entrega premio cervantes

Su gestión

Sus 21 años como presidente del Comité Olímpico Internacional se vieron marcados por un crecimiento exponencial de los juegos y su más grave escándalo de corrupción

Llegó a la dirección del COI en un momento marcado por la tensión política internacional, como lo demuestra el que tres días después de su elección se inauguraran los Juegos de Moscú, que fueron boicoteados por la mayor parte de los países occidentales, encabezados por Estados Unidos en respuesta a la invasión soviética de Afganistán. Esta misma tónica volvió a repetirse en los Juegos de Los Angeles (1984), donde se ausentaron los países del bloque comunista, aunque el número de delegaciones ascendió hasta las 140.

La normalización llegó paulatinamente con el fin de la Guerra Fría y la caída del bloque del Este, y cada edición de los Juegos contó con una mayor participación, desde los 169 de Barcelona (1992) hasta conseguir el pleno en Atlanta (197) o Sydney (199). Encabezó desde finales de 1993 hasta los primeros meses de 1994 una campaña mundial para alcanzar y que se respetara la "tregua olímpica" aprobada por la ONU para los Juegos de Invierno de Lillehammer. Además de luchar por la unión del Movimiento Olímpico por encima de los conflictos políticos y bélicos, durante su etapa se produjo la vuelta al seno del COI de la República Popular China (1984), la participación de una Sudáfrica sin apartheid en Barcelona o el desfile conjunto de las dos delegaciones de Corea en la inauguración de Sydney.

En el plano deportivo, se incrementó el número de deportes (de 21 a 28), con la vuelta del tenis al programa o la incorporación como el taekwondo o el triatlón, aunque reconocía que una de las decisiones que tendría que tomar su sucesor era la de modernizarlo, con la supresión de algunos deportes y la inclusión de otros. En su mandato se suprimió los deportes exhibición y se duplicó el número de deportistas, de poco más de cinco mil de Moscú hasta superar los 10.500 en Sydney. Dio cabida a la participación de los profesionales de deportes como el hockey sobre hielo (Calgary), el tenis (Seúl), el baloncesto de la NBA (Barcelona) o el ciclismo (Atlanta), aunque no se produjo la del fútbol ni el béisbol. Incorporó a los atletas a los puestos de decisión del COI, desde la primera Comisión de Atletas (1996) hasta la llegada de uno de ellos a la Comisión Ejecutiva gracias a las reformas de diciembre de 1999.

El número de mujeres participantes en los Juegos aumentó considerablemente al incrementar el número de pruebas femeninas y completó la participación de éstas en las esferas de decisión del olimpismo con la entrada de las dos primeras como miembro del COI (1981) y de su Comisión Ejecutiva en 1990. Luchó por una mayor "limpieza" en el deporte con un mayor control, pero vio como se empañaron los Juegos de Seúl '88 por el caso de dopaje del atleta canadiense Ben Johnson. Tras los escándalos del ciclismo de 1998, en febrero de 1999 organizó la Conferencia Mundial sobre el Dopaje, de la que salió la Declaración de Lausana. Esta fue el embrión de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA), proyecto que contó con el respaldo de gran número de gobiernos y organizaciones supranacionales.

Revolucionaria reforma de las estructuras y normas

En el plano económico, consiguió que desde los Juegos de 1984 (Sarajevo y Los Angeles) éstos se autofinanciaran, dejando de percibir la ayuda de los gobiernos, los ingresos se multiplicaron con la puesta en marcha en 1985 el programa TOP, por el que algunas importantes empresas mundiales se convertían en patrocinadores, así como por la venta de los derechos de televisión, que pasaron de casi 400 millones de dólares en 1984 a superar los 1300 en el 2000. El TOP I (1988) reportó casi cien millones de dólares y el V (2000-2004) superará los 600. En cuanto al reparto del dinero, en 1995 el COI acordó que, a partir del 2004, los organizadores recibirían el 49 por ciento, frente al 60 de entonces, y el resto sería para el COI, las Federaciones Internacionales y los comités nacionales. También potenció la Solidaridad Olímpica, aumentando la ayuda económica al deporte en los países menos desarrollados y a sus deportistas con invitaciones directas a participar.

En su gestión del COI promovió la modificación de la Carta Olímpica en junio de 1995 (ampliación de la edad de jubilación de los miembros de la Asamblea de 75 a 80). En al recta final de su mandato se vio obligado a acometer una revolucionaria reforma de las estructuras y normas del COI. Tras conocerse a finales de 1998 las denuncias de corrupción de algunos miembros de COI por parte de la organización de Salt Lake City, creó una comisión que se saldó con varias dimisiones y apercibimientos. Además, en marzo de 1999 creó la Comisión 2000 que elaboró unas recomendaciones luego aceptadas por la Asamblea de diciembre de ese año y que entre otras novedades incluían la reválida cada ocho años para sus miembros, limitaba el mandato presidencial a 12 años, rebajaba la edad de jubilación a los 70 años, daba entrada a los deportistas en activo como miembros de la Asamblea o ampliaba la representación de la Comisión Ejecutiva.

Acercó la cultura al deporte con la creación de la Bienal del Deporte en las Bellas Artes, de la Olimpiada Cultural que acompaña a cada edición de los Juegos y la inauguración en junio de 1993 en Lausana del Museo Olímpico, cuya Fundación preside desde entonces. Además de los Juegos de verano de Moscú 80, que coincidieron con su elección como presidente del COI, durante su mandato se celebraron los Juegos de: Sarajevo y Los Angeles (1984), Calgary y Seúl (1988), Albertville y Barcelona (1992), Lillehammer (1994), Atlanta (1996), Nagano (1998) y Sydney (2000).