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Por: gsere27 Julio 2015

HERRERA Y EL PARAGUAY

I) LOS ORÍGENES:

El Dr. Luis Alberto de Herrera es hijo del Dr. Juan José de Herrera

(1832-1898) y de Manuela Quevedo, esta familia provenía de territorios

españoles, que actualmente integran la República Argentina, el primer

Herrera llegado a Montevideo fue Luis de Herrera e Izaguirre, cuando

fue destinado a cumplir encargo público en esta capital, quien contrajo

matrimonio con Gervasia Josefa de Basavilbaso. De tal matrimonio nació -

entre otros- Luis, que fue padre de Juan José, alcanzó el grado de

Coronel y ocupó cargos políticos, entre otros Jefe de Policía de

Montevideo, Ministro de Guerra, Capitán de Puertos y lo más importante,

Oficial de la escolta de Alvear en Ituzaingó.

En la autorizada opinión de Raúl Molina, principal biógrafo de

Hernandarias, esta familia es una de las tantas que de Hernandarias

derivan, quien -como es sabido- es hijo de la Asunción del Paraguay.

II) EL DRAMA FAMILIAR:

En aquellos tiempos en que se fraguaban nuestras nacionalidades,

ninguna profesión con tanto riesgo que la política.

Juan José de Herrera, primero, y Luis Alberto después sufrieron

persecuciones y destierros, algunos memorables por lo crudos como el de

la Barca Puig, que llevó al canciller de Berro a Cuba y EE.UU, junto a

un grupo destacado de compatriotas.

Ese drama familiar y nacional se trasladará más adelante al libro bajo

el título “El Drama del 65″.

Esa situación vivida por Juan José de Herrera y su familia, que culmina

con la Hecatombe de Paysandú, la caída del gobierno del partido Blanco

y se expande en las llamaradas de un tremendo incendio, que arrasa la

tierra paraguaya, sus hombres, su soberanía, pero que también sacrifica

miles de vidas argentinas, orientales y brasileñas. La pira se alimenta

con hombres de toda la región, casi todos injustamente llevados a la

muerte, por unos pocos responsables de la situación, a quienes les

faltó grandeza para evitar aquel martirio colectivo.

De esa vorágine, de sus consecuencias posteriores, Luis Alberto de

Herrera extraerá tres de sus más grandes tareas:

A-) Una política: Luchar para devolver el poder conculcado a su

Partido Político, despojado del mismo, por la fuerza de las armas y de

una triple alianza integrada por Flores, el Imperio de Brasil y el

gobierno de Mitre. B-)Una histórica: Descubrir y escribir la verdadera

historia de lo acaecido y darla a conocer mediante su divulgación, para

destruir la versión oficial dictada por los vencedores.

C-) Una ideológica: Generar una teoría en salvaguarda de la

independencia soberana de la Patria Chica.

A) La tarea política, le hizo un formidable luchador. Y luchó desde

muchacho en el quehacer cívico, más cuando tuvo que ser revolucionario

no tuvo temor alguno en hacerlo. En 1897 integró el famoso grupo

inmortalizado como “Los 22 de Lamas”, pues fueron 22 orientales

rebeldes que acompañaron al Coronel Diego Lamas en la invasión desde

Argentina hasta Puerto del Sauce, en el comienzo de aquella gloriosa

clarinada en pro de las libertades. En 1904 abandona la cómoda posición

de un cargo diplomático en Washington por la de soldado raso de

Saravia, pasando a ser secretario del caudillo junto a los otros dos

Luises, Ponce de León y Pastoriza.

Con el último hálito de vida, llegó a destino el 30 de noviembre de

1958, recuperando el gobierno perdido casi un siglo antes.

No pudo disfrutar del triunfo, pero sí integrar un gabinete de

excepción, constituido por grandes ciudadanos, varios de ellos de

filiación y militancia colorada.

El Canciller designado fue el Tte. de Navío Homero Martínez Montero

colorado, por ser quien más sabía del tema de límites con la república

Argentina; preocupación obsesiva de Herrera.

