La primera vez que vi un ángel, por Pilar Aymerich

Foto de Pilar Aymerich

Pilar Aymerich
Fotógrafa

La primera vez que vi un ángel fue mirándome a mí misma reflejada en un espejo; tenía siete años y llevaba una túnica rosa y unas alas muy grandes de papel rizado que me compró mi madre para ir a la procesión de Corpus.

Era muy normal que las niñas fuéramos a las procesiones luciendo el vestido de la primera comunión, pero llegar a vestirse de ángel era un premio indiscutible; las ángeles, con tirabuzones incluidos, desfilábamos acompañando el estandarte del colegio.

Después de muchos años, mi profesión como fotógrafa me llevó a interesarme por los cementerios, por la arquitectura y la escultura funeraria.

En mis viajes acostumbro, al llegar a una ciudad, visitar primero el cementerio para tener una primera impresión de sus habitantes.

Los cementerios son enormes depósitos de testimonios que nacen de manera contemporánea a las ciudades, donde la imaginación y el simbolismo de los creadores y profesionales que intervienen, determinan un período de la historia urbana.

 Así fue como volví a encontrarme con los ángeles y sus alas, esta vez de piedra y mármol.

En el cementerio de Montjuïc de Barcelona, construido en plena época modernista, estilo que en su iconografía cuenta con profusión de esculturas de estos seres mágicos, podemos contemplar la belleza de sus rostros, la delicadeza y el detalle de los pliegues de sus túnicas, impregnados de un cierto erotismo, representados en actitudes de desolación, pensativos o mirando a la lejanía; ellos despiertan nuestros deseos de inmortalidad, y sus grandes alas nos sugieren la posibilidad de volar a mundos mejores y distintos.

Si entre los lectores se encuentran buscadores de ángeles, yo los he encontrado, también, en todos los cementerios de la costa mediterránea catalana, el cementerio viejo de Lloret, el de Arenys.

En el de Olius (Lleida), proyectado por Bernardí Martorell. En el de Comillas, con panteones de Domènec i Montaner. En el cementerio de Colón en La Habana, uno de los mas bellos de América Latina, construido en la misma época que el de Montjuïc y con figuras de escultores catalanes de la época. En el cementerio monumental de Génova (se necesita un día entero para recorrerlo). En Nuevo México, en la carretera entre Taos y Santa Fe, en pleno desierto, al pie de una montaña, un cementerio indio con ángeles pintados de colores. En Beirut (Líbano), en pleno centro de la ciudad, cerca de la plaza de los Mártires, un pequeño cementerio cristiano que sobrevivió a la destrucción de la guerra.

Sin el dolor por la pérdida de un ser querido o en el recuerdo y la añoranza, aprovechemos estos días para recorrer con  tranquilidad  estos  espacios que huelen a eternidad.

Contemplen las alas recortadas en el azul de los cielos, admiren  estos cuerpos esbeltos que nos invitan a volar y dense un paseo por las nubes.

3 pensaments a “La primera vez que vi un ángel, por Pilar Aymerich”

  1. Hola Pilar, bellísimas las fotos, admirables. Ojalá pudieras algún día visitar nuestro cementerio de El Salvador , de Argentina, cementerio monumental del siglo XlX . Tenemos esculturas de Luis Fontana, Alejandro Biggi, y tantos otros artistas europeos, irrepetibles figuras angélicas.

    Te reitero mis felicitaciones!

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