06 Ago 2007
La lista de bitácoras y webs que han comentado la sentencia y manifestado su apoyo a quien esto escribe incluye, a fecha de hoy, a Aburreovejas, Al Otro Lado del Mostrador, Apuntes Rull, Armantia, Atalaya, BitacorARP, Blanco y en Botella, Blog de Ecnaton, Bloguear por Bloguear, Círculo Escéptico, Concello de Vigo, Crónicas de Esperantia, Chapitel, Desbarradas de Akin, Diario de un Cabeza de Chorlito, El Cartapacio de Gollum, El Día Menos Pensado, El Espejo Convexo v.2.0, El Lobo Rayado, El Lolaberinto, El Metadiario, El Morador del Abismo, El Pupitre, El Retorno de los Charlatanes, El Viaje de Lonjho, Epitafios y Demás, Escolar.net, Escrito en el Agua, Espacio Exterior, Hipótesis, Homo Webensis, Huonan, La Cárcel de Papel, Libro de Notas, Los Superiores Desconocidos, Mangas Verdes, Me Siento Cómodo, Microsiervos, Mimetist, Mtnez. Blog, No sin mi Tostadora, NotasD, Periodismo al Pil Pil, Por la Boca Muere el Pez, Punto sin Retorno, Rincón Ecléctico del Tío César, ... Que la Viga en el Propio, Redes Sociales, Reflexiones sobre el Mundo Digital, Tabula Rasa, Tecnicalia.com, The Sky 4 You, Tumbaburros, Un Millón de Segundos y Ya me gustaría.
Enredados, la Radio de la Blogosfera Andaluza, ha dedicado un programa especial al análisis de esta sentencia, en el que han participado Javier Armentia, Javier F. Barrera, Sebastián Forero, Javier Pedreira, Jesús Javier Pérez y Luis Rull. Y la última entrega de El Escéptico Digital ha
prestado especial atención a este asunto en su editorial, al que han
sumado la publicación de las reflexiones de Armentia y mi comentario de la sentencia.
A todos los citados y a los muchos que me han mostrado su apoyo en persona, por teléfono y por correo electrónico, muchas gracias. Como ya dije en su momento, ahora lo que tenemos que hacer es crear las herramientas y los
medios en Internet y en el mundo real para que no haya disparate
pseudocientífico sin respuesta ni vendedor de misterios que quede
impune, y el discurso crítico llegue cada vez a más
gente. Quien quiera escribirme para ponernos manos a la obra, aquí me tiene.
03 Ago 2007
Una demanda de J.J. Benítez
Creía que decir en un documental de televisión que hay pruebas de que el hombre convivió con los dinosaurios, afirmar que un poder mágico permitió transportar las estatuas de la isla de Pascua hasta su ubicación definitiva, sentar a Jesús en el Coliseo romano años antes de que el edificio existiera, asegurar que seres de Orión levantaron las pirámides de Egipto y sostener que los astronautas del Apollo 11 encontraron ruinas extraterrestres en la Luna era tergiversar la Historia, mentir e intentar engañar al público. Parece que estaba confundido.