B-) La tarea histórica. Si bien él mismo dice que su padre no era muy

comunicativo, es imposible que no haya tenido conocimiento de todos los

eventos y acciones del mismo; y de modo particular como representante

diplomático ante el gobierno de Paraguayo y luego como canciller de

Berro. Los papeles del padre y la intención de su publicación no

realizada por faltarle las notas que él enviara y no habiendo accedido

el gobierno de Herrera y Obes, a su pedido de revisar los archivos de

la cancillería.

C-) Tarea ideológica o doctrinaria. La experiencia vivida por sus

antepasados y lo aprendido a través del derecho y de la historia, le

generaron una preocupación constante de proteger a su Patria. Para ello

creó doctrina nacionalista y fue poniendo mojones muy marcados para la

creación de una política internacional que garantizara el destino de

las Patrias chicas.

“Una nación sólo puede dejar la huella de un tránsito grávido sobre la

faz de la tierra, manteniéndose fiel a sus propias razones de vida,

cuidando la herencia material y la tradición espiritual, escarbando en

su propia esencia vital y nutriéndose con los jugos de su propia

savia”.

“Es un morbo disociador para todos los pueblos y especialmente para los

pequeños, que sólo pueden librarse e la tentación de entregamientos,

cuando la conciencia se halla fortificada por la disciplina casi

religiosa que crea la constante devoción por la historia de las cosas

propias”.

En el campo internacional: “primero que todo está lo nuestro”, pero

luego aclara que su nacionalismo no es una doctrina cerril, expresando:

“?no pretendemos vivir aislados del resto de la comunidad humana, no

queremos ser ajenos a sus tribulaciones y dolores, pero debemos empezar

por cuidar la parte que se nos ha confiado: la patria que tenemos.”

“Es siempre útil repetirlo: totalmente uruguayos, por aquí nacidos y

porque el alma así lo ordena. Como en el verso de Musset, digamos con

arresto y con halago:”Mi vaso es pequeño, pero yo bebo en mi vaso”.

“El sabor local sirve de asiento a nuestra independencia. Ni por

temperamento, ni por historia, ni por destino, ni por aspiración de

futuro somos argentinos o brasileños. Hemos sido y queremos seguir

siendo, orientales; nada más”.

En esa postura nacionalista, se basa su doctrina de política

internacional, que fue duramente atacada en algunos momentos de la

historia nacional, y hoy es doctrina aceptada por todos los partidos

sin discusión.

No intervención de las potencias en los países pequeños. Defensa

irrestricta de la soberanía, igualdad de los Estados como sujetos de

derecho, ante el derecho internacional.

III) HERRERA REVISIONISTA:

Como hemos dicho, desde la cuna paterna asoman los problemas políticos,

las divergencias ideológicas, los conflictos de intereses, y todo ello

en gran embrollo dentro de la matriz histórica. Los vencedores, es

sabido que escriben la historia, y los vencidos la soportan, pero llega

un instante en la vida de los hombres y de los pueblos, en que se

produce la rebelión sagrada del querer saber y para ello la búsqueda de

la verdad, se vuelve la principal faena.

Se trata de un historiador con mayúscula. Es de los que yo llamo

“Rabdomantes de la historia”, porque gastan vista y vida, desentrañando

de los archivos los documentos que superan a lo escrito por los

vencedores.

Hurgó en cuanto archivo pudo, pero además por su condición de Jefe y

Caudillo político y gobernante, tuvo posibilidades superiores al común

de los mortales, y aprovechó toda oportunidad para buscar los caminos

que revieran la historia oficial que se enseñaba en todos los ámbitos

nacionales y regionales.

Son sus compañeros de faena: Manuel Gálvez, Carlos Ibarguren, Font

Ezcurra, Carlos Pereira, Vicente Sierra, O`Leary, y todos ellos animan

a los nuevos historiadores y escritores como Rosa, Berro y tantos

otros.

Herrera para su prédica utiliza su diario “El Debate”? donde luego de

escribir numerosos editoriales, los traslada al libro, además de otros

libros que como tales se editan.

Sobre el tema que nos ocupa, publicó los siguientes libros: 1) “La

Diplomacia Oriental en el Paraguay”, 2) “Buenos Aires, Urquiza y el

Uruguay”, 3) “La clausura de los ríos”, 4) “El Drama del 65″, 5)”Antes

y después de la triple alianza”.

