Por fin llegaba la oportunidad para la 'Generación de Oro' portuguesa. Luiz Felipe Scolari puso sobre el césped del Estádio da Luz al once utilizado desde la derrota en el primer partido del torneo ante los griegos. Finalmente, Pauleta estaría en la punta de ataque. Enfrente, la sorpresa de la EURO, Grecia, y al mando Otto Rehhagel, que no podría contar con Georgios Karagounis por lo que dio entrada a Konstantinos Katsouranis.
Los primeros minutos siguieron el guión previsto por Grecia… Y por Portugal. Como venía haciendo en todos sus partidos, la selección griega se plantó bien sobre el campo, aunque eso sí, como siempre, con la clara misión de destruir el juego de toque de los portugueses. La defensa de Rehhagel funcionó a la perfección el primer cuarto de hora, pero los lusos tenían paciencia para construir sus jugadas.
El portugués Miguel fue el primero en disparar a puerta tras una internada por la banda derecha, pero Antonios Nikopolidis logró desviar a córner. En el minuto 17, la primera acción de ataque griega. Una preciosa combinación en la frontal del área que fue desbaratada por el guardameta Ricardo, antes de que Angelos Charisteas pudiera llegar a tocar el balón. La siguiente jugada finalizó con un tiro de Pauleta que Nikopolidis atrapó en dos tiempos.
El autor de uno de los goles más bellos del torneo estuvo a punto de inaugurar el marcador en el minuto 24, pero su disparo desde la frontal del área tras un rechace en un córner no encontró la meta griega. Sin embargo, a pesar del relativo dominio portugués, Grecia se sentía muy cómoda con el desarrollo del encuentro. En definitiva, estaba en su salsa.
El encuentro se sumió en un ritmo lento de juego, perfecto para los griegos, pero no para los portugueses. Miguel, que había sido el combustible de los lusos por la banda derecha, se tuvo que retirar lesionado en el minuto 41 y Paulo Ferreira saltó al campo. El letargo de los portugueses era impropio de una final; imprecisiones por el centro y nadie en las bandas. Luís Figo y Cristiano Ronaldo, inéditos. Mientras, los griegos seguían a lo suyo, defender y esperar su oportunidad.
La segunda parte pintaba muy mal para Portugal. Exactamente lo mismo que en la primera mitad, con la diferencia de que esa ocasión que buscaban los griegos apareció. Como no, en forma de córner. El lanzamiento de esquina forzado por Giourkas Seitaridis llegó a la frontal del área chica. Costinha se quedó atornillado al césped, Ricardo fue a por uvas, y Charisteas se elevó para rematar de cabeza el balón a las redes.
No quedaba otra. Portugal se fue arriba con todo. Cristiano Ronaldo lo intentó desde fuera del área. Scolari dio entrada a Rui Costa por Costinha y el jugador del AC Milan mejoró notablemente el juego de su selección. Figo disparó desde lejos pero Nikopolidis detuvo el esférico de nuevo. Los griegos aguantaron el chaparrón portugués con la compostura que les caracteriza, esperando a sentenciar en alguna contra. No obstante, los portugueses comenzaron a desesperarse.
El encuentro estaba roto. O al menos la selección portuguesa. Nuno Gomes salió por un obcecado Pauleta. Los lusos lo intentaban, sin paciencia y con excesivo individualismo. Ronaldo tuvo la ocasión más clara para empatar. Rui Costa metió un buen pase a la espalda de la defensa griega, el extremo del Manchester United FC hizo un magnífico control, pero ante la salida de Nikopolidis disparó a las nubes.
Rehhagel reforzó su defensa aún más con Stylianos Venetidis y sustituyó a Dimitrios Papadopoulos por Zisis Vryzas. Ricardo Carvalho consiguió sacar un disparo seco que se topó con el muro infranqueable: Nikopolidis. Portugal quería pero no podía. Figo estuvo a punto de empatar en el minuto 89 tras revolverse con maestría en el área, pero su disparo se marchó rozando la base del poste. Con la impotencia de Portugal en los cinco minutos de descuento el partido llegó a su fin. Grecia es campeona de Europa, una de las mayores sorpresas en la historia del fútbol.