El efecto «tóxico» de «La casa de papel»

Una banda atracó este martes la Casa de la Moneda de México. ¿Le suena? Probablemente los seguidores de «La casa de papel», una de las ficciones más exitosas de Netflix, magnífico ejemplo de la marca España, hayan recordado las primeras temporadas de la serie, en la que un grupo de delincuentes liderados por El Profesor (Álvaro Morte) decide adentrarse en la la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para perpetrar el robo del siglo. Sin caer en el spoiler fácil, lo cierto es que no se puede entender el éxito mundial de los atracadores sin saber que, en la ficción, los verdugos se convierten en héroes a ojos de los ciudadanos cuando cada uno de ellos se transforma en una suerte de «Robin Hood»: robar al rico para dárselo al pobre.

Las máscaras de Dalí que los ladrones de Netflix popularizaron en 2017 (la Fundación Gala-Salvador Dalí denunció a la serie por emplear la imagen del artista) se han convertido en un símbolo de la resistencia, de la «jarana», como se dice en la serie. Las caretas y el «Bella ciao», canción antifascista transformada en himno en la trama, han traspasado la pantalla y, desde que la producción saltara al mercado internacional de la mano de la plataforma, se han convertido en símbolo para todo tipo de protestas. En Madrid, sin ir más lejos, los taxistas en huelga hicieron suya la popular canción italiana durante su contienda con las VTC:

Ocurrió también en Arabia Saudí, donde la serie española se convirtió en protagonista de un controvertido partido de fútbol que enfrentaba a Al Ittihad contra el Al Shahab:

La tercera parte de «La casa de papel» no ha hecho sino dar más alas al icono daliniano como muestra de rebeldía contra el orden establecido. Lo dice también Álvaro Morte al inicio de la última tanda disponible en Netflix: «Esto es una declaración de guerra al sistema y nosotros somos la resistencia».

Como ocurre a menudo con las ficciones de máxima audiencia, las ideas que la banda de El Profesor pone en marcha en «La casa de papel» no han tardado en ser replicadas por todo tipo de delincuentes que, tras visionar la serie, no han dudado en intentar copiar los planes de los personajes para perpretar todo tipo de actos bandálicos. Este verano, sin ir más lejos, una banda brasileña robó 720 kilos de oro copiando el plan que Tokio, Denver y compañía emplean para asaltar el Banco de España en la serie de Netflix. En concreto, los ladrones se hicieron pasar por policías y convencieron a los trabajadores de un aeropuerto para que colaboraran en el robo de la mercancía. No estaba, sin embargo, Álvaro Morte para organizar el cotarro y que el plan culminara sin fisuras.

El efecto vírico de «La casa de papel» volvió a producirse esta semana, cuando el grupo de ladrones mexicanos se llevó 2,2 millones de euros de la Casa de Moneda de México. Lejos de los casi 100 millones que Úrsula Corberó y compañía se apropian en la serie de Atresmedia, el botín en este robo real no es nada despreciable. Tal y como ha asegurado el secretario de Seguridad de la capital, Jesús Orta, resulta sorprendente el modo en que los ladrones han logrado entrar en la caja fuerte. De acuerdo con algunos medios, el robo habría consistido en la extracción de hasta 1.500 centenarios de oro valorados en 50 millones de pesos (unos 2,5 millones de dólares).

No ha sido «La casa de papel» la única ficción que inspira a delincuentes. La mediática «Breaking Bad», que narra la transformación de Walter White en un peligroso narcotraficante, ya ha contado con su versión real en varias ocasiones. La exitosa droga azul fabricada por el personaje comenzó, de hecho, a venderse en Nuevo México tras el «boom» de la trama ideada por Vince Gilligan: «Nos preocupa que la gente pueda encontrarla atractiva y quieran probarla por primera vez. Es muy adictiva», dijeron las autoridades sobre la popularidad de la metanfetamina inspirada en la serie.