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Historia

Hablar de Atlas no sólo es referirse a uno de los equipos de más abolengo e importancia en el fútbol mexicano, es conocer una parte significativa de la identidad de Guadalajara, de las pasiones y valores de su gente, el impacto de un deporte europeo que adquirió un sabor único al mezclarse con la festividad e intensidad latinoamericana. Innumerables historias de vida que abarcan a múltiples generaciones, estratos sociales e idiosincrasias, todos unidos por la magia creada al rodar el balón.

 

Los orígenes del “sostén del mundo”

El mejor punto para iniciar a narrar la historia de Atlas es el México de la era de la Revolución. Una época en que inmigrantes europeos llegaban a iniciar una nueva vida en un país generoso y abierto para asimilar distintos rasgos culturales, al transformarlos en propios.

La ciudad de Guadalajara se convirtió en un sitio especialmente atractivo para los europeos recién llegados por su abundancia de recursos y entorno pacífico. Una de tantas familias que se asentó en la Perla de Occidente fue la de Manuel Cortina, procedente de Madrid y padre de dos hijos, el menor de ellos era Juan José, quien estaría destinado a ser un incansable visionario con una idea que cambiaría para siempre el panorama cultural de la localidad.

Juan José Cortina pasó la mayor parte de su infancia estudiando en Inglaterra, donde su pasatiempo favorito era practicar un deporte, de reciente creación en esos días, que lo cautivó por completo: el fútbol.

Al morir su padre se vio obligado a tomar el control de las propiedades familiares en Guadalajara. La semilla emprendedora ya crecía en su interior al momento de regresar al país y enterarse de que varios jóvenes de importantes familias como los Fernández del Valle y los Orendain también habían regresado de colegios ingleses donde practicaron este nuevo deporte, decidió reunirlos en un café del centro de la ciudad para desarrollar su providencial plan: la fundación de un club de fútbol con la disciplina, nivel y organización que había experimentado en sus viajes a Inglaterra.

Las conversaciones generaron un revuelo tal en todos los asistentes que se pactó la creación del club y Cortina consolidó así su genial propuesta que trascendería a su tiempo y sus expectativas iniciales. El 15 de agosto de 1916 quedaría fundado de forma oficial Atlas.

Como el mismo Juan José “Lico” Cortina relata en un artículo escrito en 1936: “A mí me tocó bautizarlo con el nombre de Atlas, pues nuestro entusiasmo era tal que ya nos creíamos el sostén del mundo”, al hacer referencia al titán de la mitología griega que cargaba al planeta en su espalda.

También se decidió crear un escudo que a la postre se convertiría en uno de los más icónicos y elegantes de toda la historia del fútbol mexicano. Cortina acudió con un amigo cercano para que diseñara el símbolo.

“Fui con mi amigo y conocido artista don Carlos Stahl y le di una idea de lo que quería. Ni corto ni perezoso en menos de veinte minutos me presentó el escudo de la codiciada A blanca, con su fondo rojinegro”, compartió “Lico” Cortina en su crónica de 1936.

La identidad del equipo se concretó con la creación de un uniforme, idea motivada por el desacuerdo de los primeros atlistas con la informalidad de los jugadores locales de aquella época, quienes se limitaban a jugar con su ropa de uso diario. Fueron los hermanos Ernesto, Tomás y Rafael Orendain quienes propusieron usar los colores rojo y negro, que simbolizaban al mártir san Lorenzo, patrono del colegio Ampleforth de Inglaterra, donde estudiaron.

De forma casi inmediata se empezó a competir en contra de los otros equipos de la ciudad, como el Águila, Colón o Morelos, pero rápidamente se forjó una rivalidad que terminaría definiendo de forma significativa la identidad de Atlas: los juegos en contra del Guadalajara.

El primer clásico tapatío del que se tiene registro, y que lo hace el más antiguo en el país, ocurrió en 1917. Fiel a su costumbre de imponer condiciones en los partidos más importantes, Atlas apabulló 18-0 al Guadalajara y dejó colocados los cimientos de una rivalidad que se extiende hasta la actualidad.

