Sedición derechista se puso en marcha

PUNTO FINAL
Año III. Nº 85
Martes 12 de agosto de 1969

Editorial

UN LEGÍTIMO DERECHO

En esta edición, nuestra revista entrega importantes detalles acerca de los preparativos sediciosos de la derecha, cuya base social la constituyen los terratenientes y los elementos de las altas finanzas ligados a los poderosos intereses imperialistas que controlan la economía nacional. Estos sectores decididos a profundizar la violencia reaccionaria se encuentran tanto en la colectividad de ultraderecha, el Partido Nacional, como en el partido gobernante, la democracia cristiana.

Nuestra denuncia no hace más que subrayar algo que los propios sediciosos se han encargado de transmitir a la opinión pública a través de las declaraciones de los más connotados representantes del latifundio: los presidentes de la Sociedad Nacional de Agricultura y de la Confederación de Sindicatos de Empleadores Agrícolas. "Hay que entrar a definir posiciones. Hay que cambiar de una posición defensiva a una agresiva", ha dicho Manuel Valdés en nombre del "sindicato".

Simultáneamente, el Partido Nacional ha clamado: "Ha llegado la hora de defender la libertad". La mayoría del país sabe de qué "libertad" se trata cuando esta palabra sale de la boca de uno de los líderes de la clase gobernante. Es la libertad para seguir expoliando a los campesinos, a los obreros, a los asalariados, una "libertad", en suma, para mantener el status.

Con ese objetivo, la reacción nacional traza y aplica planes, la fronda aristocrática entra en acción. En vísperas de unos comicios presidenciales, la alta burguesía criolla se ha puesto a caminar políticamente con dos piernas, cada una en distinto sentido. Actuando en el marco de la legalidad vigente y si el sindicato político se pone de acuerdo, jugará las cartas de Jorge Alessandri o de Radomiro Tomic, ambos igualmente idóneos para representarla. De otro lado, estos detentadores del poder real —el económico— están dispuestos a utilizar la sedición, las armas y la violencia. Sus desenfadadas declaraciones en este último sentido revelan seguridad en el éxito de esos planes.

Mientras tanto la izquierda tradicional, aun las fuerzas más vitales de ellas, su juventud, constriñe su acción al plano de la propaganda política con la ilusión de que "marchas de denuncia" servirán de escudo ante aquel enemigo bien pertrechado.

Si siempre fue justo, ni los más moderados pueden discutir hoy la legitimidad del derecho que asiste al pueblo para organizarse y adoptar las medidas que desemboquen en una preparación efectiva que le permita responder a la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria.

Esta es una tarea de hoy y quienes se mantengan al socaire serán de todas maneras afectados por las consecuencias del ventarrón social que se acrecienta.

EL DIRECTOR


Denuncia

SEDICIÓN DERECHISTA SE PUSO EN MARCHA

El Partido Nacional se dirige a la opinión pública para denunciar la acción desquiciadora y antipatriótica iniciada desde el gobierno y el Congreso por los partidos de inspiración totalitaria con el claro propósito de someter a su control a todos los chilenos mediante la persecución política, la opresión económica, el abuso y el atropello a la libertad y a la dignidad de las personas...

Por eso el PN llama a todos los chilenos a rebelarse, rechazando la prepotencia y el abuso de la burocracia política y de los intereses partidistas. Los insta a hacer respetar sus derechos en toda circunstancia; a defender su trabajo, y a no transar jamás su dignidad de hombres libres... La rebelión del hombre libre debe iniciarse ahora y culminar en 1970 eligiendo un gobierno moderno y eficiente...". (De la declaración del PN, 29-7-69).

LA declaración del Partido Nacional (siete y media carillas tamaño oficio) logró el objetivo que buscaba. Causó alarma en los partidos políticos tradicionales. Ese era el primer efecto que deseaban provocar los dirigentes del PN. El segundo es demostrar que existe un estado de "anarquía" en el país que debe ser corregido por un gobierno fuerte e independiente de partidos políticos, o sea, Jorge Alessandri Rodríguez. La demostración correrá por cuenta de los grupos "ultras" de la Derecha que durante largo tiempo se han estado preparando. Ya cuentan con grupos entrenados y armados, listos para entrar en operaciones en el campo y en las universidades. Frente a ese cuadro, secretamente alentado por los grupos más derechistas que actúan en el interior del propio gobierno, los partidos de izquierda aparecen nuevamente desconcertados y carentes de organización precisa como para responder golpes que pueden llevar a cabo un baño de sangre en las regiones campesinas más activas.

LOS BOTONES DE MUESTRA

Domingo Godoy Matte, diputado del PN, alienta en la zona de Los Andes, provincia de Aconcagua, un movimiento semiclandestino de tipo armado que opera bajo la careta de una sociedad de propietarios agrícolas.

En la Universidad Católica de Santiago, la actual directiva de la Federación de Estudiantes, que logró desplazar a los elementos progresistas que lanzaron la reforma en ese centro de estudios, ha organizado un equipo de muchachos que dispone de algunas armas, incluyendo subametralladoras.

En la zona de Cabrero, provincia de Concepción, un destacamento de carabineros al mando de oficiales de Yumbel irrumpió en una pacífica reunión campesina que discutía un pliego de peticiones. El jefe del pelotón, pariente del dueño del fundo, desplegó sus hombres en plan de combate y les ordenó amartillar sus armas y hacer fuego al aire para obligar a dispersarse a los obreros agrícolas. Testigo irreprochable del amedrentamiento a los campesinos fue un secretario del senador democristiano Tomás Pablo Elorza. El intendente de Concepción, Alfonso Urrejola, que en el último tiempo se ha ensañado con el movimiento estudiantil, disculpó a los carabineros con el pretexto de que hacían "ejercicio de tiro".

En la zona del Valle de Curacaví no es ningún misterio que hay armas de fuego y entrenamiento para "milicianos" en los fundos de Patricio Larraín Bustamante y sus familiares. Larraín Bustamante publicó el 15 de julio en "El Mercurio" un comunicado desafiante dirigido "Al Supremo Gobierno". Larraín Bustamante, que es uno de los dirigentes del grupo ultra FIDUCIA, recogía "rumores" de que sus fundos serían tomados por los campesinos y agregaba: "...en el caso de concretarse tales rumores el atentado sólo puede provenir y ser alentado por agitadores criminales llevados ex profeso... Desde ya avisamos que de no haber la defensa policial requerida, la familia se verá obligada a resistir hasta las últimas consecuencias, si las circunstancias así lo requieren, en legítima defensa de sus derechos amenazados y en conformidad a la ley". Larraín Bustamante no podía —es claro— referirse a sus parientes cuando habla de "la familia" que resistirá hasta las últimas consecuencias. Se refiere, sin duda, al grupo armado que se ha logrado integrar a través de FIDUCIA.

En Parral, provincia de Linares, hace pocos días la sangre no llegó al río debido a la prudencia de un oficial de carabineros. Los latifundistas de Parral y de Linares se habían atrincherado en el fundo de Laura García-Huidobro para impedir el ingreso de funcionarios de la Corporación de la Reforma Agraria (CORA). Disponían de numerosas armas de fuego, incluyendo modelos automáticos nuevos. Los funcionarios de CORA tenían instrucciones de inspeccionar los fundos "Santa Rosa" y "El Porvenir" y pidieron el apoyo de carabineros para cumplir la orden. Se sabía que los latifundistas, en reuniones celebradas en Parral, habían acordado impedir "los abusos de CORA" y que para ello emplearían la fuerza. Los carabineros requeridos por. los funcionarios de CORA solicitaron refuerzos ya que también estaban en antecedentes de los acuerdos adoptados por los terratenientes. Pero la jefatura de carabineros no envió los refuerzos solicitados. (Oficiales de carabineros han sido castigados por actuar en forma imparcial en conflictos campesinos y un mayor fue dado de baja por negarse a disparar contra un grupo de obreros agrícolas) . El oficial a cargo de las fuerzas en Parral decidió no llevar a sus hombres al enfrentamiento con los latifundistas que pasaron la noche en vela practicando puntería en las casas del fundo. La entrada al predio estaba bloqueada con tractores colocados allí por los dueños de fundos del sector, los mismos que hace algún tiempo bloquearon el camino longitudinal sur exigiendo un reajuste para el precio del trigo. El grupo armado se quedó en su sitio hasta el mediodía siguiente, comprobando que los funcionarios de CORA no contaban con respaldo oficial para cumplir su cometido. Tanto la Sociedad Nacional de Agricultura como la Confederación de Sindicatos de Empleadores Agrícolas dieron su más decidido respaldo a los latifundistas de Parral, reiterando que los "señores de la tierra" habían pasado de una posición defensiva a la ofensiva.

Estos hechos —que son sólo algunos— de ningún modo están ajenos unos a otros. Son eslabones de una misma cadena. Lo cierto es que el sector ultra de la derecha está imponiendo su linea que es claramente sediciosa. Los personeros más liberales de la Derecha han sido copados por aquellos que propugnan la acción. Estos últimos han demostrado su efectividad que nació bajo la apariencia inocente y pintoresca de un grupo fascista, FIDUCIA, filial de la Sociedad de Defensa de la Tradición, la Propiedad y la Familia que el profesor católico Plinio Correa creó en Brasil en vísperas del golpe contra Joao Goulart. Muchachos de la oligarquía católica chilena se lanzaron en una cruzada que avanzó imperturbable a las críticas, los ataques y los chistes desaprensivos. El espíritu de "cruzada anticomunista" de FIDUCIA llegó a un nivel de propaganda y actividad que fue recogida por gente más peligrosa y seria, bien afianzada por la burguesía y con ubicaciones estratégicas en la política, la banca, la industria y el latifundio. De este modo renacieron los grupos de "guardias blancas" que hace algunos años —en vísperas de la elección de 1964— funcionaron bajo égida bancaria y comercial en el movimiento "Chile Libre", posteriormente disuelto. Incluso las armas que ese movimiento consiguió acumular y que luego se escondieron en diferentes fundos y casas, han reaparecido.

A través de diferentes medios (por ejemplo Abel Valdés Acuña, director de "El Diario Ilustrado", exprofesor de la Academia de Guerra del Ejército), estos sectores ultras han tomado contacto con altos oficiales que se identifican con el Opus Dei, movimiento católico de extrema derecha. El Opus Dei opera en el seno de las Fuerzas Armadas. Hace dos años los organismos de seguridad detectaron la relación de la ultra Derecha con un movimiento aparentemente reivindicativo surgido en la Armada Nacional. El movimiento se abortó a tiempo pero el Gobierno no se animó a esclarecer el asunto ni a poner a disposición de los Tribunales los antecedentes que ligaban al Partido Nacional con los oficiales detenidos y luego dados de baja.

OFICIALES EN RETIRO ACTÚAN DE ASESORES

Las informaciones hoy disponibles señalan que oficiales en retiro prestan asesoría militar a los grupos que se preparan para ahogar en sangre al movimiento campesino y obrero. Jóvenes seleccionados en colegios secundarios aristocráticos reciben instrucción militar dentro del programa puesto en práctica por el ejército y entre los estudiantes. Simultáneamente son organizados en "guardias blancas" por los grupos ultras. En la Universidad Católica de Santiago opera una célula de este tipo que cuenta con no menos de 250 reclutas que poseen armas cortas automáticas, pistolas, cachiporras y armas blancas, como así también —que se sepa— al menos una metralleta. Las futuras luchas por el control de la FEUCH pueden asumir contornos de inusitada violencia contra los jóvenes del MAPU, PS, MIR y PC, que actúan en esa Universidad y que se preparan a recobrar la dirección del movimiento estudiantil.

Sin embargo el poder de fuego de la sedición derechista apunta al movimiento campesino que está colocándose a la vanguardia de las fuerzas revolucionarias. Es en esa área del proletariado donde la ultra derecha pretende hacer un escarmiento para amedrentar a las fuerzas liberadoras que emergen en Chile.

COMPLICIDAD DEL GOBIERNO

Los "ultras" han crecido gracias a la complicidad que han encontrado en el gobierno, los tribunales y sectores derechistas de las fuerzas armadas. Dentro del propio partido Democristiano —que también se mostró ofendido por la virulenta declaración del PN— tienen sus enclaves y hasta hace poco controlaban la cartera de Interior a través de Pérez Zujovic. La influencia derechista, respaldada por la actividad creciente de sus grupos de choque armados, ha resultado eficaz obligando al vacilante gobierno de Frei a retroceder en toda la línea. Los ultras que actúan dentro y fuera del gobierno, son los responsables directos de las tres masacres obreras que anota el actual régimen. A su tarea dentro del gobierno se debe el desmantelamiento de la reforma agraria, el allanamiento de la Universidad de Concepción, la persecución contra el MIR y el PS, etc. Los ultras actúan con absoluta impunidad porque se saben respaldados a todo nivel. A ellos no se les aplica la Ley de Seguridad Interior del Estado, espada legal sobre la cabeza de los izquierdistas.

Los obreros, campesinos y estudiantes que luchan por cambiar la actual sociedad, no pueden esperar amparo de los instrumentos del Estado burgués, llámense tribunales, policía o ejército. Los golpes que prepara la derecha deben ser afrontados a pie firme con las propias fuerzas del pueblo.

PF


Opiniones

CONFUSIÓN EN LA IZQUIERDA

EL proceso social y político chileno atraviesa por un período en el cual la confusión pareciera ser uno de sus rasgos centrales. La causa verdadera de esta confusión radica, a nuestro juicio, en el hecho de que el sistema burgués capitalista está irremediablemente sumido en una crisis aguda y sin salida. Y, lo que es más, las fórmulas propuestas por las fuerzas del centrismo reformista, destinadas ilusoriamente a remediar la crisis del sistema, también han demostrado su incapacidad para entregar una solución adecuada.

El predominio prolongado y pertinaz, en el seno de la propia izquierda chilena, de la mentalidad reformista, ha contribuido, por una parte, a afianzar directa o indirectamente la vigencia de los partidos centristas y, por otra, ha obstaculizado la formación de una lúcida conciencia revolucionaria, capaz de cuestionar el sistema en términos eficaces. De este hecho resulta como consecuencia inmediata la automatización de buena parte de las fuerzas que conforman la llamada izquierda chilena, y, al mismo tiempo, se ha producido la consiguiente desorientación ideológica.

Algunos, superficialmente, creen que esta realidad es producto de serias desviaciones propias de extremismos pequeño-burgueses y, en no poca medida, consecuencia de un infantilismo verbalista y revolucionario. Incluso, hay también quienes piensan que se trataría de burdos "provocadores" al servicio del imperialismo. ¡Nada más falso y tendencioso! La verdad es que el fracaso del sistema incluida sus sedicentes variantes reformistas hace imprescindible una respuesta francamente revolucionaria de parte del movimiento popular chileno.