Como recoge El País en su página 61 de hoy, jueves, 2 de agosto, he sido condenado a indemnizar con 6.000 euros a Juan José Benítez por sostener, entre otras cosas, que si alguien se gana la vida con afirmaciones como las hechas por él en la serie Planeta encantado, puede deducirse de ello que "su negocio se basa en la mentira, el engaño y la tergiversación". La información publicada en este diario, además de pasar por alto las afirmaciones hechas por el ufólogo y novelista en esa serie, emitida por TVE en dos ocasiones, contiene algunas imprecisiones que quiero aclarar: 1. La demanda no fue interpuesta contra mí por dos artículos, sino por el conjunto de los textos -más de trece- en los que examiné la verosimilitud de lo afirmado por J.J. Benítez en cada entrega de la serie. 2. Nada más ser informado el 5 de junio de 2006 del requerimiento legal, retiré las expresiones consideradas injuriosas por J.J. Benítez e indicadas en un burofax enviado por su abogada no porque ni mi abogado ni yo las consideráramos injuriosas, sino con el ánimo de zanjar el asunto amistosamente. 3. Ninguno de mis artículos ha sido retirado de la web de El Correo Digital, tal como puede comprobarse en Magonia, donde publiqué el 27 de julio una larga explicación del caso. La abogada del demandante pidió al juez "la retirada de los textos referidos a Juan José Benítez de la página web de El Correo Digital", pero el juez rechazó tal pretensión. 4. El demandante pidió en el juicio, además de la retirada de los textos, 80.000 euros de indemnización, la publicación de la sentencia en El Correo Digital y la condena al pago de las costas, extremos que el juez descartó, reduciendo la indemnización a 6.000 euros. Creo que no he vulnerado en ningún momento el honor de J.J. Benítez, sino ejercido mi derecho a crítica ante un producto, la serie Planeta encantado, cuya falta de rigor histórico está fuera de toda duda. Otra cosa es que los designios de un juez sean inescrutables. Luis Alfonso Gámez |
27 Jul 2007
Creía que afirmar que un poder mágico permitió transportar las estatuas de la isla de Pascua hasta su ubicación definitiva era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que sostener que el pueblo dogon tuvo en el pasado contacto con extraterrestres era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que sentar a Jesús en el Coliseo romano años antes de que el edificio existiera era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que asegurar que hay pruebas de que existía comercio entre Europa y América antes de 1492 era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que mantener que la sábana santa prueba la resurrección de Jesús de Nazaret era ignorar los resultados de los más avanzados estudios científicos y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que hablar de la ficticia Arca de la Alianza como de un arma de destrucción masiva era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que presentar un anillo con marca de platero como obra de extraterrestres era tergiversar la realidad y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que decir que seres de otro mundo dieron el aliento civilizador al pueblo bereber era tergiversar la Historia, mentir y minusvalorar la inteligencia de ese grupo humano, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que afirmar que seres de Orión levantaron las pirámides de Egipto y que los egipcios de hace 4.500 años vivían en la Prehistoria y desconocían la escritura era tergiversar la Historia, mentir y minusvalorar la inteligencia de ese grupo humano, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.
Creía que sostener que los astronautas del Apollo 11 encontraron ruinas extraterrestres en la Luna y presentar en un programa de televisión como prueba una recreación informática como si fuera una filmación real era tergiversar la Historia, mentir e intentar engañar al público. Estaba confundido.
Creía que era lógico calificar de sandeces las anteriores afirmaciones extraordinarias y considerar el producto audiovisual resultante una bazofia. Estaba confundido.
Creía que tergiversar era "dar una interpretación forzada o errónea a palabras o acontecimientos", tal como sostiene el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española (RAE). Estaba confundido.
Creía que mentir era "decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa" y "falsificar una cosa", tal como sostiene el Diccionario de la RAE. Estaba confundido.
Creía que engañar era "dar a la mentira la apariencia de verdad" o "inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y fingidas", tal como sostiene el Diccionario de la RAE. Estaba confundido.
Creía que, si alguien se gana la vida con afirmaciones como las de los once primeros párrafos de esta anotación, podía deducirse de ello que "su negocio se basa en la mentira, el engaño y la tergiversación". Esta confundido.
Creía que responder con ironía a los ataques en un periódico de alguien implicado en la producción del programa de televisión aludido en los once primeros párrafos era mi derecho, aunque el implicado fuera hijo del máximo responsable del espacio. Estaba confundido.
22 Jun 2007
La propuesta de Rolling Stone era parecida, pero tenía dos cosas a su favor: no exigía una gran profundidad documental y se trataba de una decena de folios, no de varios centenares. El formato no era mi favorito -una ficha tipo dedicada a cada personaje elegido-, pero facilitaba la redacción. Así que me puse manos a la obra. El resultado lo pueden leer en el número de este mes (91) de Rolling Stone. Son tres páginas dedicadas a Charles Fort, Charles Berlitz, Antonio Ribera, Erich von Däniken, Fernando Jiménez del Oso, Juan José Benítez, Uri Geller, Graham Hancock, Javier Sierra e Iker Jiménez -cinco extranjeros y cinco españoles-, y una cuarta sobre diez lugares mágicos. Aunque envié a la revista las líneas que me dijeron, al final han hecho recortes en el texto por motivos de espacio, lo que en algún caso ha dado lugar a frases extrañas e incluso con un sentido diferente al original. Una contrapartida menor, ciertamente, frente a publicar un texto escéptico en una revista como Rolling Stone; pero es que no me he quedado totalmente satisfecho.
