La música tradicional aragonesa
Sombra

Tema 1. El folclore y el patrimonio cultural

Antes de empezar…    Algunos conceptos

Cultura, según la Real Academia, es el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
Patrimonio cultural es el conjunto de todos los bienes, materiales (obras arquitectónicas, pinturas, esculturas...) o inmateriales (lengua, tradiciones, folclore...), que representan la identidad histórica, artística, cultural y natural de un pueblo.
Folclore se define como el conjunto de creencias, costumbres, artesanías, etc., tradicionales de un pueblo. Y además, en una segunda acepción, la ciencia que estudia estas materias.
Para finalizar, etnografía es el estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos.

Como acabamos de ver la ley aragonesa equipara todos los tipos de bienes culturales (materiales e inmateriales) que han forjado nuestra identidad histórica, artística, cultural y natural. Así pues, debemos hacer un esfuerzo para mantener y promover igualmente la techumbre mudéjar de la catedral de Teruel como la fiesta del Cipotegato de Tarazona porque identifican de la misma manera al aragonés y deben transmitirse a las generaciones futuras como herencia de su cultura.

Otro de los bienes inmateriales que forman parte del patrimonio etnográfico es el musical tradicional. La música es una de las señas de identidad aragonesa más importante, pese a que hasta hace relativamente poco tiempo había quedado muy diluida y enmascarada por unos cuantos tópicos, como es el de la jota y el baturro. Los recientes y concienzudos estudios han sacado a la luz la gran variedad y cantidad de cantos y bailes que existe en Aragón, que resulta inabarcable desde este tema, que pretende ser general.

Esta música en algunas ocasiones muestra rasgos originales, pero en la mayoría de los ejemplos mantiene una relación con los de los territorios vecinos, por el contacto que ha mantenido tradicionalmente Aragón con sus comunidades vecinas, incluso con Francia, pese a la barrera montañosa y las malas comunicaciones.

La transmisión de esta música suele ser oral, pasando de generación en generación y usando la memoria como único recurso, hasta hace un relativo corto espacio de tiempo. Por esta razón, las melodías que se transmiten de memoria, es normal que hayan variado en este proceso desde la primera vez que fueron interpretadas hasta la actualidad. Eso en realidad es muy positivo, porque nos indica el buen estado de salud de aquella música. Nos indica que están mutando porque se siguen utilizando. Así pues, la mudanza de La Cardelina (única en origen), se interpreta en distintos dances de lugares tan dispares de la geografía aragonesa como Yebra de Basa, Benabarre o Quinto, y las melodías que ahora se interpretan en aquellos lugares son muy distintas a la original, y entre ellas a veces tienen poco que ver, producto de la fragilidad de la memoria.

Audición: La Cardelina - ball de totxets de Benabarre

Transcripción musical: J. P. Español. Arreglos y transcripción MIDI: A. Turón.
Grabación extraída de www.arafolk.net
Audición: La Cardelina - mudanza de Yebra de Basa

Músico: Rafael Villacampa. Grabación extraída del Archivo Pirenaico de tradición Oral.

Ante el riesgo de que pudieran perderse muchas de las piezas musicales en las primeras décadas del siglo XX surgieron una serie de estudiosos que fueron conscientes de que era necesario plasmar en algún soporte las distintas melodías de la geografía aragonesa. Así surgieron los primeros cancioneros populares.

En Aragón destacan autores como Miguel Arnaudas, autor del Cancionero de la provincia de Teruel (1927) o Ángel Mingote, autor del de la provincia de Zaragoza, editado en el año 1950. Más reciente es el Cancionero de la provincia de Huesca de Juan José de Mur Bernad, editado en 1970. Más tardíamente recopiló Gregorio Garcés Til un nuevo cancionero de la provincia de Huesca, el Cancionero popular del Altoaragón.

La recopilación que supone elaborar un cancionero popular es una labor ingente. Cuando Arnaudas o Mingote recopilaron los cantos de las provincias de Teruel y Zaragoza, no tuvieron los medios de los que hoy disponemos, ni las facilidades de comunicación ni las ventajas de la grabación, con lo cual resultaba su labor mucho más costosa y lenta. Quizás por esta razón el trabajo de recopilación no fuera todo lo exhaustivo que pudiera ser.

Es necesario reconocer el esfuerzo de estos primeros estudiosos de la música popular, sin cuya labor seguramente habríamos perdido muchas de las melodías aragonesas. A partir de los primeros cancioneros generales, el estudio ha sido mucho más exhaustivo por zonas y gracias a una nueva generación de investigadores y etnólogos se han conseguido recuperar buena parte del legado de la música tradicional aragonesa. Sin embargo la recuperación no ha sido completa, ya que a muchos lugares se llegó tarde porque ya se había iniciado el éxodo rural y muchas zonas se han visto despobladas, con lo que conlleva también de pérdida de sus tradiciones.

Esta recuperación surge del interés por la cultura popular a finales de los setenta, aunque esto nos plantea otra cuestión, la de la descontextualización de la música tradicional. En la actualidad el espíritu de estas músicas es distinto, ya que la sociedad ha cambiado y no se realizan las mismas actividades perdiendo su sentido original la música.

 

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