» La Banda Oriental

Por: gsere19 Mayo 2009

La Antigua Banda Oriental

Exposición en Casa de Residentes de Lavalleja

Carlos Soares de Lima - 26 de marzo de 2009

El Río Uruguay desde sus nacientes, hasta su desembocadura en el Río de la Plata y la orilla oriental norte de éste hasta su desembocadura en el Océano Atlántico, conforman un arco cuyo centro orográfico es el llamado históricamente nudo Santa Tecla, situado poco al norte de la actual ciudad de Bagè, Río Grande do Sul, Brasil, desde donde parten las cuchillas (coxilhias en Río Grande) hacia todas las direcciones, operando como divisorias de aguas de las distintas cuencas hidrográficas de la región. El Río Uruguay nace en la confluencia de los ríos Canoas y Pelotas, en el llamado históricamente Uruguay Pitá, rojo en guaraní, dado el color de sus aguas, por el arrastre de la tierra, color que se extiende en épocas de crecientes, hacia nuestro actual territorio.

Este arco hidrográfico, encerraba una geografía compleja, la Antigua Banda Oriental, regada por abundantes cursos de agua y más compleja aún en su perfil atlántico, con sucesivas lagunas litorales ante el albardón marítimo. Ello explica la llegada tardía de la población hispánica a nuestro actual territorio, dada la dificultosa tarea de trasladarse dentro del área que necesariamente debía realizarse con “baqueanos”, conocedores de los pasos de ríos o arroyos o de los “despuntes” de éstos por medio de las divisorias de aguas, en tiempo de crecientes. Los “baqueanos” eran los naturales, es decir los elementos nativos del territorio de la Antigua Banda Oriental.

A la propia dificultad geográfica, se sumaron otros hechos, que determinarían la inclinación de los naturales del territorio con o contra el elemento colonizador hispánico. Entre los que queremos destacar, está la muerte de Juan Díaz de Solís, en 1516, en la zona de Martín Chico, Colonia, Uruguay; otro la batalla de San Salvador en las proximidades de la actual ciudad de Dolores, departamento de Soriano, Uruguay, librada por Juan de Garay hacia el 1573, contra los Charrúas, batalla que inspiraría al poeta de la Patria, Don Juan Zorrilla de San Martín en el escenario de su poema Tabaré.

Juan Díaz de Solís, no era un marino cualquiera, sino el Piloto Mayor del Reino de España. Con la muerte de Solís, perdía España, el “As” de la navegación, por lo que es de imaginar la sed de represión que ello habrá despertado. Por otra parte el hecho no está debidamente aclarado hasta hoy, ni siquiera quienes fueron los autores de su muerte ni porqué (charrúas, guaraníes o rebeldes de su propia armada?). Podemos imaginarnos los sucesos, pero no queda claro lo ocurrido, salvo que años después con la expedición de Gaboto, recogerían a Francisco del Puerto, joven grumete sobreviviente, lo que demuestra que no fue un mero hecho de exterminio de los visitantes, por los naturales del territorio, lo que motivó la muerte de Solís.

Las Poblaciones

Pasarían dos siglos largos desde la llegada de los colonizadores al Río de la Plata, hasta la fundación de Montevideo, lo que constituye la fundación hispánica, con ánimo de posesión de estas comarcas orientales del sur de la Antigua Banda Oriental. Los intentos anteriores, no habían prosperado, con ese carácter, tales como San Lázaro y San Salvador hacia el 1527 en la zona de Colonia y Soriano, Uruguay, con la expedición de Gaboto y también en esos parajes el Real de San Juan en 1542 y el Real de San Gabriel y Ciudad de San Salvador hacia el 1573 con la expedición del adelantado Juan Ortiz de Zárate.

Los padres Franciscanos, destacándose entre ellos Fray Juan de Vergara, van a intentar fundar una serie de poblaciones al sur del Río Negro, a partir de 1626, como San Francisco de los Olivares de los Charrúas, San Antonio de los Chanáes o de San Juan de Céspedes, las que tuvieron una duración bastante efímera, a diferencia de Santo Domingo Soriano fundada con Charrúas y Chanáes en 1664 en Entre Ríos, Argentina, trasladada a la isla del Vizcaíno en la desembocadura del Río Negro en nuestro territorio y luego en su actual ubicación en 1718, en tierra firme, departamento de Soriano.

