García / Fotos Rodrigo López

 

¿Empezaste como empleado público?

Empecé un poquito antes como vendedor de televisores en París Televisión. Ahí aprendí mucho. Hay cosas que no me dio la universidad y que las aprendí vendiendo televisores en la puerta de París Televisión.

 

¿Estabas haciendo la Facultad de Ingeniería?

Sí y después entré como empleado público. Fui a un llamado de la Dirección General de la Seguridad Social (DGSS) y que antes era la Caja Civil. Soy la tercera generación de empleados en la Caja Civil porque mi abuelo y mi padre también lo fueron.

 

¿Entraste por muñeca?

No, no. Fue un concurso muy insólito. Era en la época de la dictadura e hicieron el examen en el Cilindro de Montevideo

 

¿Estudiabas y laburabas a la misma vez? ¿Era fácil?

No, no era ni fácil ni común, pero era mi situación económica. Tenía que trabajar, me había casado muy  joven y tenía un hijo chico. Esa era la opción que tenía.

 

¿Hoy tenés cinco hijos?

Sí, el mayor tiene treinta años. Lo tuve a los veintidós años.

 

¿Cuándo surgió tu interés por la computación?

Siempre me gustó la ciencia, la física, etc. Había ido a pasar una temporada con mi padre a Buenos Aires y había un curso sobre microcomputadoras, ni siquiera se llamaban PC. Cuando abrí una máquina dije: “Esto es lo mío, esto es lo que yo quiero”, y, a partir de ahí, seguí toda la vida.

 

Acá tuvo un desarrollo interesante, la Facultad de Ingeniería fue como pionera en esto.

Sí. Hay una historia increíble de Maggiolo, que tomó la decisión de invertir un millón de dólares en la década del sesenta en computación. Esa decisión se juntó con algunos hechos más, uno de ellos fue que la dictadura de Onganía, que echó a mucha gente, estaba creando la carrera de Ingeniería de Sistemas. Esa gente se refugió en Uruguay y ellos crearon la carrera de ingeniero de Sistemas en Uruguay. Fueron los pioneros, nosotros tuvimos esa carrera mucho antes que casi todos los países de Latinoamérica.

 

¿En ese momento eran pocos los que estudiaban?

Sí, era una carrera súper rara. Cuando entré yo, ya eran doscientas o trescientas personas, pero cuando se creó eran diez o quince.

 

¿Eso fue el origen del desarrollo del software uruguayo?

Eso fue un factor sustancial y ahí se empezó a desarrollar. La formación siempre fue muy buena. La Facultad de Ingeniería siempre conservó un muy buen nivel de matemáticas y eso para Ingeniería de Sistemas es sustancial. Hubo cosas que permanecieron constantes y nos ayudaron mucho.

 

¿En qué año te recibiste?

En el año 84 de analista y en el año 88 de ingeniero, siempre trabajando en el BPS y después en un momento me fui con mi socio Breogan Gonda, que en realidad era mi jefe, a trabajar a Brasil. Ahí hicimos un área de consultoría. Esa fue otra situación incluso mucho mejor económicamente para mí.

 

¿Por qué se forma en Uruguay un grupo tan potente a nivel de software?

Una razón es esa y la otra es una cosa bien interesante. Nosotros para mal pasamos momentos económicos y políticos muy difíciles. Para darte una idea en Brasil vivía con 14% de inflación mensual. Eso que fue muy negativo para los países tuvo un efecto interesante: somos mucho más flexibles que el resto del mundo. Cuando el 2001 en Argentina se despatarra todo y aparecen diez monedas, los bancos estuvieron cerrados veinticuatro horas y después tenían todos los sistemas prontos para aceptar todo tipo de monedas. Ya lo sabían de antes porque nos acostumbramos a los cambios. Te voy a dar un ejemplo más simple: en el 2008 cuando la crisis mundial el primer ministro de Inglaterra decidió cambiar el valor del IVA y el lío que se armó fue monstruoso. Tuvieron que ir a buscar a programadores que estaban jubilados para ver dónde habían guardado el IVA. A nosotros eso no nos pasa porque cualquier uruguayo sabe que el IVA es una cosa que cambia constantemente. Nosotros nos acostumbramos a hacer un software mucho más flexible, a veces por problemas económicos y, a veces, directamente por competencia porque vivimos en un mundo de cambio acelerado; entonces, todo el mundo quiere un software mucho más flexible al cual nosotros nos acostumbramos desde siempre.

 

Hablás de que uno de los plus de la educación uruguaya es que tiene cultura general. ¿Es una tendencia mundial?

Para cualquier disciplina que esté basada en la innovación ser un generalista es un plus. Es muy difícil lograr innovaciones si sos recontra y súper especialista, si cada vez sabés mucho de menos. En general, los tipos que han inventado grandes innovaciones y demás fue porque miraron otras cosas y juntaron cosas totalmente disímiles. Apoyo una educación generalista y cuanto más generalista mejor.

 

¿También hablás del tema de la exigencia?

La educación terciaria tiene que ser dura y exigente pero digo que en la escuela no tiene que haber deberes. Me peleo con las maestras porque planteo que no tiene que haber deberes en la escuela y voy con cinco hijos y con todos perdí pero la sigo peleando. Quiero una exigencia muy fuerte en facultad.