Y tal respuesta no se encuentra aún suficientemente elaborada. Nadie puede por eso arrogarse el derecho a detentar la verdad absoluta en cuanto a cuáles deben ser la estrategia y las tácticas aconsejables, Pero ello no autoriza a desestimar la imperiosa exigencia de proporcionar una respuesta revolucionaria despojada de eufemismos y de limitaciones engañosas. Lo único cierto es que, atendida la crisis del sistema, América latina no tiene otra salida que romper definitivamente el esquema de capitalismo dependiente dominante en nuestros pueblos y abrir paso a transformaciones verdaderamente revolucionarias en sus viejas estructuras económico sociales.

Todo lo anterior exige urgente e imperiosamente una readecuación de las fuerzas políticas chilenas, la modernización de programas y, por sobre todo, un estudio serio y exhaustivo de las tácticas a emplear en las luchas emancipadoras.

Es claro que el tránsito de una "vieja izquierda", dominada en lo esencial por una concepción reformista y parlamentaria, hacia una "nueva izquierda" revolucionaria no es tarea fácil y exige el abandono de prácticas asimiladas al tradicionalismo politiquero, el rechazo a la seducción proyectada por un exitismo electoral inmediatista, y la adopción de metas muy definidas que apunten a la ruptura real con la institucionalidad burguesa.

LA DEFUNCIÓN DE LOS IDEOLOGISMOS REFORMISTAS

Las tácticas oportunistas de los partidos centristas e incluso las concepciones reformistas alojadas en el seno de los propios Partidos de la Izquierda tradicional, no conducen a la transformación revolucionaria de la sociedad.

Este aserto se encuentra reiteradamente comprobado por la experiencia histórica en todos los países del mundo en donde han triunfado movimientos presuntuosamente calificados como "socialistas reformistas". El izquierdista fabiano Harold Wilson, en Inglaterra, como el social demócrata Willy Brandt, en Alemania, o él socialista democrático Giusepe Saragat, en Italia, cuando más podrían aspirar a construir el ala izquierda del único Partido Político de los Estados Unidos: el Partido Norteamericano, es decir, Republicanos y Demócratas, dos versiones de una misma realidad. Todos estos líderes, Socialdemócratas reformistas, no son sino los puntales del viejo orden capitalista occidental, comandado hoy día por los Estados Unidos. En Francia, la alternativa electoral planteada, entre el poder reaccionario, representado por un De Gaulle y la "izquierda unida" representada por Mitterand, fue desde un comienzo absolutamente falsa. Mitterand, tanto en su política interna como en la internacional, jamás estuvo a la "izquierda" de De Gaulle. Al contrario, en muchos aspectos significativos Mitterand se definió como un partidario de las posiciones pro-norteamericanas en forma ostensiblemente más abierta que De Gaulle. La verdadera alternativa entre un poder reaccionario y un poder revolucionario sólo se dio en la gran crisis de Mayo y no precisamente como producto de la acción de la vieja izquierda francesa acaudillada por los Mitterand, Mollet o Rochet, sino de la joven izquierda, destituida de liderazgo, pero animada de un auténtico espíritu revolucionario.

En América latina ocurre otro tanto. El reformismo izquierdizante, populista y demagógico representado por los señores Figueres, Betancourt, Belaúnde, Frei, Frondizi y Goulart, se contenta con ser un mero administrador de un capitalismo modernizado y de los intereses imperialistas remozados bajo las nuevas fórmulas de la Alianza para el Progreso. Toda esta variada colección de líderes políticos, cuya argamasa filosófica se inspira en el viejo liberalismo racionalista europeo, en un neo marxismo —pacifista y parlamentario— y en un moderno cristianismo comunitario, se ha revelado incapaz de crear una alternativa real de Poder frente al sistema capitalista y a su expresión ulterior: el imperialismo monopolista de Estado. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos gastados por los sostenedores del reformismo mundial, por arriba y por debajo de ellos, se nos viene encima todo un mundo joven, incontenible, liderizado por fuerzas auténticamente revolucionarias, dispuestas a barrer implacablemente con el pasado y crear las condiciones para que nazca el Hombre Nuevo de que nos hablaba el Che Guevara.

ESTRATEGIA Y TÁCTICA

La finalidad última y esencial del socialismo está constituida por la construcción de un tipo de sociedad que logre, más allá del simple reemplazo de una institucionalidad por otra, la implantación de un nuevo orden de valores destinado a hacer posible la realización plena de las infinitas potencialidades del hombre.

De ahí, entonces, que toda acción, toda conducta y toda táctica deben guardar estricta consonancia con esta alta y trascendente finalidad.

Por eso, las prácticas y métodos tradicionales del reformismo son intrínsecamente negativos. Primero, porque en verdad no tienen como meta fundamental la construcción de una sociedad socialista; y además, porque los métodos propuestos por el reformismo, ambiguo y confuso, tienden, en definitiva, más a preservar el orden existente que a su destrucción y ulterior sustitución. Y segundo, porque la metodología reformista parte del falso y contradictorio supuesto de que las ciases conservadoras consentirán pacíficamente en su derrocamiento. La verdad, a este respecto, es muy otra.

Las clases detentoras del Poder se han resistido siempre —y no existen razones para suponer que en adelante no seguirán igual conducta— a hacer abandono —sin lucha— del Poder en manos de la clase obrera, su enemiga irreconciliable. Parece indudable que el empleo por parte de las "fuerzas izquierdistas" de tácticas y formas de lucha consentidas por el régimen jurídico burgués —con exclusión de formas de lucha ilegales— conduce inevitablemente a desvirtuar los objetivos propuestos. Un objetivo revolucionarlo jamás podrá ser logrado a través de formas de lucha reaccionarias.

En otras palabras, no es posible educar a una vanguardia revolucionaria en la mentalidad y en los procedimientos impuestos por el sistema democrático-parlamentarista sin que producidas posibles situaciones prerrevolucionarias, tal vanguardia deje de actuar conforme a los hábitos y prácticas tradicionales, en las cuales se educó. No es raro por esto, que en más de una ocasión los fines propuestos por los revolucionarios se hayan desvirtuado a causa de los métodos reformistas empleados. Un objetivo revolucionarlo exige un estilo revolucionarlo. El insalvable divorcio existente entre los fines perseguidos por la reacción y los de la revolución, está dado, no sólo por la diferencia abismal entre estos objetivos, sino además por sus estilos, métodos y prácticas de combate.

Por eso, resulta fundamental que las fuerzas que luchan "teóricamente" por el socialismo no aparezcan confundidas "prácticamente" con aquellas que luchan por la conservación del orden actual. Dentro de las democracias burguesas, incluida por cierto la nuestra, los partidos de izquierda a menudo aparecen buscando situaciones de poder parlamentario, mediante la satisfacción de clientelas electorales y en el orden de las reivindicaciones sindicales, éstas adoptan un carácter predominantemente economicista, despreciando el aprovechamiento político que la confrontación de clases ofrece.

LOS PROGRAMAS

La izquierda chilena ha incurrido, a nuestro juicio, en el grave error de acentuar exageradamente su preocupación por la elaboración de programas más que de precisar tácticas y formas de lucha. Detrás de esta deformación se esconde un escapismo consistente en creer que un programa revolucionarlo puede remplazar una conducta revolucionaria.

En definitiva, el programa a aplicarse por un Gobierno revolucionario dependerá de las condiciones objetivas dentro de las cuales se desenvuelva. El caso concreto lo tenemos en Cuba. Las metas propuestas por los revolucionarios, el 26 de julio de 1953, muy poco tuvieron que ver con las efectivamente fijadas el 1º de enero de 1959 —año del triunfo de la revolución— y menos aún, con aquellas que en definitiva se aplicaron durante el curso del proceso revolucionarlo, en años posteriores, en los cuales la revolución cubana adoptó el carácter de una revolución auténticamente socialista.

Programas más o menos radicales pueden hoy en día ser suscritos por la mayoría de las fuerzas políticas. No pensamos que el escollo básico para la "unidad" de las fuerzas revolucionarias radique esencialmente en el contenido de un programa. En Chile existe cierto consenso en cuanto a la necesidad urgente de introducir cambios. Surgen discrepancias cuando se entra a precisar el carácter y la velocidad de estos cambios.

Pero, la divergencia de opiniones se ahonda cuando se trata de determinar con exactitud las formas concretas de acción para producir los cambios deseados. Por eso, ahora, más que los programas, lo que debe definir la conducta de los partidos, son las tácticas de lucha a emplear en función de dichos cambios. Una plataforma programática de tipo socialista no es difícil sea suscrita por una amplia gama de Partidos. Por eso creemos que aquello que define la posición, tanto de las organizaciones políticas como de los individuos, no es su mayor o menor adhesión a determinadas premisas programáticas, sino, fundamentalmente, su concepción frente a los valores representativos de la institucionalidad burguesa. Sólo a vía de ejemplo enunciaremos algunos de aquellos temas que, a nuestro juicio, son realmente definitorios de las posiciones políticas sustentadas por los partidos de centro, de derecha y de izquierda y que, en consecuencia, marcan el carácter reformista o revolucionario de ellos.

LA TOLERANCIA DEL SISTEMA RESPECTO DE LOS CAMBIOS

Para un extenso sector de militantes del pensamiento de avanzada es de algún modo posible llegar a fundar una sociedad socialista mediante la utilización de los mecanismos que brinda la institucionalidad burguesa, propiciando para ello cambios sucesivos, pacíficos y evolutivos. En otros términos, el sistema capitalista y la democracia representativa tolerarían en su seno "cambios legales" de tal magnitud que harían posible —gradualmente — su reemplazo por una sociedad socialista.

Indudablemente, la imagen creada en torno a esta idea no puede ser más seductora, puesto que ella permitiría el tránsito de una sociedad a otra sin mutaciones bruscas, ni violentas y de manera Indolora. Por alguna razón misteriosa —que los sostenedores de esta tesis no logran aclarar— las clases explotadoras se resignarían buenamente a hacer dejación de sus inmensos privilegios en manos de las clases oprimidas. Esta forma de entender las cosas está en el centro del ideologismo reformista y constituye uno de los pilares básicos sobre el cual descansa toda su estrategia de cambios.

¿Por qué decimos esto? Porque indudablemente si aceptamos la hipótesis de que el sistema vigente tuviera la extraña virtud de aceptar transformaciones en su ser íntimo de tal naturaleza que hicieran posible su destrucción para dar paso al socialismo, querría decir que las formas violentas e ilegales de lucha carecerían de toda validez histórica, ética y política. Si por el contrario, las fuerzas conservadoras del Estado capitalista jamás permitieran tales transformaciones, todas las formas de lucha serían justas y legítimas. Históricamente está demostrado que jamás un sistema social ha sido substituido por otro —radicalmente distinto— de manera pacífica y gradual. Todas las diversas formas de organización social han surgido como resultado de convulsiones violentas ocurridas en el seno de la vieja sociedad y como producto de dramáticos antagonismos planteados en ella.

No desmiente esta idea, sino que la afirma, el hecho de que dentro de los Estados capitalistas se haya impuesto un régimen de administración basado en la llamada "democracia-representativa", la que en teoría permitiría, a través del sufragio universal y de reformas legales sucesivas, cambios básicos en la estructura social. La verdad es que, tampoco en estos regímenes, las fuerzas revolucionarias han conquistado el poder sirviéndose de la vía electoral.

Todos los reformistas que ingenuamente han pretendido valerse de los cauces abiertos por las democracias burguesas para introducir cambios radicales en la estructura social, o han fracasado o han pasado a constituirse, de una u otra manera, en simples soportes del sistema. Como ya se ha dicho, el reformismo europeo, expresado en los Partidos socialdemócrata, laborista, democratacristiano o socialistas democráticos son hoy día los grandes guardianes del orden imperialista mundial. Igual ha sucedido con los sedicentes reformistas latinoamericanos, sean de origen marxista o cristiano, quienes también han concluido por transformarse en simples administradores del status neo-colonial dominante en nuestros pueblos. Incluso, en Europa Occidental hasta los Partidos Comunistas están corriendo el serlo peligro de integrarse en tal forma al sistema que no constituirán ya una amenaza grave para su estabilidad.

El sistema liberal-capitalista asume en último término uno de dos comportamientos frente al desafío de las fuerzas reformistas: o las neutraliza asimilándolas o las rechaza expulsándolas. Tal conducta la adoptará según el grado de peligrosidad del movimiento reformista. En América latina hemos visto cómo cada vez que determinados gobiernos reformistas han sobrepasado los límites de tolerancia del sistema han sido irremediablemente depuestos.

En síntesis, a nuestro juicio, "cambios sociales rápidos, generalizados y profundos", no pueden realizarse dentro del régimen democrático representativo, a causa precisamente del carácter esencialmente ilusorio que reviste la democracia en esta categoría de sistemas. La democracia existe a condición de que quien la administre sea la burguesía. Cada vez que la burguesía ha visto cuestionado su poder ha recurrido al paredón reaccionario, a toda clase de leyes represivas y ha acusado a sus impugnadores, de terroristas, sediciosos y liberticidas.

A diferencia de lo que algunos sostienen no creemos que tales mecanismos de defensa del orden burgués puedan ser vulnerados median, te reformas "tácticamente bien concebidas" las cuales, aplicadas inteligentemente podrían llegar a privar a la clase dominante de sus "factores de poder" y obligarla a capitular pacíficamente.

Para nosotros es evidente que el sistema no puede ser alterado en su esencia sin mutaciones en la estructura del poder. Esto es, el reemplazo de la clase social dominante por la clase trabajadora. Otra cosa es que el tránsito de formas de producción capitalista hacia formas de producción socialista puedan hacerse gradualmente. Pero la transferencia del poder de manos de una clase a otra ha sido siempre brusca en todos los países en los cuales ha triunfado una revolución socialista o burguesa. Repetimos, lo que si puede adoptar modalidades específicas y supone un transcurso más o menos prolongado de tiempo, es la transformación de las estructuras que confieren a una sociedad el carácter de capitalista o socialista.

INTERVENCIONISMO ESTATAL

Los reformistas cristianos, marxistas o socialdemócratas laicos, otorgan una particular importancia al intervencionismo estatal como mecanismo para precipitar la transformación de las estructuras socioeconómicas vigentes en un país. Este intervencionismo, lejos de lograr sus objetivos, sólo facilita y acentúa el dominio ejercido por las clases poseedoras. En los esta, dos capitalistas altamente desarrollados se ha producido la sustitución del régimen de libre concurrencia por un régimen monopólico. El Estado no es ya más que un administrador de los grandes intereses monopólicos, dando así origen al llamado "Capitalismo Monopolista de Estado". Aquí se ha operado la identificación absoluta de los intereses de la burguesía monopolista con los del Estado. Antes, la ideología liberal confería al Estado el papel de arbitro del capitalismo competitivo.

En Chile, por ejemplo, al amparo de este modelo de intervencionismo estatal, la burguesía ha profitado insaciablemente y es así como desde 1938 a esta parte, ha florecido todo un vasto sector cuya riqueza emana exclusivamente de privilegios cambiarlos, tributarios, aduaneros, crediticios y de toda clase de exenciones y de franquicias administrativas.