Los primeros títulos en el Paradero

Ubicado en el camino entre los municipios de Guadalajara y Tlaquepaque, el Parque Paradero fue sede de los entrenamientos de Atlas desde 1918 hasta 1980. Este mítico campo fue testigo de los primeros títulos de la era amateur. En aquellos días, los Rojinegros se convirtieron en potencia absoluta de los torneos denominados de Primera y Segunda Fuerza.

La década de los veinte trajo importantes eventos para Atlas, que ya se posicionaba como insuperable protagonista del balompié en Jalisco. En 1921 se jugó el Torneo Centenario en la Ciudad de México ante el equipo Luz y Fuerza, el primer torneo que Atlas jugó fuera del estado de Jalisco. Entre 1921 y 1929 se consiguieron cinco campeonatos de Segunda Fuerza, siendo los Rojinegros un rival implacable.

 La profesionalización y una década de éxitos

 Al crecer el interés por la práctica del fútbol en Jalisco, los jugadores se sentían cada vez más limitados por la organización de pequeños campeonatos locales, hecho que coincidió con que la liga de la Ciudad de México buscaba la incorporación de más equipos y, por su parte, los futbolistas buscaban mejores salarios y condiciones. Al ser el principal protagonista en Jalisco, Atlas no dudó en dar el salto hacia horizontes más amplios y unirse a la primera Liga nacional de fútbol profesional que se fundó en 1943.

La década de los cuarenta demostraría el porqué Atlas estaba destinado a trasladar su protagonismo local hacia el plano nacional. Con una brillante generación de jugadores que incluía a Felipe Zetter, Jesús “la Chita” Aldrete, Rodrigo Solano, entre otros ídolos rojinegros, el primer título de la era profesional llegaría con la Copa México de 1946, en la cual, con marcador de 5-4, los Rojinegros salieron avantes en contra de Atlante, colocando el primer aviso de que este equipo daría mucho de qué hablar con más triunfos y copas. Ese mismo año se ganaría el Campeón de Campeones.

En 1950 llegaron los primeros roces internacionales y destaca un vibrante duelo ante el entonces subcampeón argentino River Plate que los Rojinegros ganaron por 3-2. La victoria dejó tan impresionados a sus rivales que el mismo presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, les entregó una réplica del sable del libertador San Martín, reconociendo su talento.

 Una tarde de gloria: el primer título de Liga

La confianza del equipo dirigido por Eduardo “Ché” Valdatti subía a la par de su nivel y para 1950 ganaron su segunda Copa México y Campeón de Campeones, confirmando que eran, por mucho, el mejor equipo de aquellos días.

La temporada 1950-1951 coronaría el buen momento que los Rojinegros atravesaban. Atlas llegó como amplio favorito para llevarse la Liga ese año y, semana a semana, fue haciendo válidos los pronósticos al mantenerse firme en la primera posición aunque no sería una lucha sencilla debido a que el Club León se acercaba peligrosamente hasta la penúltima fecha, cuando los Rojinegros tenían la oportunidad de sellar el primer lugar si derrotaban ni más ni menos que al acérrimo rival: el Guadalajara.

La expectativa por este partido contagió a toda la ciudad de Guadalajara que generó un lleno total en el Parque Felipe Martínez Sandoval, presagiando una tarde que entraría directamente a los momentos más gloriosos de la historia atlista.

Fue el 22 de abril de 1951 el día en que los corazones rojinegros latieron al unísono para apoyar a los del Paradero en una fecha trascendental. El partido inició tenso, con un Guadalajara que no cedía terreno a los embates de Atlas, pero a los diez minutos de la segunda mitad, una falta dentro del área a favor de los “Académicos” le dio la oportunidad a Edwin Cubero de transformarse en leyenda. El partido se decidió con un tiro de castigo desde el manchón penal cobrado de forma magistral por el artillero costarricense, quien engañó al arquero rival. El marcador ya anunciaba el 1-0 para Atlas que terminaría siendo definitivo.

De esta forma, Atlas se convirtió en monarca del balompié nacional, además de convertirse en el primer equipo de Jalisco en ganar dicho título.

La primera academia de fútbol

Atlas, como institución, se ha distinguido desde el primer momento por tener una vocación pionera, ya sea en la creación de uniformes cuando nadie más los usaba, o bien, en la práctica de un fútbol técnico cuando se hacía de forma tosca y rudimentaria. Toda esta experiencia y pasión por la disciplina se vio reflejada en 1958 con la fundación de la primera escuela organizada de fútbol en México.