 

Comparado con el resto, Facultad de Ingeniería es bastante chica. ¿Si exigís más todavía, no se vuelve más pequeña?

Si sos un cuadro de fútbol y para una pretemporada se pasan en el spa después vas al campeonato y no llegás a nada. La vida va a ser dura, lo mismo que el campeonato; o te entrenaste bien o, si lo único que hacés es dejar a los tipos en el spa, después la quedan todos.

 

Eso no condice con la estructura empresarial que tenés. Mucha exigencia, pero sin embargo, el ambiente de trabajo que veo es otra cosa. Vienen cuando quieren, tienen libertad absoluta.

Sí, pero hay una exigencia brutal porque tenemos que cumplir con nuestros clientes. No hay una exigencia de un jefe que exige tal cosa, pero tenemos una presión enorme. Nosotros vendemos en cuarenta países y tenemos que lanzar una versión cada dieciocho meses, esa versión tiene que ser lo mejor que podemos dar. La exigencia es brutal, pero no está basada en una estructura de comando y control donde viene el general que le dice al coronel, que le dice al cabo lo que tiene que ejecutar.

 

¿Es una estructura muy plana?

Sí, más vale que sea así. A propósito, acá se paga por tener ideas. Eso de tener ideas es complicado porque a veces no se te ocurre ni una. No hay en tu plan cuántas ideas se te van a ocurrir por mes, pero sí hay como una especie de clima de libertad pero de accountability (rendir cuentas). Hacelo como quieras, pero el software lo tenemos que entregar. No somos un grupo de amigos que estamos reuniéndonos y lo pasamos bomba.

 

¿Cómo elegís a la gente?

A veces yo elijo a la gente y a veces la gente me elije a mí. Hay gente que golpea la puerta y nos dice: “Quiero trabajar acá”.

 

¿Pagan bien?

Sí, tratamos de pagar bien. La gente que viene y dice que quiere trabajar acá asume que pagamos bien y también están buscando otra cosa.

 

Son una especie de empresa de punta en Uruguay.

En nuestra área somos una empresa de punta a nivel mundial.

 

No hay muchas empresas uruguayas de punta.

No hay, pero va a haber cada vez más.

 

¿Dentro de qué área?

En software.

 

¿No le tenés miedo a la competencia?

La competencia es mundial. En Uruguay trato más de colaborar con todas las empresas que podemos. Nuestra competencia está en otros países del mundo.

 

¿Vos estás viajando permanentemente?

Sí, viajo bastante.

 

¿Por qué, para atender a los clientes?

Para aprender de grandes empresas como Google, Microsoft, visitar clientes y asistir a eventos de GeneXus.

Ahora vengo del evento de GeneXus en Tokio. Japón es nuestro principal mercado.

 

¿Qué es GeneXus?

GeneXus es un programa que hace programas. Si quiero hacer un programa para el reparto de pan en vez de contratar miles de programadores en la India para programar eso, hago una herramienta que es GeneXus que automáticamente genera eso. Es una forma industrial de construir algo. La analogía más clara es que antes de Henry Ford para hacer un auto lo que había era un taller y venía un flaco y lo armaba, y alguien vino y dijo de hacerlo de una forma más sencilla y más rápida.

 

¿Se puede adaptar a cualquier tipo de cuestiones laborales?

Sí. No es un programa hecho para juegos ni que te sirva para ponerlo dentro del software de un misil, pero sirve para todos los sistemas guías de negocios. Sobre todo a sistemas que necesiten muchos datos de muchos lados, eso es a lo que nosotros apuntamos. Eso es típico de un negocio, de una empresa. Ahora estamos trabajando mucho para aplicaciones para los móviles. La nueva versión va para ahí. El presente apunta a eso. La gente ya no quiere sentarse en el PC, interactúa con un teléfono.

 

Es como el teléfono fijo y el celular.

Es lo mismo. Pero lo que pasó es que las ventas de PC cayeron violentamente, nadie esperaba eso, fue un cambio muy claro.

 

¿Te seguís manejando con notebook, PC, iPhone?

Yo esperaba que en mi vida iba a tener menos y cada vez tengo más aparatitos. Ahora pasé a la balanza con Wi-fi.

 

Noventa y cuatro mil seguidores en Pesobook.

¡Cien mil y pico tengo! Son más o menos unos tres mil nuevos por mes.

 

¿Lo hiciste nada más que por diversión?

Nada más que para divertirme.

 

¿Tenés problemas de sobrepeso?

No, en realidad, tengo un problema con un amigo que tenía problemas con su peso. Quería subir de peso.

 

Funcionó, así que había una necesidad insatisfecha.

Sí y sigue. ¡Insólito! Lo único que pretendía era hacer una aplicación para un móvil y quería hacer eso.

 

GeneXus es un programa que se puede usar por empresas, ¿también se puede usar por organismos públicos?

Claro.

 

¿Qué organismo público lo usa acá?

Casi todos lo usan.

 

¿Con qué resultados?