Como puede apreciarse, el intervencionismo estatal y la planifica, ción económica sirven tanto para consolidar los intereses hegemónicos de la burguesía monopolista, como para afianzar el precario dominio de las burguesías nativas habitantes de los países subdesarrollados.

PODER PARLAMENTARIO

Otro de los elementos constitutivos de la ideología reformista es su credulidad en la eficacia del poder parlamentario para transformar por la vía legislativa la sociedad vigente. Tal idea pareciera fundarse en la convicción de que el Parlamento constituye realmente un centro de Poder, autónomo del Poder central y ajeno, en consecuencia, al dominio de las clases dominantes. El parlamento es una institución más a través de la cual el Estado capitalista administra sus intereses. Aún más, hoy día, incluso en aquellas sociedades en las cuales existe una antigua tradición parlamentarista, éstas han sido privadas de la mayoría de sus facultades y reducidas a simples "clubes" de entretenimientos, donde se discuten problemas de gran interés, pero sobre los cuales no corresponde pronunciamiento y en cambio, se decide sobre materias adjetivas, las cuales no vale la pena discutir.

La administración del Estado capitalista es realizada soberanamente por el Poder Ejecutivo. En él se encuentra radicado prácticamente la suma del Poder, quien lo ejerce a través de pequeños y herméticos círculos administrativos tecnocráticos. En Estados Unidos, por ejemplo, materias tan trascendentes como la guerra de Vietnam, o los grandes y costosos experimentos espaciales no pasan por la instancia parlamentaria.

En Chile, al margen de la demagogia desatada por los gobiernos en orden a crear la sensación de que el Ejecutivo no dispone de los elementos suficientes para administrar la Nación, el hecho concreto es que el Poder Central decide con absoluta independencia la política monetaria, crediticia, de comercio exterior, la inversión pública, el gasto fiscal, las relaciones internacionales, aparte de innumerables facultades privativas del Presidente de la República para conceder beneficios aduaneros, tributarios y cambiarlos. Si a estos agregamos el control irrestricto del Poder Ejecutivo sobre todo el aparato policíaco represivo estatal, la evidente interferencia en el Poder Judicial y al inmenso cúmulo de facultades de que dispone para intervenir en la formación de las leyes a través del derecho exclusivo para proponer proyectos de leyes que inciden en cierto tipo de materias, las urgencias, los vetos, etc., concluiremos que si bien en la teoría hay tres poderes, en la realidad existe uno solo. En la fase actual del proceso histórico mundial los Parlamentos constituyen reliquias del pasado.

CARACTERÍSTICAS DE LAS LUCHAS SINDICALES

En relación al carácter de las luchas sindicales, los reformistas piensan que, a través de confrontaciones parciales de clase, fundados en meras reivindicaciones de carácter económico, es posible configurar un elemento de presión sobre el sistema, de tal importancia, que tenga la virtud de cuestionarlo en su conjunto. Creemos que esto no es así.

Por el contrario, la experiencia demuestra cómo el uso y abuso de esta modalidad de lucha no conduce a la formación y profundizaron de una conciencia de clase —ni menos revolucionaria— sino a lo más, contribuye a integrar el sindicalismo obrero en el sistema burgués, mejorando transitoria y precariamente su standard de vida, y contribuyendo a crear en más de una ocasión núcleos aristocráticos de presión en el seno de la clase trabajadora que a la postre no devienen sino en puntales de él mismo.

No hay la menor duda, toda la lucha sindical debe realizarse bajo una orientación y con un sentido político en forma de crear y profundizar una vigorosa conciencia de clase en los trabajadores, de ma. ñera que les permita cumplir su misión histórica básica, cual es la de ser los protagonistas centrales de la revolución social y no meros espectadores pasivos de ella.

En síntesis, para el reformismo la tolerancia del sistema para permitir cambios esenciales en su seno, la acción parlamentaria y las luchas sindicales son elementos básicos en la "estrategia reformista" de cambios, en tanto que, para los revolucionarios, ellos no son sino factores complementarios de una "estrategia revolucionaria" capaz de materializarse también en tácticas revolucionarias.

LAS ELECCIONES

La ideología reformista asigna total legitimidad a la generación del poder efectuada a través de los actos eleccionarios. Para ellos, en último término, estos serian la fiel expresión de la voluntad soberana de la nación.

Por nuestra parte, debemos decirlo de una vez por todas y claramente: los actos electorales, tal cual se practican dentro del sistema democrático burgués, no reflejan la expresión auténtica de la voluntad de los pueblos. Son tan manifiestos los vicios de que adolecen los mecanismos electores y las deformaciones que experimenta la conciencia del elector que ellos carecen de validez para traducir su voluntad real. Como lo expresara una vez el Comandante Guevara, "la técnica se puede usar para domesticar a los pueblos y se puede poner al servicio de los pueblos para liberarlos".

En las sociedades burguesas —en gran medida— la opinión pública es prefabricada a través de la instrumentación científica de los medios de comunicación de masas. El manejo de los mecanismos publicitarios y propagandísticos en escala jamás conocida antes, por parte de los sectores minoritarios de la sociedad, distorsionan absolutamente toda expresión fidedigna de las mayorías ciudadanas.

El efecto de este proceso desquiciador de la conciencia pública po. dría ser comparado perfectamente bien al efecto producido en una máquina computadora si es alimentada con datos falsos o incompletos. Evidentemente, si esto sucede, la respuesta del computador tendría que ser equivocada o parcial de acuerdo a los datos suministrados.

Si el electorado recibe día a día el impacto brutal de una propaganda intencionada y distorsionadora de la verdad lógicamente ha de expresar una voluntad influida por estos elementos deformantes que se descargaron sobre sus conciencias. Sólo así puede explicarse el hecho de la extraordinaria continuidad mantenida por las distintas fuerzas políticas en las luchas electorales y el ningún avance de los movimientos de avanzada o revolucionarios.

Por ejemplo, en Inglaterra, durante los últimos veinte años el electorado se ha dividido entre laboristas y conservadores en porcentajes que han fluctuado entre el 45 y el 48 por ciento para una u otra tendencia política. El Partido Comunista jamás ha conseguido más de un 2 por ciento. En Bélgica, durante este mismo lapso, el Partido Comunista ha obtenido en promedio un 5 por ciento del electorado. El Partido Socialista, un 30 por ciento y la Democracia Cristiana, un 45 por ciento. En algunos años ha aumentado el porcentaje socialista a costa del comunista. En otros, especialmente al concluir la Segunda Guerra Mundial, ganó votación el Partido Comunista. En Francia, el Partido Comunista inmediatamente después de la guerra, el año 1946, obtuvo el 28 por ciento del electorado, para descender progresivamente hasta al 21 por ciento, porcentaje mantenido con pequeñas fluctuaciones en las últimas dos décadas. El Partido Socialista ha alcanzado en promedio un porcentaje del 15 por ciento. Y el Movimiento Degaullista, en sus distintos matices, ha oscilado en torno al 35 por ciento. Otro tanto ha ocurrido entre las dos fuerzas que se reparten el electorado en Alemania Federal. El Partido Socialdemócrata normalmente ha sacado el 30 por ciento del electorado; y el Partido Democratacristiano, el 45 por ciento. Por último en Italia, el PC del 31 por ciento que obtuvo el año 48 ha descendido en los años posteriores a cifras aproximadas al 21 por ciento, la democracia cristiana se ha mantenido en torno al 42 por ciento y los socialistas en sus distintas versiones, cerca del 20 por ciento.

En Chile, las cifras tampoco arrojan grandes variaciones. El Partido Socialista ha oscilado alrededor del 12 por ciento. Igual ha ocurrido con el Partido Comunista. Sólo la Democracia Cristiana ha experimentado importantes aumentos a costa de las fuerzas propiamente reaccionarias. De lo anterior podemos colegir que en el hecho, existen ciertas constantes históricas en los cómputos electorales muy difíciles de alterar. Todo esto sin considerar la escasa participación del electorado en los procesos eleccionarios. Aún en aquellos países donde ésta es relativamente alta —como son los Estados Unidos e Inglaterra— no alcanza más allá del 70 por ciento de los ciudadanos inscritos. Y si a este hecho agregamos que el número de inscritos es sólo una pe. quena porción del total de habitantes de un país en condiciones de expresar su voluntad, resulta que la voluntad de una nación, expresada a través de los mecanismos electorales, es parcial, fragmentaria y se encuentra seriamente distorsionada por la circunstancia en que ella se realiza.

En resumen, para un revolucionario las elecciones deben servir como elementos agitativos destinados a vigorizar la conciencia revolucionaria de las masas y a colocar de manifiesto las condiciones de la extrema desigualdad en las cuales les corresponde librar la batalla por la liberación de la sociedad.

LA VIOLENCIA

El tema anterior nos conduce inevitablemente a la cuestión de los métodos y formas de lucha para la conquista del poder. Ningún otro problema reviste en la hora presente tanta importancia como éste. Nada divide tanto a un reformista de un revolucionario como la respuesta frente al tema de la violencia.

Para los pacifistas hipócritas o ingenuos la violencia no existiría en las llamadas sociedades democráticas.

Esto es una falacia. Todo el orden burgués no es más que la violencia organizada al servicio de una clase. En nombre de dicho orden se persigue, tortura, condena y asesina a quienes disienten con él.

Con razón el autor español González Fernández de la Mora —ideólogo reconocidamente reaccionario— en su obra "El Crepúsculo de las Ideologías", admite este hecho cuando expresa: "Por el modo, el poder político es coercitivo, e incluso, el más democrático, requiere la violencia. El ejercicio del mando ha vertido tanta sangre sobre la tierra que a su lado las actividades más cruentas resultan vegetarianas y monjiles. La historia mundial de la soberanía es inexorable y cruel. La silla curul y la guardia pretoriana son inseparables, como lo son la ley y el haz de los lictores. No se puede gobernar sin herir. El mando es inevitablemente quirúrgico".

No hay duda: dos concepciones de vida y de lucha están frente a frente, dos derechos: el derecho de los revolucionarios que pugnan por liberar a sus pueblos de la opresión y el derecho de los reaccionarios a preservar el orden opresor. De estos dos derechos nacen dos formas de violencia: la violencia que libera y la violencia que oprime. Los reformistas burgueses reconocen la legitimidad sólo de una de estas violencias, de aquella que preserva los valores de su sociedad, como si estos fueran inmutables y execran, en cambio, la violencia ejercitada por quienes a lo largo de la historia universal han combatido y combaten por la creación de formas de organización social más justas, racionales y humanas.

Nosotros reivindicamos el derecho a utilizar la violencia revolucionaria como forma y método —éticamente legítimo— de lucha para liberar a los pueblos oprimidos. Inevitablemente, la quiebra de un sistema y su sustitución por otro se produce a través de la lucha armada. La experiencia histórica así lo confirma. El propio orden burgués nació de la guillotina. Nada tiene de extraño que el orden socialista nazca del cañón de un fusil.

La pertinencia del empleo de la violencia es una cuestión liberada a las circunstancias objetivas en que le corresponda desarrollarse a un determinado proceso revolucionario. Por esta razón, no se trata de aplicarla irresponsablemente en cualquier instante o en cualquier país. Se trata, empero, de considerarla como un elemento inevitable de toda estrategia de cambios revolucionarios. La oportunidad y las formas que revestirá la lucha armada revolucionaria —repetimos— dependerá de las condiciones reales en las cuales ella sea aplicable.

CONCLUSIONES

En síntesis, los conceptos rectores que diferencian la mentalidad de un reformista de la de un revolucionario no son precisamente de orden programático, sino, esencialmente ellos residen en la definición frente a los temas expuestos.

Los reformistas cuya filosofía se inspira en el socialismo democrático, e incluso los reformistas neo-burgueses, dicen estar también luchando por cambiar la actual sociedad capitalista. La discrepancia esencial con ellos se produce cuando se trata de precisar las formas y los métodos a emplear para lograr dichos cambios. Ellos reiteran su confianza en el sistema parlamentarista, en la vía electoral, en el intervencionismo estatal, en el economicismo sindical, en la transformación gradual y paulatina de la sociedad y, en general, en el carácter legal y pacífico del proceso.

Por esto, es evidente que aquello que une o divide a los que manifiestan su voluntad de cambios no es la mayor o menor adhesión a un programa determinado —por radical que él sea— sino su posición en la lucha diaria y concreta respecto a la problemática planteada en el desarrollo de este trabajo.

Dada la actual fase por la que atraviesa el proceso social y político chileno existe consenso —entre las fuerzas interesadas en producir cambios reales— en cuanto a la necesidad de nacionalizar las riquezas básicas, racionalizar nuestra economía, efectuar una efectiva reforma agraria, redistribuir con justicia el ingreso nacional, socializar los monopolios, etc. Pero en realidad, no existe tal consenso en cuanto a la manera de lograr estos objetivos. Por eso, a nuestro juicio, una auténtica unidad de las fuerzas que están por los cambios no puede ni debe darse atendida solamente su mayor o menor adscripción a una determinada plataforma programática, sino por su decisión —práctica e irrevocable— de utilizar formas de lucha que garanticen la conquista efectiva del poder para la ciase trabajadora como única manera de imponer los objetivos programáticos suscritos.

En consecuencia, la unidad popular no puede materializarse sólo en torno a programas, sino esencialmente, en función de la participación efectiva en formas de lucha que demuestren realmente el repudio a los valores burgueses y que importen un cuestionamiento frontal del poder reaccionario.

CARLOS ALTAMIRANO


PUNTILLAZOS

UNA CANA AL AIRE

YA lo dijo La Bruyére: "El favor pone al hombre por encima de sus iguales, y su caída por debajo de ellos". Eso le ocurrió al senador Edward M. Kennedy, quien por manejar su automóvil de mala manera perderá la candidatura presidencial demócrata en EE.UU. Pero en Chile las cosas se estilan de otra manera. Porque una cosa es ser demócrata y otra distinta demócrata cristiano, aunque políticamente existan parecidos. El Subsecretario de Relaciones Exteriores de Chile, Patricio Silva Echenique, puede atestiguarlo.

A él le ocurrió algo parecido a lo del senador Kennedy, aunque no tan grave en consecuencias. Aquí no hubo una secretaria muerta. Sólo una persona herida. Mientras Kennedy tendrá que pagar de su bolsillo los daños y perjuicios, aquí paga el Fisco, o sea, pagamos todos.

Alguien dijo —explicando la desaparición de Patricio Silva Echenique— que estaba redactando el programa presidencial del PDC para el imaginario período 1970-76. Pero no era cierto. Los funcionarios de Palacio querían guardarle las espaldas. Son así de considerados. Cuando un amigo tiene problemas, reaccionan con espíritu de cuerpo, lo cual habla muy bien de la amistad en la burocracia. Tienen conciencia de clase, de clase parásita, pero clase al fin y al cabo.