La obra historiográfica de Herrera que por su volumen e importancia se

ha comparado, con justicia, con la del mexicano Carlos Pereyra y otros

de su misma estatura y orientación, representó un viraje extraordinario

en el estudio de los temas rioplatenses. Revisó archivos, compiló un

caudal inmenso de libros, publicaciones periódicas y documentos de

América y Europa y expuso sus conclusiones con vigor polémico y

absoluta honradez intelectual. Así fue de plena justicia que en 1950,

el IV Congreso de Historia de América, en Santiago de Chile y a moción

del gran historiador mexicano Silvio Zavala, consagrara a Herrera como

“Padre del Revisionismo Americano”.

IV) COMO SE PRODUCE LA TRÁGICA GUERRA, SEGÚN HERRERA

“Fue en Río de Janeiro y fue en Buenos Aires donde se decidieron los

destinos de la nacionalidad oriental.

Fueron los consejeros del Emperador y fueron el Gral. Bartolomé Mitre

y sus ministros quienes otorgaron el triunfo a los revolucionarios del

63 y quienes nos llevaron al Paraguay a colaborar, contra nuestra

voluntad y contra nuestro interés, en la decapitación de un pueblo

heroicamente valeroso y leal amigo de nuestro pueblo.

Sólo ofende la verdad sostener lo contrario”

Rufino de Elizalde, canciller de Mitre, decía, al Ministro inglés

Thornton: “que esperaba vivir bastante para ver a Bolivia, el Paraguay,

el Uruguay y a la República Argentina unidas en confederación y

formando una potente República en la América del Sur”

“Íntima y fatalmente eslabonados están, pues, los sucesos orientales,

argentinos, brasileños y paraguayos, en aquella época, la más trágica

que haya conocido la América del Sur”.

“De un lado, Flores, revolucionario impotente, con Mitre, su amigo y su

aliado y su aliado, y don Pedro II, frente al Paraguay: los dos últimos

por temor de futuro y el primero por compromiso de gratitud.

De otro lado, Berro, y luego Aguirre, socavados en un principio por

Buenos Aires y después por el Brasil, buscando apoyo en el Paraguay y

en Entre Ríos y Corrientes, uniformados todos en su animadversión

orgánica al Imperio y al centralismo absorbente de Buenos Aires”.

V) PRÓLOGO A LA AGRESIÓN AL PARAGUAY, O ENSAYO GENERAL PARA LA MISMA.

El drama de la guerra destruye al gobierno constitucional del Uruguay,

previamente caen Florida: y se sacrifica a sus heroicos defensores,

luego 33 días de sitio a Paysandú, la triple alianza operando con

impresionantes fuerzas y artillería a discreción termina con la

resistencia, y sobre las ruinas humeantes se fusilan a sus defensores,

a cuyo frente luce su grandeza Leandro Gómez.

Se ha cumplido el primer acto o prólogo o ensayo general y ahora ir por

Paraguay. Dos grandes potencias y una pequeña, llevada por obligado

pago de favores recibidos “troco de ayudas”.

VI) DOS PUEBLOS HERMANOS CON UN DESTINO PARECIDO.

?Dos patrias de extraordinaria personalidad gentilicia que, por eso

mismo, irritan, como obstáculo, porque no se arquean ante la ajena

tentativa del imperio.

Fundadora de la civilización rioplatense, la una; por ella sostenida en

su comienzo montevideano, la otra, se sienten y comprenden como

hermanas de muy parecidos rasgos y futuro?. Ese es el juicio que le

merecen las dos patrias ?Guayas? al Dr. Luis Alberto de Herrera, en

?Antes y después de la Triple Alianza?.