Espero que les vaya muy bien. GeneXus hace un programa y a nosotros no nos tienen que decir qué programa hizo, no está obligado a decirnos nada.

 

¿Vos vendés la herramienta?

Sí y después qué hizo con ella no sé. A veces descubrimos que hicieron cosas increíbles.

 

¿Te la quisieron comprar?

Sí, pero esta es nuestra vida y queremos hacer esto. Nos va bien y venderla o vender una parte sería comprometer  las cosas que hacemos. Hay muchas decisiones que las tomamos por corazonadas. En tecnología hay cosas que son intuición. Las olés y decís: “El mundo va por acá”. Si tuviera un socio capitalista que pusiera millones de dólares, tendría que sentarme en una mesa de directorio a explicarle por qué tomamos tal decisión. Con Breogan miramos algo y decimos: “Vamos a hacerlo” y no hay una justificación real. Para mí vender la compañía o una parte  implica una pérdida de libertad, para mí el compromiso es hacer el mejor producto, y la mejor forma de hacerlo es seguir teniendo la libertad que tenemos hoy.

 

¿En tu área es fundamental eso?

Sí. El principal competidor de GeneXus es la versión anterior de GeneXus. Tenemos que ser mejores que la idea que pensamos hace dieciocho meses. El día que no hagamos una versión nueva de GeneXus, estamos muertos. Si es una versión nueva y no sirve para nada, esa es la muerte de la empresa.

 

Tenés un programa GeneXus hecho hace dieciocho meses, ¿hacés uno nuevo y les vendés el nuevo a tus clientes?

Exacto. Es un poco más sofisticado. Los clientes que ya lo tienen pagan un mantenimiento y reciben gratis la versión.

 

Se subscriben a GeneXus.

Sí. Entonces, siempre tenés los clientes nuevos que constantemente tenés que estar consiguiendo y manteniendo los clientes subscriptores. Hay que hacer las dos cosas. Es toda una tensión porque hay cosas que te piden más los clientes que ya existen y vos tenés que escuchar al cliente que no existe y que no tiene voz. Es complicado. Los que están, tienen voz y a veces es muy fuerte, pero los que no están no tienen voz. Es todo un arte.

 

¿Cómo se llega a cuarenta países?

Empezando de a uno. Empezamos por Uruguay y siempre quisimos hacerlo para todo el mundo. Nuestra vocación era que no es un producto para Uruguay. Una de las cosas es conseguir asociaciones con empresas más grandes, IBM, Microsoft. A una empresa que recién empieza conseguir asociaciones con otras que ya están es un camino de los más interesantes.

 

Es interesante ver cómo pequeñas empresas pueden tener un despegue de esa naturaleza.

Ahora más, cualquier empresita en Uruguay puede pegar una cobertura planetaria.

 

¿El terror de Bill Gates, la Startup en Kuala Lumpur?

No tengas dudas. Por eso todo este fenómeno de startups y demás. Los cambios tecnológicos hoy crearon tal oportunidad de irrupción que cualquiera puede hacerlo. Eso no había pasado nunca en el mundo y nunca había pasado una oportunidad de este tamaño para Uruguay.

 

Muchas veces decís que Uruguay por sus dimensiones puede ser un laboratorio experimental interesante para el mundo. Mencionando el Plan Ceibal y la trazabilidad.

Sí, por ejemplo ahora están hablando del tema de los autos autónomos, que se manejan solos. Me subo al auto, le digo a dónde quiero ir y el auto maneja. En San Francisco ya los autorizaron. Siempre hay una tensión enorme entre legislación y tecnología porque siempre la legislación está obsoleta. En legislación el tema con el auto que se maneja solo es, por ejemplo, ¿si el auto choca quién es el responsable? Todavía no lo saben. Es todo un tema. ¿Por qué no tomaron una ciudad de acá y probaban los autos autónomos?

 

Coca-Cola siempre usaba una ciudad como referencia para sus productos antes de largarlos al mercado.

En tecnología hay muchas cosas que se pueden probar en Uruguay. Es un país muy fácil para eso. Muy pocos países del mundo pueden decir que todos los niños tienen un computador, que todas las vacas están trazadas, todos los hogares tienen fibra óptica, etc.

 

¿Los empresarios uruguayos están preparados para este tipo de cosas?

No sé. Tengo mucha relación con empresarios. Antes casi todos eran más viejos que yo, pero ahora me estoy encontrando con bastantes más jóvenes que yo y es una muy buena generación de empresarios.

 

Nuestra mentalidad como país es bastante conservadora.

Hay una diferencia enorme entre lo que dice la gente y lo que hace. Lo que dice es muy conservador pero lo que hace es bastante menos conservador. El cambio más grande que tuvimos los uruguayos en los últimos tiempos es el teléfono celular. Todos dijimos que no y ahora hay cinco millones de celulares. Se dice que la gente no se va a adaptar a los cambios, no va a usar las cosas en este nuevo mundo, la gente va a quedar atrasada. Tengo una tía abuela que usa un iPad.

 

¿Por qué esa mentalidad no llega a la Administración Pública?