Patricio Silva no estaba redactando ningún programa. Lo ocupaba algo más personal: ver cómo arreglaba el entuerto en que se metió por su desaprensiva manera de conducir automóviles. Ocurre que Silva chocó otra vez, aunque ahora por cuenta del Fisco. Lo hizo con el Oldsmobile que el Ministro de Relaciones Exteriores ha puesto a sus órdenes. Las facturas pasaron a la Cancillería. Los diez mil escudos que cobra la Importadora Wall por estirar el acordeón en que quedó convertido el Oldsmobile. Y dos mil escudos de la ferretería LAR por la pintura.

Mientras Pablo Valdés asumía la Subsecretaría como subrogante, los amigos de Silva se movían para convencer a un chofer de la Cancillería que se declarara responsable a cambio de una gratificación. Pero el hombre se negó. Tiene razón porque jamás ha resultado buen negocio asumir culpas ajenas. Preferible pobre pero honrado.

El verdadero problema fue la reacción de los familiares de la persona que acompañaba a Patricio Silva en el momento del choque. Como esa persona es extranjera y Silva es el segundo a bordo en la Cancillería, los familiares exigieron sólo veinte mil dólares de indemnización. Las cuentas claras y el chocolate espeso. Hay una partida secreta de 50 mil dólares para gastos de representación en la Cancillería y un manotón de 20 mil es apenas un rasguño con tal de tapar un escándalo.

La Cancillería chilena no tiene —para qué vamos a negarlo— el prestigio de un Quai d'Orsay, un Foreign Office o un Itamaraty, pero mal que mal es una Cancillería. Tiene que hacerse respetar aunque le cueste un manojo de miles de dólares y escudos.

Por eso este asunto se ha manipulado con mucha reserva. A lo más se informó al Subsecretario del Interior, Juan Achurra Larraín, para que arreglara ciertos problemas policiales. Pero se le pidió que actuara como amigo, sin que se enterara Frei que a veces está en la onda de poner orden en casa.

En la misma forma los amigos han tapado a Patricio Silva otras aventuras más o menos pintorescas. Como un incidente en la embajada de Holanda que ruborizó a los flemáticos súbditos de la Reina Juliana. O sus estrepitosas giras a países latinoamericanos donde ha sido penoso el trabajo de las embajadas chilenas para impedir la publicación de fotografías captadas en boîtes y cabarets.

Pero aparte de sus andanzas "diplomáticas", el Subsecretario de Relaciones Exteriores también trabaja. Se especializa en perseguir funcionarios que no comparten la ideología del PDC. Incluso caen bajo su rígida mirada aquellos que fueron democristianos y que hoy están en el MAPU. Pero él tiene preferencia contra los que sustentan posiciones marxistas. Son los favoritos en la persecución que dirige Silva.

Por eso, los sinsabores que el Subsecretario ha tenido en los últimos días (y que en lo financiero no son nada), han servido al menos de alivio a los funcionarios de la Cancillería y del servicio exterior que viven en estado de alarma esperando ver la sombra de la guillotina sobre sus pacíficos escritorios. Para ellos vale eso de "no hay mal que por bien no venga", aunque en este caso le cueste un ojo de la cara a la caja fiscal. Total, opinan los desaprensivos, son las últimas "gracias" de los democristianos. Después del 70 les tocará a otros.

MACAUREL


Escándalos

FABULOSA ESTAFA EN EL AHORRO Y PRÉSTAMO

CUANDO usted concurre atraído por la millonaria y penetrante propaganda escrita, radial y televisada a una entidad de ahorros y préstamos que le promete una casa propia sin esfuerzo, puede que comience a andar los primeros tramos de su calvario.

El sistema de ahorro inventado por el decreto con fuerza de ley número 205, de 5 de abril de 1960, es la puerta de un paraíso artificial en que el papel de las drogas lo asume la publicidad, un negocio colateral que se alimenta de las mismas cuotas que pagan los ahorrantes.

En realidad el ahorro y préstamo configura en Chile un pool financiero que inter-conecta a bancos, compañías de seguros, agencias de publicidad y empresas constructoras de habitaciones, en una especie de círculo cerrado, en que danzan las decenas de millones de escudos que manejan los más conspicuos personajes del mundo empresarial del país.

El articulo 23 del DFL Nº 205 fue el encargado de decretar la muerte de las asociaciones de ahorro y préstamo como organizaciones de tipo cooperativo, en que un grupo de personas se reúnen para juntar fondos mensualmente y poder adquirir así paulatinamente viviendas para sus familias. "Las Asociaciones serán administradas por un Directorio compuesto por no menos de cinco ni más de siete personas que podrán o no ser depositantes", dice el decreto, con lo que abrió paso a que los tiburones de las finanzas se apoderaran de estas entidades.

Para comprender las razones por las que el sistema constituye un pool es preciso echar mano a la lista de directorios de bancos, compañías de seguros y de las propias asociaciones de ahorro y préstamo.

En la Asociación de Ahorro y Préstamo "Casapropia", por ejemplo, figura como presidente el magnate Francisco Soza Cousiño, quien es a su vez director en el Banco de Chile y presidente de la compañía aseguradora "Chacabuco S. A.". ¿Qué interconexiones existen entre estos variados negocios? Una muy simple: el agraciado con un préstamo de "Casapropia", mientras reúne el monto mínimo exigido para optar al préstamo, entrega su dinero en realidad al Banco Chile para que este realice negocios con él; cuando obtiene el préstamo para adquirir una casa, debe asegurarla en la "Chacabuco S.A." y además, sin que jamás se dé cuenta de todo el juego subterráneo de que es víctima, bien puede comprar una casa erigida siempre por determinada empresa constructora en la que Soza Cousiño tenga también intereses.

El deseo tan humano de tener una casa como garantía para el siempre brumoso futuro del chileno, ha sido el combustible para producir la "explosión de ahorro" registrada en las AAP. Pero tras bambalinas de la publicidad de "Ahorromet", "Huelen", "Casapropia", "Libertad", ""Renovación" o "Bernardo O'Higgins" se esconde el más fabuloso negociado legal inventado en Chile.

Los balances de las AAP que publicó durante todo el mes pasado "El Mercurio" resultan verdaderamente aleccionadores sobre el volumen y significación financiera de estos organismos que mueven cantidades enormes de dinero.

La AAP "Ahorromet", por ejemplo, señala en su balance como resultado del ejercicio 1968 - 1969 la suma de Eº 9.073.231,69. En el capítulo "disponibilidades" indica con la franqueza que exigen los balances la suma de Eº 7.850.000,00 en depósitos a plazo en los bancos, los que obviamente proporcionan un interés. En la sección gastos generales de administración del balance de "Ahorromet", se anota la cifra de Eº 3.092.877,28. ¿Tanto cuesta el rodaje administrativo de una AAP? Sin duda que no.

El secreto de esta fabulosa cantidad de dinero está en que se refiere a gastos de publicidad que hacen millonarios a los expertos en pintar de rosa las más negras aventuras financieras.

El duelo publicitario de las distintas AAP por monopolizar los ahorros de los sacrificados asalariados, financia en estos momentos espacios de comentaristas políticos de muchas emisoras de la capital y provincias; da oxígeno a periódicos matutinos y vespertinos y proporciona entradas a programas de TV, todos los cuales jamás se refieren al asunto de las AAP, por accidentada que parezca su historia.

Los "gastos de administración" deberían poner los pelos de punta a los modestos ahorrantes de las AAP si éstos lograran entender el mundo archienrarecido de las cifras de los balances. "Casa-propia" acusa gastos por Eº 1.394.580,81. La AAP "Bernardo O'Higgins" anota gastos de administración por Eº 1.641.095,16. La AAP "Casas Chile" registra gastos de administración por Eº 890.276,92. La "Calicanto" confiesa Eº 2.569.993,73 en gastos de administración.

Cálculos extraoficiales del costo de la publicidad de las asociaciones de ahorro y préstamo, los hacen subir a un equivalente de mil casas anuales. El dinero destinado al cemento, fierro y ladrillos se transforma en utilidades para los especialistas en crear apetitos, sueños y ansiedades, todo en medio de una orgía de dinero que entra a manos llenas en los bolsillos de los que, precisamente, ya tienen no sólo casa sino palacios.

Entre los ahorrantes de las AAP hay dos categorías de personas: las que logran reunir dolorosamente cada mes el dinero suficiente para las cuotas, que viven torturadas ante el fantasma de verse un día sin lo suficiente para cancelarlas y los que simplemente quedan por el camino y se convierten en deudores morosos. De estos últimos habla hacia marzo del presente año, según una estadística de la Caja Central de Ahorros y Préstamos, 4.138, los que acumulaban una deuda de más de 5 millones y medio de escudos y que ya pueden irse despidiendo de las casas a que se hablan acostumbrado.

Sin embargo, las sorpresas que deparan las AAP son también de otra especie. Todo préstamo para adquirir una casa lleva envuelto, y a manera de contrabando, un interés del 7% para "gastos" y "comisión" de la AAP respectiva. La comisión alcanza al 4 y medio por ciento y entre los gastos está lo que debe pagarse a un abogado por la tramitación del titulo de la propiedad y a un arquitecto que aprueba los planos de la casa.

Los dividendos que debe pagar un empleado que obtuvo un préstamo de una AAP no pueden exceder de la cuarta parte de su sueldo. Esta es una exigencia legal que sufre grandes distorsiones por el camino. Muchos empleados fiscales que tomaron préstamos el año pasado, por ejemplo, sufrieron un reajuste de los dividendos, en 1969, igual al aumento de los precios. Sus sueldos, en cambio, fueron reajustados en porcentajes muy inferiores con lo que ahora pueden estar pagando dividendos equivalentes a un tercio de sus sueldos.

La inocente y filantrópica apariencia de las AAP que "lo convierten a Ud. en propietario" pierde todo candor cuando las cifras saltan a la vista. El Boletín del Banco Central de junio del presente año dice fríamente lo siguiente:

Indicadores del Ahorro

Sistema Nacional de Ahorro y Préstamos

Eº 684.200.000

Banco del Estado

Eº 295.300.000

Depósitos a plazo de todo el Sistema Bancario

Eº 540.600.000

Las cifras del cuadro anterior significan que una proporción abrumadora del ahorro nacional (pequeños ahorristas y empresarios que depositan el 5% del impuesto sobre las utilidades) va a parar a las AAP y que éstas acumulan fondos de tal importancia que las hacen más significativas que muchos bancos.

El Sistema Nacional de Ahorro y Préstamos (SINAP) es una expresión del neo-capitalismo y maniobra con los anhelos de las personas como una mercancía más, Sin embargo, aun dentro del contexto actual, resulta inconcebible que no sea el Banco del Estado el que tenga en sus manos el sistema, ofreciendo así al menos la garantía de no ser una fuente más de enriquecimiento de la vieja oligarquía nacional. Pero el SINAP está firmemente establecido y ha sido el gobierno del presidente Frei el que le ha dado especial impulso, entre otras razones por la muy simple de que un buen número de magnates del Partido Demócrata Cristiano forman parte de los directorios de las AAP. En la organización que responde al nombre de "Libertad", son grandes capos Pablo Gumucio, que posee en ella intereses de magnitud, y el ex Ministro del Interior e inventor de la "mano dura", Edmundo Pérez Zujovic.

RAFAEL PINO


Tribuna ideológica

EL JOVEN MARX Y EL ESTADO

DECIR que el Estado es un instrumento de clase y decir que esto es un descubrimiento exclusivo del marxismo es ya un lugar común; sin embargo, no por esto deja de tener un margen de error. Porque basta leer algunos escritos de Rousseau por ejemplo, o si se prefiere de Locke o Hobbes, para comprobar que esta tesis es con muchos años premarxista. Recordemos por ejemplo una clásica afirmación de Hobbes:

"todos los Estados modernos son un Leviatán, el monstruo que puede destruirnos en un momento dado, o un instrumento que puede ser utilizado por cualquier grupo para conculcar los derechos de los demás".

Y no es de extrañar que Hobbes se expresara en esos términos. Hijo del siglo XVIII toma partido resueltamente en favor del ascenso burgués y en contra de las corroídas estructuras feudales. Hobbes no sólo habla por él; como todo teórico es el portavoz de una clase y la burguesía inglesa, su clase, pugnaba con todas sus fuerzas por alcanzar el poder aún controlado por la nobleza feudataria. Citando una afirmación del estudioso inglés R. H. S. Crossman:

"los comienzos del Estado Nación se encuentran en Inglaterra mucho antes que en cualquier otro país europeo, datando sus primeras manifestaciones del año 1100 cuando ya encontramos que el poder central del rey era considerado por el pueblo como defensa en contra de los señores locales". (R. H. S. Crossman, "Biografía del Estado Moderno", México, 1945).

Pero si bien los teóricos de la burguesía ascendente pudieron advertir la esencia clasista del Estado, no puede afirmarse por esta sola razón que los marxistas se hayan limitado a tomar como descubrimiento de la teoría proletaria un descubrimiento de la ideología burguesa. Debemos tomar en cuenta que el pensamiento burgués se manifiesta a través del tiempo con una serie de constantes. Tratemos de enumerar las que nos parecen más importantes. 1) Considerar los problemas y necesidades de la burguesía como problemas y necesidades de la sociedad en general. 2) Otorgar a sus concepciones un sentido inmutable e intemporal. 3) Invertir los elementos de la realidad haciendo de los predicados sujetos y de los sujetos predicados (como anotara Marx en sus primeras críticas a la filosofía).

La concepción marxista no podía hacer suya una concepción que si bien formalmente es parecida, esencialmente es antagónica. No bastaba considerar al Estado como un instrumento de clase. Al marxismo correspondería analizarlo en relación con un contexto metodológico que contuviera categorías diferentes a las categorías burguesas.

HEGEL Y EL ESTADO

Donde la concepción burguesa idealista del Estado alcanza su máxima expresión es en la filosofía de Hegel.

Para Hegel toda la realidad objetiva se identifica con la Razón y con la Idea. Razón e Idea completamente diferentes a las razones e ideas humanas; más bien las razones y las ideas de los hombres son como los reflejos de la Idea y la Razón. La humanidad jamás logrará entender su propio destino siguiendo el curso determinado por la historia, siguiendo un curso que no es verdaderamente real puesto que este sólo puede existir, según Hegel, fuera del tiempo. Entonces cuando luchamos, lo hacemos como semiciegos; nosotros pugnaremos por acercar nuestras ideas y razones a la Idea y a la Razón y creyendo realizarlas seremos realizados por ellas. Pero jamás podremos acercarnos completamente porque para eso tendríamos que salimos fuera del tiempo.

Toda la dialéctica hegeliana resulta así una dialéctica sobredeterminada. Con toda propiedad, R. H. S. Crossman (quien está lejos de ser un marxista) al exponer la médula de la filosofía hegeliana, desliza la siguiente lúcida observación.

(Hegel) "Al desposeer a la humanidad de su libertad de elección la dejaba convertida en el instrumento de una predestinación completamente calvinista". (R. H. S. Crossman, op. cit., pág. 209).

