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ESCUDO DE GALICIA.HISTORIA RECIENTE

TEXTO LUIS PREGO CARREGAL   | 01.05.2016 
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Cuanto más lo pienso, más se aferra en mí la idea y el convencimiento de que no fue una casualidad el feliz instante en que don José Antonio García Cotarelo, por aquel entonces secretario xeral de la Xunta de Galicia, me propone la realización de tres diferentes -aunque relacionados- diseños: Medalla de Galicia, Escudo de Galicia -con su incorporación a la Bandera- y Medalla Castelao. Me alegra especialmente el Escudo de Galicia y pienso, ya en aquel momento, que quien lo condujo hasta mí es sabedor de mi archivo particular y que este alberga cierta cantidad de información relacionada con el mentado escudo, con la cual me fui haciendo a partir del año 1968. Por aquellas fechas era raro el día que no disfrutaba en nuestra Vilagarcía de una corta pero jugosa y fructífera charla vespertina con el bueno, entrañable y ameno Ramón García Briones.

 


Pues bien. Una tarde primaveral me animó a realizar un estudio sobre nuestro escudo y, a partir de entonces, facilitó tanto importantes direcciones cuanto nombres de personas clave para este menester a las que debería recurrir. Atendí sus buenos consejos y pasé a emplear mi tiempo libre en escribir, llamar, buscar, preguntar y, resumiendo, a recopilar lo más posible, aunque muy lentamente, textos o imágenes relacionados con el tema en cuestión. Es seguro que algo o mucho no se me alcanzó porque, en una buena parte, las fuentes de información radican en Barcelona, Madrid o Hispanoamérica; La Habana, Buenos Aires, Córdoba, Montevideo, etc. Otro inconveniente, y no el menor, fue localizar determinadas publicaciones realizadas por editoriales, españolas o extranjeras, ya desaparecidas, así como la comprobación de algún dato. Debo hacer justicia y aclarar que el buceo en libros realizado en diferentes archivos estuvo a cargo de María del Carmen Fajardo, mi esposa. Gracias Cuca.

Y volviendo al principio: ¿Extrañaría, dada la amistad que García Briones mantuvo con el Excmo. Sr. Fernández Albor, que en alguna conversación sobre nuestra tierra aquel mentara el tema y que éste, una vez elegido presidente de la Xunta, rememorase las palabras de Ramón con el fin de poner a los demás en camino? No lo sé, pero lo cierto, lo único que puedo afirmar es que quien me encarga los trabajos ya es conocedor del curioso archivo. No me es dado asegurar, sin embargo, que así se desarrollaran los hechos mas, como dije, siempre ha sido y es la impresión que tengo.

Cité el modo con el que conseguí una documentación que abarcaba desde 1612, año en el que el padre Ojea publica su segundo mapa y con él el escudo de Galicia (aunque parece ser que hubo otros anteriores), hasta 1980, pasando por dos que me han tenido sumamente intrigado pero que, llegado el momento de cada uno, dejaron de resultar interesantes por lo que se refiere al estudio que nos ocupa.

 


El primero fue el atribuido al pintor-grabador Alberto Durero, a quien alguna publicación da por indubitable que hace figurar el Escudo de Galicia en uno de sus cuadros y llega a especificar que se relaciona con un retrato. Mas, una vez revisada toda su obra pistórica conocida, puesto que hay que descartar los grabados ya excluidos por la propia mención, tan sólo es posible adjudicárselo al retrato de Johan Kleberger, fechado en 1.526 (casi un siglo antes de que el Padre Ojea hubiese plasmado el suyo), que se conserva en el Museo Kunshstorisches de Viena. Efectivamente, en el ángulo superior izquierdo figura un blasón que, a poco que se busque, hace inverosímil y utópica su relación con Galicia toda vez que, teniendo en cuenta y por lo tanto respetando las costumbres así como la Ley Heráldica imperantes en el momento y lugar, no cabe sino afirmar categóricamente que se trata del germano escudo de armas paterno del retratado. Cuestión resuelta.

 


El segundo caso es mucho más reciente y encierra, ¡¡como no!!, gran dosis de retranca y buen humor. Se trata del trazado por Castelao quien, a tenor de la afirmación de su gran amigo D. Ramón Fernández Mato, también médico, periodista, político, miembro de la Real Academia Gallega, ambos fundadores y socios únicos de una revista sobre el acontecer gallego, y cuya amistad se acrecentó con los lazos del exilio, afirmó, digo, que se trata de una burla, (otra más con escarnio), dedicada a un paisano originario de la ría de Noia. Me contó el Sr. Fernández Mato en Vilagarcía, donde vivió sus últimos años, que el origen de ese dibujo -en principio nada más- no fue otra cosa sino el choteo a costa de un tal Mariño (comunista y posteriormente también exiliado), que se ufanaba de poseer su propio escudo de armas en el cual figuraba una sirena. La incongruencia habida entre militancia política y presunción aristocrática fue el motivo de la guasa a partir de tal escudo, lo que nada tiene de extraño en un Castelao capaz de sacarle chispa a cualquier circunstancia y de tomar el pelo al más pintado. Y así lo pintó. El resto, una vez pasado el tiempo, fue un aprovechamiento oportuno. Y eso se le daba muy bien.