Las organizaciones grandes son más difíciles y más lentas para adaptarse por eso es que se crean las oportunidades para las startups. No pasa solo en las empresas públicas también en cualquier corporación la toma de decisiones va a ser mucho más lenta, se van a equivocar más y en realidad eso está creando oportunidades. Si esas grandes empresas fueran sumamente eficientes, sabias y demás, no habría nuevas empresas.

 

La miopía del liderazgo es un elemento que pesa.

Claro. Hay una cosa fundamental que se llama el dilema del innovador. Cuando hay alguna novedad normalmente los incumbentes y los que estaban arriba de la colina, se pierden la oportunidad. Cuando vinieron los autos, lo que tendrían que haber hecho las fábricas de autos eran los fabricantes de locomotoras, pero no hicieron un solo auto. Cuando vinieron los barcos a vapor, los fabricantes de los barcos de vela tenían que ser los dueños. Los dueños de las radios FM tendrían que ser los de las AM porque estaban. No todo el mundo ve las innovaciones. Eso se llama el dilema del innovador. Una empresa que está bien administrada, que gana dinero, no toques nada. El problema es que le pasan por arriba y se les hunde el negocio.

 

Acá a nivel empresarial todas las empresas grandes, que eran íconos, no están.

Eso va in crecendo por eso hay habilidades que un empresario hace cincuenta años necesitaba que no tiene nada que ver con las habilidades de una empresa actual.

Se necesitaban relaciones con el gobierno, muchos eran abogados porque sabían de leyes, etc. Hoy se necesita mente creativa e innovadora y que consiga motivar a un montón de gente. Antes la motivación de la gente era algo muy secundario. El tipo bajaba y daba la orden. Era el tipo que decía: “Acá se hace tal cosa y punto”. Si acá no convenzo, no me dan pelota.

 

Son más independientes.

Exacto. Son otras habilidades. No tienen nada que ver.

 

Incluso ha cambiado la vida laboral. Antes el trabajo era para toda la vida.

Sí, y dentro del trabajo, también. ¿Cuándo trabajás y cuándo no trabajás?

 

¿Mucha gente trabaja en la casa?

Sí, pero no trabajan todo el tiempo. La gente puede trabajar desde la casa cuando quiera, pero tiene que decir que están en casa y avisar que no va a venir. Eso es para la gente que está trabajando internamente, la que está trabajando con los clientes, no. Lo único que tiene que hacer es cumplir con el horario del cliente, se tiene que adaptar a la cultura del cliente.

 

Al estar en cuarenta países tienen husos horarios diferentes, ¿cómo funciona esto?

Tenemos gente que sigue el horario japonés (doce horas de diferencia).

 

¿Entonces, la empresa funciona las veinticuatro horas?

Sí, no podés parar.

 

No te puede pasar otra vez lo del 2000.

Esperemos que no, terminamos todos trabajando el primero de enero, pero siempre puede haber una crisis y hay que seguir adelante.

 

Viendo la perspectiva desde el punto de vista empresarial y la flexibilidad, ¿cómo cambiamos la educación uruguaya pensando en este mundo que ves que se viene?

Esa es la pregunta del millón. No soy experto. Tiro ideas, lo primero es aprovechar la tecnología. Hay cosas de la educación que tenían su razón de ser en otra época y ahora quedaron obsoletas. ¿Por qué todos los niños tienen que aprender a leer a los seis años, a sumar a los siete y a multiplicar a los ocho? Porque había una maestra y diez alumnos. Hoy tenemos tecnología para que cada individuo aprenda a un ritmo diferente y los que saben más en matemáticas avancen más rápido. Aquello masivo donde se irradiaba con la misma información a todos y veo qué pasa, hoy se puede hacer con mucho más precisión. Ese es un cambio muy relevante. Creo que la tecnología va a cambiar muchas cosas. La otra cosa que cambia todo es que antes había una relación física entre profesor y alumno. Hoy puedo tomar cursos en el MIT o en Standford, eso es también un cambio.

 

A nivel educativo, ¿hay que fomentar la competencia?

No sé si competencia, pero medir hay que medir. Cuanto más básica es la educación, menos hay que medir pero cuando más te acercás a la vida, más tenés que medir.

Es decir, no quiero gran exigencia abajo pero quiero que haya una exigencia creciente y arriba tiene que haber una gran competencia. En Facultad de Ingeniería no tengo problema en que haya exámenes que salvan solo el 10% de la gente, es duro pero la vida es dura.

 

En la empresa, ¿fomentás la competencia?

Hay dos habilidades que son importantes: la competencia y la colaboración. Dentro de Artech no fomento la competencia, no es mi estilo. Internamente, me veo compitiendo contra otras pero no veo un clima de competencia dentro de la organización.

 

¿Eso no genera mayor cantidad de ideas?

Sin dudas que podría hacerlo, pero a mí no me sale.

 

Sos el conductor que convence y no el que ordena.

Sí, totalmente.

 

¿Te ha funcionado?

Me ha funcionado, aunque a veces no los convenzo. A veces, me convencen a mí. Una de las cosas de las que yo me preocupo es la diversidad del equipo. Quiero gente que me moleste, que no esté de acuerdo conmigo porque si tenés unanimidad de pensamiento, no estás recorriendo todas las opciones. Normalmente estoy buscando opiniones de gente que sé que no va a estar de acuerdo conmigo. Es una forma de chequear mi idea. Al principio, presento una idea a los que sé que les va a gustar para que tenga cierta fortaleza y luego la confronto y muchas veces la derriban.