La inversión de la realidad con respecto a la realidad inmediata tan conocida en Hegel fue aplicada por el filósofo a su concepción del Estado. Teniendo en cuenta este aspecto, los filósofos marxistas Lanshut y Mayer en un excelente prólogo a la Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel, de Carlos Marx, advierten:

"En la exposición de Hegel todo aparece Invertido. Para él no es la existencia de la familia y de la sociedad civil la condición de la existencia del Estado sino que, por el contrario, es el Estado, como idea de la comunidad moral el que se "divide" en dos esferas: la familia y la sociedad civil". (Carlos Marx, Crítica a la Filosofía del Estado de Hegel, Buenos Aires, 1946, pág. 18).

Y también:

"El Estado (para Hegel) es así algo "exterior", algo exteriorizado de la vida "real", "material" del individuo, algo existiendo para sí en una organización y en una constitución particulares, algo situado más allá del interés privado", (Carlos Marx. Op. cit., pág. 21).

LA CRÍTICA DEL JOVEN MARX

En su "Crítica a la Filosofía del Estado de Hegel", Marx esgrimía sus primeras armas en contra de la filosofía hegeliana. Desde luego que todavía éste no es un trabajo "marxista" puesto que —como ha reiterado Louis Althusser— no debe confundirse al Marx de juventud aún prisionero de una concepción ideologizante de la realidad, con el Marx de la madurez quien, al realizar su encuentro con la Economía Política, al mismo tiempo que rompía con los vestigios idealistas de su formación filosófica, rompía también con toda la filosofía anterior a él mismo.

Pero aunque Marx combate a Hegel con las armas de Hegel (en su Crítica... habla de "sociedad civil" en lugar de sociedad burguesa) tampoco podemos desconocer que en sus primeros trabajos filosóficos subyacen los elementos preparatorios del marxismo. En la Crítica... Marx se nos aparece como un precursor de Marx. Al desligarse de sus vínculos hegelianos se iba acercando paulatinamente a su concepción dialéctica y materialista de la realidad. Es por eso que a las primeras obras de Marx podemos entenderlas con efecto diferido y a su concepción inicial del Estado como un prolegómeno de sus posteriores análisis; y no sólo de los suyos sino que de todos los marxistas. El polémico Louis Althusser expone al respecto:

"En cuanto al Estado se refiere, es demasiado fácil demostrar que no tiene para Marx el mismo contenido que para Hegel. No solamente, por supuesto, porque el Estado no puede considerarse como la "realidad de la Idea", sino también y sobre todo, porque el Estado es pensado sistemáticamente, como un instrumento de coerción al servicio de la clase dominante de los explotadores, Aquí nuevamente bajo la descripción y la sublimación de los atributos del Estado, Marx descubre un nuevo concepto, presentido antes que él desde el siglo XVIII (Longuet, Rousseau, etc.), tomado aun por Hegel en la Filosofía del Derecho (que hizo de él un "fenómeno" de la Astucia de la Razón cuyo triunfo es el Estado: la oposición de la pobreza y la riqueza) y utilizado abundantemente por los historiadores de 1830: el concepto de clase social en relación directa con las relaciones de producción. (Louis Althusser, "La Revolución Teórica de Marx", México, 1967, pág. 90).

Podemos así deducir que en cuanto al Estado se refiere, Marx se encuentra paradojalmente más cerca de Longuet y de Rousseau (y agreguemos, de Hobbes) que del propio Hegel (aún en los tiempos en que se expresaba con un lenguaje hegeliano). En verdad, si se considera seriamente la producción primaria de Marx, veremos que siempre escribe en oposición a Hegel. Nunca fue su verdadero discípulo. Por el contrario, desde que comienza su aventura, filosófica primero, científica después, se nos manifiesta como un acerbo contrincante del filósofo de la Idea. Por eso, cuando se habla de un Marx hegeliano, debemos entender a un Marx que laborando con las categorías del pensamiento de Hegel... lo niega, Ya en la "Crítica a la Filosofía del Estado", según Lanshut y Mayer:

"Aparece en él con plena evidencia la grandiosa relación que partiendo de la idea de la filosofía conduce con un solo trazo, pasando por la exteriorización personal del hombre (capital y trabajo) a la realización personal del nombre, a la "sociedad sin clases". (Carlos Marx, op. cit., pág. 23).

Tampoco Marx, como expresan las citadas palabras de Althusser, se queda con el Estado "presentido" por Rousseau, Longuet, etc. Desde un principio su concepto del Estado aparece sistematizado y no "intuido". Para decirlo brevemente, el Estado es el punto de partida, el lugar desde donde Marx impulsa en dirección contraria a Hegel el contenido materialista de todo su pensamiento.

Que el Estado en la juvenil Crítica... no es un concepto que pertenece a la abstracción pura, puesto que envuelve su propia sustancia material, lo comprueban las siguientes palabras de Marx:

"Los asuntos y actividades del Estado están liga, dos a individuos (el Estado no es activo más que por medio del individuo) no el individuo físico, sino el individuo político, tomado en su condición de miembro del Estado. (Carlos Marx, op. cit., Pág. 71).

Y estas otras, en donde criticando a Hegel, dice:

"Hegel olvida que la individualidad particular es una función humana y que los asuntos y actividades del Estado son funciones humanas; olvida que la esencia de la "personalidad particular" no es su barba, su sangre o su naturaleza física abstracta, sino su cualidad social; y que los asuntos del Estado no son más que los modos de existencia y de actividad de las cualidades sociales de los hombres. Se comprende pues que los individuos como representantes de los poderes del Estado, sean considerados según su cualidad social y no según su cualidad particular. (Carlos Marx, op. cit., pág. 71).

No hay que extrañarse que el Estado haya sido el punto de partida de los análisis socioeconómicos de Marx puesto que una crítica a la mistificación burguesa del poder estatal conlleva necesariamente a una crítica de los fundamentos materiales de la misma burguesía. Un análisis del Estado que descubra su sustancia interna conduce a una toma de posición con respecto al Estado, pero sobre todo con respecto a la sociedad cuyos intereses y contradicciones expresa ese Estado. Para ese análisis crítico del Estado, la filosofía se tornaba insuficiente debiendo transformarse —y así lo entendería Marx— en ciencia. Ya en su "Crítica a la Filosofía del Estado", se producen importantes acercamientos de Marx al marxismo. Veamos por ejemplo cómo analizaba a las instituciones feudales:

"En el gobierno feudal aparece claramente que el poder del príncipe consiste en la propiedad privada, y en el poder del príncipe se encuentra depositado el misterio de lo que es el poder general, el poder de todas las esferas del Estado". (Carlos Marx, op. cit., pág. 192).

Y la opinión que sigue es muy significativa:

"El derecho de la propiedad privada es el derecho de usar y de abusar, el derecho de disponer arbitrariamente de las cosas". (Carlos Marx, op. cit., pág. 192).

Fue así posible, en virtud de esta adquisición de conciencia con respecto a un Estado integrado por hombres y no de hombres integrados por un Estado, que Marx sustrajera el velo idealista que cubría a las instituciones sociales; Marx, en pasos futuros, siendo consecuente con su obra, que al mismo tiempo constituía su propia liberación mental, iba a profundizar estos planteamientos si se quiere apriorísticos, hasta alcanzar el mundo de las cosas concretas y reales que explican las ideas y razones de los hombres.

FERNANDO MIRES


Problemas

ESTUDIANTES Y OBREROS

A pesar de que los estudiantes han representado un papel histórico importante en la lucha revolucionaria latinoamericana; a pesar de que no hace mucho la unidad obrero-estudiantil demostró su eficacia al lograr la libertad de los obreros de SABA; a pesar de que en Argentina la rebelión estudiantil fue la chispa que desencadenó el primer desafío organizado contra el régimen de Onganía logrando unir en torno a ellos al dividido movimiento obrero argentino; a pesar de que en Brasil, desde la caída de Goulart son los estudiantes los que han estado a la cabeza del movimiento contra el régimen opresor; a pesar de que fueron los estudiantes cubanos los que iniciaron y organizaron el movimiento contra Batista logrando movilizar por la causa democrática y revolucionaria a la mayor parte del pueblo: a pesar de todos estos hechos históricos y no imaginarios, existen algunos sectores políticos y sindicales que creen necesario sembrar en el seno del movimiento obrero la desconfianza contra los estudiantes. [1]

¿Por qué ciertos grupos políticos y ciertos dirigentes sindicales hacen los mayores esfuerzos por impedir la unidad obrero-estudiantil?

Antes de contestar a esta pregunta veamos cuál debe ser el papel de los estudiantes en un proceso revolucionario.

Debemos empezar por precisar cuáles son las características más importantes de este grupo social. ¿Se trata de una clase social, de un grupo social homogéneo como lo es el proletariado, con intereses de clase bien determinados, con un proyecto concreto de sociedades que ofrecer?

La característica común a todos los estudiantes es constituir un grupo social en etapa de formación en la que la información y el trabajo teórico ocupan el lugar dominante, por lo tanto, un grupo social no ligado directamente al proceso de producción de bienes materiales.

La forma en que este grupo trabaja se aproxima mucho a la forma en que trabaja el pequeño artesano: un trabajo individual o en muy pequeños grupos, en el que el trabajador tiene el control absoluto del proceso de producción; es él quien decide cuándo trabaja, cómo trabaja, dónde trabaja, etc. Estas condiciones de trabajo tienden a crear entre los estudiantes un espíritu individualista, dificultades serias para someterse a una determinada disciplina y para actuar en forma organizada, y una fuerte tendencia a la inestabilidad en el trabajo.

La materia con la que este grupo trabaja está constituida fundamentalmente por ideas, pensamientos, conocimientos más o menos científicos acerca de la realidad natural y social. La parte cuantitativamente más importante de ella figura en los programas educacionales establecidos estando, por lo tanto, deformada por los efectos de la ideología dominante en el terreno de la práctica pedagógica y de investigación científica. Pero la parte cualitativamente más importante es adquirida por lecturas extra programáticas que dependen generalmente de la iniciativa personal de cada estudiante.

Debido a que el estudiante trabaja con un material de tipo "intelectual" [2] llega a poseer los instrumentos teóricos que le permiten tener una visión profunda y de conjunto de los problemas, pudiendo así llegar a criticar y desmitificar los planteamientos falsos que se hacen acerca de la sociedad. Ahora bien, no cabe ninguna duda, y la historia lo ha demostrado, que son los estudiantes que han adquirido una formación marxista sólida los que constituyen la vanguardia de esta acción crítica y desmistificadora, ya que la teoría marxista es la única teoría realmente científica acerca de la sociedad y de su transformación.

El hecho de que los estudiantes no estén directamente ligados al proceso de producción de bienes materiales y, por lo tanto, que no pertenezcan ni al grupo de los explotadores ni al grupo de los explotados; el hecho de que sean espectadores del proceso social, pero espectadores armados de instrumentos críticos y desmistificadores; el hecho de que estén en mayor o menor medida todavía libres de compromisos; todos estos hechos hacen posible que un número considerable de ellos pueda llegar a tomar posiciones de clase que nada tienen que ver con su origen de clase generalmente burgués o pequeño burgués. Pero esta ruptura con la clase que les dio origen no es una ruptura de tipo colectivo, es una ruptura de tipo individual. No todos los estudiantes logran escapar de los marcos sociales en que nacieron.

Con todos estos elementos podemos contestar ahora a la pregunta ¿son los estudiantes una clase social?

Los estudiantes no son una clase social, no son un grupo social homogéneo sino, por el contrario, reflejan en su seno las distintas posiciones sociales, las distintas corrientes políticas. No se puede hablar, por lo tanto, de los estudiantes en general, ni se puede hablar de la unidad de los estudiantes en el mismo sentido en que se habla de la unidad de la clase obrera. [3]

Ahora bien, si los estudiantes no son una clase, si no son un grupo social homogéneo, lo importante, entonces, es saber cómo establecer una línea de demarcación entre los estudiantes revolucionarios y los estudiantes conservadores, ya que es evidente que la unidad obrero-estudiantil sólo tiene sentido si es una unidad de los obreros con los estudiantes revolucionarios y no con todos los estudiantes.

Los estudiantes revolucionarios ¿deben ir al movimiento obrero sólo a aprender? ¿Deben ir sólo a enseñar?

Para contestar a estas preguntas debemos responder primero a otra pregunta ¿la clase obrera puede llegar por si sola a constituirse en una clase revolucionaria? O formulado de otra manera ¿puede llegar a adquirir por sí sola su conciencia de clase?

La respuesta de Lenin es categórica. Los obreros no pueden adquirir por si mismos su conciencia de clase, ella debe ser introducida desde fuera. "La historia de todos los países atestigua que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patrones, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas, elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por intelectuales. Los propios fundadores del socialismo científico moderno, Marx y Engels, pertenecen por su posición social a los intelectuales burgueses". [4]

En la sociedad capitalista, la presión de la ideología dominante es tal que la protesta obrera contra la explotación se expresa dentro de las representaciones y las nociones de referencia de la ideología burguesa, por ejemplo: la lucha obrera centrada en la obtención de mayor poder adquisitivo de bienes de consumo. La clase obrera no puede por sí sola liberarse radicalmente de la influencia de la ideología burguesa. Para que pueda hacerlo necesita recibir del exterior el socorro de la ciencia. Y ¿quiénes son los portadores de esta ciencia en países como el nuestro en que la clase obrera, salvo raras excepciones, ha sido condenada a la más grande de las ignorancias?

No es extraño que estos portadores sean precisamente los estudiantes. [5]

El deber de los estudiantes revolucionarios es justamente llevar la teoría revolucionaria al movimiento obrero. Sólo la fusión de la teoría marxista y el movimiento obrero producirá un movimiento verdaderamente revolucionario.

Algunos grupos políticos dirán que ellos ya han cumplido esta tarea y que basta ya de estímulos que vengan desde el exterior a la clase obrera. [6]

Ahora podemos contestar a la pregunta que planteábamos al comenzar el artículo: ¿por qué ciertos grupos políticos y ciertos dirigentes sindicales hacen los mayores esfuerzos por impedir la unidad obrero-estudiantil?

Porque quieren mantener sus luchas dentro del sistema, porque no quieren tocar la legalidad del sistema, porque defienden que la lucha sindical, económica, es la única lucha posible en este momento, y temen que los estudiantes los presenten como oportunistas, como traidores al movimiento obrero.

No podemos negar que no todos los "estímulos del exterior" son estímulos benéficos para la clase obrera. Existen, sin duda, algunos estudiantes o grupos estudiantiles que perjudican al movimiento obrero, que lo desintegran y lo condenan a la impotencia. Pero la gran mayoría de ellos lo asienta, lo unifica, lo refuerza.

¿Cómo distinguir a ambos grupos?