Aclarados estos puntos que, como se puede observar, en nada afectan al propio escudo, es adecuado hacer un breve repaso del actual, no sin aclarar que esa criatura llamada escudo de Galicia hoy tiene más importancia que ayer y, como ya comenté en otra ocasión, no siendo los padres de ella, muchos tratan de ser sus parientes a través de alguna rama aunque lleve el sello de la bastardía.

 


Prescindiré de utilizar la terminología técnica para comenzar por la corona, que no tiene posibilidad de cambio o variación en tanto es la que por derecho le pertenece. Va forrada en rojo, cerrada por un círculo de oro engastado de piedras preciosas y decorado con ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco. De cada hoja sale una diadema cubierta de perlas cuya unión superior remata en un orbe con ecuador y semimeridiano en oro y superado por una cruz también de oro.

 


La forma del escudo propiamente dicho es la tradicional, puramente española con base redondeada. El campo interior va en color azul. ¿Estrellas o cruces? Ambas tendrían igual cabida por ser figuras aceptadas en heráldica pero, salvo en una o dos ocasiones, en Galicia se optó por las cruces y así se han mantenido. Tales cruces representan las siete provincias del antiguo Reino de Galicia; Santiago, Betanzos, A Coruña, Mondoñedo, Lugo, Ourense y Tui. En cuanto al tema central, he preferido -sin injerencia directa o indirecta de nadie- la elección del Cáliz do Cebreiro, vaso sagrado conservado en la iglesia de Santa María la Real ubicada en un reducto de panorámicas espectaculares, poblada por gentes acogedoras en grado sumo, en el concello de Pedrafita do Cebreiro, pórtico gallego del Camino de Santiago. Que conste mi gratitud para con el entonces párroco, Don Félix Rielo González que nos permitió pacientemente realizar cuantos dibujos fueron precisos. Y, por cierto, el dibujo tan detallado se lo debo a la mano privilegiada de Javier González Asenjo (GOA), extraordinaria persona e incomparable pintor autodidacta. Tornando al cáliz, se aparta de cualquier discusión y aleja los absurdos e inacabables localismos a ultranza que, tanto antaño como hoy, lo único que aportan son enconos y miserias, y aquí de lo que se trataba era de unir. La mejor prueba de ello fue que, pese a las grandes diferencias políticas, en su aceptación por el Parlamento de Galicia no encontró ningún obstáculo. El cáliz tiene mucha personalidad, acrecentada por la leyenda del Santo Grial, harto conocida fuera de nuestra tierra y, sobre todo, allende las fronteras del Estado español. El cáliz va superado por una hostia de plata que siempre será tangencial puesto que ambas figuras constituyen una sola.

Hablé en párrafos anteriores sobre las imágenes y documentos que manejé. Todo ello fue entregado para que, oficialmente, se protegieran. Pero héteme aquí que, allá por el año mil novecientos noventa y ..., alguien decidió, por tratarse de papeles inútiles que estorbaban, dar orden de destruir todo el archivo. No se por qué, me viene a la memoria el Gereral y Duque de Tetuán, Exmo. Sr. Don Leopoldo O´Donnell y Joris, quien afirmó que "a los cargos llegan primero los que mas saben. En ocasiones pueden llegar los que pretenden saber, por lo que, a veces, se cuela algún estulto".

 


A día de hoy no dispongo de ganas, ni posiblemente del tiempo necesario, para volver a recabar tanto papel, molestar a tantas personas (algunas de las cuales ya hicieron el viaje final), patear tantos sitios y desempolvar tantos libros. Tengo y pondré a disposición pistas suficientes que abrevien el camino y ahorren trabajo a otra persona poseedora de suficientes ganas y tiempo para emplearlos con ilusión, como hice yo hace casi medio siglo, en recomponer, dentro de lo posible, ese importante registro que nunca debió de perderse. Con total convicción adelanto y puedo asegurar que pocos o nadie van a agradecerlo individualmente. Pero Galicia sí, porque Galicia no es alguien concreto ni un grupúsculo más o menos numeroso y vociferante. Galicia somos todos.