Este plantel, ubicado dentro de las instalaciones del Paradero, además de enseñar los conceptos básicos del fútbol impartía clases de ortografía, gramática, oratoria, entre otras. El sacerdote José Rosario Martínez, quien fue uno de los principales impulsores de esta escuela, dijo sobre los orígenes de este concepto:

“Había muchos jugadores viejos que se ponen la camiseta de Atlas y juegan y son Atlas de corazón; pero no se tenían fuerzas inferiores… ‘¿Y qué sugiere usted?’ me preguntaron. Pues dejar a esos jugadores viejos y formar una pirámide con tres equipos infantiles, tres juveniles de segunda, dos de primera, uno de intermedia, etc. Así nació la escuela”.

 

Un “Monumental” nuevo hogar

Con el paso de la década de los cincuenta se hacía evidente que el crecimiento de Guadalajara como una ciudad moderna e industrializada había hecho insuficiente el espacio del antiguo Parque Felipe Martínez Sandoval del barrio de Oblatos.

Con el afán de que la ciudad tuviera un recinto digno de un equipo como Atlas y su historia, el directivo rojinegro, Alberto Alvo, presentó en 1954 el proyecto de un estadio apegado a la modernidad que resistiera la prueba del tiempo y pudiera albergar los juegos de cualquier equipo del mundo.

Una tarea de tal magnitud tomó su debido tiempo, dos años después se iniciaron los trabajos en la colonia Independencia y en 1960 se inauguró, glorioso e imponente, el “Monumental” Estadio Jalisco. Fueron los Rojinegros quienes jugaron el primer partido en su cancha ante San Lorenzo de Almagro y fue Alfredo “Pistache” Torres el primer jugador en poner un pie sobre su césped.

Nueva década, nuevas Copas

Los sesenta serían nuevamente una época de alegrías para la afición rojinegra que fue testigo del enorme nivel futbolístico de una generación comandada por Alfredo “Pistache” Torres, quien para esos días ya era un experimentado delantero acompañando a otros excelsos futbolistas como Guillermo “Campeón” Hernández o al brasileño Ney Blanco, quienes colaboraron en la conquista de dos torneos de Copa.

El primero de mayo de 1962 Atlas ganó su tercera Copa, al derrotar al Tampico con marcador de 1-0 jugando la final en la Ciudad de México y días más tarde otra victoria sobre el Guadalajara daría a los Rojinegros el título de Campeón de Campeones de esa temporada.

En 1967 la cuarta Copa México entraría a las vitrinas de la institución, siendo Veracruz el rival en la final. Los goles de José “Dumbo” Rodríguez y Jesús Delgado fueron los que sellaron la victoria por 2-1.

Fue en esta década que el juego rápido, inteligente y efectivo que desplegaban los jugadores de Atlas les valió dos motes nuevos, el de “Zorros”, que los acompaña hasta la actualidad, y el de “Los niños catedráticos”.

Los amigos del balón

En los setenta Atlas apostó por jóvenes jugadores mexicanos bajo la dirección de Alfredo “Pistache” Torres. De esta generación destacó especialmente Ricardo “Astroboy” Chavarín, quien se convertiría en el goleador de los Zorros durante esta era con sus 62 tantos vistiendo la camiseta rojinegra.

Chavarín, junto con otros como el arquero Héctor Brambila, Bernardino “Berna” García y José Luis “Pillo” Herrera formaron parte del plantel que alcanzó las semifinales de Liga en 1973. Debido a que su estilo de juego era altamente vistoso, con mucha velocidad y verticalidad al ataque, fueron llamados “Los amigos del balón”.

 

Adiós al Paradero

En los ochenta Atlas pasó por una época de cambios administrativos con el objetivo de darle al equipo instalaciones modernas e inició un ambicioso plan para fortalecer a sus fuerzas básicas. Parte de esta reestructura incluyó la venta de los terrenos del Paradero.

Fue así que en 1985 comenzó a trabajarse en el Centro de Capacitación de Fútbol (CECAF), piedra angular de los resultados tan positivos que tendría este rubro una década más tarde.

En esta época, el primer equipo deleitó a los aficionados con los goles de José de Jesús “Güero” Aceves, quien se convertiría en una leyenda rojinegra al anotar 82 tantos que lo posicionaron entre los goleadores históricos de Atlas. Un jugador infalible en el área rival digno de la estirpe de los Zorros.