Lenin señala dos criterios:

1º) Los planteamientos teóricos que los estudiantes llevan al movimiento obrero (Consideramos que uno de los puntos básicos es la forma en que solucionan el problema de la unión dialéctica entre los intereses espontáneos inmediatos del proletariado y sus intereses de clase); 2º) la actuación práctica, la participación efectiva en la lucha de la clase obrera.

Este segundo criterio es sin duda el más importante, ya que existen muchos estudiantes que tienen planteamientos teóricos correctos pero que no logran tener una participación efectiva en la lucha del movimiento obrero, no logran unirse de tal modo a la masa obrera que lleguen a formar un todo con ella y la hagan avanzar en conciencia revolucionaria.

Mao Tse-tung dice que el sólo criterio decisivo para determinar si un estudiante es revolucionario o no lo es, es saber si quiere unirse y si se une efectivamente con la masa obrera y campesina.

NEVA


Polémica

EL CASO DEL "SAINT GEORGE"; CONFLICTO DE LA OLIGARQUÍA

LA pregunta en boga es: "¿Qué pasa en el Saint George?", y esta interrogante ha llegado incluso al hombre de la calle, atraído por la efervescencia que ha vivido este aristocrático colegio de Santiago. A todo eso ha ayudado la enorme difusión propagada por el clan Edwards desde "El Mercurio" y los pasquines menores de éste, los que, como es su norma habitual, no han escatimado en emplear una vez más la calumnia, el engaño, la mentira y la difamación contra instituciones y personas en defensa de intereses bien conocidos.

El aristocrático colegio —2.500 escudos al año vale educarse allí— ha gozado siempre de la fama de ser "el mejor colegio para ricos", donde se ha educado la "aristocracia" chilena, o mejor dicho, la clase adinerada de Chile. La instrucción en dicho colegio se caracterizó siempre, al igual que en la mayoría de los colegios particulares, por su total desconexión con la realidad tanto social como económica del país y sólo se enseñaba bajo esquemas caducos, confeccionados con un prisma no concebido en nuestro suelo, sino en otros lugares, dando así gran evidencia de la alienación cultural que soporta nuestra América latina. El que fueran colegios católicos, es decir orientados bajo un prisma basado en el cristianismo, no contaba mayormente, demostrándose así también que la Iglesia Católica estaba al servicio de una clase y no al servicio del humilde, como lo predicó Cristo. Pues bien, todos sabemos que la Iglesia ha experimentado una evolución, aunque con muchas reticencias, y ha tratado de comenzar a cumplir con su verdadero objetivo, es decir, ubicarse junto al pueblo. La iniciativa partió desde el Vaticano con Juan XXIII y siguió con Paulo VI. Referente a la educación, en la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que tuvo lugar en Medellín, Colombia, entre el 26 de agosto y el 7 de septiembre, y que fuera convocada por el Papa Paulo VI y organizada por el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, se dieron las nuevas pautas que debían seguir en su labor educacional los colegios católicos. En ellas se afirma: "La educación latinoamericana, en una palabra, está llamada a dar una respuesta al reto del presente y del futuro, para nuestro continente. Sólo así será capaz de liberar a nuestros hombres de las servidumbres culturales, sociales, económicas y políticas que se oponen a nuestro desarrollo. Cuando hablamos así no perdemos de vista la dimensión sobrenatural que se inscribe en el mismo desarrollo, el cual condiciona la plenitud de la vida cristiana. Nuestra reflexión sobre este panorama, nos conduce a proponer una visión de la educación, más conforme con el desarrollo integral que propugnamos para nuestro continente; la llamaríamos la "educación liberadora"; esto es, la que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo. La educación es efectivamente el medio clave para liberar a los pueblos de toda servidumbre y para hacerlos ascender "de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas", etc. (Medellín, CELAM, pp. 92-100).

Sin embargo, antes de Medellín, en 1967 y a raíz de la reunión del Sínodo Pastoral de Santiago, que pidió que las ideas contenidas en los documentos sinodales pasaran a ser un tema de reflexión y estudio para todos los fieles, el colegio Saint George se definió como un colegio post-sinodal cristiano y ese mismo año se formaron grupos de reflexión y estudio a nivel de apoderados que se mostraron interesados en el tema. En julio de 1969 se decidió llevar está iniciativa a nivel del alumnado para lo cual se organizó una semana de estudios a la que se llamó "Jornada de la Educación". Esta se inspiraba en el principio "la educación cristiana no debe encerrarse dentro de la esfera de lo espiritual y sobrenatural, convirtiéndose en un "invernadero" protector de los cristianos. Por el contrario, ha de abrirse y actuar ante el llamado de la conciencia del desarrollo, que es para Chile un imperativo de acción y hace tomar tremendamente en serio el compromiso político, económico y social. La educación cristiana está así ligada a las aspiraciones y metas propias de la cultura moderna que se derivan de los procesos de socialización, democratización, desarrollo, tecnificación e integración".

Fue aquí donde surgió el problema. Un sector. de los padres y apoderados, que se identifica plenamente con la línea política conservadora y reaccionaria, irrumpió violentamente con la prepotencia acostumbrada y se colocó en una posición contraria a la realización de esta jornada, pues según ellos, la pauta confeccionada como guía para la jornada era una clara demostración de la "penetración marxista" en el colegio y algo que sus hijos no debían conocer. Como líder de estas maniobras fascistoides se ubicó Sergio Gutiérrez Olivos, exembajador en Washington de la pasada administración Alessandri. Este grupo derechista contó con la siempre "atenta" colaboración de "El Mercurio".

Una de las maniobras usadas por este grupo consistió en apoderarse de uno de los borradores de la pauta de estudios que se estaba confeccionando, es decir, un simple papel en donde habla una serie de ideas sueltas, que una vez analizadas y aprobadas, constituirían la pauta oficial que se conocería después. Pues bien, este borrador fue el "oficial" parte este grupo, que ya comienza a actuar con evidente mala fe. Es así como el 18 de julio aparece publicado en "El Mercurio" el borrador de esta pauta. Al día siguiente, el periodista de ese diario, Hernán González, tituló su crónica "INCIDENTES POR PENETRACIÓN MARXISTA EN COLEGIO CATÓLICO", y luego dio gran realce a unos párrafos que estarían en la pauta de la jornada. "El Mercurio" mintió en forma descarada una vez más. Afirma que en la pauta habría conceptos tales como: "esta educación sólo nos enseña a ser mejores capitalistas y mejores explotadores". Luego agrega que en la orientación para los foros se recomienda textualmente: "Mencionar al Ejército como ejemplo de la corrupción de la educación". Todas estas afirmaciones son falsas y producto de las maquinaciones de Sergio Gutiérrez y sus afiliados de "El Mercurio". Si se revisa la pauta oficial que se repartió podrá comprobarse la falsedad.

El mismo día 19 de julio se reunió el Directorio del Centro de Padres para analizar las publicaciones de la prensa derechista. Cuando estaban reunidos, aparecieron unas doscientas personas con Sergio Gutiérrez a la cabeza y comenzaron a vociferar pidiendo la renuncia del directorio, que apoya la línea del colegio. Decidieron entonces formar una "Comisión Investigadora" que quedó formada por Miguel Otero Lathrop, César Sepúlveda, Miguel Rogers, Jorge Bande y Sergio Gutiérrez. Ellos pasaban a formar un "tribunal supremo", que naturalmente fue desconocido por el directorio del Centro de Padres, pero que sin embargo accedió a conversar con ellos. La comisión "exigió" para conversar, primero, la renuncia del directorio; segundo, se negó a conversar con un representante de los sacerdotes que no sea el Rector y por último rechazó la presencia de apoderados en las conversaciones. De este modo, los que se quejaban del cuestionamiento de la "democracia", asumieron actitudes reñidas con ésta. El resto de los apoderados, que apoya la línea del colegio, decidió apoyar al Centro de Padres. Luego se iniciaron las conversaciones, pero de la comisión sólo acudieron dos personas. El "pensador" Sergio Gutiérrez dio instrucciones por teléfono a estas dos personas. Otra de las maniobras usadas por este grupo consistió en acudir a una de las sesiones anteriores a la concentración en el cine "El Golf" y llevar bajo el brazo unas condiciones —renuncia del directorio—, las que de no ser cumplidas, darían paso a la realización de la concentración, en la cual, según ellos, se daría un corte definitivo al asunto. La concentración se llevó a cabo y fue dominada por el grupo de Gutiérrez. Durante el desarrollo de la concentración, un miembro del Centro de Padres, el Sr. Goycolea, que en la edición del 19 de julio de "El Mercurio" apareció como discrepante con la línea del colegio, trató de negarlo públicamente, pero no se le concedió la palabra hasta que éste amenazó subir al escenario a viva fuerza.

Esta cronología detallada de los acontecimientos nos da una clara visión de cómo ha actuado este grupo derechista en el colegio Saint George, y al mismo tiempo nos permite reflexionar sobre cómo un hecho aislado en un colegio particular, un hecho cuyo único aporte revolucionario consistió en tratar de conectar un poco a los alumnos con la realidad de nuestro país, es considerado por la aristocracia y los grupos reaccionarios como una "penetración marxista" a gran escala que debe ser evitada de cualquier forma. Pero aun si esta penetración existiera ¿por qué se le teme tanto? ¿No es acaso la doctrina marxista un buen elemento de análisis, que todo individuo en formación debe conocer? ¿No será que estamos asistiendo al derrumbe definitivo de la otrora sólida estructura de la aristocracia y las clases dominantes? Debe ser un golpe rudo para la vieja aristocracia el ver que en sus propios reductos se comience a cuestionar valores que sólo buscan justificar las enormes contradicciones del sistema. El cuestionamiento de dichos valores, tales como "democracia" y "orden público", sólo pretendía hacer reflexionar a los alumnos y plantearse por ejemplo: "¿a quién representa realmente la democracia? Si representa a la mayoría, ¿es porque la mayoría tiene siempre la razón? Se ha comprobado que los intereses de los grandes grupos humanos no son siempre ordenados hacia lo que más les conviene de verdad. La masa es siempre manejable por la astucia de unos pocos" (Jornada. Semana de la Educ. pág. 3).

Sinceramente, ¿se puede pensar que esto es penetración marxista? Parece que es ésta la frase más socorrida que usan los grupos reaccionarios al ver el resquebrajamiento de sus posiciones. El terror de estos grupos surge al ver que sus hijos se plantean la relación capital-trabajo y llegan a sostener que el capitalista usa el trabajo de la masa y lo capitaliza para sí, en dinero y en poder; la relación entonces, entre el capitalista y el trabajador es de explotador a explotado.

Los problemas originados en el colegio Saint George son una clara demostración del carácter clasista de estos colegios, es decir, están reservados para una determinada clase y la enseñanza que se pretende impartir tiende a ocultar las verdades más evidentes y encajonar a los educandos en moldes abstractos y orientados sólo a la consecución de las aspiraciones de la clase dominante.

No se sabe qué otra cosa puede suceder en éste u otros colegios particulares, pero ya hay un antecedente y se conoce también la reacción que tendrán los grupos y sus aliados de siempre ...

RENE A. DURNEY C.


Análisis

LA CORA ES AJENA AL CAMPESINADO

LA conciencia campesina se define como el encuentro entre dos hechos concretos. En primer lugar tenemos el conjunto de conceptos básicos en términos de los cuales el campesino maneja su visión del mundo —los conceptos con los cuales él interpreta su experiencia cotidiana. Este conjunto no es la conciencia misma, por la simple razón de que carece de contenido específico.

Estos conceptos básicos que maneja el campesino surgen de la experiencia histórica de la clase campesina. Esta experiencia tiene una serie de características: en primer lugar se limita a un marco geográfico y social muy estrecho. La falta de diversificación en la estructura de las empresas agrícolas —en toda agricultura subdesarrollada— lleva a que el campesino que ha trabajado en 10 fundos sólo ha tenido una o dos experiencias sociales, mientras que un trabajador industrial puede haber experimentado toda una gama de tecnologías, de productos, y de tipos de organización. Ahora, ¿cuál ha sido la modalidad dominante de estas relaciones del campesino con otros grupos en primer lugar, y con sus compañeros en segundo lugar?

Los otros grupos son, naturalmente, el patrón y sus empleados en primer lugar, y algunos comerciantes en segundo lugar. La relación con el patrón ha sido siempre más compleja de lo que parece; lo que a menudo se ha llamado paternalismo no es más para el patrón que un mecanismo de defensa y de autofortalecimiento para encubrir —en sus propios ojos y en los de la sociedad— la enormidad del poder que ellos detentan. Por eso el patrón tiene que acceder a las peticiones de los campesinos para "suples", movilización, trabajo para familiares, etc. Hoy día uno puede encontrarse en el fundo de los más "apatronados" del país y los campesinos allí dirán que si el patrón fuera "malo" entonces la expropiación y el sindicato tendrían sentido, pero siendo bueno el patrón, ¿para qué?. Ahora bien, para el campesino, el fundo, en este caso, se convierte en una especie de sistema de despojo en el cual él puede tener asegurado un mínimo para sobrevivir, sin nunca tener que hacer mayor esfuerzo en el trabajo. Claro que los favores concedidos por el patrón paternalista son siempre individuales, y nunca abarcan peticiones sindicales o algo parecido. De otra parte estos favores crean y perpetúan una dependencia crónica de parte del trabajador o bien —antiguamente— por el endeudamiento permanente, o bien por la pérdida de una voluntad de ascenso social o económico. En términos más desagradables, esto fomenta la llamada "irresponsabilidad" de los campesinos. También fomenta el instrumentalismo y el oportunismo, orientaciones las dos que caracterizan mucho la actuación de los campesinos, cuándo, recién ahora, entran en contacto con grupos sociales, nuevos para ellos.

La estructura misma del fundo, y la conducta del patrón crean un concepto muy especial del "otro" —es decir de la persona que viene desde fuera a tratar con los campesinos— y naturalmente este concepto es reforzado por la conducta de los comerciantes, quienes hasta hace poco eran casi el único otro grupo que llegaba a los fundos. El "otro" —concepto que no se encuentra como tal en el vocabulario campesino, pero que llega a ser una determinante importante de su comportamiento social— viene siempre para efectuar algún intercambio con el campesino. Y además, este intercambio tiene un motivo siempre esperado por los campesinos: engañarlos —porque el intercambio es raramente igualitario. La explotación patronal cuando es percibida se combate como mejor se puede, en particular, trabajando mal y lentamente, y este fenómeno tiene el mismo fondo que la llamada desconfianza de los campesinos la cual no es sino la manifestación de los preparativos de una relación de intercambio. La primera pregunta que inspira el investigador es, ¿esto nos conviene a nosotros?