Al norte de la Antigua Banda Oriental, en el Alto Uruguay, también los padres de la Compañía de Jesús por esos años, fundaron una serie de pueblos, hacia el litoral atlántico, continuación de los situados en actual territorio paraguayo y argentino, los que luego de la depredación de las incursiones bandeirantes, para llevar a los neófitos guaraníes y tapes de los pueblos como esclavos hacia los cafetales paulistas, terminarían migrando desde el Guairá (actual Estado de Paraná, Brasil) y el Tape (actual sector oriental del Estado de Río Grande del Sur, Brasil) concentrándose finalmente en los Treinta Pueblos de ambas márgenes de los ríos Paraná y Uruguay. Esa transmigración de unos doce mil guaraníes de Paraná, es conocida como el Éxodo del Guairá, a cargo del Padre Antonio Ruiz de Montoya en 1631 y la de otros doce mil del sector oriental riograndense, conocida como el Éxodo del Tape, a cargo del Padre Nicolás del Techo, en 1636.

De las poblaciones realizadas en el impulso inicial, quedaba como saldo una “afinidad” con la etnia tape - guaraní especialmente en la zona norte de la Antigua Banda Oriental, favorable a los intereses hispánicos, y una “distante relación”, especialmente en la zona sur, con las etnias charrúa y minuán, refractarias al esfuerzo evangelizador y más favorables a los intereses portugueses.

La Ganadería

La introducción de la ganadería, provocaría, la gran revolución, en estas comarcas de la Antigua Banda Oriental. Originalmente era más acogedora la vida, en la región de la floresta, del Paraguay y el Guairá, que en la región de la pradera, del Río de la Plata, desprovista de las condiciones climáticas y alimenticias de aquélla, a la llegada de los colonizadores hispánicos, lo que provocó el inicial fracaso poblacional.

Inicialmente se produjo la introducción de ganado en la región, con la llegada de las legendarias “siete vacas y un toro”, traídas por los hermanos Escipión y Vicente Goes en el año 1555, a Asunción, desde San Vicente en la costa atlántica, en la proximidad del límite entre España y Portugal. Este ganado habría quedado instalado en la zona oriental del Paraguay.

En la zona occidental del Paraguay, se introdujo el ganado traído por Felipe de Cáceres hacia el 1568, procedente del Alto Perú. En la conducción de este ganado venía Juan de Garay, protagonista del proceso poblacional, de Santa Fe en 1573 y la segunda fundación de Buenos Aires en 1580. En dicha tarea lo acompañará desde tierra en el arreo de ganados, quien será su yerno y futuro Gobernador, Hernando Arias de Saavedra, Hernandarias, con ganado procedente del rodeo occidental, traído desde el Alto Perú por Cáceres y Garay.

Por mandato del adelantado Juan Torres de Vera y Aragón, Alonso de Vera (el Cara de Perro), procedió a la fundación de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, (Corrientes), hacia el 1688. También en esta fundación participó Hernandarias, pero el ganado instalado en Corrientes no sería del mismo origen del altoperuano llevado a Santa Fe y Buenos Aires, sino del rodeo oriental, ganado de procedencia vicentina, de las siete vacas y un toro, portado a Asunción por los hermanos Goes.

En dos oportunidades 1611 y 1617. Hernandarias portaría ganado hacia nuestro territorio, dejándolo el primero en la isla del Vizcaíno, desembocadura del río Negro en el Río Uruguay y luego el segundo en tierra firme en San Gabriel. Se entiende que este lugar debe haber sido en la proximidades de San Salvador, hoy Dolores. Hernandarias era un hombre muy campero y seguramente las condiciones ambientales favorables de esa zona eran muy similares a las de Santa Fe, donde tenía su establecimiento rural. Este ganado hernandariano era de origen altoperuano, portado desde el rodeo santafecino, cuyo remoto origen pertenecía al rodeo occidental traído por Cáceres y Garay desde el Alto Perú.

Hacia el 1634, los padres de la Compañía de Jesús, Pedro Romero y Cristóbal de Mendoza, portarían 1500 reses adquiridas al accionero Cabral de Alpoim en la Vaquería de Corrientes, hacia los pueblos del oriente del actual estado de Río Grande del Sur. Este ganado tenía un remoto origen en las legendarias “siete vacas y un toro” portados por los hermanos Goes y que componían el rodeo oriental de Asunción. Al producirse la dispersión de ganados y la transmigración de los pueblos tras las invasiones bandeirantes, estas reses emigrarían desde el sector oriental riograndense hacia nuestro actual territorio siguiendo el perfil de la cuchilla Grande hacia el sureste, conformando la Vaquería del Mar, en la costa rochense de nuestro actual territorio.