 

Las buenas ideas siempre las tienen otros antes.

Eso siempre ocurre.

 

¿Qué buena idea has tenido vos?

Modestamente, se me ocurrieron varias.

 

¿Las pudiste llevar adelante?

Sí, con GeneXus hicimos un camino único. GeneXus es un bicho raro y no hay un bicho igual a GeneXus. Recorrimos ese camino y creo que tuvimos más buenas ideas que malas.

 

¿Seguís leyendo la revista WIRED?

Con Wired se me ha complicado un tanto el tema porque la compraba en papel, luego pasé a leerla en el iPad y ahora leo los artículos pero me cuesta leer la revista. Es una cosa que perdí porque había algunos artículos de periodismo profundo de investigación que me encantaban.

 

¿Leés mucho? ¿Cómo te informás?

Sí. Básicamente tengo tres fuentes pero la primera, que es inmediata y es la divertida, es Twitter; la segunda (intermedia), es algunos lugares que frecuento tipo Rédito, Hacker News y la otra, más profunda, son los libros. Sigo leyendo libros que creo que es una costumbre que se va perdiendo. Me sigue gustando leer libros. Perdí un poco el gusto de leer en el papel. Entre el Kindle y el papel, leo en el Kindle porque subrayo, comento, pongo en Twitter lo que leí. Después de subrayar el Kindle, lo subo a un Wiki interno de Artech que tiene dieciséis mil artículos con todas cosas relacionadas para nosotros. Es una de las fuentes de información más importantes de Artech.

 

¿Para quedar bien con el jefe?

No, hay dieciséis mil artículos sobre todo tipo de cosas. Yo soy uno de los que colaboran pero no soy el único. Es una forma que usamos bastante de colaborar para construir cosas.

 

¿Cómo te definís ideológicamente?

Me cuesta mucho definirme, no solo ideológicamente.

 

¿Sos hincha de algo?

Si soy hincha de Peñarol. Si me preguntás en qué estoy, voy cambiando. Creo que siempre hay una dicotomía entre libertad e igualdad. Y la verdad, yo aprecio las dos cosas. Tengo un fuerte gusto por la libertad individual, es algo que siento profundamente, pero también para mí es importante la igualdad. Fui a la escuela Nº 48, Austria, y soy educado por Varela, en eso la tendencia por la igualdad también es fuerte. La verdad es que no sé cómo definirme porque en general algunos dicen que la libertad es más importante que la igualdad y otros al revés, son dos cosas que emocionalmente las siento muy fuerte.

 

¿No te parece horrible que no se pueda mandar a los hijos a la escuela pública?

Yo no los mando a escuela pública. Para mí, ni siquiera fue una opción pero para mis hijos consideré que no les estaba haciendo bien si los mandaba a al escuela pública.

 

¿Hemos perdido como sociedad eso?

Sí. Mantengo el orgullo de mi educación en la escuela pública uruguaya, que fue espectacular pero no puedo decir lo mismo de la situación de la escuela pública actual.

En Secundaria fui al Varela, por los problemas políticos y demás, era el comienzo de la dictadura. Allí ya se había empezado a descarrilar la situación.

 

¿Después volviste a Facultad de Ingeniería?

Sí. Guardo una excelente opinión sobre mi formación. Me dieron duro pero sirvió.

 

 Se nota que mal no te hizo. ¿Eras bueno en matemáticas?

Sí. Pero los primeros tres años de liceo fui un alumno de mediocre para abajo y los últimos tres años fui abanderado.

Cuando no me gustó, ahí floté. Después, cuando agarré algo que realmente me gustó, que fue toda la parte de ciencia dura, ahí arranqué.

 

¿Cómo influye ese tema en la educación? Si algo los motiva, los gurises se meten al mango y si no, bajan la persiana.

Sí, por eso el docente es sustancial. Yo tengo un profesor, Eduardo Tornaría, que me lo encontré hace poco y una vez se lo reconocí públicamente y después vino a saludarme. Él hizo que me gustara la Física y, a partir de ahí, digamos que me enseñó a volar. Por eso el docente es sustancial.

Tuve muy buenos docentes en secundaria.

 

¿Tu hijo mayor está dentro de tu área?

Sí, es ingeniero de sistemas.

 

¿Lo vas a meter acá?

Él decidió tener una empresa aparte.

 

¿Te conoce demasiado?

Cada uno sigue su camino. La función del padre es darle alas para que vuele y después que vuele para cualquier lado. No soy de los padres a los que les gustaría que sus hijos fueran jugadores de fútbol.

 

¿Largaste el automovilismo pero le das al golf?

El automovilismo se había transformado en algo muy profesional para mí, pero el golf sí.

 

¿Cerro o Punta Carretas?

Juego más en La Tahona y en el Punta Carretas también.

 

¿Te enviciaste?

Sí, tomo clases, tengo aplicaciones, videos, etc. Lo único que no tengo en el golf es talento, todo lo demás lo tengo.