Este problema nos lleva a un concepto fundamental del campesino, que consiste en su sentido de vulnerabilidad. Ya hemos visto cuáles son los grupos externos con que los campesinos han siempre tratado; pues bien, si estos grupos engañan o explotan al campesino, y si él lo sabe, esto indica que él se siente vulnerable a tales engaños. Claro que resiste en la medida que puede, y emplea mucho y con éxito la famosa desconfianza campesina. Sin embargo, el sentido de vulnerabilidad queda. El campesino sabe que el político que llega y le pide el voto, le promete una serie de cosas, sin tener la menor intención de cumplir sus promesas. Un dirigente me ha dicho que si hay campesinos que han votado por los partidos de la derecha ("de los ricos" como dicen ellos) eso es porque sus votos fueron comprados. Los campesinos que hoy día ya no votan con el partido de sus patrones tienen vergüenza al recordar los tiempos cuando era así. Sin embargo, cuando uno le pregunta a un asentado lo que haría si otro gobierno subiera al poder y tratara de devolver las tierras a los patrones, el hombre contesta que "tendremos que trabajar no más". No se siente con ninguna influencia en los centros de poder, y además se siente totalmente objeto de las decisiones que allí se tomen.

Hay que destacar que este sentido de vulnerabilidad que tiene el campesino no está tan lejos de la verdad. Es cierto que, a lo largo de la historia, los campesinos han sido manejados, maniobrados, por otros grupos, sobre todo en Chile y América latina. Sin embargo, hoy día los campesinos tienen la posibilidad de constituirse en un grupo de poder más que un grupo de presión.

Esta definición de su posición frente a la sociedad explica muchos de los problemas con los cuales se enfrentan, día a día, en el terreno, los funcionarios del Estado que asisten a los campesinos. Los campesinos los sienten como venidos de afuera como una cosa extraña y muchas veces, al principio, no creen en ellos. No es de extrañar, porque nunca en su vida un campesino hubiera imaginado que el Estado les ayude, o que el Estado les otorgue terrenos en propiedad. Esto es simplemente inimaginable, o lo fue, y sigue siéndolo en muchas partes. Vencidas estas primeras dificultades, el campesino se encuentra frente a una burocracia que no está dedicada a servirlo, ni a escucharlo, sino —a su parecer— a tramitarlo, a hacer las cosas conforme a normas que parecen superfluas no sólo al campesino sino a muchos intelectuales también. Metido en el asunto, el campesino se da cuenta que la Agencia del Estado le ha llevado a una situación y después, si necesita algo, tiene que buscarlo él. Esto hay que aclararlo —no es malo, porque sería desastroso sustituir un paternalismo patronal por un paternalismo del Estado. Pero entonces, ¿por qué preservar la dependencia? La contradicción está en que el campesino tiene que moverse y presionar mucho para conseguir cualquier cosa, pero todo eso —y estoy pensando en la CORA— dentro de una institución todopoderosa sobre los campesinos asentados, y que se dice al servicio de ellos. Dentro de la estructura administrativa y social del país, es muy difícil que se cree una Institución que el campesino sienta como suya, porque siempre las funciones de control superarán cualquier otra. Por otra parte, el campesino llega a creer que tiene derecho a muchas cosas, no por razones morales, sino porque se siente el regalón del gobierno. Los funcionarios de CORA e INDAP enfrentarán entonces varias dificultades porque los campesinos reclaman por las promesas incumplidas y frente a esto el funcionario tiene dos alternativas: o bien hacer promesas sin saber si puede cumplir con ellas o no, o bien imponer una solución en forma autoritaria, provocando así el resentimiento de los campesinos.

En parte, el problema de la comunicación entre los funcionarios y los campesinos es un problema de clase —los funcionarios son raramente campesinos— aunque muchas veces tienen alguna experiencia de trabajo con campesinos en fundos —y tienen que pensar en una carrera administrativa. Son sin duda pequeñoburgueses. Pero esto no es pecado, y tienen buena voluntad. No digo que sean grandes idealistas —ni tampoco que deberían serlo— más bien digo que sufren el problema del Estado en una sociedad de clases. Si el papel de la CORA se limitara a algo parecido al SAG (Servicio Agrícola Ganadero) por ejemplo, entonces no habría ningún problema. Pero la CORA, sin duda, es y quiere ser, más que el SAG. Es una agencia de "promoción", de "concientización", de "educación"; al final, tiene que dejar a los asentados listos para la asignación de tierras, en el sentido que ellos tengan una capacitación adecuada, una técnica adecuada, etc. Sin embargo, el asentamiento es una institución tan compleja que la mayor parte del tiempo tiene que ser dedicado a hacerla funcionar en forma ordenada. Los campesinos dicen muchas veces qué el funcionario sabe muchas cosas en teoría, pero que ellos conocen el terreno y saben lo que se puede plantar. Ahora si la capacitación técnica se limita al nivel de "lo que hay que plantar en los potreros de este fundo" ellos tienen probablemente razón. El funcionario puede ayudar a escoger semillas, abonos, etc., puede aconsejar sobre el uso de máquinas, pero no tiene por qué "meterse".

He dicho que en gran parte ésto es el problema de un Estado clasista ¿Por qué? Porque el factor control domina. Porque el campesino no tiene poder. Ahora recién se está viendo lo positivo que es la formación de Federaciones de Asentamientos a nivel local, porque los campesinos sienten que este organismo los representa y los defiende, y que presiona para ellos en la CORA. En un asentamiento donde había un problema muy grave de venta clandestina de vino, por ejemplo, esto se paró casi totalmente cuando dirigentes de la Federación del área llegaron y amenazaron a los culpables de expulsión —amenaza que, al venir de los funcionarios de CORA, hubiera sido muy mal recibida, seguramente.

Al final llegamos a lo siguiente: la CORA tiene los poderes de un organismo que no solamente controla y fiscaliza y hace andar al asentamiento, sino de un organismo que lleva a cabo un cambio en la estructura agraria. Esto lo está haciendo, sin duda alguna; el problema es que los campesinos se sienten mejor que antes, pero no se sienten más que antes. Y esto se debe en gran parte a que los organismos estatales no han sabido tener confianza en ellos o, en otra hipótesis, dar expresión a los campesinos. Entonces, el proceso se ha rutinizado y burocratizado muy rápidamente, lo que puede tener buenas consecuencias en el sentido que el "orden" se ha mantenido en el campo, pero la alienación sentida por los campesinos frente a CORA ha hecho difícil cualquier intento de educación. Por ejemplo, muchas veces uno encuentra asentados que rechazan la alfabetización, alegando que no vale la pena porque son viejos, etc. El éxito de CORA depende de sí o no los campesinos la sienten como suya, lo que es imposible bajo las condiciones socioeconómicas imperantes en Chile.

JOSÉ SANTOS


Opiniones

FRENTE REVOLUCIONARIO SIN LA BURGUESÍA

El autor de este articulo es el vicepresidente de la Federación de Estudiantes de Concepción, quien permaneció 46 días encarcelado junto con el presidente de esa organización, Nelson Gutiérrez. Ambos líderes universitarios fueron implicados por la policía y el gobierno en el proceso contra el MIR que sirvió de pretexto para desatar en Concepción una represión sin precedentes. Manuel Rodríguez, militante de la Federación Juvenil Socialista (FJS). expone aquí para los lectores de PF su pensamiento acerca del Frente Revolucionario que propicia la FJS, Juventud política que en unidad con el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) mantienen la mayoría en la dirección del estudiantado de Concepción.

CUALQUIERA puede creer que mi situación de militante y dirigente socialista que fue encarcelado, afecte mis convicciones ideológicas y, por tal motivo, exprese una opinión que no sea la que sustenta mi partido. Pero debo aclarar que ni la cárcel ni todas las vicisitudes que hemos debido enfrentar pueden alterar nuestra posición. Por el contrario, eso nos ha servido para reflexionar y concluir que políticamente estamos en una línea correcta del marxismo-leninismo, que se sintetiza en el Frente de Trabajadores, que en las actuales circunstancias cobra nuevas dimensiones y perspectivas en lo que llamamos "Frente Revolucionario".

La historia está confirmando otra vez la naturaleza dialéctica y conflictiva de su desarrollo. Asistimos a un proceso de definición política que obliga a los revolucionarios a plantearse con objetividad y contemporánea visión las tareas fundamentales del presente y del futuro.

Los principios permanentes que sustentamos y las circunstancias históricas, han condicionado las dos únicas alternativas que se ventilan en el cuadro político actual: Repetir la función del reformismo burgués que promete "cambios" dentro de la "normalidad democrática y del respeto a la ley", o alinearse activa y decididamente en la lucha revolucionaria del pueblo, que reivindica como derecho legitimo destruir las injustas estructuras capitalistas, asumir la dirección del poder político y construir el socialismo.

Los socialistas estamos por la segunda alternativa.

Nuestra concepción del Frente de Trabajadores es más correcta y más vigente que nunca y tenemos como basamento para reafirmarlo, el desarrollo de la historia, a la cual apelamos para demostrar cuál es el alineamiento de las clases sociales en pugna en el seno de la sociedad capitalista, y reconocer quiénes son nuestros amigos y quiénes son nuestros enemigos de clase.

Las clases dominantes criollas y el imperialismo han enarbolado las banderas del reformismo "dentro de la normalidad democrática y del respeto a la ley" para perpetuar los intereses, conservar las relaciones estructurales de explotación y dependencia y sus derechos y prerrogativas amparados por la "omnipotencia de la ley" que ellos mismos en sus instituciones (Parlamento y Tribunales de Justicia, entre otros) que poseen o controlan, han elaborado y puesto en vigencia. Asumen tal postura e imagen, no porque estén conscientes de que ello es necesario para hacer justicia a las masas postergadas de nuestro país, sino porque ven en estas masas el peligro inminente de perderlo todo por no dar nada.

El Frente Revolucionario del cual hablamos es un frente político antimperialista, entendiendo que ser hoy día antimperialista significa "ser revolucionario", es decir que no caben las alianzas que se traducen en una colaboración de clases.

Está claro para nosotros que la burguesía es hija adoptiva del imperialismo y que en ninguna sociedad capitalista, prescindiendo incluso del grado de desarrollo que haya alcanzado, ha logrado abolir las contradicciones sociales y que, en el caso particular de Chile, ni siquiera el progreso de la industria moderna ha fortalecido en forma apreciable a la "clase" media, porque la industria "chilena" es fomentada en lo fundamental por las inversiones extranjeras. El proceso político que vivimos tiende a polarizar social y políticamente a estos sectores medios que históricamente no tienen intereses objetivos de clase. Así pues, la preponderancia económica del Estado burgués, la debilidad congénita de las capas medias, el predominio del capital extranjero en la industria y el comercio, colocan en un primer plano al proletariado.

Este alineamiento de las clases sociales significa e implica un cambio radical en las pautas usuales de los partidos que invocan el derecho de estar luchando por la liberación de Chile del imperialismo y construir el socialismo, y en ese sentido el Frente Revolucionario no excluye a ninguna fuerza política de antemano que se defina por los principios básicos de un programa revolucionario, anticapitalista, antimperialista y por la revolución socialista. Claro debe estar que el proletariado es la fuerza social que tiene la vocación histórica de transformar esta sociedad con los instrumentos y vía revolucionarios y que este Frente político debe servir para tales objetivos.

La convicción que tenemos de la necesidad histórica de este Frente Revolucionario no se deduce de las circunstancias preelectorales, sino del análisis que caracteriza el actual cuadro político.

La clase trabajadora, los campesinos y los oprimidos en general, dispersos y divididos, no pueden enfrentar con éxito la lucha por su emancipación, pero tampoco pueden convenir "alianzas" con clases o partidos burgueses cuyos intereses son contrarios.

Sobre esta base queda claro quiénes tienen una tarea que cumplir en este Frente Revolucionario y quiénes están fuera de él y nada tienen que hacer en su seno, aun cuando se hayan "remozado" en vísperas de una elección presidencial, expulsando a algunos connotados reaccionarios, pero no obstante su condición de burgueses se mantiene, por la ideología y métodos que emplean.

La unidad de los trabajadores y de sus organizaciones políticas es absolutamente necesaria para librar las luchas sociales, pero la unidad para que sirva a los intereses de dichas masas explotadas debe cimentarse en principios permanentes y métodos revolucionarios que conduzcan a la toma del poder y a la construcción revolucionaria del socialismo. Y la historia nos enseña que la toma del poder para los trabajadores es a través de la lucha armada. De ahí la necesidad de seguir impulsando, en el Frente Revolucionario, con el concurso de nuevas fuerzas políticas, la lucha social y política basada en la estrategia del Frente de Trabajadores que no es sino la línea revolucionaria que los socialistas hemos concebido, que se ha desarrollado al calor de las luchas y acciones de los trabajadores en las "tomas" de fábricas y de tierras, en su lucha por conseguir mejores niveles de vida, en fin, en la lucha cotidiana contra los explotadores.

La importancia del proletariado está determinada por el lugar que ocupa en las relaciones sociales y de producción, y grado de conciencia que adquiere para la defensa de sus intereses de clase, y no radica en el número o cantidad de ellos. De ahí que no podamos darnos el lujo de abandonar algunos frentes y elegir los que nos parezcan mejor. Por el contrario, un "Frente Revolucionario" debe ejercer sus acciones en todos los frentes: sindicatos, organizaciones de pobladores, Universidades, etc., teniendo en claro que esas acciones no nos conducirán directamente al poder, pero sí que contribuirán a ganar en las conciencias de los explotados y se fortalecerán en la acción del Frente del cual hablamos. Pero hoy es imposible encerrar el proceso revolucionario dentro de los límites burgueses. La conciencia de los trabajadores, los caracteres fascistas que asume la política del gobierno y todo un complejo de variables de orden nacional y latinoamericano, obligan a asumir conductas políticas que rebasan los marcos de la ley.

La superación de las dependencias y explotación extranjera y la transformación de las estructuras internas que se oponen al desarrollo general de la sociedad, no son posibles sino a través de cambios revolucionarios profundos, como base para la implementación posterior de una estrategia económica socialista.

El Frente Revolucionario tiene como tarea histórica concentrar a las fuerzas antimperialistas y conducirlas en acciones y métodos revolucionarios que lleven a la toma del poder político para los trabajadores.

MANUEL RODRÍGUEZ
Vicepresidente de la Federación de Estudiantes de Concepción


Entrevista

LA REVOLUCIÓN Y LOS JÓVENES RADICALES

PUNTO FINAL en su interés de divulgar los distintos planteamientos que se formulan dentro de la izquierda chilena, entrevistó al presidente de la Juventud del Partido Radical, Patricio Valdés Bastías. Las siguientes fueron las preguntas de PF y las respuestas de Valdés:

1—¿Por qué la Juventud Radical ahora se apellida "Revolucionaria"?

"Durante largos años en nuestro partido vivimos un proceso de definición política tendiente a superar toda una fraseología y acciones pragmáticas que lo habían mediatizado en su proyección, transformándolo en un instrumento dócil de la gran burguesía y de la penetración e influencias monopólicas externas.