D-) La provincia del Paraguay: El 20 de julio de 1811, después de un

congreso, La Junta del Paraguay envía nota a la de Buenos Aires, y en

ese documento se explicitan las condiciones en base a las cuales puede

existir el relacionamiento: ?No es dudable que abolida o deshecha la

representación del poder supremo recae éste o queda refundido

naturalmente en toda la Nación. Cada pueblo se considera entonces en

cierto modo participante del atributo de la soberanía, y aún los

ministros públicos han menester su consentimiento o libre conformidad

para el ejercicio de sus facultades. De este principio tan importante

como fecundo, y que V. E. sin duda lo habrá reconocido, se deduce que,

reasumiendo los pueblos sus derechos primitivos, se hallan todos en

igual caso y que igualmente corresponde a todos velar sobre su propia

conservación?. Esta teoría era reconocida por los hombres ilustrados y

no hay duda que Francia lo era, y como ex discípulo de Córdoba, allí lo

había aprendido de las teorías del padre Victoria y de Suárez y sus

compañeros. Felipe Ferreiro y el Padre Furlong, afirman este criterio y

lo explicitan, en sus trabajos sobre la independencia de las provincias

suramericanas.

Vuelta la soberanía al seno de la Nación, para delegar tales poderes el

mejor sistema sería el de constituir una Confederación y así se expresa

tal pensamiento: ?La confederación de esta provincia con las demás de

nuestra América, y principalmente con las que comprendía la demarcación

del antiguo virreinato, debía ser de un interés más inmediato??;

agrega, la nota: ?Se engañaría cualquiera que llegase a imaginar que la

intención de la provincia había sido entregarse al arbitrio ajeno, y

hacer dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso nada más

habría adelantado, ni reportado otro fruto de su sacrificio, que el

cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo?; esa fue la actitud del

Paraguay defendiendo sus derechos frente a los gobernantes porteños.

Cabe destacar que tres de los integrantes de la primera Junta de Buenos

Aires habían sido compañeros de Francia en las aulas de Córdoba, y

eran ellos: Juan José Passo, Juan José Castelli y el Pbro. Manuel

Alberti.

También estuvo presente en Paraguay, el espíritu de la revolución de

las colonias inglesas de Estados Unidos. Así lo revela Francia a los

delegados de Buenos Aires Gral. Belgrano y Dr. Vicente Anastasio

Echevarría.

Por eso y por la doctrina que en Estados Unidos nació y se expandió por

nuestra América del Sur, es que el sistema conveniente para la

ordenación de los nuevos estados, era el sistema federal. La

experiencia de Estados Unidos, en sus orígenes es una buena escuela,

que fue aprovechada, sin duda por Artigas y sus asesores, como lo

veremos a continuación.

E-) El pensamiento Oriental

El Dr. José Salgado sobre los orígenes del federalismo, expresa: ??el

federalismo de Artigas, y en general, el federalismo rioplatense es un

sentimiento innato en nuestro pueblo, herencia del individualismo y

cantonalismo español, trasplantado a América por los conquistadores y

por los colonizadores. Las instituciones norteamericanas nos dieron la

forma, en el momento oportuno, de plasmar, en los textos

constitucionales del Río de la Plata, ese espíritu innato de autonomía

y federación?. Ya antes, había dicho: ?Los autores de estos Proyectos

(de constituciones federales) habrán utilizado para sus trabajos la

traducción de García de Sena, sin que haya derecho a afirmar que sólo

después de su lectura, conocieron los textos americanos. Es posible que

tuvieran a la vista otras fuentes de información? (En ?El federalismo

de Artigas?, págs. 190 y 191).

?Artigas no inventó el federalismo, no ideó sus fórmulas

institucionales ni creó, evidentemente, las causas que lo produjeron,

pero en cambio lo encarnó como nadie en esta parte de América, siendo

su propulsor más firme y decidido. Recogió las fórmulas

constitucionales norteamericanas que servían para articular una

realidad autonómica que él sentía, y llevó estos principios -únicos

aplicables en el momento-, con decisión, arrojo y abnegación, hasta su

imposición definitiva?. (Opinión del Dr. H. Gros Espiell en ?Artigas?,

publicación de El País, pág. 225).

Ese pensamiento oriental, la tozudez de Artigas y más tarde del

Libertador Lavalleja, en defender los derechos legítimos de la

Provincia, se basan en todo un largo proceso de formación de los

caracteres que conforman en el Pueblo Oriental, una nación, y no

cualquiera, sino una nación libre y democrática.