 

¿No llegás a ser el Tiger Woods uruguayo?

No, no. Solo rindo a esfuerzo, hay otros que le pegan naturalmente, yo no.

 

¿Vas al estadio?

Sí, voy a ver a Peñarol.

 

¿Sos de los que se animan?

Antes iba mucho más. Ahora no voy tanto, pero voy.

 

¿Qué hizo bien la izquierda en el gobierno?

Lo primero que hizo bien fue el Plan Ceibal. Soy un admirador de Miguel Brechner, es una de las personas llamadas a hacer un cambio sustancial en el Uruguay. Tiene todo para hacerlo y todo lo que ha hecho, lo ha transformado. Lo del Plan Ceibal es impresionante y es una obra de Miguel y de Tabaré, que tomó la decisión. Una decisión que fue un cambio sustancial, un punto de inflexión sustancial para el Uruguay. Es el punto más importante.

 

¿Eso mete a Uruguay en el siglo XXI?

Sí. Fue aquello del computador del millón de dólares en la época del 60, lo mismo fue el Plan Ceibal en el 2006 y el efecto lo vamos a ver en 2020. Les dimos a todos los niños…

 

¿Les dimos el lenguaje?

Les dimos el instrumento. En este país pequeño hay algunas oportunidades pero también hay algunos problemas. Uno de ellos es que tenés que llevar adelante el talento de cada uno de nosotros. Si fuéramos mil millones de habitantes y algunos desarrollan talentos y otros no, no pasa nada, pero en tres millones de personas es imperativo desarrollar el talento de cada uno. Desarrollar el talento lo tenemos que hacer con todos, con cualquier niño.

 

¿Es posible?

Hace poco fui a un centro educativo en Villa del Chancho, es donde estaba el reciclaje de la basura en Malvín, un lugar que era horrible y lo reciclaron y había un centro donde había niños de esos asentamientos que ahora estaban yendo ahí. Se acercó un chiquilín de ocho años más o menos y me preguntó: “¿Y vos qué sos?”. Le respondí que era ingeniero de sistemas y me dijo: “¿Vos sabés que instalé Chrome 30 en la Ceibalita y no me anda, qué puede ser?”. Ahí me quedaron dos cosas claras, la primera, que era el momento de huir cobardemente de ese lugar y, la segunda, que el Plan Ceibal estaba haciendo milagros. El gurí pensó: este ingeniero de sistemas me viene bárbaro para arreglarme la Ceibalita. Es alucinante.

 

Es como ese caso del gurí que ganó el concurso de matemáticas haciendo las pruebas con la ceibalita cuando estaba en penitencia.

Otra cosa increíble que nos pasó fue que en el Liceo Francés les otorgan a los alumnos liceales una pasantía de una semana en una empresa. Entonces, nos llama un botija diciéndonos que quería hacer la pasantía en Artech. Me llama el padre y le dije que sí. Estuvo una semana, la rompió, la hizo carozo, nunca había programado en su vida e hizo una aplicación, la subió y tuvo diez mil descargas. Cuando llegó a ese volumen se la sacaron porque era de Rápido y Furioso, y no tenía los derechos. Cuando terminó, llamé al padre y le dije que su hijo tenía un futuro impresionante. ¿Sabés lo que me dijo el padre?: “Está por perder el año, está peleando para salvarlo”. El chiquilín acá había sido Gardel. El problema que tuvimos es que no se quería ir, yo había quedado en que lo llevaba a la casa y cuando le decía de irnos me decía que se quedaba y se iba caminando, lo tenía que sacar de acá. Como la Ceibalita es un instrumento tan variado, creo que va a ayudar a cada uno a buscar su talento. Es la ventana al mundo. No quiere decir programar. Si le gusta el ballet, va a aprender cosas de ballet por la Ceibalita.

 

¿Cuál es el límite para Nicolás Jodal?

Había una frase en los autos de carrera que decía: “Todavía no tuve ni mi peor carrera ni mi mejor carrera”, para mí vale: “Todavía no tuve ni mi peor día ni mi mejor día”.

 

Viajás permanentemente dando charlas y conferencias.

Me llaman mucho para dar conferencias. Un amigo me dice que me he transformado en “un charlista”. Me cuesta mucho, pero me gusta dar charlas.

 

¿Cuál es tu cliente más complicado?

Sobre todo cuando tenés problemas de comunicación. Por ejemplo, hoy, los clientes en China son clientes difíciles, no solo la comunicación del idioma sino la cultura. Japón nos costó mucho pero ya pasamos esa barrera y ya entendemos lo que quieren, pero en China estamos en la etapa que no termino de entenderlos.

 

Y no tienen nada que ver esos dos países.

Nosotros tenemos una imagen de Asia que no tiene nada que ver. China y Japón tienen culturas diferentes. Cada vez que voy a Japón vuelvo admirado, tenemos mucho para aprender. Hay un clima de respeto y confianza y así funciona todo mucho mejor. Esa es la cosa a la que yo más me dedico acá adentro. En eso es muy complicado el tema del humor. En el humor, en realidad, estás diciendo cosas muy hirientes. A veces la gente dice cosas que no se anima a decir abiertamente. Pero conseguir un clima de confianza dentro de la empresa es fundamental y conseguirlo como país. Todas las cosas que tienden a la desconfianza en el largo plazo terminan mal.