Los sectores jóvenes, más conscientes y sin ataduras ni compromisos, dimos una lucha depuradora, tanto en lo humano como en lo político y programático, configurando un movimiento que, a escala nacional, levantó los lemas centrales de UNIDAD IDEOLÓGICA, DEFINICIÓN PROGRAMÁTICA Y ACCIÓN REVOLUCIONARIA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD SOCIALISTA, que resumen y trasuntan nuestra concepción del mundo, nuestro enfoque social y nuestro combate, tipificando, incluso, los métodos a seguir. Entendidas así las cosas nacemos, en el Partido Radical como una esperanza vitalizadora que busca introducir una clara conciencia de responsabilidad en el proceso de transformación social chileno, para lograr que nuestro tronco y sus sectores más representativos se ubiquen como un movimiento comprometido, decididamente, con el cambio social, actuando, de manera vital y realizadora, en la superación de las estructuras injustas y regresivas de nuestra actual realidad socioeconómica.

La esencia del capitalismo es la explotación del hombre por el hombre, de la cual nace una situación de injusticia y desigualdad sociales en que los medios de producción son utilizados por una minoría privilegiada. Fruto de esta situación surgen abismales diferencias y contradicciones que se plantean en el seno de nuestra sociedad. El subdesarrollo económico, la penetración imperialista, los niveles subhumanos de vida son expresiones de la misma. En este plano de contradicción social, los partidos políticos constituyen la expresión y la defensa de los intereses de las clases que representan. Por extracción de clase, por mentalidad y sentimiento, el radicalismo debe y tiene que estar integrado a la acción de los que nada tienen.

Y, en este proceso de lucha de clases, el radicalismo debe impulsar la solución integral de los problemas que afectan a los explotados, la que será posible realizando los cambios estructurales y vitales que la realidad exige, primer paso hacia la instauración de la sociedad socialista.

Comprendemos que ya no es posible hablar de "progreso y desarrollo" sin pensar en una auténtica revolución que vaya contra el sistema capitalista, destruyéndolo, entendiendo por revolución aquel cambio profundo, rápido y arrollador de las estructuras económicas sociales, jurídicas y políticas, acompañadas de violencia creadora cuando las posibilidades institucionales de realizar tales cambios se encuentren totalmente cerradas. La realidad histórica demuestra, en forma fehaciente que, en ningún lugar del mundo, la revolución se ha impuesto sin adquirir ciertas manifestaciones bruscas y, ello en gran medida, ha dependido de la reacción contrarrevolucionaria, oligárquica y proimperialista, que defiende sus intereses con todos los medios almacenados en siglos de explotación. La violencia —algo que tanto inquieta a ciertos sectores— no es causa de una revolución sino, por el contrario, consecuencia de ella.

Por ello, al incorporar a nuestro nombre tradicional el concepto indicado en su pregunta, estamos ratificando una metodología, un compromiso y una acción... No aceptaremos jamás evaluaciones reformistas, siempre mediatizadoras, que sólo cambian aspectos parcializados de un todo que se mantiene incólume. Sí, sólo a un cambio revolucionario, profundo e irreversible, que destruya la sociedad capitalista actual y a todos sus sostenes, instaurando, de sus cenizas, un sistema más justo, más humano, que recupere para el hombre toda una axiología hoy perdida. .. Este no puede ser otro que el sistema socialista".

2. ¿Piensa la JRR que la unidad popular debe darse en torno a un programa y candidato presidencial del Partido Radical, o está dispuesta a trabajar por el programa y candidato de otro partido de izquierda?

"La Convención Nacional de la Juventud Radical Revolucionaria formuló un llamado a todas las fuerzas juveniles de izquierda del país en orden a conformar un gran Frente que acepte, propugne y practique un programa de acción común levantando las bases directas para la consolidación de la unidad popular nacional. Sabemos que éste es un proceso largo y dificultoso el que, sin dogmas ni pretensiones hegemónicas, debe forjarse. Fundamentalmente debe contener, en su conceptualización programática, las grandes aspiraciones de las mayorías nacionales. La inmediata y total nacionalización del cobre, de todas nuestras riquezas y reservas básicas, efectiva reforma agraria, bancaria, urbana, seguros, transportes, educacional, energía y telecomunicaciones, entre otras, deben servir de base para el trabajo conjunto de todas las fuerzas antimperialistas, antioligárquicas y antifeudales, las que, dentro de las actuales condiciones nacionales e internacionales, no pueden darse el lujo de satisfacer a sus enemigos dividiendo sus fuerzas progresistas. La unidad es, en consecuencia, imperiosa, y dirigida contra la burguesía nacional —en sus carismáticas perfilaciones— y el imperialismo norteamericano.

La Juventud Radical Revolucionaria plantea su ferviente anhelo de concretar un programa de acción que unifique los criterios de la izquierda chilena y que, a través de la decantación interna pueda fraguar la unidad popular, consolidándola ante un gran encuentro de partidos y organizaciones populares, donde nuestra colectividad presentará su más genuino adalid de avanzada, profesor Alberto Baltra Cortés.

Pero, obtenida la unidad popular, cimentada sobre un programa común, aceptado y compartido por todos los partidos progresistas, populares y de avanzada del país, y en opinión de los mismos, no prosperara nuestra postulación, consecuentes con lo anteriormente planteado y lo tantas veces dicho, la JRR trabajará y actuará en función del programa y del candidato surgente de la reunión antes mencionada".

3.—En el plano estudiantil, ¿qué opinión tiene la JRR de los esfuerzos que se hacen para formar la Unión Nacional de Estudiantes en reemplazo de la UFUCH?

"Siempre hemos pensado que la actual UFUCH no responde a las aspiraciones, anhelos e inquietudes de los universitarios chilenos. Desde su creación a la época ha sido un organismo burocrático, aislado de la gran masa estudiantil, servidor obsecuente de la "diplomacia oficialista". Cómo nunca, en un periodo de creciente organización de los sectores populares para la total conquista de sus vindicaciones, es vital el entregarle su certificado de defunción —del cual los universitarios del país tienen total conciencia— creando una gran central representativa y actuante, de los estudiantes del país.

Valoramos positivamente los esfuerzos que se han realizado en torno a la creación de la UNECH. Incluso, vamos un poco más lejos, ya que estimamos que ésta debe contar, además de la participación universitaria, con el concurso orgánico de los estudiantes de la enseñanza media y profesional del país.

El estudiante cada día con más fuerza toma conciencia que las diversas luchas contingentes tienen, al igual que las de los trabajadores, y de otros estratos postergados de la sociedad, una raíz común. Debe, entonces, orientar todas sus luchas gremiales y políticas a promover la más amplia unidad de acción con ellos, consolidándose una férrea lucha, cuestionando el sistema, promoviendo la instauración de otro, socialista, que recupere los verdaderos y efectivos valores de la democracia.

Bajo el prisma anterior, la futura UNECH debe y tiene que crearse con representación directa de los estudiantes integrándose, con posterioridad, junto a obreros, campesinos y capas medias, a una lucha decidida y firme por los cambios revolucionarios que la sociedad impone".

4.—¿Cree Ud. que el Partido Radical, después de su última Convención está dispuesto a participar en acciones conjuntas con otros partidos populares, como ser en toma de terrenos para pobladores, toma de fundos para hacer la reforma agraria, protestas estudiantiles callejeras, etc.?

"El Partido Radical siempre debió haber participado activamente en tales manifestaciones, compartiendo, paso a paso, la dura lucha de los obreros, campesinos y estudiantes chilenos. Circunstancias dolorosas y para todos conocidas llevaron a la colectividad a posiciones centristas o de derecha. Incluso, fue un tenaz cancerbero del pueblo. Hoy que vivimos una depuración, humana y política, meridiana, el radicalismo debe incorporarse activamente a la lucha de clases, participando, de manera decidida en las acciones por Punto Final enunciadas. En lo que a la JRR respecta tenemos bien clarificada nuestra posición. Será la determinación diaria, el compromiso permanente y la lucha frontal, más que mil acuerdos de Convención, los que probarán nuestra clara obligación frente al cambio social chileno".

5.—En su opinión, ¿han salido del PR todos los elementos derechistas que impusieron una conducta conservadora en el pasado reciente a esa colectividad?

"En nuestro análisis de los grupos humanos existentes en el partido siempre hemos partido de la idea que ellos pueden clasificarse en cuatro grandes sectores: a) los elementos conservadores, ligados a la alta banca, a la tenencia agraria, la gran industria y dependientes de los trusts y monopolios externos. Fueron ellos los que durante varias décadas dirigieron y controlaron al radicalismo, colocándolo al servicio de sus mezquinos y estomacales apetitos, permitiendo la penetración y voracidad imperialistas. Jamás los altos intereses nacionales los lograron motivar. Mucho de la actual situación conflictiva chilena se debe a su menguada acción u omisión. En su mayoría estos dirigentes fueron expulsados en la reciente Convención Nacional, b) elementos centristas, fluctuantes, sin gran preparación o interés en la problemática nacional. El grupo reaccionario los mantuvo manejados a su arbitrio. Hoy, adquiridas claras conciencias de avanzada, compenetrados de su misión interna, afincada en el estudio ideológico y en la realidad lacerante del país se empiezan a incorporar al proceso definitorio. c) el sector oportunista de izquierda que repite y vocea consignas o posiciones de avanzada sin compartirlas, sin que ellas sean fruto de una reflexión científica y de una toma de conciencia profunda. Mira sólo sus posibilidades futuras y d) los auténticos radicales de izquierda, con clara visión de su rol actual, profundamente compenetrados de una conceptualización política, programática, y estratégica que entrega un compromiso real frente al cambio social. Es la inmensa mayoría del Partido: mujeres, gremialistas, jóvenes, hombres de trabajo y esfuerzo, sin ataduras con el pasado conciliador y que están bregando tenazmente por lograr la transformación revolucionaria de nuestra sociedad.

Establecidas las bases anteriores y entrando derechamente a la pregunta, debemos indicar que todavía quedan sectores derechistas, conservadores y reaccionarios en lo interno de nuestro Partido, expresándose como una minoría muy débil, sin poder de decisión y determinación en las grandes líneas motrices de la colectividad. En todo caso, no obstante su escaso poder, la vigilancia doctrinaria debemos mantenerla siempre para evitar cualquier vacilación o cambio de timón que, en las circunstancias actuales, podría ser fatal para el futuro definido del radicalismo".

6.— En el plano juvenil, ¿cree usted posible la acción conjunta de los radicales con la FJS, el MAPU y el MIR, o sólo entiende que tales acuerdos pueden darse en el marco del entendimiento con el PC?

"Diversas iniciativas, en el pasado no muy lejano, han permitido lograr acciones conjuntas con la FJS y las JJ.CC. La solidaridad internacional, la defensa de la reforma agraria, de la reforma universitaria, la efectiva nacionalización del cobre, por sólo mencionar algunas, han conocido de nuestro quehacer unitario. En la actualidad, una campaña contra los Monopolios y el Capitalismo, a nivel nacional, que incluye marchas, foros, mesas redondas, conferencias, acciones de masas directas frente a los trusts más representativos, están permitiendo avanzar en estas acciones unitarias.

Por desgracia, con algunas organizaciones mencionadas, todavía no hemos podido adelantar trabajos comunes, fundamentalmente, debido al hecho de que trabajan con imágenes distorsionadas respecto a nuestro movimiento. El trabajo directo y concreto senaria para probar la validez de su aserto.

Los acuerdos para la acción deben surgir del diálogo entre todas las organizaciones juveniles de avanzada chilenas, sin que ellas puedan darse en un marco limitado. La causa del socialismo y la justicia social es un imperativo básico. En su construcción, partiendo de elementes específicos, tenemos y debemos actuar unidos. En contrario, presenciaríamos la existencia de un dogmatismo contumaz que nos impediría avanzar con mayor profundidad, entregándole una contribución innegable a las fuerzas de la reacción y el imperialismo.

Además, dichos acuerdos deben encuadrarse dentro de una táctica y una estrategia creadoras, fecundadas en la realidad objetiva nacional, actuando íntimamente vinculados a las aspiraciones de las grandes masas trabajadoras, sin constituirnos en elementos que dificultáramos el tránsito hacia la sociedad justa que preconizamos.

Repitiendo algo ya dicho otra vez, "las luchas diarias en torno a objetivos comunes mediatos e inmediatos, con características concretas, fraguan el avance poderoso de los trabajadores chilenos. El estar en actitud sempiterna hablando de revolución sin crear la conciencia, la organización y la acción para los cambios, termina por convertirse en una autosatisfacción en la violencia que inhibe tareas comunes y posterga, muchas veces, las responsabilidades que la juventud debería tener como agente impulsor de la transformación social".

La vasta complejidad de la problemática nacional y la necesidad de entregar una respuesta substantiva de las organizaciones juveniles chilenas nos lleva a reiterar, una vez más. nuestro llamado a la discusión y a la acción comunes. Es el pueblo de Chile el que espera nuestro aporte efectivo y concreto".

M. C. D.


LOS ESPÍAS YANQUIS

Al cierre de esta edición —lo que nos impide comentarlo en profundidad— el diputado comunista Luis Figueroa, presidente de la CUT, había denunciado en el Parlamento las actividades de espionaje que cumple en nuestro país el Cuerpo de Voluntarios de la Paz, agencia norteamericana creada bajo el gobierno de Kennedy.

PF ha informado en varias oportunidades de esas actividades, reproduciendo denuncias concretas de organismos juveniles.

Los antecedentes proporcionados por Figueroa son de extraordinaria gravedad. Ellos indican que algunos "chilenos" están colaborando en las actividades de espionaje del Cuerpo de Paz mediante el pago de cantidades que oscilan entre los 25 y 60 dólares por rumores o informes sobre estudiantes, grupos y partidos de izquierda, situación de empresas industriales de interés nacional, resultados de estudios geológicos, situación financiera del gobierno, etc.

Al respecto, el diputado Figueroa exhibió pruebas documentales que consisten en copias fotostáticas de una carta del gobierno norteamericano a William E. Moffet, representante en Chile del Cuerpo de Paz, y otra de Richard Mishler, funcionario de esa agencia norteamericana, al Dr. Jorge Vargas, médico de Concepción. La primera fija las tarifas a pagar a los informantes y la segunda acusa recibo de información proporcionada por ese médico y promete el pago de honorarios.

PF considera que esas pruebas completan un expediente ya más que suficiente para expulsar del país al Cuerpo de Paz.

El gobierno no puede hacerse el ignorante de esta situación que afecta en forma grave la soberanía nacional.

PF.


Notas:

1. Ver PF Nº 80 (3 de junio de 1969) Artículos: "Ejemplo de unidad obrero estudiantil". y "Estudiantes y obreros remecen Latinoamérica".

2. Uso la palabra "intelectual" para oponerla a "material".

3. Lenin. Las tareas de la juventud revolucionaria. T. 7, p. 40 Ed. Fr.

4. Lenin. ¿Qué hacer?

5. Podríamos decir, más precisamente "especialmente los estudiantes", ya que no podemos desconocer el papel que desempeñan algunos profesionales y los escasos obreros que han tenido el coraje de prepararse solos en teoría marxista.

6. Ver citas de Lenin en pág. 11.


Edición digital del Centro Documental Blest el 07feb02