La capacidad de supervivencia del piloto de caza se va adquiriendo, iba a decir de forma gradual, pero no es así. Este piloto se curte a golpes, mazazos del destino en una especie de jungla que conforman los centros de enseñanza, construyendo una actitud de seguir hacia delante sorteando todo tipo de amenazas, primero de bajo nivel para terminar en las que verdaderamente suponen un peligro para la integridad del individuo.
Era una década donde escuchar música no era legal, tampoco vestir de colores alegres, ni llevar chanclas, ni conducir, ni … Estaba empezando a volar en un avión de pistón bastante compacto que tenía un fuerte olor a combustible, grasa y polvo de muchos años. Es ese olor que ya no se olvida, que se relaciona con todo lo que sea una hélice, un mono de vuelo y un chaleco salvavidas formado por dos flotadores comprimidos debajo de las axilas, como si le hubieran salido golondrinos al piloto (todos lo saben: golondrino no es el macho de la golondrina, sino una hinchazón de los ganglios).
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En su primer vuelo con un profesor le enseñó a golpes de palanca la posición de morro alto, aunque él acabó con la cabeza metida en una bolsa. Después del segundo, con otro profesor, no salió del recinto en 15 días por lo de –“¿qué ha dicho la torre?; desgraciadamente respondió: – “sinceramente, no lo sé” (él estaba ofuscado acerca de si se probaba primero la magneto izquierda o la derecha). En el tercero, con otro, se desarrolla el episodio de -“creo que no has cogido la línea de vuelo” (pero ¿qué es lo que hay que coger sobre una línea?). El cuarto con otro maestro, -“no puedo hacer nada por ti, no soy tu proto”. Por fin llegó el profesor que tenía asignado y en el quinto. –“¡ya tienes un tercer grado (20 días confinado en las instalaciones que luego se quedaron en y todavía no has puesto en marcha, a ver con lo que te bajas!”.
Todos estos episodios unidos al hecho de que si no le “sueltan” entre cinco u ocho vuelos de la época, era chicharrón, hacen que su capacidad de supervivencia a través del ingenio se desarrolle de tal manera, que ante cualquier contratiempo valora a la vez varias posibilidades del “stay alive”.
Ese día se encontraba de ayudante del servicio de vuelos. Se encarga de todo lo que concierne a pistas, torre de control, planes de vuelo, etc. Él sólo era el ayudante de uno de mayor graduación que tenía la responsabilidad del servicio, pero hoy este individuo es el apodado “Poncio” por su costumbre de lavarse las manos ante cualquier cuestión escabrosa. De repente aparece el jefe de día que en aquella ocasión tenía nombre de hamburguesa (luego lo ha conocido mejor y es más pan que carne; la percepción en estos centros de enseñanza no es siempre la acertada), y con la cabeza ladeada (movimiento característico en él que hacía temblar la canillas y soltar los vientres de los aprendices) esputa claramente: -¿¿¿dónde está la beloti???.
La capacidad de supervivencia se activa y en su cabeza se abren varias ventanas (como en el ordenador) a la vez; hace una búsqueda cerebral de ese término que no había escuchado en su vida. Se vio cadáver, se vio difunto, se vio transparente … hasta que por una conexión neuronal, se acordó de que hace dos días había arribado una delegación italiana a guisa de intercambio con otro centro. No sabe por cuál extraña asociación pensó que “la beloti”, en realidad de trataba del oficial “Labelotti” (instinto de supervivencia) y en dos segundos contestó con seguridad y firmeza: -“estará en el pabellón” (imaginando que estaría descansando del viaje). Pero el combate no había terminado cuando escucha:- ¿y qué demonios (palabra suavizada para no herir la sensibilidad de los lectores) hace en el pabellón?.
Era demasiado, aunque siguió combatiendo saliendo por peteneras, -¡llamaré ahora mismo mi …!”, a lo que el jefe de día se giró y emprendió la retirada, supone con una mueca a modo de sonrisa escondida.
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Horas más tarde tras preguntar, como si fuera casualidad su ignorancia, aprendió que el término Belotti era el nombre comercial de una grúa utilizada para extraer los asientos eyectables; ¡una grúa!, y qué hace una grúa en el pabellón descansando. Esperó a que el jefe volviera con un mensaje poco agradable; pero esperó y esperó y el jefe no llegó (tal vez porque la risa floja que tuviera no le dejara articular palabra). A él, lo que es a él, no le hizo ni p…gracia.
Buena caza y ¿cómo has podido sobrevivir en este mundo extraño?
Negro.
Todavía estoy riendo y hace ya un rato que lo he leído. Gracias Negro por esta genial entrada.
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Muy bueno Negro.
Me ha pillado en el curro y he tenido que hacer verdaderos esfuerzos para que mis carcajadas no se iogan por aquí.
Yo si me permitís contarlo en otro mundo con bastante jerga, me acuerdo del agregado en prácticas al que el Capitán de barco le pregunta que profundidad tenemos, a lo que el alumno sale fuera del puente, se asoma al alerón, mira hacia abajo y vuelve a entrar diciendo que cree que bastante.
Un saludo.
Juas. Muy bueno. Me ha gustado mucho.
Es un ejemplo claro de cortocircuito neuronal. Menos mal que por lo general, después la vida real no suele tan dura como los instructores…..o quizá sea porque después de haber sobrevivido a sus “métodos”, la realidad sea más llevadera
Salu2
Como siempre, tan original Negro, muy buén y divertido relato. Por cierto, la Belloti ésta, dices que sustraía los asientos eyectables, que curioso, nunca había caido en que una grua desempeñaba tal función aunque sea lo más lógico, me imagino que un asiento eyectable debe pesar lo suyo.
Un abrazo.
Negro, un par de cosas:
1) Por favor, intentad no publicar estas entradas a última hora de la noche o primera de la mañana porque lo primero que hacemos al llegar al trabajo es leer nuestro correo y es muy difícil resistirse a la tentación (como buenos epicúreos) de no ir a la página contigua a echar un vistazo (sólo un vistazo, que conste, que nosotros nunca entramos en VST desde el trabajo !qué vaaa¡…) Y claro, en mi caso las carcajadas las han oído en toda la sala de espera.
2) Lo que cuentas de vuestros primeros vuelos (deduzco que en una Mentor?) parece durísimo. Supongo que antes de ese primer vuelo os harán empollar a conciencia todos los procedimientos y que haréis unas horas de cabina para saber dónde están todas las cosas…porque de otra forma parece casi imposible que os pidan tanto en los 4-5 primeros vuelos cuando no habéis volado en la vida. Me has hecho recordar mis primeras horas para el PPL (ya sé que es comparar churras con merinas, pero es lo único que tengo a mano para comparar…) y desde luego, yo todavía estaría arrestado y que conste que mi instructor era un auténtico ogro en el aire (como te despistaras un nudito en la velocidad…).
Yo creo que un buen instructor debe darte caña pero también saber cuando aflojar pero por lo que cuentas, lo último algunos no lo practican con asiduidad…
Esta forma de enseñanza tan dura, ¿es algo “made in Spain” o es el estilo habitual de enseñanza en las fuerzas aéreas OTAN?
[...] Venga, un último esfuerzo, más palanca a la derecha (total, lo único que puede pasar es que el computador de mandos de vuelo decida meter todo el timón y acabemos en trompo) y… otro poquito de pie. Ya me veía comiendo hierba y buscando la Bellotti. [...]