 

¿No te imaginás ejerciendo una función política?

No.

 

Parafraseando  a un ingeniero de sistemas: ¿por qué no?

Cada profesión tiene sus habilidades y mi habilidad está acá. Porque me ha ido razonablemente bien acá, ¿puedo extrapolar eso en otra cosa diferente? Creo que las habilidades que necesita un político son totalmente diferentes de las que tiene que tener un empresario. El manejo de consenso, el escuchar y demás. La parte de innovación, por ejemplo, en la función pública eso es bastante más complejo. Es una tarea diferente.

 

¿No debería ser el líder político el que ve a futuro y el que plantea las cuestiones?

Puede ser, pero además tiene que tener una capacidad de convencer y demás, necesita las habilidades de un político,  yo no me veo.

 

El hecho de tener el desarrollo de una empresa con una filosofía de trabajo, ¿no es viable traspasar eso a un Ente?

Es imposible. ¿Les vas a decir: el que quiera venga o si no trabaje desde su casa? Quizás las cosas que aplicamos acá en otro lado fracasan.

 

¿Por la escala?

Sí, y porque no hay ese clima de confianza.

 

Como sociedad, ¿cómo generamos ese clima de confianza? Algunos de los males que padecemos hoy son producto de eso.

Sí. ¡Ojalá lo supiera un poco más! Lo que puedo decir es que si yo tuviera que buscar algo, es crear un clima de confianza y respeto en la sociedad, así lo vamos a hacer mucho mejor.

 

Aparte, al ser un país chico, tenemos las posibilidades reales de lograrlo.

En la época industrial ser un país chico es malo porque lo que manda es la economía de escala, pero si vos decís que un mercado es de tres millones de habitantes ¡olvidate! El mundo iba en contra. Ahora, el mundo va a favor porque ya no importa la economía de escala. Decir que somos el primer país del mundo que tenemos el 100% del rodeo trazado o que todos los niños de las escuelas públicas de Uruguay tienen un computador es a favor. Antes no lo teníamos. ¿Cómo se logra? No lo sé. Te digo cómo trato de hacerlo acá y es siendo yo primero parte de esa preocupación y tratar de tener confianza y tener respeto. No siempre sale.

 

Viendo distintos países y culturas, viendo cómo es nuestro país con esa perspectiva, ¿qué cosas habría que hacer?

Es subirnos a las próximas olas tecnológicas. Ya hicimos dos y las hicimos bien, y ahora tenemos que hacer más.

No sé cuál es la que viene. Una es los drones. Hay una revolución que quiero aprovechar y que, de hecho, ya se está aprovechando. Por ejemplo, en la agricultura en Uruguay se están usando drones, que, por ejemplo, en Estados Unidos está prohibido que los usen. Tienen miedo del uso militar. El mundo cambió.

 

¿Qué utilidades tienen para la agricultura?

La primera, para ver las plagas. Se sacan fotos y dicen que apareció una plaga en tal lado. En el futuro, va a ser fumigar. Vas con mira telescópica y, con la foto que te dio el drone, ves dónde surgió la plaga.

 

¿Haciendo una fusión de UTE con Tesla, por ejemplo?

Claro. Si viene una empresa con autos eléctricos, UTE tendría que darle la bienvenida y preguntarle qué necesita.

Si UTE y Tesla estuvieran de acuerdo en eso, yo estoy totalmente de acuerdo en ser el primer usuario.

 

¿Cuál es tu juguete actual?

Hay un chiste que dice: ¿cuál es la diferencia entre un niño y un hombre?, y la respuesta es: el precio de los juguetes.

Me dediqué a levantar pesas fuertes. Me traje unas pesas de goma olímpicas. Días atrás llegué a mi récord y levanté ciento cincuenta y tres quilos, que era dos veces mi peso.

 

¿Por qué hay tan pocas mujeres en software?

Es algo que me tiene intrigado porque cuando estudié éramos cincuenta y cincuenta. En Artech hasta hace poco éramos cincuenta y cinco mujeres y cuarenta y cinco hombres y hoy somos sesenta por ciento hombres y cuarenta por ciento mujeres. Me dijeron que en Facultad de Ingeniería están entrando 10% de mujeres y 90% de hombres. Antes no era así. No sé qué pasó en Uruguay. Estoy sorprendido y me gustaría saber por qué ocurre eso.

 

¿Docencia nunca hiciste?

Hice en la UCUDAL, pero dejé porque no me daba el tiempo. Soy un docente frustrado porque me encanta dar clases.

 

¿Cómo te evaluaban los alumnos?

Creo que bien.

 

¿Es una de tus propuestas futuras?

Sí, me gustaría dar clases. Lo que no me gustaba tanto era seguir un programa; entonces, me escapaba un poquito.

 

¿Qué te gustaría que hicieran tus hijos?

Lo que ellos quieran.

 

¿No te imaginás una dinastía Jodal?