01 Dic 2005
Juan José Benítez ha aprovechado la promoción de su última novela, Caballo de Troya 7. Nahum, para salir en la revista Enigmas en defensa de lo que hizo hace casi dos años en Televisión Española (TVE): presentar un montaje de animación como si fuera una película rodada en la Luna en 1969. Las imágenes, en las que se veía a dos astronautas explorando unas ruinas extraterrestres en el satélite, se incluían en la penúltima entrega de Planeta encantado, la serie del periodista navarro que emitió TVE tanto en tiempos del PP como del PSOE.
Después de casi dos años de silencio desde que Magonia denunció el engaño, Benítez recurre a la misma tonta explicación que dieron algunos de sus delfines para justificarle: "En esas imágenes, si no recuerdo mal, se decía Imágenes inéditas. ¿Qué significa eso? Imágenes que no se han editado, que no se han publicado, que no son conocidas. Al final de documental venían los créditos, y estaba toda la gente que había participado en la grabación. Lo que a la gente le llama la atención y le preocupa es si ese documental era o no verdad", le dice a David E. Sentinella. Y advierte ante la falta de la palabra recreación: "Y soy muy dueño de poner lo que considere oportuno, sin faltar a la verdad. Lo que han hecho algunas personas es coger el rábano por las hojas, porque el fondo de esa historia era muy distinto".
El fondo de la historia era que los astronautas del Apollo 11 se toparon en la Luna, según el ufólogo, con ruinas extraterrestres que exploraron y luego Estados Unidos destruyó con bombas atómicas. La prueba era una película que había dado al periodista un militar estadounidense al que identifica como Mirlo rojo. "Yo puedo recrear lo que considere oportuno, pero la información que estoy aportando en ese documental es lo realmente importante, y nadie me dice absolutamente nada ¡Qué casualidad! Lo que he defendido y siempre defenderé es que mi fuente de información era buena", argumenta Benítez. Y lo que algunos siempre hemos dicho es que todo es mentira. Así, claramente.
Puede decir el novelista lo que quiera; pero, para que creamos sus sorprendentes afirmaciones, tendrá que presentar pruebas. Recuerden cómo sentó a Jesús en el Coliseo romano años antes de que el edificio se construyera, por citar sólo uno de los disparates incluidos en Planeta encantado. Benítez puede ser muy dueño de rotular las imágenes cómo quiera. Sin embargo, cuando algo es una recreación, se advierte para no llevar a equívoco a los espectadores. La calificación de imágenes inéditas suele reservarse para material real, no para montajes como el hecho por Dibulitoon Studio.
Cuando hace mes y medio volví de vacaciones, me encontré en mi mesa del periódico un ejemplar del último Caballo de Troya. Me lo había dejado Iñaki Esteban, uno de los responsables de Divergencias. Unos días antes, él había contado en esa bitácora de que a Jorge Bucay, el psiquiatra argentino estrella de los libros de autoyuda, le habían cazado en plagio. Entonces, recordé que a Benítez ya le habían pillado en una parecida hace tres lustros y que ahí sigue, como siguen Ana Rosa Quintana y tantos otros. España es un país en el que, como dice Esteban, "a los plagiadores no se les pasa factura ni se les echa a los leones". Al contrario, ascienden en el escalafón profesional y, por supuesto, es de mal gusto recordar después que se han apropiado del trabajo de otros. De mal gusto para otros; para mí, es de justicia. El caso de Benítez es llamativo porque el editor Fernando Lara reconoció en su momento que el novelista había copiado páginas enteras de un libro en varias entregas de Caballo de Troya y en La rebelión de Lucifer, y que en Planeta lo sabían; aunque quitó hierro al asunto con justificaciones tan peregrinas como las que ahora utiliza el periodista para intentar convencernos de que en Planeta encantado no trató de dar gato por liebre.