VII) UNA GUERRA LAMENTABLE

Por donde se le mire, cualquiera sea la posición que se tenga, respecto

de la misma, más allá de las ventajas territoriales obtenidas por

Brasil y Argentina, arrancadas por la fuerza, a nadie pudo beneficiar

tal conflagración.

Herrera que siempre proclamó un juicio sereno sobre los hombres y sus

actos, en el largo periodo de formación de nuestras nacionalidades y

estados, aquí, cuando se trata de juzgar la conducta de los triple-

aliados, es lapidaria. Se nota que esta coalición y esta guerra

intervencionista en Uruguay y en Paraguay, le indigna y cambia el

juicio amplio y generoso, por otro mucho más ácido.

En “Tierra Charrúa”, afirma: “La guerra del Paraguay señala la memoria

del crimen internacional más grande que se haya consumado en la América

del Sur.

“Pues la República Paraguaya, que en 1865 fue mutilada en su acepción

territorial y autonómica, que padeció entonces lo indecible, que perdió

sangre, riquezas, y y esperanzas, hasta casi morir, reproduce en el

lienzo continental el espectáculo de aquel bárbaro despojo.”

En “La Diplomacia Oriental en el Paraguay”, señala: “?desde hace muchos

lustros se está repitiendo que la conflagración de 1865 fue obra

exclusiva de las cóleras despóticas del mariscal López; que el

gobierno del general Mitre jamás comprometió su imparcialidad en la

guerra civil que arranca en la invasión del general Flores; que el

Imperio del Brasil nos trajo la guerra, obligado por la soberbia de

nuestra cancillería; que fuimos al Paraguay a librarlo de un tirano, a

redimirlo, a civilizarlo.

Sería adorable la ingenuidad de tales asertos, si ellos no sellaran

pérfidas adulteraciones de la historia.”

En el mismo libro, en otro párrafo, expresa: “Aquella gran guerra la

decretaron, en briosa colaboración de responsabilidades, la política

abusiva de Buenos Aires y las ambiciones territoriales del Brasil:

último episodio del litigio unitario-federal y nuevo capítulo de las

codicias imperiales”.

Y en “El drama del 65″, es lapidario: “Ni piedra sobre piedra resta del

Paraguay, al que fuera a libertar, con celo tanto que, antes de

cruzarse los hie4rros, ya estaba repartido su territorio.”

La pena de este proceso tan sangriento y doloroso, en primer término

para el Uruguay, luego para el Paraguay; pero? ¿y que de los miles de

argentinos y brasileños, víctimas humildes e indefensas de las órdenes

de sus gobiernos, que quedaron para abono de la tierra, en muchas

batallas, pero principalmente ante las defensas de Curupaytí?

El dolor se instaló en miles y miles de hogares de los pueblos, por

vecinos amigos, por sencillos similares, y por su sacrificio

semejantes.

EPÍLOGO: Los fusilamientos de Florida el 4 de agosto de 1864, la

Hecatombe de Paysandú, con el sacrificio del General Leandro Gómez y

varios de sus jefes subalternos, tiñeron de sangre la tierra oriental.

Tierra sacrificada: Y reitera el concepto, como si fuera necesario

hacerlo, expresando:

“Ninguna patria del sur ha defendido más veces y con más desesperación

su autonomía. No hemos querido ser ni ingleses, ni portugueses, ni

argentinos, ni brasileños; y todas esas codicias ensayaron la garra en

nuestro suelo?”

Por tanta sangre derramada fue que Hudson la retratara en su novela?

bautizándola “TIERRA PURPÚREA”.

Poco después Humaitá llevó el mismo destino que Paysandú; en Rubio Ñú

pelearon hasta el sacrificio los niños y en Cerro Corá cayó el Mariscal

y con él el Paraguay.

Cuando una madre generosa alimenta de su pecho, además de su hijo a

otro niño, estos dos son para el resto de su vida HERMANOS DE LECHE.

Por los sacrificios vividos y por la sangre derramada, Paraguay y

Uruguay, las Patrias Guayas, como a mí me gusta llamarlas, son en

verdad HERMANAS DE SANGRE.

Raúl Iturria - Montevideo, 2013

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