Mucho se discutió acerca de la pertenencia de estos ganados que paulatinamente se fueron instalando en la Vaquería del Mar y de la que habían tenido noticia los padres de la Compañía de Jesús, hacia 1676 en una inspección de la costa atlántica de nuestro actual territorio. El hecho es que once de los treinta pueblos misioneros participaron del gran arreo de 1705 en el que más de mil troperos tape - guaraníes, trasladarían unas 420.000 reses, en catorce tropas de unas treinta mil reses cada una y en la que tres pueblos, portaban dos tropas cada uno, hacia la parte oriental del actual territorio riograndense, Brasil, conformando la llamada Vaquería de los Pinares.

Con el traslado de los ganados, fue tal su disminución, que en 1722 se firmó la llamada Concordia, de la que se supone deriva el nombre de la ciudad homónima de Entre Ríos, Argentina, frente al Salto Oriental, en la que Buenos Aires se reservaba la extracción de treinta mil reses, Santa Fe seis mil y Misiones sesenta mil, buscando con ello, racionar la extracción de ganados de la Vaquería del Mar, la que ya estaba al borde de su extinción. La escasez de ganados fue tal, que en 1730, Don Juan de Rocha, en un litigio frente a los pueblos misioneros y ante el Cabildo de Buenos Aires, reclamaba una “vaqueada” ocurrida años atrás, en la que al cruzar el río Negro a la altura del Paso de los Toros, y vaquear unas catorce leguas al norte, fue interceptada su actividad por los vaqueros tapes de Yapeyú, argumentando que era ganado “estante” y no “cimarrón”. Intervino hasta el propio procurador de Misiones ante el Cabildo de Buenos Aires para explicar que ese ganado estaba puesto en el criadero, es decir era ganado perteneciente a las estancias de Yapeyú (ganado estante). Don Juan de Rocha había llegado a los puestos - postas del Queguay, ubicados en las cabezadas del río homónimo, núcleo meridional de las estancias de Yapeyú, en la cuchilla de Haedo en las proximidades de las actuales poblaciones de Piedra Sola y Tambores, en el departamento de Paysandú, Uruguay. Es de tener especial consideración a estos rodeos mansos del Queguay como los denomina Esteban Campal, pues constituyen los inicios de la ganadería organizada en nuestro medio, anterior aún a la fundación de Montevideo.

Las Estancias de Yapeyú

Hablar de Yapeyú, es hablar de tres cosas diferentes: a) de un pueblo misionero, el fundado por San Roque González de Santa Cruz en 1626, el mártir de Caaró, Río Grande do Sul, Brasil, Nuestra Señora de los Reyes Magos, ubicado frente a la desembocadura del río Ibicuy en el río Uruguay, actual provincia de Corrientes, República Argentina; b) de un departamento de Misiones, actual Argentina, que comprendía los pueblos de Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé y San Borja, respecto del cual fue designado Artigas en 1811 como Teniente Gobernador y c) de un conjunto de estancias de Yapeyú, que ocupaban una vasta extensión de territorio en ambas márgenes del río Uruguay que actualmente son parte del territorio de las provincias argentinas de Corrientes y Entre Ríos, del de Río Grande do Sul en Brasil y de los departamentos de Artigas, Salto y Paysandú y parte de los de Río Negro, Rivera y Tacuarembó en nuestro territorio, desde el río Ibicuy hasta el río Queguay y desde allí casi hasta el Río Negro, en la parte oriental del Río Uruguay.

El origen de estas estancias se remonta a 1657, según la “Memoria para las generaciones venideras de los indios misioneros del pueblo de Yapeyú, al fundarse la estancia de San Andrés en las cercanías del Miriñay , en la costa occidental del Uruguay, dotada inicialmente con 562 cabezas de ganado. Desde esta estancia, se pasarían unas 1.000 reses hacia la costa oriental, fundándose otra estancia en 1692. En 1694, se fundaría la estancia del Quarey ubicada en la desembocadura del Cuareim en el río Uruguay, devastada por los infieles y vuelta a poblar en 1702 con ganados traídos del Pará, es decir de la Vaquería del Mar. En la costa occidental del Uruguay, seguirían otras tantas: San Pedro, San Gregorio, San Miguel, San José y San Antonio.