La llegada de los “Niños Héroes”

La última década del siglo XX significó una verdadera revolución propulsada por el trabajo de las fuerzas básicas, que se consolidaron en esta era como la mejor y más prolífica cantera de México. Para esto fue trascendental la llegada de Marcelo Bielsa en 1992 al frente de las divisiones menores. Jóvenes rojinegros como Jared Borgetti o Pável Pardo debutaron con un hambre insaciable por trascender al mostrar cualidades propias de jugadores de mayor edad y experiencia.

En la segunda mitad de los noventa, la llegada de Ricardo Lavolpe, un entrenador con afinidad por debutar jugadores jóvenes, sería responsable de una generación que rompió todos los pronósticos y expectativas para un equipo basado en fuerzas básicas.

Con una mayoría de jugadores poco experimentados, pero que nunca mostraron complejos ni titubeos, Atlas sorprendió en el Torneo Verano 1999 al convertirse en un equipo ágil y explosivo que al mismo tiempo era ordenado en la defensa. Nombres como Rafael Márquez, Mario Méndez, Daniel Osorno, César Andrade y Juan Pablo Rodríguez eran acompañados por la experiencia de Hugo Norberto Castillo para integrar un equipo fuerte en todas sus líneas, con una química inigualable que permitía espectacularidad durante los noventa minutos de cada juego.

En una de las finales más dramáticas que se recuerden en la historia del fútbol mexicano, Atlas enfrentó a Toluca por el título de Liga. Los Rojinegros lucharon de poder a poder, primero con un vibrante empate a tres en el Estadio Jalisco y luego con otro empate a dos en la capital mexiquense. Todo se definió en la tanda de tiros penales donde Atlas obtuvo el subcampeonato.

El nuevo milenio y la aventura sudamericana

 

En el 2000, aún dirigidos por Lavolpe, se presenta la oportunidad de disputar por primera vez una Copa Libertadores, el torneo de clubes más importante del continente. Los Rojinegros enfrentaron en la fase de grupos a River Plate, Universidad de Chile y al Atlético Nacional de Colombia. Atlas se clasificó a la siguiente ronda como segundo lugar y avanzó hasta los cuartos de final, donde fue eliminado por Palmeiras de Brasil.

Mientras tanto, la cantera continuó produciendo jugadores del más alto nivel, como Andrés Guardado, quien debutó en 2005 asombrando a los aficionados y al medio futbolístico con su técnica y velocidad; al poco tiempo emigró al fútbol europeo.

En 2008 se vuelve a participar en Copa Libertadores, esta vez contra Boca Juniors de Argentina, Colo Colo de Chile y Maracaibo de Venezuela. En aquella edición los Zorros se mostraron implacables como local, derrotando a sus tres rivales en el Estadio Jalisco con goleadas. Nuevamente se accedió a la ronda de cuartos de final, imponiendo respeto entre las escuadras sudamericanas.

Tras ubicarse como el tercer mejor equipo del Apertura 2014, los Zorros regresaron en el 2015 al certamen continental y se ubicaron dentro del grupo 1, el cual compartieron junto a Atlético Mineiro, Independiente de Santa Fe y Colo-Colo de Chile, sumando seis puntos y llegando hasta la segunda fase del torneo.

Un futuro brillante, que apunta hacia lo más alto

A finales de 2013 inició en Atlas una nueva era enfocada en posicionar al equipo como una institución ganadora en todo torneo que se dispute. Con el objetivo de darle la estabilidad que merece, Grupo Salinas asumió la propiedad del equipo para aportar su experiencia en cuanto a la administración de clubes de fútbol, respaldado con múltiples éxitos y campeonatos.

En poco tiempo, Grupo Salinas ha logrado impregnar un sello de carácter y actitud en los Zorros, retomando de esta forma, los primeros planos del fútbol mexicano y el protagonismo para el que esta institución fue creada.

Es así que Atlas continuará como uno de los equipos de mayor tradición y arraigo en el país, con miras hacia un futuro en donde se mantenga la meta de formar jugadores de talla internacional, respondiendo con resultados al apoyo inigualable de la mejor afición de México, la Fiel.

 

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