No, quiero que sigan el camino de su pasión. Mi trabajo es mi pasión. Sigo siendo programador. Los fines de semana programo, lo llevo en la sangre. Me gustaría que ellos tuvieran esa misma suerte que tuve yo haciendo lo que ellos quieran.

 

¿El mayor competidor en Uruguay?

No hay un competidor en Uruguay.

 

¿Sirvió la ORT?

Sí, todo sirve. Las tres facultades sirven, nosotros tomamos de las tres. Nos importa más la persona.

 

¿Tenés mucha rotación de gente?

No mucha.

 

¿El tipo que entra acá tiene perspectivas de hacer una carrera interna?

No tenemos una carrera interna. Hay gente que empezó como programador y no quiere tener otro trabajo.

 

¿Ustedes dieron la posibilidad para que abrieran otras empresas?

Sí, porque fomentamos ideas y algunas de ellas son alineadas y otras no están alineadas y no tienen nada que ver con GeneXus, pero es una buena idea o lo parece. En esos casos, hacemos una compañía aparte para no desfocalizar a Artech y, además, para que esa persona crezca. El plan de carrera más grande que hay es crear su propia empresa.

 

¿Lo ayudan? ¿Lo bancan?

Sí, hasta determinado momento. En la parte inicial, después vive solo. Hay un período de incubación y después: flaco, peleala vos.

 

¿Uno o dos años?

Sí, pero depende un poco de la idea. Esa es una de las cosas por las cuales nosotros pretendemos que la gente genere igual ideas porque a veces se frena porque la idea no es con Genexus, pero hoy lo que vale es que se te ocurran ideas y después llevarlas a cabo. Una idea puede parecer buena o mala pero hasta que no la llevás a la práctica no sabés realmente si va a funcionar o no. Es más, cuando más buena parece, menos tiende a funcionar. Por ejemplo, Facebook parecía una mala idea (yo no hubiese invertido en esa idea), sin embargo, era buena.

 

Algunos de estos nuevos emprendimientos no han generado dividendos todavía.

Sí, el tema del Twitter y demás. Eso ha sido un cambio tan grande. Antes tenías que tener un plan de negocios y después se empezó con el modelo de negocio y ahora hay compañías que ni eso tienen. Están creciendo tanto que la idea de los tipos es que, si sigue creciendo, alguien le va a encontrar la vuelta. Google fue así. Al principio, no tenía ni idea de cómo cobrarle eso a la gente. Hasta que robaron la idea de otra compañía y empezaron a poner avisos. Hoy, lo único que importa es que crezcas muy rápidamente. Es un cambio.

 

¿Cuánto vale Artech?

Es muy difícil saberlo.

 

¿Cuánto factura?

Todo el grupo factura unos veinte millones de dólares. Todo depende del futuro GeneXus, si es malo, marchaste.

 

¿Sos consciente de que hoy estás en la cresta de la ola y mañana podés estar allá abajo?

Esto es como subir una escalera mecánica a contramano.

Tenés que correr y correr para estar en el mismo lugar, si te parás a descansar, bajaste. Las cosas que le pasan a una empresa de software les van a pasar a las empresas un tiempo después, pero también les van a pasar. Siempre tuvimos que hacer otra cosa mejor. Eso es parte de nuestra vida. Ahora les está empezando a pasar lo mismo a las otras empresas. Por eso buscan un clima de libertad, de creatividad, etc.

 

¿Qué consejo le darías a un gurí joven?

Primero, que siga el camino de la pasión. Si tiene la suerte de tener pasión, que la siga. Si no tiene la suerte de tener pasión, que no se preocupe, que va a aparecer. Segundo, que lo que importa en este mundo es innovar, pero para innovar hay que saber. La innovación de boliche no sirve.

Cuando hicimos GeneXus los primeros algoritmos eran porque estábamos al borde de un conocimiento que se llamaba Normalización de Base Autorrelacionaria, pero de ese tema sabíamos un montón. La payada no, de algún tema tenés que ser especialista.

 

¿Qué opinás respecto al futuro de Uruguay? ¿Tenemos un nivel pueblerino en algunas discusiones?

Sí, las discusiones en Uruguay me resultan de muy bajo nivel. No participo porque las discusiones no elevan la mira.

Falta una cultura de debate.

 

Eso en definitiva genera movimiento de las neuronas.

Exacto. Creo que hoy el exponente del mejor raciocinio a nivel público lo da la gente que está en las encuestas. Los tipos tienen la preocupación de ser racional de lo que están hablando y no defender una posición desde la emoción.

Escuchás su línea de razonamiento y es una línea en la cual el tipo intenta ser claro. Muchas veces me parece que están pasando mensajes para las internas y yo, que estoy afuera, no entiendo.

 

¿Sos de los que cantan el voto?

Prefiero mantenerlo en secreto.

 

¿Para no tener problemas con nadie?

Nada más.

 

¿Artech es miembro de alguna cámara de empresarios?

Sí, somos de CUTI, de la Cámara de Industrias, varias cámaras de Uruguay, de México.

 

¿Alguno de los colaboradores te ha robado las revistas?

Sí. Ahora no hay más revistas. Ahora me roban los aparatos. Me han robado de todo… la balanza. La compré para llevarla a casa y quedó acá.


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