Refiere Natalio Abel Vadell que hacia el occidente del Uruguay, las estancias ocupaban unas sesenta leguas de longitud norte- sur, desde el pueblo de La Cruz hasta el Yeruá y cabeceras del río Gualeguay y hacia el oriente abarcaba una faja de territorio de unas ochenta leguas de longitud norte - sur del Río Ibicuy al Río Negro y sirviendo de lindero hacia el este con la estancia de San Borja, el Río Ibirapuitan y luego el Río Tacuarembó hasta casi la desembocadura en el Río Negro, siendo su latitud este - oeste, de cuarenta leguas desde las cabeceras de los ríos Queguay y Arapey hasta el Río Uruguay.

Hacia el 1737, las estancias de Yapeyú y San Miguel se transformarían en “estancias nacionales”, es decir no sólo de los respectivos pueblos sino para todos los pueblos misioneros. Contaban las estancias con quince o más puestos esparcidos por los campos a su cargo, correspondiendo o cada uno cinco, diez o más rodeos de ganado. Tenían los puestos un lote de construcciones donde se albergaban cinco o más familias con un mayordomo, capataz o “sota capataz”, que llevaba las cuentas de los animales que nacían o morían, o se faenaban, entraban o salían. De los nombres de estos puestos, se derivan muchos de los topónimos, de los territorios situados al norte del Río Negro, de nuestro actual territorio.

Entre los puestos cabe mencionar el de Santa Gertrudis, ubicado tal ves en la confluencia del arroyo Corrales con el río Tacuarembó, algo al norte de la actual población de Minas de Corrales. Otros puestos de las estancias de Yapeyú, serían, entre los ubicados en los caminos de las vaquerías con el carácter de “puestos - postas”, los siguientes: La Cruz, San Martín, San Borja, San Gerónimo y San Juan Bautista, entre las actuales localidades de Tres Árboles, Piedra Sola y Tambores. En la costa del Río Uruguay, en su carácter de puesto - puerto, corresponde mencionar: San Javier, Paysandú, Queguay, San Carlos, San José, Chapicuy, Corralito, San Antonio, Puesto de Jesús, San José de Higueritas, San Marcos, San Ildefonso y San Miguel.

Para las estancias de Yapeyú, eran fundamentales los puertos, así como para el pueblo de Yapeyú, por ser el más meridional de Misiones, pues la ruta de navegación a Buenos Aires, era el río Uruguay, conocido como Río de las Misiones o Río de los Jesuítas, en cierta documentación cartográfica. Los puertos estaban situados en las proximidades de los pasos de los ríos, por lo que constituían puntos de recalada en los viajes a lo largo del río o de embarque de mercaderías de las estancias o lugares de concentración para el paso del río o postas de caminos a lo largo del río: tales los puertos de Belén, Paysandú o San Javier.

Paysandú, además de puerto, era paso del río Uruguay lo que le daría una suerte de liderazgo geográfico en la región, por sus condiciones estratégicas. Fue fundado por los padres Jesuítas en el 1755. Tenía un fuerte con dos pedreros y dos cañones. Antes de esa fecha había sido poblada la zona en sucesivos intentos frustrados, apareciendo en el mapa de Quiroga de 1749, claramente como paso. Contaba con 22 familias hacia fines del siglo XVIII, que habitaban unos ranchos con techo de paja, tal como lo vio el Padre Larrañaga y dejó consignado en su crónica del viaje a Paysandú en 1815.

Luego de la fundación de Montevideo, se crearían otras estancias al Sur del Río Negro, como hacia 1749 en Colonia, actualmente proximidad de Carmelo, la del Río de las Vacas o Estancia y Calera de las Huérfanas, denominada así, pues con el producto de su actividad se cubrían los gastos del Colegio de Las Huérfanas de Buenos Aires. Otra de este carácter era la Estancia Nuestra Señora de los Desamparados o Estancia Grande de los Jesuítas o de la Calera, ubicada en el actual departamento de Florida de nuestro territorio. Estas estancias y otros tantos establecimientos al sur del Río Negro, a diferencia de las de Yapeyú, San Borja y las de los demás pueblos del Alto Uruguay, que eran de carácter comunitario, revestían un carácter empresarial, con el cual se solventaban los gastos de la Compañía de Jesús en la región. Ello motivaría andando el tiempo un factor determinante que sirvió como argumento, para la expulsión de la Compañía de Jesús considerada una gran empresa por estas razones, por sus adversarios.