El plagio de Troya protagonizó, a finales de 1987 y principios de 1988, tres entregas de la revista Interviu y hasta se publicó un libro al respeto: lo escribieron el ufólogo Antonio Ribera y Jesús Beorlegui, y se tituló El secreto de Urantia. (Ni caballos ni troyanos.). Lo que se demostraba en los tres reportajes de Interviu, obra de Jesús Beorlegui, Jesús Francés y Francisco Mora, es que Benítez había copiado en sus novelas páginas enteras de El Libro de Urantia, así como párrafos de otras dos obras del contactado Fernando Sesma y del ufólogo Antonio Ribera. El Libro de Urantia es un tocho infumable que recoge las revelaciones presuntamente hechas por Dios en los años 40 a un grupo de estadounidenses que formaron en torno a la obra la Fundación Urantia. Los trabajos de Sesma y Ribera -Ummo, otro planeta habitado (1967) y El misterio de Ummo (1979), respectivamente- recogen los llamados informes de Ummo, que llegaron por correo a un grupo de españoles en los años 60 y 70, y cuya autoría se atribuye a unos extraterrestres, los ummitas. Los reportajes de Interviu presentaban los originales y cómo partes sustanciales de ellos habían sido copiadas literalmente en la obra del periodista navarro. "Un capítulo entero, de más de 7.000 palabras, lo copia el autor J.J. Benítez casi al pie de la letra", escribían Beorlegui y Francés el 25 de noviembre de 1987.
"Reconozco que, evidentemente, todas estas obras están inspiradas en documentos de Urantia publicados en Estados Unidos y que, en algunos párrafos, el autor Benítez ha transcrito literalmente lo que dice ese libro", declaró a Interviu, el 3 de febrero de 1988, Fernando Lara, hijo, entonces consejero delegado de Planeta. Admitía la copia, pero rechazaba el plagio con maestría de malabarista: "No es plagiar, si, como es el caso de Urantia, ese libro es para la fundación que lo ha publicado como la Biblia para los cristianos. Se trata del catecismo de una secta religiosa y está siendo copiado, de un modo u otro, por la mayoría de los escritores que creen en él. Es un libro, según la citada fundación, "revelado", lo que lo convierte en materia de fe para sus creyentes". Y añadía que en la editorial estaban al corriente de la actividad copista de Benítez: "Sabíamos que estaba copiando, pero no si lo estaba haciendo con tres párrafos o con ocho páginas seguidas". El novelista retaba a demostrar la existencia de copia -había quedado probada en los dos reportajes previos- y decía que, aunque así fuera, tenía todo a su favor: "La naturaleza de tales textos, de origen extra-humano, me autoriza a beber o inspirarme en ellos, de la misma forma que podría hacerlo (y otros muchos lo han hecho) con cualquier libro sagrado o de inspiración divina. Legal y moralmente, el asunto del copyright es, cuando menos, discutible".
Bonitas justificaciones, pero El Libro de Urantia lleva en sus primeras páginas un copyright como la copa de un pino que Benítez ignoró, aunque Planeta parece tomarse un poco más en serio, dijera lo que dijera en su día Fernando Lara, hijo. ¿Cómo se explica, si no, que no haya intentado poner Caballo de Troya en el mercado estadounidense? ¿No será por miedo a que la Fundación Urantia muerda en el cuello al equino de Benítez y le quite a la editorial española una sustanciosa tajada? "En España, un escritor llamado J.J. Benítez ha estado plagiando durante años El Libro de Urantia al incorporar extensos fragmentos del libro en sus cuatro novelas fantásticas, con otra en camino. La Fundación se muestra impotente para luchar contra esto", escribió Martin Gardner en su obra Urantia. ¿Revelación divina o negocio editorial?, publicada en Estados Unidos en 1992 y en España en 1995. Visto lo visto con el plagio de Troya, lo del montaje lunar del novelista es una cosa menor que, con el tiempo, sus partidarios achacarán a maniobras de los malvados escépticos. Es la lógica paranormal, si a algún experto le pillan en haciendo trampas, la culpa la tiene quien le pilla.
29 Ene 2005
La foto del libro -que reproducimos aquí con un detalle resaltado- lo deja claro. No hace falta someter la pieza a ningún análisis. Dice a gritos que es de manufactura humana. O eso o los artesanos de otros mundos también tienen la costumbre de poner marcas de contraste en sus trabajos en plata para identificar al autor. Algo ridículo, como me decía el amigo que me llamó la atención sobre la fotografía. La pena es que, con lo que le gusta a Benítez dibujarlo todo, ignora la marca de contraste en todos los libros en los que habla del enigma del anillo. Desde Magonia nos comprometemos a intentar dar con el platero de cuyo taller salió la pieza si el ufólogo nos envía fotografías de alta resolución de las marcas que hay en el interior de la joya. Es lo que nos han pedido los profesionales del sector con los que hemos consultado y que han visto esta imagen. Daríamos así la puntilla a un presunto enigma explicado ya sin la necesidad de levantarnos del sillón: es lo que tiene la ufología de salón. La pelota ahora está en el tejado de Juan José Benítez.
09 Ago 2004
Dice Fernando Savater, en un artículo sobre el encuentro de religiones del Fórum de las Culturas publicado ayer en El Correo, que, "aunque sean humanamente respetuosos, los creyentes de una fe ven a los que creen en otras como los ateos vemos a todos ellos: como gente equivocada. Y el error ajeno, por muy tolerante que sea uno, despierta a la larga más impaciencia y conmiseración que auténtica simpatía". El filósofo se sorprende, por eso, del "buen rollito reinante entre los cientos de representantes de creencias manifiestamente dispares" que se han citado en la capital catalana y sospecha que "entre los asistentes a esa ensalada de creencias y sortilegios ha predominado fundamentalmente el buenismo, o sea, el afán postmoderno de sentirse bueno por razones más estéticas que morales". Ciertamente, resulta muy difícil de tragar tanta fraternidad entre quienes han intentado e intentan a toda costa que sus dioses predominen sobre los de los demás -incluso que se impongan a los que vivimos sin dios tan ricamente-, y han predicado y practicado durante siglos la santa intolerancia hacia todo el que se aparta de sus dogmas.
La reflexión de Savater me ha recordado como, hace no tantos años, los apóstoles de la ufología renegaban de la parapsicología, los de la parapsicología no creían en la astrología, los practicantes de la astrología no se tragaban lo de las visitas de marcianos en la Antigüedad y los partidarios de éstas no profesaban la fe en los ovnis. Ésa era la tónica general entre los expertos de lo oculto: mi creencia es la buena; las otras no. El rechazo de las supersticiones ajenas era una forma de dar solidez a la propia, de dejar claro que uno no era un crédulo de tomo y lomo y que, si pensaba lo que pensaba, era porque lo había meditado y existían pruebas que cimentaban sus conclusiones. Ahora, al igual que católicos, budistas, islámicos y demás hermanados en Barcelona -¿hubo representantes de la fe jedi?-, los engañabobos de lo paranormal no hacen distingos: apoyan con el mismo entusiasmo y fervor la existencia de la piramidología, los platillos volantes, las conspiraciones, el vudú, la desapariciones misteriosas, las casas encantadas, los continentes perdidos, los monstruos, los extraterrestres en las pinturas prehistóricas, los dotados de poderes psíquicos... Como los clérigos de todos los colores, ninguno denuncia la falsedad de lo que dice el otro, no vaya a ser que el otro le saque a su vez los colores. Y, frente a ellos, sólo estamos los escépticos; como únicamente estamos los ateos frente a las religiones.
El escritor Juan Manuel de Prada dedicaba ayer su página de El Semanal a un ejemplo del maridaje entre las supersticiones paranormales y religiosas, personificada en la visión que tuvo en la televisión de "un programa que abordaba la figura de Jesucristo desde una perspectiva esotérica. El presentador, con aspecto de hombre Camel (así llama mi esposa a los tíos machotes, curtidos por el sol de la aventura, que visten como si la vida fuera un perpetuo safari), comenzaba exponiendo su interés en despojar a Jesucristo de toda esa hojarasca de tergiversaciones y manipulaciones que han emborronado su figura. Enseguida supe que me hallaba ante una pieza antológica de ese esoterismo pachanguero que tanto me estimula: el tono campanudo del presentador, la aportación de datos presuntamente históricos servían como coartada para el posterior desparrame". El artículo, titulado "21 de agosto, Navidad", disecciona el episodio de la serie Planeta encantado en el que Juan José Benítez sienta a Jesús en el Coliseo romano antes de que el edificio existiera.
La Televisión Española (TVE) del PP estrenó los documentales de Benítez en octubre de 2003 y la del PSOE los ha repuesto este verano. Estamos ante una muestra más del hermanamiento de la izquierda y la derecha en la superstición y la estupidez. Y no olvidemos, como indica Prada, que Planeta encantado ha sido emitido por una televisión que pagamos todos los españoles. Tenemos sobrados motivos para avergonzarnos.
07 Jul 2004
20 Feb 2004
05 Feb 2004
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Luis Alfonso GámezUna ventana crítica al mundo del misterio
Para contactar con el autor:
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