Por lo general, los caminos de los pueblos hacia las vaquerías, se extendían por las divisorias de aguas, por terrenos “duros”, no inundables, y que accedían a lugares donde se vadeaban los grandes cursos de agua con cierta comodidad , donde se formaban naturales “rinconadas” para retener los ganados y arrojarlos en forma más ordenada para el cruce del río. Por ello también existían las postas de caminos, generalmente coincidentes con los puestos de estancias, lo que daba lugar a la doble función de los puestos - postas. Así los de San Esteban, Santa María y San José, próximos al Paso de Yapeyú, en la margen norte del Río Negro, próximos a la cuchilla de Navarro y más al norte desde la actual estación Tres Árboles hasta Tambores, otros cuatro: San Martín, San Juan Bautista, San Gerónimo y San Borja y más al norte aún, San Miguel, estancia con caá paú de yerba, presumiblemente el actual Capón de la Yerba, poco al norte de la ciudad de Tacuarembó, San Javier y Santa Ana (Santa Ana do Livramento). Estos puestos - postas estaban ubicados en la cuchilla de Haedo, viejo camino de las Vaquerías, por donde habría pasado presumiblemente, el gran arreo de las 420.000 reses de 1705.

Las llamadas, “colas” o “culatas” de las tropas, generalmente constituídas por animales mancos, rengos, vacas paridas, etc., iban quedando rezagadas y al igual que los caballos muy disminuídos en su estado, quedarían al cuidado de determinados troperos, que esperaban su recuperación para el otoño o la próxima primavera. Especial importancia adjudica Esteban Campal a este hecho, ya que en definitiva habrían quedado estos puestos - postas, dotados de capilla y se habrían traído hasta allí hasta las propias familias de los troperos tapes, dando un carácter de permanencia a esas poblaciones, constituyendo estos puestos ganaderos de Yapeyú, en el Queguay Grande, los primeros núcleos de ganados estantes o mansos, como forma de ganadería organizada en el actual territorio del Uruguay dotados por ello de gran importancia estratégica para la guarda de tierras y ganados.

Montevideo

La fundación de Montevideo, ocurre dos siglos largos después de la llegada de los colonizadores al Río de la Plata y un siglo después de la introducción del ganado en el territorio de la Antigua Banda Oriental. Durante esos dos siglos los intentos poblacionales con ánimo de posesión de estas comarcas al sur del territorio de la Antigua Banda Oriental, más bien habían fracasado y la fundación de Montevideo, ocurre tardíamente luego que los portugueses ya se habían instalado en la Colonia del Sacramento en 1680 y ya lo estaban haciendo en la Bahía de Montevideo, de donde fueron expulsados por el Gobernador de Buenos Aires, Don Bruno Mauricio de Zabala, al producirse la fundación de la ciudad en el proceso 1724 - 1726. La plaza fortificada se construyó mirando al río al cual se amparaba como puerto más que al territorio, respecto del cual se defendía con su perímetro amurallado. El esfuerzo civilizador había sido llevado hasta esa fecha con sentido norte sur desde los pueblos de Misiones hacia el Mar y con un acentuado carácter colonizador rural, de diferente sentido por cierto, dominantemente sur - norte, como advino tras la fundación de Montevideo.

Diferente había sido también la concepción de Hernandarias hacia el 1608 en sus cartas al Rey, luego de ser elegido Gobernador de Asunción del Paraguay en 1602 y haber recorrido nuestro actual territorio hacia noviembre - diciembre de 1607, “…hasta llegar a un puerto que llaman monte video” y haber navegado y puesto el nombre al río Santa Lucía. Le expresaba las bondades de nuestra tierra, para la procreación de ganados y sus proyectos para la correspondiente colonización, proponiendo el envío de mozos solteros de Castilla para “…casar con las hijas de conquistadores desta provincia del paraguay…que no tienen remedio”. Simultáneamente pedía al Rey el envío de misioneros jesuítas para adaptar el elemento indígena por medio de la religión lo que atenderá el Rey por Real Cédula de 1608, disponiendo el envío de dos misionero jesuítas. En otra correspondencia proponía al Rey unir la Asunción del Paraguay con la costa atlántica, asegurando el perfil marítimo, por los viejos caminos de los naturales, poblando en el Alto Uruguay una ciudad intermedia del trayecto, ubicada en el actual estado de Santa Catarina, Brasil. Se percibe claramente la elevación de miras de Hernandarias, quien era un colonizador, “Hijo de la Tierra” y no un conquistador. Sus propósitos alentaba en tono mayor la colonización, población y defensa del territorio regional. Seguramente de haberse seguido su proyecto, se habría conservado la Antigua Banda Oriental como su perfil atlántico hasta Santa Catarina, como una sola unidad dotada de un altísimo potencial productivo.

Luego de las invasiones bandeirantes del Alto Uruguay y el Guairá, que motivarían los éxodos del Guairá y del Tape de los Padres Antonio Ruiz de Montoya y Nicolás del Techo respectivamente, al frente de unos doce mil neófitos guaraníes cada uno de ellos, hacia el 1631 y 1636, los misioneros se concentraron en los treinta pueblos de ambas márgenes de los ríos Paraná y Uruguay. Hacia el 1641 en la batalla de Mbororé, nombre derivado del arroyo tributario por la margen norte, derecha, del Alto Uruguay, obtendrían los misioneros una resonante victoria sobre el elemento invasor bandeirante reconocida como el “Ituzaingó misionero”, que aseguraría un siglo de paz para el elemento hispano misionero donde pareció asentarse y asegurarse definitivamente el proyecto hernandariano. Pero tras la caída de la Guardia de Vaquería (Vacaría, actual Río Grande do Sul), en las nacientes del Río Uruguay, en el 1735, quedaba expuesta a la depredación de los portugueses, la existencia de la Vaquería de los Pinares, poblada con la gran tropeada de 1705 procedente de la Vaquería del Mar. A partir de esa fecha el avance portugués será incesante sobre las “dilatadas llanuras abiertas” del Alto Uruguay de la Antigua Banda Oriental. Se pretendió poner fin a esta situación, con la firma del tratado de Madrid en 1750 entre Portugal y España. Era el llamado Tratado de Permuta, pues Portugal entregaba a España la Colonia del Sacramento y España los Siete Pueblos de Misiones Orientales a Portugal. En realidad, los territorios pertenecían por Derecho, todos a España, por lo que ésta era la única perjudicada en la instancia.

La resistencia de la población misionera en la entrega de los Siete Pueblos de Misiones Orientales trajo como consecuencia la llamada Guerra Guaranítica o de los Siete Pueblos, que dejó como saldo la derrota del ejército guaraní en la batalla de Caibaté, localidad ubicada, poco al norte de la actual ciudad de Bagè con la muerte de 1.500 guaraníes y la de su jefe, el legendario caudillo Joseph (Sepé) Tiarayú, Corregidor del Pueblo de San Miguel, a cargo de un ejército hispano - portugués. En el año 1761 el Tratado de Permuta fue dejado sin efecto por el Convenio de El Pardo. En el año 1767 fueron expulsados los Padres de la Compañía de Jesús, haciéndose cargo de sus bienes las llamadas Juntas de Temporalidades. En 1776 llegaba don Pedro de Ceballos con 9.000 hombres que desarrollaría una campaña arrolladora y fulminante contra los portugueses, tomando la isla de Santa Catalina, destruyendo hasta el cimiento la Colonia del Sacramento y tomando el territorio de Río Grande del Sur. En ese año se creaba el Virreinato del Río de la Plata nombrándose al enérgico Ceballos en el flamante cargo. Finalmente se firmaría el Tratado de San Ildefonso en 1777, donde los Siete Pueblos de Misiones Orientales quedaban para España y la parte oriental del actual Río Grande do Sul y su perfil atlántico para Portugal. El Río de la Plata quedaba de exclusiva navegación para España, creándose el Apostadero Naval de España en el Río de la Plata, con sede en la Plaza Fuerte de Montevideo.

Como saldo, quedaba desmembrada la Antigua Banda Oriental, perdido en el tiempo el proyecto hernandariano, expulsada de América, la Compañía de Jesús y sus neófitos guaraníes caídos en el descreimiento respecto de una Fe y un Rey a los que habían servido con devoción, honor y orgullo desde su Heredad Natal. Los ojos interesados de los nuevos aspirantes a la explotación de los ganados, volcarían su mirada hacia las “dilatadas llanuras abiertas” de los campos de Misiones, mientras, “la noche del Coloniaje, no alboreaba en América” … .

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